Partida Rol por web

-Supongo que con "nada" se habrá referido a "no continúen con la investigación", porque resulta que estoy muerto de hambre- comenté, en tono jocoso. Creo que esbozé un atisbo de sonrisa por una fracción de segundo, pero seguramente habrá sido un viejo reflejo. Antes de sufrir más interrupciones, me decidí por invitar al resto a la mesa antes de tener que volver hasta el grupo.

-Ya ven, Blanco nos pidió expresamente que descansáramos. Vamos, hay que llenar el estómago, que cuando la cosa se ponga seria es mejor no estar pensando en comida-

¿Estás seguro?

Callate...

Ángela mira el teléfono con cara algo aliviada aunque no mucho. Asiente ante las palabras de Molina y se ve en completo acuerdo con las del padre José.

Ángela toma asiento y mira a sus compañeros, con gesto algo desconsolado. La presión puede con ella. Está acostumbrada a casos difíciles, pero nunca se había visto envuelta en una situación como ésta.

-Yo ahora mismo no tengo mucha hambre, pero bien agusto gozaría de unos minutos de tranquilidad.

Luego de que Merchán tomara la iniciativa -menos mal-, me acerqué a la mesa para luego sentarme, sin tener intenciones de volverme a levantar en, por lo menos, veinte minutos. Dándole las pitadas finales al cigarrillo antes ofrecido por la abogada, de un sabor diferente al de los que estaba acostumbrado, sólo quedaba esperar a que algún mozo nos atendiese.

Hoy se me antojan pastas. Spaguettis, pensé, mientras la saliva anunciaba su preparación para saborear dentro de mi boca y el estómago rugía apenas, con impaciencia. -Disculpen- me excusé ante una actitud involuntaria pero desubicada. -Bien, ya hemos repasado los hechos una y otra vez, aunque muy escuetamente. Tal vez eso se deba a que no estamos atentos. Tenemos que mantener los ojos abiertos, incluso ante lo mundano, porque la clave de esta esta investigación suele yacer allí donde menos lo esperamos- comenté, mientras palpaba mis bolsillos en busca de una billetera lejos de ser vaciada. Gracias a los adelantos.

-Por las dudas, y porque mucho más no podemos hacer, vuelvo a recitar los sucesos. Logré conseguir la llave de la portería, donde no encontré absolutamente nada más que los evidentes rastros de un allanamiento, tal vez legal, tal vez ilegal. Seguramente Isabel pueda ayudarnos en ese asunto, averiguando el paradero de lo confiscado en el lugar, y quizás recuperarlo. Parece tener influencias...- sugerí, dándole la última pitada al cigarro para aplastarlo contra el cenicero a mi lado. -Después tenemos al profesor desaparecido. Este sabía algo y se desvaneció. Obviamente, lo "desvanecieron". Primer indicio de que alguien o algo están tratando de detenernos. Me refiero a una secta u organización cuando digo "algo", por supuesto- expliqué, agregando la seña de "entre comillas", entrecerrando los dedos índice y mayor. -Finalmente, el desgraciado intento de asesinato de Cifuentes. Segundo indicio de lo antes sugerido, y prueba de cuan lejos puede llegar ese ente que quiere salir indemne de sus crímenes... Disculpen la seguridad de mis afirmaciones, pero me parece que acá nada es casualidad. ¿Hay algo que agregar?-

Nada que agregar señor Molina, excepto que las unicas pistas que tenemos son objetos desaparecidos y un nombre y contraseña de algo que no sabemos. Me temo hijos que estamos en un callejon sin salida.-dijo el cura mientras ojeaba la carta sin ningun atisbo de hambre.

Ángela mira a Horacio y ladea la cabeza con gesto de curiosidad.

-Respecto a lo del allanamiento, si necesitamos saber si se ha confiscado algo y verlo después, tal vez pueda llamar a algunos amigos en la fiscalía que podrían echarnos una mano. Siempre con discreción por supuesto.

Asentí con la cabeza mirando al sacerdote, dándole a entender que estaba de acuerdo con el. Con algo de suerte, obtendríamos un empujón de parte de Isabel. Voltée hacia la abogada cuando comenzó a hablar. Sus palabras reanimaron mis ánimos. Al fin un haz de luz al final del túnel. Esto puede salir bien.

-Excelente- fue mi respuesta. -Es justo lo que necesitamos ahora mismo, recuperar lo desaparecido de ese despacho. Además de averiguar para que sirven ese usuario y esa contraseña- dije, mientras miraba al mozo acercarse hacia la mesa. Me froté las manos mientras le pedía un plato de pastas y un vino tinto de calidad. Un lujo de vez en cuando no viene mal.

Samuel se habia quedado callado esperando el resumen y las conclusiones:

- Veamos... Puedo preguntar a algun informático acerca del código y el usuario, eso me lo podeis dejar a mi. Molina y Angela se pueden encargar de la parte policiaca... Y padre, usted podria acompañarme a mi y aparte ayudarme en otras cuestiones no informaticas.

Por supuesto hijo-contesto sorprendido el cura.

Ángela cambia radicalmente el gesto de su rostro al contagiarse de el hecho de que sus compañeros se encuentren algo más motivados que ella. Mira profundamente a Molina con sus lindos ojos almendrados.

- Entonces, ¿le parece que después de comer demos un paseo a visitar a los amigos de azul? - en clara alusión a la policía.

Escuchaba las palabras con deleite, a la vez que me acomodaba un poco en la silla. Continuaba serio, y aunque no precisamente feliz, estaba mas animado. Al fin esto empieza a marchar.

-Me parece bien. Esto es lo que necesitábamos, organización y ordenar las ideas. Aunque estoy seguro de que lo que Isabel tenga para decirnos nos va a dar un empujón aún mayor-

Eso espero

SMS de Isabel.

"En un par de horas os veo en la hospedería"

Al fin habíamos resuelto ese molesto estancamiento en la investigación, y por lo menos teníamos algunas tareas que llevar a cabo. Estábamos listos. Bueno, luego de haberme llenado el estómago de pasta lo estaba. Poco me importaba que el resto no comiera, éramos todos adultos. Además, conociendo a mi metabolismo, lo mejor era llenarse en el momento en vez de andar quejoso después.

-Bueno Ángela- dije, limpiándome la boca con una servilleta luego de haber vaciado el plato -usted dirá. ¿Hace unas llamadas o nos damos una vuelta por la comisaría?-

Espero que no se les de por investigarnos. Aunque mis métodos puedan tornarse poco ortodoxos, son efectivos, y eso es algo que a las autoridades no les importa. Ciegos, como siempre.

A eso de las 17 horas de ese día recibes una llamada de Isabel ….

Ángela se levanta y se dipone a contestar a Horacio, dispuesta a hacer una visita a donde haga falta para conseguir una maldita pista cuando de pronto suena su teléfono.

Mira el número y pone cara de asombro. Pulsa el botón verde y contesta.

- ¿Si?

- Buenas tardes Angela, disculparme por la tardanza pero es que hoy el día está un poco raro … salgo ahora de la reunión que he tenido este mediodía … y con las horas que son veo que será mejor quedar para cenar, yo intentaré hasta entonces averiguar que ha pasado con el señor Cifuentes y poder localizar a algún familiar si es que existen mientras tanto no merodeéis por el hospital. Y por la noche ya hablamos más tranquilamente y os explico algunos cambios que se van a producir. Muchas gracias ...

Ángela asiente con la cabeza ante las palabras de la señorita blanco.

-¿Cambios? ¿Ha sucedido algo más?

Jugueteaba con el cigarro entre las manos mientras sostenía el teléfono ladeando la cabeza y apoyándolo durante un segundo sobre su hombro.

- Bueno la verdad es que el incidente que le ha pasado a Cifuentes ha cambiado un poco las cosas, pero nos os preocupeis en la cena os cuento.