Partida Rol por web

Estas en tu catre, llevas encerrado en ese acuartelamiento varias semanas, todo han sido pruebas, más pruebas y más test de la nueva armadura. Fuiste elegido por ser el mejor de la academia y aun no te han dicho ni palabra de tu nueva misión.

No era yo tipo de quedarme echado en la cama sin nada que hacer. Toda mi vida la había pasado haciendo cosas o buscando qué poder hacer. Estar en aquel lugar, como enjaulado, no hacía más que ponerme nervioso. Para pasar el rato, primero pensé en las particularidades de la nueva armadura y en cómo sacar el máximo partido de ellas, pero pronto mi mente se fue hacia mi familia, sobretodo hacia mi madre, que la había dejado sola durante más tiempo del que nunca lo había hecho. También pensé en Maia. Sonreí al recordar alguna de nuestras últimas conversaciones.

Todo eso me distrajo un rato, pero no lo suficiente.

Entonces me puse de pié y revisé mis cosas. Me calcé las botas, atándomelas con firmeza y pensé que lo mejor sería salir de allí a dar una vuelta por la base. Por lo menos por donde se permite pasear. Quizá pudiera ver algún grupo de desarrollo u observar pruebas de diseño. Tenía un par de ideas en la cabeza que no dudaría en compartir con alguno de los investigadores, por si fueran de utilidad.

Lo cierto es que más de una vez a lo largo de esas semanas había sorprendido a más de uno con mi comprensión de la mecánica y cibernética de aquellas máquinas, incluso había llegado a entablar discusiones técnicas para la mejora de dispositivos. Comprendía la lógica de funcionamiento a la perfección, aunque aún me faltaba un buen puñado de conocimientos de base, por ello devoraba los libros de cibernética que caían en mis manos.

Cuando vas a salir de tu habitación comunal ocupada solo por ti con más de 16 camas te encuentras de cara con alguien que no habías visto aun en ninguno de los ensayos. 

- Sr. Lorca - saluda cuando ves todos sus galones y condecoraciones pegadas en pecho y hombros - 

Los galones en su pecho intimidarían a cualquiera, incluso a alguien recién llegado a este mundillo como yo mismo.

- Presente. - Dije a modo de respuesta a su saludo y esperé a ver qué tenía que decirme.

- Acompáñeme - dice serio. Sin esperar tu respuesta se gira y empieza a andar hacia fuera

Miré a mi alrededor, como cerciorando que era a mí a quien se dirigía. Sin perder el tiempo seguí al General de Brigada, pues eso debía ser según el número de estrellas y de puntas de éstas.

Finalmente, se diría que iban a asignarme alguna misión. La emoción me hizo dibujar una sonrisa en el rostro.

El anciano te guía hasta una sala donde está tu nueva armadura, la que has estado testando estas ultimas semanas. Una vez entras el se dirige hacia una mesa donde hay otros militares más. De varios rangos y por el color... de varios ejércitos distintos y países.

La cosa se ponía claramente interesante. No me esperaba una recepción como aquella y desde luego esos señores no se habían reunido allí para tomar un café y charlar de sus familias. Estar yo en este lugar, con semejantes anfitriones y con "mi" armadura presente, dejaba claro que me estaba metiendo de lleno en la boca del lobo. De cualquier forma, para ello había llegado hasta aquí. 

Así que, tras una leve y casi imperceptible pausa en mis andares, continué siguiendo al general de brigada hasta el punto que me pareció que debía ser lo correcto. Miré por si había una silla reservada para mí, cosa poco probable, o si debía permanecer de pié. Hice entonces lo que me pareció más ajustado a la situación.

Incliné un poco mi cabeza a modo de saludo a la sala.

- Señores. - Dije educadamente.

- Tome asiento sr. Lorca - dice con voz autoritaria el anciano que espera a que tomes asiento. Una vez sentado prosigue - Lo que vamos a contarle es totalmente confidencial, nadie - subiendo el tono en esa palabra - nadie ha de saber nada de lo que aqui se hable. ¿Ha quedado claro cadete?

Tomé asiento. Así que disponía de una silla, después de todo. Quizá eso significaría que la reunión sería larga o que simplemente no querían castigar ni sus cervicales ni su ego obligándose a mirar hacia arriba mientras hablaban con alguien como yo.

Enarqué una ceja. Sin saber porqué, me esperaba un discurso similar. Bien, sí sabía porqué, una reunión como aquella debía tratar asuntos de suma importancia y, consecuentemente, de extrema confidencialidad. De lo contrario, lo resolverían por teléfono o vía e-mail.

Asentí al tiempo que respondía. - Me ha quedado claro, general.

- Hace un par de semanas los EuroSafe fueron derrotados. Ahora están formando un nuevo equipo y usted con la armadura será nuestro agente en el nuevo equipo de defensa de metahumanos. - suelta sin más. Si no fuera porque es un militar te reirias en su cara pero la verdad es que lo que te acaba de soltar te parece de todo menos algo serio -. 

La primera sensación que me dio aquella escueta presentación consiguió plantar una sonrisa en mi cara, mitad incredulidad, mitad satisfacción. Pero a los escasos dos segundos, quizá menos, desapareció ésta de mi rostro. La cosa era seria y eso, objetivamente, no parecían buenas noticias.

Asentí, enarcando ambas cejas y torciendo el gesto. Descubrí que no tenía claro de si se esperaba de mí que respondiera, replicase o simplemente asintiera y me lanzara a las fauces de la bestia sin oponer objeción.

- Ya que estamos en... petit commité, ¿se me permite expresarme con libertad? - Con los militares, más vale pedir permiso para las cosas que pueden contravenir el protocolo. - Pensé.

Asiente

- En primer lugar les agradezco la oportunidad que me brindan, y no les quepa duda que soy su hombre. Pero elegir a un novato como yo para un trabajo como este sólo puede significar dos cosas: o que se trata de una misión facilona, para testear la armadura, o que es una misión suicida donde más vale enviar a un chico nuevo que no represente una gran pérdida en el caso que no regrese con vida. - A pesar de las palabras, solté eso con una sonrisa. 

- Si se trata de lo segundo, sólo pido que se me permita agilizar la tramitación de la Pensión en Favor de Padres, tal como manda la normativa*. Si estoy aquí, a parte de por servir, es para que a mi madre no le falte el plato en la mesa.

- Por lo demás, nadie sabe que estoy aquí, ni tengo intención alguna de que se sepa. Mi madre se creerá lo que tengan a bien contarle, llegado el caso.

- Dicho esto, díganme cuándo y dónde. Estoy listo.

- Está aquí porque ha sido el único capaz de adaptarse a este nuevo ingenio de la tecnología. Creame si le digo que soy el primero en estar en contra de que un cadete sin formación extensa militar ocupe dicho ingenio. Ademas debe saber que el ejercito no está al mando de esta operación, pero si hemos logrado que uno de los nuestros pueda incorporarse a este grupo gestionado a nivel civil. - suspira - Deberá presentarse mañana a primera hora en el Centro Comercial de las afueras de Barcelona. El ordenador de a bordo del traje dispone de la localización y de los códigos de abertura de la zona de aterrizaje. Puede retirarse cadete. 

Me puse en pié. 

- A sus órdenes. - Le dije al general. - Caballeros. - Dije al resto de la sala, y me retiré tal como me habían mandado.

Así que finalmente se trataba de un caso desesperado. Pensando en ello fui a recoger mis cosas, prepararme para el viaje tal y como creyera oportuno dado el caso. Cuando fuera posible, revisaría la armadura y comprobaría que todo estaba en orden así como la munición real cargada a bordo.

Una buena cena y a dormir pronto para estar preparado para el día siguiente.

FIN TRAMA