Partida Rol por web

No fue muy dificil encontrar la forma de abrir la entrada al tunel. Un oscuro agujero con una escalerilla por la que poder bajar y en donde se escucha de fondo a alguien canturreando algo...No es muy buena perspectiva, pero Paco se lanza a la aventura como buen machote que es.

Unos metros más abajo toca suelo entre una oscuridad casi absoluta.

-Vaya una rata, que fijo que tiene visión en la oscuridad. En vez de pelo tendrías que tener plumas, - le digo a Ernesto mientras empiezo a bajar - fijo que si fuese para recoger billetes no nos dejarías ni bajar un escalón.

Voy bajando las escaleras, mientras la falta de luz hace que mi piel se haga mas y mas oscura.

Una vez abajo, enciendo el mechero mientras le digo a Paco:

-¿Ya has buscado el interruptor?

Ernesto mir a uno y otro lado antes de entrar en el oscuro pasillo. ¿Y zi ez una trampa?Laz sirenaz encantan a los hombrez para que ze acerquen a ellaz y luego...zaaazzz...en toda la boca. Ez lo ultimo que ze zabe de aquelloz hombrez
Ernesto baja con su arma preparada por si acaso y espera que los que van delante avancen

-Que alguno baje con una lintyerna o algo, que esto está más negro que el culo de un buey..... y no me pregunten cómo sé eso.- dice Paco al resto del grupo que aún no ha bajado, mientras escudriña la oscuridad en la medida en que sus ojos se van acostumbrando a ella.

William albergaba serias dudas sobre si encender una luz o no. -Vale que no nos hayan oído si están liados a cantar, pero la luz como que la van a ver...- Se sienta en el suelo, al lado de la trampilla. -Dejadme probar una cosa.- De la mochila empieza a sacar unas cuantas hierbas. Unas están molidas, otras secas en ramas. Selecciona unas pocas de unas y otras y las mete en un cuenco, donde las mezcla y las machaca con una pequeña mano de mortero. Guarda todo el tinglado y se pone la mezcla polvorienta en la mano. -¡Vamos a guiarnos como los topos!- Mientras dice eso, lanza los polvillos al aire, esperando que surta efecto su magia.

-Y después prepárate algunos de esos "cigarritos de la risa" que a veces haces.- no puede evitar decir Paco cuando ve a William machacando las hierbas.

-Tengo unos cuantos preparados para cuando acabemos. Que si ahora ya no vemos, no te cuento si nos fumamos uno de estos...-

Enciendo el mechero buscando algún interruptor por si no funciona el hechizo de William.

-¿He oido fumadero gratis?

saco otra vez el mechero, voy golpeando mi brazo derecho y hago un rulo con un billete mientras pregunto a William:

-Pero a ver, ¿esto se fuma, se esnifa, se inyecta?

Abro mis orificios nasales, y aspiro con fuerza:

-To p'adentro

Bajo tras la mayoría de mis compañeros, excepto de Ernesto, como era de esperar. 

- A ver que nos ha preparado - 

Digo aspirando con tranquilidad los polvos que William esparce por el aire.

- Como sea la mitad de bueno que lo de hace cuatro días nos espera una buena fiesta je je...- casi me coloco ante la expectativa.

Los polvos de William os entran hasta lo más hondo.

Pronto empezais a notar un calor en vuestra nariz y un leve mareo. ¿Le habrá metido algún "aliño" solo para dar sabor? Todo es posible...El calor se va y os dais cuenta de que vuestro olfato está captando matices que antes no podía. El dulzor de Loli, el sudor de Paco, el pedete que se le escapó a Ernesto al escuchar que él iba delante...Pero no es el único efecto de los polvitos, la luz del mechero de Kilder se va apagando poco a poco ante vuestro ojos hasta que todo se vuelvo aún más negro que antes.

No demasiado lejos, reconoceis el olor de Bertín mezclado con alguna que otra cosa rara.

-¿He dicho yo "Vamos a ponernos ciegos o alguna otra estupidez semejante?- murmura Paco mientras trata de acostumbrarse a los olores y también trara desesperadamente de no cabrearse.

-Ernesto. Eres un guarro. Y tú "Hierbas"... ya hablaremos más tarde. Ahh, y el Bertín está por aquel lado.-termina diciendo el cocinero mientras señala hacia algún punto indefinido en las profundidades de la caverna.

Veo como la luz se apaga ante nuestros ojos, y les comento:

-Huelo a quemado... MIERDA, MIERDA, MIERDA, que no he apagado el mechero y me estoy quemando.

Comienzo a caminar, y entre toses les digo a todos:

-Joder, como oléis los mamíferos, hay unas cositas que se llaman cuchilla para depilarse, y otras que se llaman desodorante, y por cierto, alguien no va a pasar este año la ITV de gases. -me medio choco con una pared- a ver si la próxima vez nos haces que veamos como serpientes, o como murciélagos, bueno, como murciélagos no, que sólo nos falta oir en directo constante a Bertín.

Ernesto avanza tras sus compañeros durante unos metros cuando comienza a percibir los olores de forma brutal, incluso aquel silencioso aire que escapó de entre sus nalgas al descender, sin embargo, niega tal acto. ¿Y quién dize que he sido yo?¿Puede haber sido cualquiera? Ezo ze llama animalizmo (el sinónimo a racismo más parecido que encuentra al alcance).
Ezpero que aparte de oler a Bertín podamoz verlo, que zi no no atino a darle laz puñaladaz. Comenta con preocupación Ernesto.

-¡Shhh! Dejad de quejaros y afinad el olfato y el tacto. Si prestáis atención, notareis las vibraciones si alguien se acerca.-

William cerró los ojos, un gesto completamente inútil pero que le ayudaba a concentrarse. Como si de un perro se tratara, agitó las aletas de la nariz para captar mejor los olores que flotaban a su alrededor. Se acostumbró con facilidad al hedor que emitían sus compañeros y el mismo, y poco a poco, fue descubriendo el verdadero olor que predominaba en el ambiente. Era como el aroma de un vino viejo, hacia falta dejarlo reposar para que el bouquet se abriera. -Sangre... y... gazpacho "La Huerta de Bertín"-

-Por aquí- guiado por sus instintos mas básicos, William empezó a avanzar por la gruta del peligro y los horrores de las viejas glorias del pasado.

El cocinero se sobresaltó cuando sintió un raro cosquilleo en el rostro, y tardó casi un minuto en darse cuenta de que se trataba de su barba; de pronto la piel se le había vuelto especialmente sensible y cuando William pasó a su lado el movimiento del aire (y de sus propios pelos) le permitió, si bien no "verlo", al menos darse una idea de por dónde había tirado.

-Mierda.- murmuró -Menos mal que no me afeito.-

Y siguió a William (aunque no a la veocidad que este llevaba, que estaba acostumbrado a "ir ciego" pero de otra manera)