Partida Rol por web

Berinian sonrió mordaz ante la descripción de la mujer que hacía del Duque.

- Vaya con nuestro anfitrión. Espero que los beneficios económicos que obtuvisteis mereciesen la pena - comentó a la comerciante. Ante la siguiente pregunta, el marino enarcó una ceja con extrañeza y dibujó una sonrisa insegura, no sabiendo cómo tomarse aquello.

- ¿Mi sombrero en venta? Pues... no, la verdad. Digamos que es un regalo de un capitán de navío que me hizo hace tiempo y, ya sabéis, que los regalos es de mal gusto venderlos - comentó con una sonrisa aviesa. No le dio más detalles de cómo lo obtuvo, pero bastaba decir que el mencionado capitán no se opuso a que Berinian se lo quedara, después de que este asaltara su barco, le rebanara el gaznate y se quedara con sus mercancias.

Era un pirata, esclavista y contrabandista. La competencia, vamos. Y quien roba a un ladrón..., pensó exonerándose. Volvió a la realidad y tomó la palabra.

- ¿Un saco hace juego con este sombrero? Si no esta lleno de oro, no os sigo - dijo no sabiendo exactamente a donde quería llegar la mujer con aquella afirmación y esperando una aclaración.

Negó con la cabeza ante la siguiente pregunta de Adara.

- No. No recuerdo que nadie me advirtiera sobre zonas prohibidas, pese a que es de suponer que existan en lugares como este - admitió. Frunció el ceño cuando supo que la dama Harper sí tenía capacidad de movilidad por la fortaleza y era una experta alquimista, capaz de hacer antitoxinas... y letales venenos.

- Vaya, que interesante con esa anciana, la tal... Harper - convino echando otro pequeño trago -. Así que ella tiene libertad de movimiento. Me pregunto cómo otros podrían lograr lo mismo. Con o sin el duque mediante - comentó sugiriendo curiosidad. Volvió a hablar el hombre.

- Por cierto, debo entender que ya habéis estado en pasadas celebraciones del duque. ¿Cómo son?

Berinian se giró hacia la joven mujer amante de otras mujeres. La pieza a la que había echado ojo había volado, pero aun quedaban bellas mujeres en aquel lugar. Su interlocutora, sin ir más lejos. Por otro lado pedir bebida en la barra le costaba su tiempo, mejor si se la servían en mesa. Así que, siguiendo el ejemplo de su compañera, hizo un gesto de invitación para que ocupara una silla libre junto a ellos.

- Correcto, Lady Seyah - afirmó con mordaz sonrisa y teatral voz -. Y excelente compañía, pese a mi presencia - bromeó jocoso el hombre.

Se escucho la escalera una vez mas, para dejar ingresar a un joven con aspecto de noble, mocasines, medias blancas y una chaqueta hecha a medida. Adara lo saludo amablemente. Parecía que no le gustaban mesas vacías, porque también lo invito.
- Maese Alessio. Venga para aquí.- dijo contenta de verlo. – Le presento al Maese Kanan, comerciante. Maese alessio fue mi pasajero por un corto periodo de tiempo.-

Entré en la posada buscando a Adara. Como siempre que entro en algun lugar nuevo y en especial una posada hago un examen de todo lo que hay ahi y de todo aquel que deambula, simple deformacion profesional me temo, pero nunca me ha gustado verme atrapado en un lugar del que no conozco las salidas al menos.

Me demoro mas del tiempo necesario aun habiendo visto a primera vista a Adara examinando todo, haciendome un poco el despistado.

Al ver como me llama la atencion la capitana le hago un pequeño gesto de asentimiento como si hubiese reparado justo en ese momento en su presencia y voy raudo a su encuentro.

Me siento en la mesa con una sonrisa.

- Un placer Maese Kanan, mi nombre es Alessio para servirle- le digo ofreciéndole mi mano amistosamente

Berinian se levantó de su silla y saludó al recién llegado antes de volver a sentarse.

- Mucho gusto, Maese Alessio. Así que vos viajásteis con Adara. Sois un temerario - saludó con humor guiñando a la mujer-. Y, si me permite la indiscreción, le haré la pregunta eterna que tarde o temprano a todos nos cae... ¿Qué le trae por estos meridianos? - preguntó manteniendo el tono animado.

-Bueno me encantaría decirle que son las aventuras, la leyenda o el valor los que me han hecho acercarme a estas tierras, pero ha sido el vil metal...la plata, el oro o las gemas- dije con una amplia sonrisa mientras observaba el rostro de maese Kannan por si mostraba algun tipo de cambio ante mis palabras.

-Soy un humilde comerciante...no se si merezco tal título comparado con vos debo ser un tendero de un puesto de pescado en algun remoto puerto. Mi intención es sembrar aqui las semillas para establecer lazos comerciales con esta tierra tan transitada y claro esta el insignificante detalle de hacerme rico en el proceso- dije con una carcajada

Aunque mis palabras eran ligeras y distendidas mi mente intentaba aun ahora analizar los cambios que se producian en la distribucion de las personas dentro de la posada. Al fin y al cabo seguía estando en una tierra nueva e inhospita.

Berinian enarcó una ceja ante el comentario distendido de Alessio. Realmente resultaba un poco complicado reafirmar lazos comerciales en tiempo de guerra, especialmente cuando el sitio al que se acudía era todo lo que quedaba del reino de Meridian y las ejércitos oscuros rondaban no muy lejos.

- Ya... - afirmó el marino, asintiendo con la cabeza, poco convencido -. Dinero, tal vez lo encontréis. Y respecto al título... cada uno se labra su reputación, maese. Con el tiempo tal vez vos nos hagáis quedar al resto como simples pescateros - bromeó -. Lo de afianzar contactos... - el hombre meneó suavemente la cabeza de un lado a otro, exponiendo sus dudas -... quien sabe.

- Pero, en efecto, aquí estamos todos por el metal. Así que brindaría por eso. Por la fortuna en nuestros negocios - brindó a los presentes alzando levemente su copa y dándole un trago -. Debo entender, Maese Alessandro, que venís con la intención de crear un vínculo entre este ducado y allende de donde venís. ¿Por ventura podría saberse vuestro lugar de origen? - preguntó.

Adara habiase mantenido callada, dejando un silencio ex profeso para que los dos hombres se entendieran. Como lo habia visto, eran emprendedores y quería ver como se manejaban estando juntos.
Las preguntas que berinian le había hecho, habían quedado inconclusas, de modo que se limito a servirles a ambos bebidas y sobre todo la suya propia, tomando el doble de lo que servía. Hizo un gesto de indignación y poner los brazos en jarras cuando llamo audaz a Alessio, pero luego desistió y dijo encogiéndose de hombros – Es cierto-

Sonreí por el gesto de indignación de Adara.

-Debe saber señor, que la capitana aquí presente, es la más capaz que encontrará, es imposible pasar miedo cuando se sabe quien lleva el timón- dije con una sonrisa mientras a continuación bebia de mi copa.

Me percaté como Adara era capaz de beber el doble que nosotros al parecer sin mostrar ningún tipo de efecto visible en su comportamiento, tenia sin duda una resistencia épica. Yo por mi parte tomaba pequeños sorbos de la bebida

-Bueno se dice que la guerra es el mejor negocio que existe, allá donde suenan los cañones y resuena el acero siempre hay oportunidad de negocio para los visionarios, A mar revuelto...- dije levantando mi jarra a modo de saludo.

-Y bueno yo soy de aqui y allá...he viajado por todas partes en busca de buenos negocios, siempre representando mi familia,que es mi compañia comercial.Cualquier vinculo es bienvenido si la plata fluye- sonreí nuevamente pensando en lo importante que son los contactos y los favores en un negocio como el mio.

-Vos sois de estas tierras?- pregunté con curiosidad al tiempo que me fijaba si habia mas gente escuchando nuestra conversación.

Se acercó algo tambaleante hacia la mesa - Os lo agradezco, disculpad pero esa bebida no ha terminado de sentarme bien- Dijo mientras apartaba una silla y se dejaba caer en ella, resoplando y sonriendo para tratar de disimular la borrachera repentina. -Soy Krista, comercio con vinos y bellas telas traídas de países lejanos y espero que , aunque no quieran engalanar la posada.. si me hagan un buen pedido de bebidas - Dijo sonriendo de lado de forma picara mientras con la mano simulaba contar monedas

Observaba a Alesio, Adara y Berinian  de forma sonriente y practicamente despreocupada, cuando en realidad estaba analizando cada uno de los detalles de su fisionomía 

Apuesto a que todos estamos aquí por negocios verdad? - Dejo caer la pregunta sin dirigirla a nadie en concreto, mientras se ponía los brazos tras la nuca y estiraba los pies bajo la mesa, cruzándolos uno sobre otro en una actitud totalmente tranquila y relajada-

Tal vez una mujer hubiera puesto mala cuando otra muy bonita se acerca al grupo, pero Adara pareció encantada de tenerla. ¿Era posible o lanzaba miraditas a Krista?

- Estamos aqui aquí, por negocios.- dijo señalando al castillo con un dedo alrededor hacia arriba.- Aunque me encuentro aquí – dijo señalando hacia abajo, tocando la mesa – para relajarme un poco y beber. ¿A que se dedica, Señorita Krista?

Ante la pregunta de Alessandro, Berinian meneó la cabeza de un lado a otro, con una mueca divertida.

- Soy de todas partes, maese. No sería capaz de concretar. El mar no tiene patria, aunque admito que los puertos de Meridian eran los que más visitaba - reconoció -. Y ahora, miradme. Enclavado en unas montañas - rió abriendo levemente los brazos -. Aunque como bien decís, si las montañas dan oro... habrá que navegar hasta ellas - dijo con sonrisa sardónica.

Se levantó y con un gesto de sombrero saludó a la recién llegada, tapando con su ala su rostro para que no trascendiera su sonrisa burlona ante el estado perjudicado de la joven tambaleante.

- Apuesta sobre seguro, Krysta - asintió el marino que sorprendido miró a Adara, que volvía a preguntar a qué se dedicaba Krysta... pese a que lo acababa de decir.

Vaya, por fin el alcohol comienza a hacerle efecto. Debo admitir que ha aguantado admirablemente hasta ahora, pensó Berinian. Sin embargo tiene razón: estamos aquí para pasar un rato agradable. ¿O puede que algo más?, se preguntó mordaz.

- Le deseo suerte con sus vinos y telas, Krysta - dijo alzando la copa y brindando por ello. Después volvió con Alessio.

- Cañones decís... He oído hablar de ellos. Y no recuerdo haberme cruzado nunca con un barco de los tres reinos que los tuvieran. Venís, realmente, de muy, muy lejos - comentó frunciendo el entrecejo y mirando de soslayo al hombre.

Miré con genuina curiosidad a la joven que acababa de llegar medio tambaleándose. Parecía que la bebida en esta taberna afectaba a la mayoría. Yo seguía tomando pequeños sorbos de mi bebida sin ninguna intención de perder detalle de lo que estaba pasando alrededor.

Sonreí al ver como la capitana Adara parecía mirar con igual interés a nuestra nueva compañera de mesa...tal vez la bebida la había afectado un poco puesto que le pregunto su ocupación y se la veía algo achispada.

-Bueno, mi especialidad es conseguir los productos más exóticos de los lugares mas lejanos aunque suelo viajar normalmente por tierra, no pude resistirme a un viaje en barco en busca de posibles interesados en mis servicios. Me han dicho que mucha nobleza esta en el castillo...si tienen plata que gastar yo tengo bienes que ofrecer. -dije para mis compañeros de mesa observando las reacciones ahora de la recién llegada.

-El vino, en especial el exótico siempre tiene grandes compradores al igual que las telas... no hay guerra que le quite a una noble el gusto por conseguir un nuevo vestido exclusivo para poner los dientes largos a sus amigas o para engatusar a un nuevo amante.- dije levantando mi vaso a modo de saludo a Krista.

Por la actitud de la vendedora de vinos no me daba la impresión de que estuviese acostumbrada a la nobleza de donde yo provenía, el mero hecho de sentarse en una actitud tan despreocupada...aun entre mercaderes podía acabar con una visita del garrote... y un último paseo por los canales.

-Así que aquí estamos la flor y nata del comercio de ultramar en una posada compartiendo una copa...por lo que veo no tenemos un problema de competencia directa en nuestros productos... eso es bueno para los negocios.- dije con una sonrisa

Miró a Adara con una ceja levantada y expresión de sorpresa, tras unos segundos respondió - Telas y vinos- repitió de nuevo ( el alcohol debe afectarla mas) La miro de arriba a abajo igual que al resto de compañeros no tanto en actitud lasciva sino mas bien por comprobar si llevaban armas ocultas en caso de que fueran un peligro, nunca estaba de más ser observadora

Caballeros... Dama.. - hizo una ligera reverencia con la cabeza dejando que un par de mechones cayeran por su rostro.- Vine en barco en busca de fortuna y negocios como vosotros, pero por lo visto nos han metido a todos en la cantina sin opción a hablar con el señor del castillo o algún encargado para poder hacer negocios. No se cuanto tiempo tendremos que estar aqui pero ¿ que os parece un brindis por nuestro encuentro sin competencias ni amarguras?- Dijo levantando la jarra y sonriendo de lado

- También parece que todos excepto usted- cabeceó hacia aleso- provenimos de un barco, que raro que no nos vieramos en el puerto... - Luego miro a Adara- Tu precisamente, al igual que yo no pasamos desapercibidas por nuestro aspecto verdad?- Dijo con una sonrisa bastante dulce y calida-