Partida Rol por web

Estaba claro que Elassil ya veía fantasmas por todos los lados. Y si de verdad alguien nos espiaba, no creo que tuviera narices en enfrentarse a nosotros, siendo un buen grupo de valientes guerreros. Me refería a Dalfrid y a mi, claro. El muchacho y Elassil iban de escuderos o guías.

Cuando llegamos al puente y lo cruzamos, escuchamos el grito de Togoll pidiendo auxilio. Porque era Togoll, no cabía duda, dado el estridente sonido que hacía al gritar. Miré a mis compañeros y antes de salir corriendo hacia allí, les sugerí algo:

-"Me adelantaré con Dalfrid para encarar a lo que sea que esté haciendo daño a ese malandrín de Togoll. Elassil, coge al muchacho y dar un pequeño rodeo sigilosamente y aparecer por detrás del molino. Cogeremos a los malvados por sorpresa y por dos lados distintos, no podrán escapar." Dije guiñándole un ojo al elfo.

Salí corriendo con el escudo y el hacha a punto. No sabía lo que me iba a encontrar, pero tampoco sabían ellos lo que se iban a encontrar en unos momentos.

Al escuchar el grito de auxilio de Togoll, Elassil se olvido de lo que pudiera haberles estado siguiendo, quien sabe si incluso alguna de aquellas arañas gigantes. El enano planteo que nos separásemos, y claro a mi me deja con el niño, para que haga de niñera. Pero no lo hace con maldad, es que su pobre cerebro no da más de si. Yo soy un combatiente de segunda línea, un arquero. Ir solo por el bosque, donde seguro que algo nos encontramos, y con un niño, no era la más sensato. Así que se limito a decir:-Pues no termino de ver ese plan tuyo. Corramos a ver si podemos salvar a Togoll.-

Y avanzó tras el enano, el joven elfo tendría que cuidarse de meterse en problemas, que fuese tras el, y no molestase. Preparó su arco y trato de ver a que tenían que enfrentarse.

Karel y Dalfrid avanzaron en primer lugar, corriendo montaña arriba, pero Elassil no se quedó atrás, pues enseguida comenzó a subir con presteza y llegó hasta donde su compañero y la elfa estaban. El enano resoplaba, pues éstos estaban hechos para caminar bajo tierra, no subir a la carrera por los montes. El caso es que yendo Hilthear detrás, no tardásteis más que un par de minutos en llegar a la cúspide del cerro, donde el molino se erigía. Ahora veíais la construcción más arriba, y también vísteis algo más...

Era Togoll, quien estaba recostado delante del molino, tratando de arrastrase desde el suelo hacia atrás de puro terror, hincando sus codos en el suelo... y es que tenía delante de sí a un ser extraño...

Era un hombre, pero su rostro  no era tal, sino que era cadavérico, y la piel parecía estar ausente en la mayoría de las zonas de su calavera. Su cuerpo estaba frío y pálido, huesudo y desnudo, y sus ropas, las cuales estaban mojadas y chorreantes, estaban llenas de podredumbre y raíces. Con razón el pequeño mediano se arrastraba hacia atrás, y sus ojos se iluminaron cuando os vio.

¡S... socorro! -gritó en cuanto os vio- ¡Elassil! ¡Karel! ¡Ayudadme!

Las ropas del mediano estaban rasgadas, y tenía los cabellos revueltos y enmarañados con hojarasca.

Por fin encontraron a Togoll, pero este no estaba solo. El motivo de sus gritos quedó rápidamente a la vista, una especie de muerto, que se movía y trataba de alcanzar al mediano.-Tranquilo Togoll, hemos venido a ayudarte.-

Y sin mayor dilación le disparo dos flechas a aquella cosa que estaba a punto de alcanzar a su amigo. Pero las prisas nunca son buenas, y tan solo una de las flechas fue en la dirección adecuada, pero con poca fuerza.

Nada más llegar arriba, vimos cómo una extraña y horrenda criatura atacaba al cebado mediano, que chillaba como un cerdo en el matadero. Sin pararme para ver más, seguí con la carrera hasta llegar al bicho y le aticé con el hacha fuertemente, pero este me esquivó por poco.

-"Maldita lechuga andante." Rezongué para mi.

Mis dos compañeras se quedarían a mi espalda, intentando saetearle y dejarle como un puercoespin; aunque mucho me temía que sería probablemente Dalfrid quien le dejara así, viendo la mala puntería de mi compañero.

Una de las flechas de Elassil fue certera (puesto que la otra salió volando más allá, impactando contra el edificio del molino), pero hubo algo extraño; el virote impactó en la figura, o mejor dicho... la traspasó. Entonces Karel le atizó con su hacha*. El enano, al igual que su compañero, notó como el filo atravesaba a la criatura, pero no cortaba su maltrecho pellejo y huesos... ¿¡Sería un espectro!?

Entonces la figura, ante los dos ataques se desvaneció allí mismo, delante de vuestras narices. Lo cierto es que lo hizo en cuestión de un segundo. No entendiáis nada, era como un espejismo...

¡Acertijos! -exclamó Hiltear-, ¡es magia ilusoria! -El chico parecía saber de qué se trataba-. Dalfrid lo miraba con desacierto, extrañada también, pero no dijo nada.

¡JA JA JA JA! -Togoll estaba tendido aún en el suelo, en la posición bocarriba, como la presa vencida que era... o parecía ser-. Sin embargo, os pareció ver un extraño brillo en los ojos del mediano... De hecho, os pareció que no era él mismo... ¡Ilusos! ¡Creéis que podéis venir a mi bosque y campar a vuestras anchas! -la voz de Togoll ya no era la suya, y estaba claro que no lo era su personalidad, sólo su apariencia. La voz era vieja y decrépita, bastante roca, de anciano-. ¡Sé que vosotros no sois parte de esa hueste de maldito Conde Leonard, y por ello no venís en busca del oro de Moralaevar... Asique,  os perdonaré la vida! -los ojos del mediano comenzaron a ponerse en blanco-. Pero vuestro amiguito, el que tiene este cuerpo... ¡es un buen sirviente, asique me lo quedaré!

Togoll, entonces, se incorporó, se puso de pie, y a cierta distancia de vosotros os siguió hablando, con esa voz de malos augurios.

¡Marchaos, esa es mi dádiva! ¡Marchaos ahora mismo y olvidad este bosque! -afirmó quien estuviera poseyendo a vuestro amigo-, ¡de lo contrario, acabaréis convertidos también en humo! -y en esos momentos la figura del mediano se esfumó en el aire, como la del necrófago que parecía estar atacándole-. Unas risa malévolas parecían resonar ahora en vuestras cabezas, durante unos instantes, en el momento en que Togoll se esfumó en el aire...

¡Maldición! Definitivamente, este bosque encierra un gran peligro -masculló Dalfrid, alertada por lo que acababa de pasar-. ¿Le... le tenéis mucho aprecio a ese mediano amigo vuestro?

Que un enemigo desapareciera delante de mis narices me cabreaba, pero que también fuera engañado por la magia de algún ser demente que se hacía pasar por el pelmazo de Togoll, me cabreaba aún más. Guardé mi hacha y miré a los demás.

-"No le tengo miedo al papanatas ese. Nadie me amenaza y sale indemne. ¡Hummm!" Gruñí. "Aprecio, lo que se dice aprecio... no mucho. Pero no le voy a dejar a su suerte. ¿Tú que dices, Elassil?" Pregunté.

Me puse a mirar por la zona, pensativo por lo dicho por el espectro, lo del oro de Moralaevar. ¿Oro? La cosa se ponía interesante. Estaba claro que lo que quiera que nos había acechado en el bosque era un esbirro del ilusionista.

Magia, y de un anciano que no parecía estar muy bien de la cabeza. El oro no era un gran reclamo para Elassil, lo apreciaba y sabría darle un buen uso si lo tenía, pero otra cosa muy diferente era dejar allí abandonado a su suerte a Togoll.-Si Dalfrid, parece que tendremos que enfrentarnos a un gran peligro. Pero Togoll es nuestro amigo, con sus virtudes y defectos, pero un amigo, y yo ni me planteo dejarle abandonado. Así que tendremos que descubrir la guarida del mago y rescatarle. Y de paso libramos al bosque de este mal.-

Tal vez aquel viejo molino, era ahora la torre de este mago. Así que trato de examinar la zona, en busca de huellas o indicios que le permitieran saber hacia donde tenían que dirigirse, para tratar de rescatar a su amigo. 

Tras un leve registro por la zona, te cercioras de que no hay pistas algunas sobre el causante de la ilusión de Togoll. El molino no parece derruido, pero si inactivo, y en su interior ya no hay mobiliario. Lo más cerca es una torre de la que hablaba Hilthear, que no andaba muy lejos.

Tras explorar los alrededores, Elassil llega a la conclusión de que el mago no esta allí, ni en el vacío molino.-Ni rastro del mago por los alrededores, creo que tendremos que acercarnos hasta esa torre de la que nos hablaste Hilthear. Es muy probable que el mago y Togoll se encuentren en esa torre. Y seguro que el mago tiene trampas y sorpresas para los que quieran entrar en ella.-Sería peligroso, y el mago con quien sabe que cosas, les estaría esperando, pero tendrían que ir, si querían rescatar a su amigo.

Después de examinar la zona, no vimos nada intOROsante. Tendríamos que ir a esa torre que estaba cerca de aquí. AdORO las construcciones de piedra y ver una me satisfacía. Si allí estaba el OROndo mediano, perfecto. Aunque había que tener cuidado con la OROgrafía circundante, ya que podían emboscarnos. La idea del ORO de MOROlaevar se iba haciendo un hueco en mi pensamiento poco a poco. ¡ORO!

No había más reseñable para los ojos de Elassil en aquel lugar, por lo que decidísteis marchar a la mencionada torre del bosque. Karel tenía el pensamiento puesto en modo "brillante" desde que había escuchado las palabras de la ilusión de Togoll, pero sin dejar de lado su hacha, al igual que Elassil y Dalfrid con sus arcos.

Puede que encuentre respuestas de la persona a la que busco si voy con vosotros. Tal vez esté con vuestro amigo Togoll y ese abad Fessus. Será mejor que nos mantengamos unidos -señaló Dalfrid, uniéndose con vosotros al grupo-. Por cierto, no sé que tiene que ver su señor el Conde Leonard con todo ésto... Recuerdo que hace unos años, antes de entrar en el cuerpo de guardia de la ciudad de Fuenterrubiales, viajé hasta el castillo de Rocanegra, hogar del conde y su familia, donde se celebró un gran banquete. En aquel lugar, entre aquellos muros, gocé de gran asistencia y público, más que en ningún sitio... Ahora el conde, creo tiene problemas con los orcos del Sur ¿tendrá todo esto que ver con aquello?

Y entre aquellas dudas que carecían de respuestas en esos momentos, Hilthear puso los brazos en jarra, miró en derredor y trató de buscar la dirección hacia aquella torre mencionada. Tal vez fuera la morada de ese fanático antiguo abad.

Enseguida tomásteis una estrecha y casi imperceptible vereda en lo alto de aquel cerro, la cual ahora descendía por el otro lado del mismo. En pocos segundos dejásteis atrás el molino, y se perdió entre los árboles a vuestras espaldas. La hierba se hacía más dura y gris, y los árboles parecían estar más juntos en esa zona del montículo. El terreno era algo más resbaladizo por lo que había que tener más cuidado al descender. Notásteis que esa parte del bosque era muy cerrada, más sombría (si cabía), que el resto. De hecho, lo más curioso era la forma que adquirían los troncos de los finos árboles por entre los que caminábais: su base, casi a la altura del suelo, dibujaban una curiosa curva...

Entonces, cuando llevábais un rato caminando y habíais cruzado un par de arroyos de un par de varas de anchura, notásteis un frío que os helaba los huesos. En el cielo (más arriba de las frondosas y atrapantes copas de los árboles) el sol brillaba, pero notábais en vuestra carne y piel una temperatura gélida, helada. Era como si ésta hubiera bajado de repente, a vuestro paso... en terrible exceso.

Elassil no estaba al corriente de la política local, así que no sabía si los acontecimientos en los que estaban involucrados podían tener relación con el ataque de los orcos. También tenía otras importantes dudas, había un mago malvado y un abad traicionero, o eran la misma persona. Así que pregunto a sus compañeros: -Lo cierto es que son muchas las cosas que desconocemos, al menos yo. ¿Quién pueda ser este mago? Así como su relación con el Abab Fessus y si esto pudiera estar relacionado con el ataque de los orcos. Supongo que si logramos liberar a Togoll, este conocerá detalles que nos permitan aclarar que es lo que esta ocurriendo.-

Los árboles tenían extrañas y retorcidas formas, como si estuviesen sufriendo algún castigo, se curvaban cerca de la base, para luego seguir rectos hacia el cielo. En esto andaba pensando el elfo, cuando sufrió un frío insoportable. Se arreglo la capa y subió el cuello de la camisa y abrigo. Aquello casí parecía un ataque de aquel maldito mago, este desde luego sabía donde estábamos y parecía que no quería que siguiésemos adelante.-Tal vez, el mago no quiera que pasemos por la torre a visitarle.-