Partida Rol por web

Al igual que Orzy, Matei también considera que la pregunta de Vladimir es interesada y no viene a cuento por parte de alguien que se supone honrado, la diferencia es que el noble si se lo hace saber:

-Antes de preguntar qué pueden hacer los demás por vos, preguntaos que podeis hacer vos por los demás.- dijo mirando al rubio con un gesto duro durante unos instantes. Sin esperar su respuesta, le dio la espalda para responder a Ramirez- Será un honor, caballeros, pueden seguirme si lo desean.

Ramírez emprende la marcha tras Matei asintiendo ante este, para rápidamente volverse hacia Lazar.

-- Yo vengo un poco de aquí un poco de allá, soy un poco de todas partas, y de ninguna, -- dice haciendo un gesto con los brazos que pretendía abarcar todo a su alrededor -- pero supongo que os referis a donde recibimos la convocatoria para esta atípica reunión -- sonrie a Lazar -- me pillo fondeado en el Bósforo -- termina.
--Asi que como podreis suponer, ha sido un viaje bastante largo. He navegado el Mar Marmara, el Egéo, el Jónico, y el Adriatico, hasta Zara y luego el carromato hasta aquí. -- dice señalado a los carromatos que ya van quedando atras.

Markus siguió a Matei con el resto de la comitiva, ignorando las maneras directas, quizás rozando lo brusco, de Teodor y Matei.

- Vengo de la mitad sureste del Imperio, de Viena. – comentó educadamente – Han sido varias noches de viaje.

Miró un poco extrañado a Ramírez.

- ¿Fondeado? ¿Sois marinero? – preguntó con interés sincero.

-- Sin lugar a duda-- responde raudo -- y el mejor que hayas conocido o conoceréis.-- asevera sin el mas minimo ápice de inseguridad.

Cruzais las puertas de la muralla y tras pasar, veis como los guardias cumplen su amenaza de cerrarlas. Parte de los viajeros quedan fuera, pero la mayoría han podido entrar en territorio de la ciudad de Pest.

Lo primero que encontrais, antes de propiamente verlo, sino por el olor, es el mercado de ganado, donde veis todo tipo de reses, cabras y caballos, expuesto y gente, campesinos en su mayoría observándolas y pujando por ellas.

Tras eso, encontrais el camino principal, que os llevará hasta Buda, la parte superior de la ciudad, y vuestro destino, pero al poco de empezar a recorrerlo, veis una pequeña aglomeración de gentes a un lado y al fijaros mejor, veis que es una subasta de esclavos.

Veis un hombre panzudo sujetando una cadena y al otro lado de esta, una mujer, con ropa totalmente desgastada y raída, obligada a mantenerse de rodillas frente al hombre. Justo a la derecha podeis ver una hilera, con más esclavos custodiados por dos guardias armados.

El "escenario" está iluminado por las antorchas que brillan alrededor (y os mantienen a distáncia).

El público es un su mayoría hombres de "mal", salteadores, largas barbas y armados, pero lejos de ser guerreros, otros parecen mercaderes, seguramente buscando alguien para hacer sus peores tareas, pero un hombre destaca ante ellos, un Noble, bien vestido, con joyas y buenos ropajes está observando la venta.

Un mercado de esclavos no era nada raro para Ramírez, los habia visto a cientos en otros cientos de lugares, asi que se limitó a seguir su camino hacía su destino dedicandole, si acaso, una fugaz mirada a la persona que mas destacaba, aquél noble que parecía estar de compras, pero poco más.

No ves nada que te parezca realmente extraño. Lo unico que sobresale un poco, es la esclava que parece que será la siguiente en ser vendida, ya que te parece una de las mujeres más bellas que has visto nunca.

Es guapa, pero no es Zahara

Aquella curiosa escena llamó mi atención un momento, todo aquello era sinceramente algo que no podría dejar de agradecer, pues solía asistir simplemente para mirar de vez en cuando a cosas así. Tras ello negué y proseguí mi camino con el resto de mis compañeros, respirando profundamente el húmedo ambiente del mercado, abarrotados por los griteríos para sacudir entonces mis ropas, ajustándome un momento las mangas.

-Bueno, compañeros. Vamos llegando según parece. Aunque si alguno quiere retrasarse un momento para observar la escena y quizás conseguir alguna pertenencia...-

Dicho aquello solté una leve risa con paso calmo y siempre con aquella cínica sonrisa ladina. A pesar de todo aquella persona que destacaba no parecía ser muy común y quizás observase que le sobraba un poco de adorno a aquellos lujosos ropajes.

Observ la escena sin especial interés, no es la primera venta de esclavos que veo y no tengo especial interés en ellos, al menos ahora mismo, me corroe la curiosidad por nuestra cita.

-¿Por que alguien renuniria a un grupo tan dispar?

No parece que tengamos grandes intereses comunes, al menos a primera vista.

-Veremos...

Continuo caminando en silencio mientras nos acercamos al punto de encuentro.

Los esclavos era algo habitual en todas las tierras donde había viajado. Las escrituras hablaban en contra de la esclavitud, pero sólo para las “personas”, así que el orden natural era que las “personas” pudieran tratar como objetos, como ganado, a las “no personas”. No era algo de lo que fuera a sorprenderse tras haber recorrido tantas tierras diferentes. Tampoco lo harían las antorchas, con las que siempre era mejor guardar una distancia de seguridad. Podía escuchar a su Bestia gruñir quejicosa en el fondo de su mente, siempre dispuesta a tomar el control a la mínima oportunidad, pero él sabía como susurrarle para que volviera a dormir a pesar de aquellos fuegos.

El hombre de buenos ropajes captó su atención entre el gentío de mala muerte que se congregado en la plaza. Se fijó más detenidamente en aquel individuo en busca de algo más que le llamase la atención mientras trataba de mantener el paso con sus nuevos “amigos” y guardaba silencio sobre la soberbia del marino. 

¡¡Esclavos!! ¿De qué me suena ese concepto? Mi curiosidad no puede eludir un divertimento como tal y sin si quiera avisar a mis compañeros, me separo del grupo y me mezclo entre el gentío con gracilidad para posarme de brazos cruzados al lado del hombre de porte noble.

- Un poco flacucha a mi parecer, ¿no creéis?

suelto de refilón sin dejar de mirar al objeto de la subasta.

La "desaparición" de Lazar no pasó desapercibida para Ramírez, después de todo no le había quitado ojo desde que llegó.

-- No pienso llegar tarde a la reunión con mí sire, y menos por una vulgar subasta de esclavos. -- dijo Ramírez mas para si mismo que para el grupo.

Sin más prosiguió su camino hacia los almacenes, sin volver la vista atrás, libre finalmente del embrujo de Lazar.

No te llama la atención el hombre en sí, lo único que puede ser extraño es que un noble se haya persona entre tanta "chusma".