Partida Rol por web

Me encojo de hombros. Sigo sin entender a la mitad de nuestro grupo. Está claro que o alguien esconde información o no nos estamos entendiendo.

- Me quedo con Giani. - digo, simplemente. - No me voy a suicidar con un viaje sin premeditar, ni a extender las acciones de una repudiada al resto de los habitantes de este monasterio. No voy a salir esta noche. 

Imitando a Jäger, pero en sentido contrario, me encamino hacia adentro del monasterio, parándome en el punto donde debería perder al grupo de vista si seguía avanzando.

- Buena suerte, manteneos vivos hasta que nos volvamos a encontrar. Será más difícil cazar a Ambrogino si somos solo dos.

Sera imposible que lo cacéis  porque estaréis muertos y nosotros  tampoco tendremos  muchas posibilidades pero así están las cosas .Digo  poniéndome junto  a los únicos que parecen no haber olvidado la misión.Como dije antes es vuestra decisión  y sois muy dueños de hacer lo que gustéis así que aquí nos despedimos .No hay enemistad entre nosotros compañeros . 

Milos calmado, asiente con la cabeza y no se opone a las argumentaciones que hace User. Del mismo modo, no se retracta en sus intenciones de quedarse en el monasterio. Cuando todos se van, él se queda en el jardín saboreando el aire fresco de la madrugada que pronto se verá obligado a abandonar en pos de su reposo diurno.

El grupo toma nuevamente sendas separadas, por un lado: User, Sav y Jäger salen hacia los establos siendo éste último quien lidera la marcha. Han dejado claro que no se sienten seguros en el monasterio y partirán cuanto antes.

Mientras tanto, Aricia y Giani vuelven hacia las entrañas del edificio ¿quizás a buscar reposo? ¿o quizás respuestas?

De cualquier forma, la despedida no tiene matices amargos y parece que a pesar de la disparidad de opiniones, ambas partes se respetan entre sí. Al fin y al cabo, aunque separados, sabéis que vuestro objetivo sigue teniendo el mismo apellido de siempre.

Llegáis a los establos donde la pequeña familia de campesinos encargados de los animales ya han comenzado con sus rutinas matutinas. Con los brazos cargados con grandes fardos de paja, el hombre de mediana edad carga una carretilla mientras su hijo limpia de paja vieja y excrementos las distintas parcelas donde resguardan a una docena de caballos.

Los dos trabajadores están bastante ocupados y no se muestran especialmente atraídos por vuestra presencia allí. Siguen con sus tareas normalmente.

Si vais a iros esta misma noche, calculáis que tendréis una hora u hora y media a lo sumo antes de que salga el sol. A Sav esto no parece importarle, pero el resto tendréis que improvisar algo si no queréis veros en problemas existenciales.

Observo en silencio como nuestros compañeros se marchan hasta que dejo de escuchar sus caballos, solo entonces me encojo de hombros y me giro hacia Aricia

-voy a buscar a Lady Meridie, creo que nos debe una explicación sobre la presencia de Ambrogino, e intentaré que me lleve a la celda donde ha estado el Giovanni, tal vez descubra algo. Puedes venir si quieres, pero tenemos que preparar bastantes cosas en poco tiempo si queremos salir mañana al anochecer. Como dije Ambrogino solo puede haberse dirigido a unos pocos lugares desde aquí tal vez podais descubrirlo con mapas o preguntando, o tal vez se os ocurra una forma mejor de usar este poco tiempo-

Me giro como si alguien me hubiera llamado desde un lado y asiento

-si, poco tiempo. Voy a buscar a Meridie-

Asiento ante las palabras de Giani. Una hora para el amanecer. Muy poco tiempo. Incluso para nuestros compañeros que huían. No podrían llegar lejos.

- Iré a la biblioteca. Quizás allí vea mapas y lugares. Intentaré estudiar el terreno. Nos vemos al anochecer.

Te cuesta un buen rato dar con Meridie, pues al preguntar a uno de los sirvientes, éste te indica que normalmente la podrías encontrar en sus aposentos a éstas horas. Sin embargo, cuando tus nudillos golpean la puerta repetidamente, no recibes respuesta alguna. 

Cuando finalmente desistes y te das la vuelta para marcharte, justamente aparece doblando la esquina de camino a su habitación. La mujer te saluda cordialmente, pero en su rostro se entre ve una expresión algo fatigada.

  - Señor Vitello.

La puerta de la biblioteca está abierta, y esta vez no te cuesta encontrar a Lord Mendel que anda transportando arriba y abajo pesados volúmenes. Asumes que debe estar ordenándolo todo antes de ir a dormir; aunque el caótico alboroto de libros apilados parece distar mucho de tu idea de orden.

El hombre te echa un vistazo de reojo y sin cesar en sus labores te indica:

 - Pronto voy a tener que cerrar la biblioteca. Si vas a estar consultando alguno de los libros, te tendré que pedir que los devuelvas a su sitio antes de marcharte.

-Lady Meridie- respondo haciendo una leve inclinación de cabeza -¿ha habido suerte en la busqueda de Lady Intisar?-

Es una cuestión que solo me interesa marginalmente, sin duda la antigua debe estar alejandose de este monasterio tan rápido como le sea posible. Si no la han cazado ya no la volvere a ver en breve

Tras escuchar la respuesta de Lady Meridie voy a lo que me trae aquí

-me gustaría ser mas formal, pero el amanecer ya se acerca y hay algo que me gustaría saber antes de que este llegara. Aquel al que buscabamos, Ambrogino Giovanni se encontraba en el monasterio, comprendo que se encontraba protegido por vuestra hospitalidad no no nos debéis ninguna deferencia para habernos advertido. Pero os pido que me permitais entrar en la celda que ocupo, y si acaso os hablo de su destino que me digais cual es. Si no por ninguna clase de deber u obligación, como una cortesia. Encuentro muy interesante lo que hacéis aquí y lamentaría mucho que este incidente con el Giovanni enturbiara nuestra relación-

- Buenas noches. Procuraré dejar las cosas en su sitio. - digo, con una sonrisa a Lord Mendel, que parece ajeno a todo lo ocurrido en el Monasterio esa noche, encerrado en su biblioteca y sus saberes.

Pero para mi lamento, la búsqueda es infructuosa. Demasiado poco tiempo y demasiadas fuentes. Creo que voy perdiendome entre volúmenes inútiles y que no tienen los datos que necesito.

Cierro el último libro cuando creo que va a amanecer y, con la cabeza gacha, me dirijo al dormitorio, despidiendome de Lord Mendel antes de salir.

La mujer encorva los labios con indiferencia

- La verdad es que no tenía ni la menor idea que Ambrogino Giovanni se encontraba en el monasterio, aunque para serte franca, tampoco me sorprende. La mera providencia no trae a un grupo numeroso de antiguos a un lugar tan remoto como éste por error.

menea la cabeza con poco interés y notas como el cansancio se acentúa en sus facciones

- Intisar sigue desaparecida, aunque no me cabe la menor duda de que mis compañeros pronto darán con ella.

Meridie saca una llave y la gira dentro de la cerradura que da paso a su habitación

- Ha sido una noche larga y quisiera descansar ahora. Si me disculpa.

Lo primero sería localizar un lugar donde descansar, viendo la situación, lo más probable podría ser una cueva o gruta por aquellos lugares. Pero básicamente un lugar donde pasar el día, para proseguir la búsqueda. Aunque caí en la cuenta de la gente que cuidaba los caballos, a lo mejor ellos podrían lanzar algo de luz sobre el tema.

Buenas. Ando buscando a un jinete, partió esta noche ¿Sabéis algo sobre ello? ¿O algún lugar donde alguien podría ocultarse? Una cueva o refugio parecido. Comente a los tipos, era posible que el jinete pasara por aquí o que ellos le dieran una montura. La segunda parte de la pregunta era logica a mi modo de ver, eran foraneos de esta tierra, por lo que podrían saber un lugar.

Sonrio e inclino levemente la cabeza

-comprendo, sin embargo he de insistir en lo de ver la celda en que se alojo Ambrogino, me temo que tendré que irme mañana con cierta prisa y querría comprobarla antes. Lamento las molestias-

Levanta la mirada del montón de paja un momento, solo para volver a clavar en ella su horca

- No me está permitido hablar de ello.

Y meneando la cabeza mientras sigue con su trabajo continua:

- Estas montañas antaño fueron un buen escondite de bandidos y contrabandistas, mis señores se han encargado que esto ya no sea así. Quizás por ello ahora los lobos son una plaga en los bosques.

El granjero parecía reacio a colaborar cosa que me molestaba en cierta manera. No disponíamos de tiempo y aparte la paciencia no es que fuera algo que destacara en mi comportamiento.

Mira, no tengo ganas ni tiempo de alargar una conversación para que me digas algo útil. Sé que conocerás algún lugar que usaran esos bandidos, por ello será mejor que me lo digas. Además de todo lo que sepas de ese jinete del que no puedes hablar. Expongo con tono duro y amenazante, mientras agarro un tablón para romperlo con mis manos, apretándolo como si fuera su cuello.

 Jäger es de todo menos sutil pero tampoco nos sobra tiempo como para andar con miramientos así que permanezco en silencio para no estorbarle.De todas formas   me coloco cerca del humano para impedirle una huida fácil interponiendome entre el y la salida .

Los nudillos del hijo del campesino se aprietan sobre el palo de la escoba cuando se escucha el crepitar de la madera entre los dedos de Jäger, parece que a él si había conseguido alertarlo la maniobra intimidatoria del brujah. No tanto a su padre, quien se mantiene firme y vuelve a levantar la mirada del trabajoso pajar para apoyarse sobre la horca y atenderos de nuevo.

- A tres kilómetros siguiendo el sendero principal, cruza un pequeño arrollo - señala con el brazo extendido hacia la cuesta que baja del monasterio - si os desviáis siguiendo su cauce llegareis debajo de un cuello de montañas que se conoce como la cresta del bravo, allí encontraréis una cabaña de pastores donde resguardaros. No es un sitio que alguien encontraría por casualidad.

- Os la enseñaría sin problema, si supiera donde encontrarla.

Su tono seco y educado no expresaba emoción alguna

- Por lo que dices, alguien escondía a este Giovanni en el monasterio. Os aseguro pero, que ese alguien no era yo. Así que si puedo ayudaros a resolver el enigma, tendrá que ser mañana.

Se gira una última vez antes de adentrarse en sus aposentos

- Nadie os priva de inspeccionar el monasterio por vuestra cuenta, aunque si el hombre en cuestión gozaba de la protección de uno de los nuestros, no creo que sea tan fácil encontrar su paradero.

y se despide con un:

- Buenas noches, Giani.