Partida Rol por web

Confiar solo en uno mismo es el credo del que sigue la senda del guerrero y no veo mal en ello .Respondo viendo que el terreno que piso es cada vez mas resbaladizo pero si quiere embarcarse en una duelo de insinuaciones no me echare atras . En cuanto a la corrupción o  la maldad de nuestro clan somos lo que somos  y no veo la necesidad de justificar nuestros actos apelando a la herencia de nuestra sangre .Mato cuando es necesario  , me alimento de los humanos  pero  no me llamaria malvado , soy un  guerrero de set  y aspiro a mostrarme digno a sus ojos.

Bastard… Es lo único que pude gritar antes de verme caer al interior de aquel pozo, todo parecía haber sido una ilusión un engaño de ese maldito Malkavian. Pero la caída acabo tras unos segundos, el impacto fue duro lo sentí más por mi orgullo. Sentí el agua apenas de unos centímetros de profundidad.

Estaba mojado y furioso, solo quería arrancar la cabeza a ese engendro. Lo primero era recuperarme, quedaba claro que no había ningún túnel ni nada en aquel sitio, solo un sucio pozo. Una vez me recupere ligeramente, probe a salir del sitio escalando, usando mi fuerza para incrustar mis dedos en la piedra a modo de ganchos de escalada. Solo pensaba en lo que haría a ese Malkavian una vez estuviera fuera.

Buscas a tientas las paredes de piedra a tu alrededor y sin embargo tus manos desnudas no alcanzan otra cosa que aquel aire estancado. Estas en un espacio bastante más ancho que la propia boca del pozo que habías estado inspeccionando, estirando tus brazos hacia arriba tampoco consigues tocar el techo.

- ¿Que quieres? - pregunto encogiéndome de hombros. Todo politiqueo.

“Pero qué demonios” Aquello me molestaba, pero hacia que viera que sucedía algo extraño, no era normal aquella amplitud en un pozo. Trate de calmarme, sopesar lo que podía ser. Pero eso no duro mucho, volví a recordar la risa del Malkavian y me volvió esa rabia asesina de querer arrancarle alguna extremidad, como se hacía con las alas de las moscas.

Con cuidado me moví en busca de una de las paredes, para tener una referencia, lamentaba no poder ver en la oscuridad. Me concentre para obtener los réditos de mi experiencia en bosques, montañas y cazando. Debía reconocer que las ganas de venganza hacían que estuviera más concentrado “Eso es Jäger, sal de aquí y destroza a ese Malkavian” Me decía para no rendirme.

- No.

Responde el hombre, serio

- Ellos te dicen como tratar el ganado. Eso es más que políto... ti.. politiqueo.

Tiene algunas dificultades al repetir tu última palabra, pero finalmente lo consigue.

La mujer pone los ojos en blanco en un gesto de incredulidad ante lo que le cuentas.

- Ya he oído bastante.

Sus pasos se detienen frente un arco de piedra que hace de puerta de paso a unas escaleras estrechas de caracol que se sumen en la negrura de las profundidades del monasterio. Una especie de sótano imaginas.

- Tengo cosas que hacer. Espero que encontréis lo que habéis venido a buscar.

Su tono es seco y nada agradable cuando posa una mano en la barandilla de las escaleras para iniciar el descenso, pero en el último momento parece que se percata de su brusquedad y se gira para añadir

- Tienes razón en algunas cosas, pero estás terriblemente equivocado en otras.

Sus ojos brillan y presientes que la mujer se está mordiendo la lengua en cuánto a lo que debe y puede decirte.

- Adios.

Sus pasos se alejan hacia abajo.

Entre la mezcla de olores a bóveda humedecida sientes un olor que reconoces en seguida: piel.

Un leve chasquido te indica por una fracción de segundo la dirección de aquel olor, todo tu cuerpo se orienta hacia allí guiado por el instinto, aunque no eres capaz de ver lo que hay ni un palmo por delante tuyo.

Una cosa es clara: hay algo o alguien contigo allí abajo.

Avanzas siguiendo el camino que te ha traído el olor, por donde te parece que el aire se mueve ligeramente en busca del contacto de la pared que no llega nunca, tus pasos resuenan como si caminaras por un pasadizo y poco a poco, haciendo un gran esfuerzo, tus ojos empiezan a acostumbrarse a la oscuridad: te parece ver el contorno de un cuerpo desnudo, estirado sobre una especie de mesa medio inclinada.

Aquello superaba mi comprensión, alguien más estaba en ese agujero, pero no había hecho ningún ruido desde mi caída, eso me extrañaba y me hizo ponerme tenso. Estaba en un lugar oscuro sin visión y encerrado. Pero mi instinto me hacía acercarme para salir de dudas. Trataba de moverme con cuidado, ya no por el ruido si no por no caer en algún lado. Me introduje en una especie de pasadizo y mis ojos se acostumbraban a la situación y me daban un mínimo de visión.

Pero no podía creer lo que veía, parecía una mesa inclinada con un cuerpo en ella “¿Qué es esto?” Me detuve un segundo. Pero tenía que ver que era, así que me acerque, pero alerta preparado para cualquier ataque, por ello palpe y tome mi hacha en la mano “No me asaltaran desarmado” La blandí y continúe para acercarme con cuidado al lugar.

- Y si no se tiene cuidado con la forma de alimentarse, ¿que pasaría? - pregunto enarcando una ceja. Que los humanos empezarían a hacerse preguntas y eso les pondría en alerta.

- ¿Y?

Se levanta y se sacude el polvo

- Las ratas también tienen alerta al gato, los venados al lobo... no he visto nunca que eso fuera problema.

El hombre vuelve a oler el aire y mira el cielo entre las ramas de los árboles haciendo uso de los ojos de la bestia

- Deberíamos volver.

Sobre las maderas que componían la mesa rudimentaria reconoces el pálido cuerpo de Giani, literalmente clavado de piernas y brazos con unos largos clavos de acero y una estaca en el corazón.

Un murmullo en el agua cruza a tus espaldas. Sea lo que sea, ha estado muy cerca.

“Que coj..” No me dio tiempo a pensar en el cuerpo de Giani, percibí un sonido. Me tense igual no solo estaba el cuerpo de Giani. Mi sangre viajo rápido a mis músculos preparándolos, aferre el hacha listo para luchar, como un gato preparado para lanzarse a su presa "No soy una eminencia, pero si un cazador" Me dije, sabiendo que me estaban dando caza.

Vamos da la puta cara. Escupi a lo que fuera estuviera alli, mas para sacar algo de tension que para otra cosa. Girandome hacia el origen del sonido y luego volviendome "Si me iba a atacar probaría a hacerlo por la espalda" Probe a poner la mia contra la pared, buscando no dejarla libre.

Dedico un rato a la lectura del libro dedicandole mas atención de la que realmente siento, la historia que se relata en el me resulta lejana y ajena

Finalmente levanto la mirada de las páginas del libro y retomo lo último que dijo Frazier mirando a Lady Meridie

-si, quizas sea buena idea, si los libros de esta sala son una muestra de ello sin duda dispondréis de una biblioteca notable. ¿Heredada de los monjes que ocuparon originalmente este lugar?-

- Pero el Venado no puede matar al Lobo. - digo. Sin embargo el hombre si puede acabar con uno de nosotros si sabe como hacerlo. - prosigo. Y bastaría con que pensaran un poco para descubrir nuestras debilidades.

Hago un alto antes de responder afirmativamente.

- Vamos pues.

Buscas una pared con la que proteger tus espaldas, pero no hay ninguna. En su lugar, tus talones tropiezan con otra de esas mesas inclinadas donde un cuerpo yace en ella en las mismas condiciones que el anterior. Es User esta vez, con el rostro desencajado y los párpados abiertos. Un velo opaco cubre sus ojos y la estaca incrustada en su pecho te indica el por qué.

Unos pasos lejanos responden a tu llamada. A medida que se acercan pausadamente, el eco de sus chapoteos se va haciendo más y más fuerte, como si estuviera recorriendo otro largo túnel o vinieran de algún rincón ligeramente alejado. 

Finalmente se detienen y una figura de pié frente a ti se perfila en la oscuridad. Lleva una camisola de trabajo, con varios bolsillos para las herramientas y sostiene un martillo en una mano y un puñado de largos clavos en la otra.

 - ¿Sabes quién soy?

Sonrío complacida ante la retahíla de halagos que suelta Lady Melisandre sin ningún tapujo ni timidez. Parecía realmente una niña con un juguete nuevo, y no pensaba yo negarme a ser halagada. Sin embargo, algo me traía mis sospechas. ¿Qué hacía una cortesana de París tan educada y noble tan lejos de su hogar y de la vida nobiliaria? Tendría que descubrirlo.

- He de suponer que Sanders es aquel hombre que entró cantando en la sala y besó el dorso de mi mano, ¿no es así? - digo, recordando más o menos los nombres de cada uno poco a poco. - Carece de modales, por lo que vi, cantando esa canción tan indecorosa ante nosotros. - digo, llevándome la mano con el dorso a la boca, escondiendo una sonrisa maliciosa. - Pero gracias por los consejos. Tendré cuidado.

Acepto con gusto la copa de Melisandre y bebo un sorbo de ella, despreocupada, con elegancia, sin apurarla rápido.

- Lamentablemente no sé en que estado actual se encuentra la casa Mytros ahora mismo. No voy a mi hogar desde que lo abandonara a mediados del siglo XV. En sus tiempos, fuimos una gran casa, cuando el apellido Mytros se unió a las riquezas que aportó mi familia, y pudimos unir nombre y poder en un matrimonio, con un marido papanatas que me dejó dirigir a mi aire todo lo que nuestro apellido conllevaba. - doy otro sorbo a la copa, con una sonrisilla pícara. - Supongo que me entendéis. En ocasiones, se les da a las hombres más responsabilidad de la que pueden manejar.

Dejo la copa apoyada y cruzo las manos sobre mi regazo. - Teníamos multiples fiestas en Grecia en mis tiempos, de todo tipo: banquetes, bailes, danzas sobre brasas en Los Anastenaria,... todo muy variado, muy distinto al lado occidental del Viejo Continente. En cierto modo lo hecho de menos, aunque he vivido más tiempo en Italia, Iberia y el Sur de Francia que en mi tierra natal.

“¿User?” Aquello no tenía sentido, el maldito User era alguien avispado, no le tomarían por sorpresa y menos de una pieza. Estaba de los nervios entonces los pasos, se acercaban, parecían venir por otro lado, poco a poco se hacen más fuertes “Ven maldito, ven, no será tan fácil conmigo”

Eso es da la cara, no seré tan fácil. Dije mostrando mis colmillos y aferrando mi hacha, preparado para atacar. Entonces lo que aparece ante mí no tenía sentido, alguien con una camisola de trabajo, un martillo y clavos.

¿Qué quién eres? No lo sé pero es imposible. Conteste, me parecía ser yo mismo “¿Sera algún truco del bastardo?” Entonces una duda me asalto, recordé al Malkavian “¿Sera tema de ese cabron y su talento para manipular las mentes?” Pero aun así mi instinto me hacía estar tenso preparado, porque también podría ser que fuera algo para tomarme por sorpresa.

La mujer asiente ante tu descripción de quién creías que era Sanders y sobre el rol masculino en la sociedad que vivís. Luego ves que se ilumina el rostro al oírte hablar de bailes y celebraciones tradicionales, ante ella se abre un mundo de posibilidades y cada vez es más consciente de lo mucho que le puedes aportar con tu conocimiento de los distintos destinos europeos en los que te has establecido.

- ¿Italia también? vaya... sabéis, precisamente una de mis aficiones favoritas es la ópera italiana, bueno eso y los ángeles. Algo que los italianos han sabido plasmar a la perfección con las obras de Michel Angelo y la tradición de los castrati.

Su conversación es apasionada cuando habla de sus aficiones

- Que brillante creación la de esos castrati, son un regalo de la creación que justamente junta lo mejor de la música y el mundo celestial de los ángeles. Un regalo para el mundo. Recuerdo esa vez en la ópera de Viena cuando...

Melisandre se encuentra completamente sumergida en sus ideas y te das cuenta que llegados a este punto de la conversación, va a ser muy difícil pararle los pies. Por suerte tuya, alguien toca a la puerta y os interrumpe.

Lady Vadislaba entra a la habitación con un pequeño saco y os saluda cordialmente.

- Toma, lo he encontrado cazando.

Dice tendiéndole el saco a Melisandre que parece encantada con el regalo, que a primera vista no es más que un saco ordinario.

- ¿Querréis compartirlo conmigo?

Te pregunta directamente sin poder contener la expresión de felicidad en sus redondeadas mejillas.

- Yo me voy. Buena suerte.

Mientras sale, se gira lo justo para cruzar la mirada con la tuya y sonríe ligeramente con una perturbadora expresión de "ahora te vas a enterar"

- Soy la ira del cazador. Jäger.

Sus palabras no son más que un rugido y sin embargo penetran en tus sienes y reverberan en tu cabeza. Ha hablado con tu voz, ¿pero a caso ha movido los labios?

Aquellos ojos rojos llenos de rencor no dejan de mirarte y parece que vayan a devorarte de un momento a otro.

- ¿Has visto lo que has hecho? ¿Lo que hemos hecho?

​Cuando consigues apartar la vista de sus ojos y miras a tu alrededor, lo ves todo con una clara luz azulada en medio de un vacío negro y frío. Estás rodeado de una veintena de mesas inclinadas formando un circulo perfecto dentro del que te encuentras. Sobre ellas, cuerpos desnudos con los rostros desfigurados por el miedo, rostros que conoces.

Ves el resto de tu cuadrilla: Aricia, Milos, Sav y también identificas la cara del malkavian que te había empujado al pozo: Lord Theros, Lady Meridie, Frazier, Hardestadt, Claudius Giovanni... todos muertos, estacados y torturados.

La espantosa visión te hace sentir mareado y confuso.

- ¡ES LO QUE QUERÍAMOS! - el grito hace que tu cabeza se sienta a punto de estallar - ...hacerlos sufrir.

Tu cuerpo se siente extraño, disociado y luchando por no partirse en dos, pero tu interlocutor no parece darse cuenta de ello y sigue hablando completamente absorto en sus ideas.

- Son monstruos que no deberían existir, nos han utilizado, nos desafían, se creen mejores, no se merecen nada, les arrancaré las alas como a moscas.

Sientes el odio en tus mandíbulas y escuchas las palabras que algunas veces has pensado en silencio. Tu cabeza está llegando a su límite y de repente todo se calma y se hace el silencio. 

Delante tuyo aquella figura extiende los brazos ofreciéndote el martillo y los clavos.

- Ayúdame a terminar el trabajo.