Merick sigue recibiendo golpes, pero no puede apartarse, no ahora.
- Puedo seguir aguantando un poco más Mändil, pero solo hablo por mí. Ikanmes lleva sufriendo estos ataques durante un rato ya. Concéntrate.
A Merick le escocían los rasguños, pero confiaba en Mändil, siempre tuvo gran admiración por los elfos, que solo los había conocido en las historias que se contaban, confiaba en sus grandes habilidades y eso le hacía aguantar con más ganas los golpes el enemigo.
Ikanmes ya no podía más ante los golpes, a pesar de que su espíritu seguía determinado, ante el ataque empezo a incarse, sus rodillas lo estaban haciendo doblegarse sin embargo permanecía en el mismo lugar negandose a abandonar su puesto.
El tiempo necesario ha pasado y por fin el elfo puede lanzar el tan esperado hechizo, parece que se prepara para lanzar nuevamente una flecha de hielo, sin embargo en esta ocasión es algo diferente, es más entre agua y vapor que hielo, lo cual afecta drásticamente a uno de aquellos espectros que es alcanzado de lleno por aquella vaporosa humedad; la arena de aquel lentamente se va convirtiendo más en un amasijo de lodo incapaz de moverse más.
Tirada oculta
Motivo: hechizo
Dificultad: 15
Habilidad: 10
Tirada: 3 8 10
Total: 8 +10 = 18 Éxito
Tirada oculta
Objetivo: espiritu 1
Tirada: 1d6
Modificador: 1
Tirada: 5
Total: 5 +1 = 6
el enano ve a sombrado la maniobra del elfo y sin pensarlo siquiera lanza un grito de ánimo hacía el mago que parece ser la salvación en aquella situación tan peculiar.
¡Vamos elfo! ¡acaba con con esas cosas!...tjmgrr digo no es que yo no pueda, pero la magia no es algo para los enanos, a mí dame un enemigo al que pueda clavarle mi hacha y entonces veremos.
Los espíritus de arena no se inmutan ante la caída de su compañero, acaso no se han dado cuenta, quizá actuan por mero instinto sin ser entes meramente conscientes de sí mismos. El ataque continua aunque notablemente más tenue al ser solamente dos de aquellos espectros.
Motivo: daño
Tirada: 2d3
Resultado: 3
se reparte 1 punto de daño para Ikanmes, Merreick y Toruk respectivamente.
Esperamos acciones de los demás y avanzamos.
-¡Perfecto! Uno menos - Dice Merick entre dolor. Había caído uno, pero aún quedaban dos y aunque ahora recibían menos golpes, no sabía si podían aguantar tanto tiempo.
- No sé si podremos aguantar tanto como para que puedas hacer 2 magias más como esa. ¿Qué tiempo crees que te llevará? - Dice mirando a Mändil rápidamente.
Ikanmes, tu voluntad es de hierro, pero no tu cuerpo. - El viejo hobbit sujeta al humano al ver como le va costando mantenerse en pie.
- ¡Funcionó! - grita eufórico Iokese, antes de percatarse de que momentánea victoria es solo aparente; otros dos entes siguen acosando al grupo. Por un momento, echa la mano a su espada corta, pero observa el amasijo de lodo en qué se ha convertido el espíritu de arena caído, y cambia su decisión. Coge la rústica honda de cuero que conserva en un bolsillo, la llena con el lodo que consigue reunir antes de que la humedad sea absorbida por la tierra y el polvo. Con un rápido movimiento de muñeca, lanza el lodo todavía húmedo contra una de esas criaturas.
Motivo: Ataque Honda
Dificultad: 15
Habilidad: 15+2
Tirada: 1 4 6
Total: 4 +15 +2 = 21 Éxito
Objetivo: Espíritu Arena
Tirada: 1d6
Modificador: 1
Tirada: 3
Total: 3 +1 = 4
La idea es recuperar algo de la humedad que ha afectado al caído. Sí, un poco cogido por los pelos, pero mi espada no va a funcionar mejor...
Otro de los espíritus es casi derrotado con la genial idea de Iokese, la humedad del lodo ha logrado reducir en gran medida la fuerza de aquel demonio. Bien hecho Iokese, buena idea, Toruk encárgate del "herido" yo me encargo del otro.
El elfo ahora ya conociendo u habiendo lanzado el hechizo por primera vez puede lanzar una bola de agua mucho más ágilmente que antes.
Lárguense maldito espectros terrenales. Lanza una nueva bola de agua que va humedeciendo rápidamente la arena al rededor de aquel espectro dejando apenas una silueta traslucida ahora sin ninguna forma de hacer daño.
Motivo: bola de agua
Dificultad: 15
Habilidad: 11
Tirada: 5 5 10
Total: 5 +11 = 16 Éxito
Objetivo: Espectro
Tirada: 1d6
Modificador: 2
Tirada: 5
Total: 5 +2 = 7
el enano se vuelve asombrado tras ver la idea de aquel elfo, ¡lanzar lodo con honda! ¿qué espera que hagan sus compañeros, embarrar su hacha de lodo? ¿arrojar aquel material con sus manos?
¿en serio quieres que me encargue de aquello? ¿y se supone que le voy a escupir hasta matarlo o arrojar lodo con mis manos?
furioso el enano recuerda que entre su equipo cuenta con un odre con abundante agua que llenó antes salir en aquella expedición; con la decisión de terminar con aquello el enano vacía su odre arrojando el agua de manera que termine de humedecer la arena del único espectro que representaba una amenaza.
¡Que no se diga que el pueblo de Aulë no puede luchar con algo que no sea hierro forjado! ¡malditos demonios de arena regresen del infierno del que salieron!
10 puntos de experiencia para cada uno, Ikanmes ganas 11 por ser humano.
Han conocido a los "demonios de arena" espíritus errantes de criaturas que han muerto en el desierto, vagan aterrorizando a aquellos desgraciados que se pierden, todos los que encuentran su fin en el desierto se convierte en uno; debilidad el agua.
Eso no lo saben sus compañeros nuevos...si es que se decide que sean compañeros xD
- ¡Genial! Lo logramos. Qué gran idea la suya, Iokese. - Dice el enano con alegría, mientras ayuda a Ikanmes, quien había sufrido más ataques que ningún otro. - Deberíamos buscar un lugar donde descansar y sanar nuestras heridas, ha sido un combate duro, no podemos arriesgarnos a encontrarnos con más enemigos en estas condiciones.
Son un grupo pintoresco. -Alegó mientras veia como ganaban ese combate con magia y otros medios poco ortodoxos. -Y hay un enano entre ellos pero aun así... Quizá deberíamos hablar con ellos, no me parecen ser viles. Y es posible que tengan alguna idea de donde estamos o de algún asentamiento cercano.
¿Y bien?
-Podemos ir ambos o uno solo y que el otro se quede atrás, vigilando -indiqué-. Pero tienes razón, sería bueno aproximarnos y averiguar más.
Apoyé la mano izquierda en el pomo de la espada mientras me elevaba ligeramente por encima de la roca para continuar observando el grupo.
-Avancemos.
L-lo hicimos - dice el humano mientras cae rendido en sus rodillas ante la arena, mientras sus compañeros lo ayudan a ponerse de pie dice un balbuceo - s-solo necesito descansar un poco... eso ha parecido mucho tiempo, hubiera preferido espadas para mi antiguamente reluciente protección, pero al final no sirvió de mucho.
La batalla había concluido, el humano exahusto esperaba un lugar apra descansar y recobrar sus fuerzas, la mina y sus habitantes malignos los esperaban.
Ya ni supe cuanto daño me hicieron en total hahaha
- Marchemos antes de que aparezcan más seres como esos. Yo también prefiero luchar con algo que sufra con el mordisco de mis flechas - Dice Iokese mientras ofrece su mano a Ikanmes. - Busquemos un lugar sin arena para descansar...
Haznos una bonita introducción de como avanzamos hacia ellos con paso calmado.
Una vez terminada la batalla el grupo se toma el tiempo para dar un vistazo a su alredor comprobando que no haya más demonios de la arena. A la distancia el grupo puede observar dos siluetas que lentamente se aproximan hacía ellos, sin prisa pero con determinación de salir al encuentro; son dos figuras delgadas y altas, a todos les resultan familiares sobre todo a Iokese y a Mändil, pues parecen ser elfos.
Los personaje se acercan cada vez más, no realizan ningún tipo de saludos o amenaza, simplemente avanzan con el mismo paso hacia el grupo, si son aliados o enemigos no es fácil decirlo, en estos tiempos cualquiera podría ser un emisario de Sauron o bien una espada o un arco aliados en la lucha contra la oscuridad.
Marchaba envuelto en su capa negra y con la capucha echada, pero con el rostro visible. Su arco y flechas descansaban a la espalda. Fue el primero en detenerse, a unos siete y ocho pasos del grupo, sacó lentamente las manos desnudas de dentro de su capa cerrada para retirarse su capucha mostrando asi los rasgos inconfundibles de elfo a pesar de su aspecto sombrio.
Esbozó una pequeña sonrisa antes de saludar en sindarin, dirigido unicamente hacia los elfos, presentándose a si mismo por su nombre y casa*.
Entonces carraspeó, se dio a si mismo unos instantes de pausa mientras trataba de recordar aquel idioma que no hubo usado en años, pasó a hablar entonces en la lengua de los hombres.
-Bien hallados. ¿Que trae a tan di... diverso grupo a enfrentarse al polvo y la arena?
*Finrod, del bosque negro.
Nos aproximamos lentamente, haciéndole saber a aquel grupo que no presentábamos ninguna amenaza. Después de todo, solo eramos dos contra cinco. No obstante, dejé que Finrod hiciera las presentaciones.
Me limité a avanzar con parsimonia, con la mano izquierda apoyada relajadamente sobre el pomo de la desgastada espada. El aspecto elegante que tuviera siglos atrás en el Último Hogar ahora se encontraba muy perdido, desdibujado tras tantas atribulaciones.
Mi rostro demostraba la firmeza de alguien convencido por su causa y la mirada asertiva de un elfo que no se dejaría doblegar de nuevo.
Cuando nos detuvimos junto al grupo me limité a hacer una reverencia.