Partida Rol por web

Luego de viajar un rato, se encontraron con una nave mercante que los invitó a abordar.

-Abaddar los bendiga, viajeros. Aquí pueden reabastecerse para continuar su viaje.
 

Los cienos cayeron, y las heridas de los miembros del grupo no eran demasiado graves. Los poderes de Ky fueron más que suficiente para volver a poner a todos en buen estado.

Por desgracia la "normalización" en la nave significaba que la shirren volvía a su puesto de piloto, una tarea que no le dejaba demasiado tiempo para moverse y explorar el vehículo.

Sentada en la cabina, se aburría. Quería ver la nave, conocer un poco más a sus compañeros (incluído Chiv-Chiv, que ya parecía parte oficial del grupo) y en definitiva, quería hacer cualquier cosa menos estar quieta interactuando con una máquina.

Ya empezaba a sentirse un poco agobiada cuando vieron un mercader que les invitaba a su nave. Tras atracar, Ky recoge sus cosas y se dispone a entrar en el mercante. Ni siquiera piensa si necesita comprar algo, lo único que quiere es moverse y estirar las piernas un poco. De mucho mejor humor, moviendo las antenas alegremente, se reúne con el resto.

- Ahora que lo pienso... ¿igual necesitamos comprar algo para la nave? ¿Todo funciona bien o los cienos han dejado algo estropeado?  Habla en voz alta, como si fuese una pregunta que se hace a sí misma pero que puede que contesten los demás.

Tras combatir de forma eficaz la plaga de cienos, pudieron por fin descansar.
Kelgar había recibido algún golpe de no demasiada gravedad, por lo que desestimó la ayuda de Ky cuando fue a usar su magia con él.
No es nada. le respondió a la Shirren cuando fue a asistirle.

Pese a haber abandonado su Imperio y diferir de su arrogante sed de conquista, seguía siendo una persona orgullosa.
El resto del viaje se quedó descansando, meditando y afilando su espada.
En cierto momento se quedó dormido y un sueño le recordó aquella noche.
Yulia...
Se despertó sobresaltado y jadeando tras aquel sueño en el que la vio otra vez.
Sin embargo, nuevos detalles que no recordaba le habían sido revelados. Aquella nave había sido la causante de la explosión... ¿porqué lo había hecho? Y ¿quien la pilotaba?
Eran demasiadas preguntas sin respuesta.

Si bien, el humano llamado Alan parecía saber bastante sobre naves.
Así que probó a consultarle.
Alan... ¿sabes qué podría ser una gran nave negra que es propulsada por energía del mismo color? preguntó.

Cuando llegaron ante el comerciante miró sus mercancías por si tenía algún objeto protector a la venta.

El combate con los cienos había terminado y dejado un reguero de suciedad por todos lados. - ¿Tenemos algún robot de limpieza que se ocupe de los restos?. - Preguntó Valaker de manera casual a la vez que se sacudió resto de uno de la bota. Se dejó atender por Ky que le cerró las heridas recibidas sin expresar sonido de dolor, la ventaja de que usara una máscara casi todo el tiempo hacía que muchos gestos quedasen tapados.

El tiburón anduvo un tiempo y fue interceptado de manera amistosa por una nave mercante, esa oportunidades eran para aprovechar y se acercó para ver que era lo que ofrecían.

Por fin, el último de los cienos cayó. Era increíble que hubiera habido tantos, pero por fin, ya se había terminado. Alan no podía creerse lo que había allí, jamás, ni siquiera en naves en desguace, había visto una situación semejante. Alan suspiró, y se abrió el visor del casco. Comenzó a reparar los golpes de su armadura sin quitársela, ya era una operación rutinaria para él y podía hacerlo con los ojos cerrados. 

Por tercera vez, se dirigió a la nave. Ya solo faltaba que le respondiera que había piratas colándose por las tuberías del lavabo. 

-Tiburón estelar, diagnóstico completo de todos los sistemas de la nave. Dame un informe detallado con todo, comprueba todos los sistemas y estados. 

A continuación se acercó a la shirren. 

-Ky, siento pedírtelo tanto, pero me temo que me han dado fuerte esos cienos. ¿Te sobra algo de magia curativa?

Sobre cosas que faltan en la nave... diría que una nave nueva es lo que nos hace falta, pero viendo que eso no es posible, todo se arregla con PBUs. Puedes convertirlos en lo que quieras si sabes cómo. 

Como si fuera un milagro de Weydan, dios de los viajes y los caminos, el suyo se cruzó con una nave mercante. Alan cada vez estaba más convencido de que el dios les ayudaba en aquella misión, porque su llegada fue providencial. Los cienos habían dejado caer cosas interesantes que podían vender por los PBUs que necesitaban. 

-Repartamos el dinero. Creo que a todos nos viene bien algún arma o más munición. 

No le caía especialmente bien Abadar, y su filosofía y la de Weydan eran casi opuestas, pero no le haría ascos a comerciar en ese momento. 

-Creo que no hay robots de limpieza. Tendremos que echarlos por la escotilla de los misiles a este paso. 

La pregunta de Kelgar le sorprendió. Se giró hacia él, y, como siempre que le miraba, frunció un poco el ceño. Aun así, trató de recordar. 

-Es una pregunta un poco genérica... hay muchas naves negras. Los caballeros infernales suelen usar naves negras y con motores de colores extraños diseñados para intimidar. 

¿Eres Azlante, no?-le preguntó después, sin poder contenerse. Su tono era serio-¿Qué haces tan lejos del imperio? 

-¡Yo limpiar!¡Yo limpiar! -se apresuró a decir el pequeñín ante la pregunta de Valaker sobre los robots de limpieza.

Acto seguido, salió corriendo hacia el cuarto de limpieza. Su cuerpo se tambaleaba como un lavarropas descompuesto.

Al rato, regresó con una escoba y, canturreando el hit de la banda (con más entusiasmo que afinación y dentro de lo que le permitía su dominio del idoma), se puso a barrer alegremente toda la cubierta.

-Tu sonrisa brillar
Como estrella fugaz
Como doler saber
No poder protegerte
Semilla de vida
No desaparecer
A través del universo
Buscar perfume
Escuchar mi voz, te amo
¿Donde estar ahora?
Mi princesa
Responder
Con dulce voz

Luego de unos pitidos y silbidos, la voz de la inteligecia artificial se hizo escuchar.

-Iniciando diagnóstico de la nave... Se han detectado fallas menores, iniciando reparación automática.

Delgados brazos robóticos se desplegaron de entre paneles ocultos y comenzaron a reparar la nave. En poco tiempo, había quedado como nueva.

-Reparación automática finalizada. Tiburón Estelar agradece a tripulación por evitar daños mayores.

La respuesta de Alan fue bastante poco precisa, si bien era cierto que la descripción que le había dado era demasiado abstracta.
Caballeros del Infierno... murmuró con la mirada en el infinito.

Había oído a hablar de ellos; acérrimos enemigos de los Caballeros de Golarion a los que pertenecía.
Tenía su sentido que hubieran sido ellos los causantes del bombardeo.

Luego volvió el humano a preguntarle sobre el porqué de no estar en el Imperio Estelar. ¿Es que tenía amnesia?
Tener un lugar de origen no significa que estés a gusto en él. respondió con un esbozo de sonrisa.

Agradecería que dejaras de verme como “el Azlanti”. Soy Kelgar, nada más. dijo en un tono solemne.

¿Y tú? ¿Porqué andas lejos de Absalom? preguntó en un tono jocoso.

Alan casi se echó a llorar de alivio cuando por fin la nave le dio un informe positivo. Los sistemas de autorreparación funcionaban, aunque Alan les echó un ojo por si acaso, no se fiaba de nada de aquella cafetera espacial. Agradeció la ayuda de Ky limpiando la nave, porque sin duda lo necesitaba. Cuando se separaran de la nave mercante debería revisarlo todo y optimizar los sistemas, porque algo no andaba bien en aquel cacharro. 

Cuando Kelgar le respondió, Alan le miró serio. 

-Te veo como el azlante porque es lo que eres y porque he visto lo que el Imperio es capaz de hacer. Pero vale, Kelgar. Por mi parte no nací en Absalom, aunque he estado muchas veces allí-respondió sin dar señales de captar el tono jocoso en el que Kelgar se lo había preguntado. 

A continuación recogió el equipo variado que habían soltado los cienos. 

-No soy particularmente devoto de Abadar, pero algo nos darán por todo esto. Lo necesitaremos. 

El grupo se había reunido para abordar la nave mercante, y por fin parecía que tenían algo de tiempo para hablar. Resultaba conveniente, pensó la shirren. No sólo para conocerse mejor sino para comentar un poco lo inusual de la situación: el grupo de rock acosado por no muertos, viajando en una nave destartalada pero con algunas mejoras bastante impresionantes como una IA o un sistema de autorreparado, unos músicos que claramente se manejan bien en un combate... todo había resultado bastante raro, pero con la constante acción que sucedió no habían encontrado un momento para juntarse y ordenar las ideas. Quizás este fuese un buen lugar para empezar.

Escuchó a los humanos mientras hablaban entre ellos. Comentaban cosas sobre sus lugares de origen.

Tan parecidos y a la vez tan diferentes. Piensa. El guerrero, Kelgar, no había querido que usase su magia curativa sobre él. Quizás no estaba muy herido, o quizás tenía algún tipo de aversión por la magia, o por ciertas especies. Alan, el mecánico, no había tenido ese problema y parecía más acostumbrado al trabajo en grupo, cosa que a Ky le salía de manera instintiva. El último, Valaker, era más callado pero igualmente interesante. Costaba más de lo normal interpretar sus emociones, al menos por el momento.

No soy particularmente devoto de Abadar, pero algo nos darán por todo esto. Lo necesitaremos. 

 - Algo me dice que si, lo vamos a necesitar. Confío en que os encontréis todos bien ya, dice en tono dulce.

- Creo que los cuatro podremos entrar en la nave mercante sin problemas. El Tiburón estará bien protegido aún sin ninguno de nosotros a bordo. Señala con la cabeza a Chiv-Chiv, pero también a la zona en la que los músicos descansan.

Le agradeció a Chiv-Chiv por la limpieza, mejor que muchos sistemas automáticos y lo hizo voluntariamente. Eso les dejó tiempo para poder hablar entre ellos y también y con los mercaderes. Cuando estuvieron algo apartados de la banda Valaker expresó una idea. - ¿Y estos necesitan protección?. -- Habían combatido sin dudar como si fuera una costumbre defenderse de ataques constantes y se quedó pensando en ello.

Ayudó a llevar todo lo que iban a vender esperando que fuera una buena pila de dinero y lo pareció hasta que hizo cuentas de como quedaría la repartición. - Bueno, hora de compras. - Dijo buscando cortar el tema que había iniciado porque los haría pensar mucho a todos.

- ¿Y estos necesitan protección?.

- Si que parece una idea rara, ¿no? Contesta Ky con un ruidito que casi seguro son risas.

 Se queda parada un momento y mira a su alrededor, examinando lo que la rodea.

- Yo diría que esta nave es bastante grande. Debería tener algún sitio para descansar y poder tomar algo tranquilamente. ¿Qué os parece si aprovechamos y nos regalamos un rato para nosotros? A saber cuándo tenemos otra oportunidad. 

Está bastante segura de que sus compañeros piensan lo mismo que ella. Puede percibir sus sentimientos y pensamientos más superficiales tan fácilmente como percibe el color de sus ropas. Confía en que en un entorno más relajado los humanos se relajen también y puedan hablar con mayor libertad. No cree que los músicos sean peligrosos, pero sí que guardan más secretos de los que les han contado en un principio. Sería mejor poner eso en claro, al menos entre ellos, antes de dejar que las desconfianzas minen el trabajo en grupo o pongan a alguien en serio peligro.

Se queda mirando al resto, esperando una respuesta.

Notó como Alan le contaba sólo lo superficial, aunque ya era bastante revelador el que no hubiera nacido en Absalom. Kelgar pensaba que todos los humanos nacían allí...

Sin casi tiempo para contestar, aparecieron Ky y Valaker.
El último mostró su sorpresa ante la capacidad combativa de sus protegidos, algo que sin duda habían notado todos.
Cierto es que saben defenderse, pero tengo mis dudas de que hubieran sobrevivido sin nosotros.
El caso es saber si han adquirido esas capacidades últimamente, para defenderse de sus enemigos, o eran otra cosa antes de ser músicos... lo cual explicaría porqué tienen tantos enemigos. sugirió el Aztlano.

Luego la (creía) Shirren les propuso relajarse un rato, como si pretendiera charlar tranquilamente.
Casi le hizo gracia, era como las chicas humanas que siempre tenían ganas de cotilleo.
Sí... relajarse... estaría bien.
Pero antes habrá que vender y comprar equipo, pues está visto que la gira será movida. dijo, dejando claro que era una oportunidad única de equiparse y él la pensaba aprovechar.

La voz de la shirren era sorprendentemente dulce y suave para provenir de un insecto: Alan había pensado que sonaría chasqueante y húmeda como los insectoides de Alfa IV-9, pero no era así. Cada vez estaba más seguro de que aquella compañera no era sino un ángel de Weydan que el dios de los viajes había puesto en su camino para ayudarle en un viaje tan complicado. 

Asintió a sus palabras, aunque luego oyó al azlante: 

-Sí, deberíamos comprar algo. Por mi parte lo ahorraré casi todo. Las mejores armas aún están fuera de mi alcance, por desgracia, pero unas cuantas balas más y unos cuantos PBUs serán necesarios. 

Tras la transacción con el mercader de Abadar, Alan volvió a la nave. Nuevo solo llevaba un saquito más de PBUs, una granada y un cargador curvo de rifle. Tenía demasiados pocos créditos en su creditdrive, pero eso no era nuevo y Alan sospechaba que no iba a cambiar pronto. 

-Ahora, Ky, creo que lo del descanso suena bien. Luego revisaré otra vez la sala de máquinas, pero creo que ahora está todo en orden, o todo lo en orden que puede estar esta cafetera. 

Antes de desacoplarse de la nave mercante, decidieron regresar al templo-tienda por unas compras de último minuto. Pero al llegar, vieron al comerciante revisar su computadora muy preocupado.

-Oh, no. Se ha metido un virus en los robots de vigilancia. ¡Están atacando a la tripulación y a los otros clientes! 

Fue entonces cuando los vio y se le ocurrió una idea:

-Ustedes parecen personas muy fuertes y capaces. Les propongo un trato. Si desinfectan a los robots, les daré una jugosa cantidad de créditos. Si no logran desinfectarlos, entonces tendrán que destruirlos. Realmente no me gustaría prescindir de ellos: Cada uno me ha costado millones de créditos. Pero la seguridad de mis clientes está primero.

Si Weydan había puesto ángeles de ayuda en su camino era porque, por la luz de las santas estrellas, los iba a necesitar. No sabía qué pasaba en aquel viaje pero todo se torcía, hasta lo que nunca había esperado que se torciese. Era normal que sistemas de una vieja cafetera como el Tiburón fallasen, pero que lo hiciese la enorme nave templo-tienda de Abadar no. Aquellos drones eran más caros de lo que iba a ganar en su vida entera, y no era habitual que tuviesen un fallo tan catastrófico. 

Por supuesto, Alan pensó en sabotaje, pero tampoco es que tuviera más pruebas. Tal vez un comerciante competidor había querido arruinar a aquel negociante metiendo un virus oculto. 

Alan suspiró. El caso es que aquello podía ser una oportunidad: necesitaban los créditos de la recompensa. 

-Muy bien, voy a ello. Espero que el pago merezca la pena-le dijo al comerciante. 

-Quedaos todos detrás de mí, intentaré purgar el virus del robot. Si no lo consigo, atacad con todo. 

Alan divisó al primer robot, se conectó a su consola de administración y eliminó el virus. El aparato continuó con sus labores habituales, pero aún quedaba otro en la habitación. El robot que quedaba infectado no los había visto, aún.