Partida Rol por web

En realidad a mi no me quedaba claro que narices estaban haciendo los ancianos, hacia donde iban o venían. Lo único que tenía claro era que rechazaban nuestra ayuda y nisiquiera hablaban con nosotros. 

Así que pasé, no nos habían hecho caso ni por las duras ni por las maduras, Elisabeth intentó un último ofrecimiento de ayuda, pero yo sabía que pasarían también. Me acerqué a lavarme la ropa, pero bueno, era ropa de viaje, para mancharse estaba, había elegido bien. 

Sigamos, no podemos hacer mucho más y ya hemos insistido suficiente... algo me dice que alguien les echara en falta pero no podemos hacer nada en contra de su voluntad

Dante tiro de las riendas de su caballo a fin de que se volviera de nuevo hacia el camino, ya habían permanecido parados demasiado tiempo y era una sensación que no le agradaba demasiado. Estaba bien la voluntad de ayuda de el grupo y más en los tiempos que corren pero no podían salvar a todo el mundo de sus propios fantasmas...

Ante la pregunta de Elisabeth el viejo con barba enseguida avanzó, tomando la iniciativa. Carraspeó primero pues su voz era gastada.

- Sí que estamos seguros. Déjennos marchar.

El otro hombre sin embargo abrió un poco la boca y pestañeó, unos gestos algo raros que parecían significar que se sentía superado. De hecho no atinó a decir nada, manteniéndose callado como si se dejara arrastrar.

Aún así el primero hizo unas leves reverencias pues su débil cuerpo no daba para más. Parecía querer ser respetuoso hacia vuestra condición noble.

- Gracias por su interés. Tengan buen viaje.

Comentó con algo de prisa y sonrió al final dando a entender que todo iba bien.

No estaba muy segura de sus palabras, sin embargo, supuse que aquellos hombres deseaban vivir sus últimos días en la casa donde habían vivido toda su vida. Después de todo, tenían ya una edad y tenían derecho a decidir donde morir.

- Partamos pues - dije asintiendo a las palabras de mis compañeros - a no ser que penséis que pueda ser buena idea seguirlos a escondidas un rato para ver qué se traen entre manos. Está claro que algo ocultan.

La actitud de los ancianos cada vez resultaba más sospechosa.

—No creo que tengan intención de hacer algo maligno, simplemente no quieren que nos metamos en sus asuntos. La gente mayor es muy terca —comenté. 

—Por lo que sabemos todo esto puede ser por una cabra. Y haríamos mejor en ocuparnos de nuestros asuntos. Ocuparnos de los de otros sólo nos ha traído desgracias. Aunque no siempre se encuentra uno a una poderosísima vampira detrás de todo. 

—¿Partir? —dije a Katarin— íbamos a montar el campamento. Yo también quiero llegar lo antes posible, pero... hoy estoy agotado. 

Una vez más los ancianos rechazaron nuestra ayuda, ya habían sido suficientes y no estaba dispuesto a esperar más.

Puede ser que oculten algo pero parecen inofensivos, aun tenemos un largo trecho y será mejor no entretenernos más de lo necesario.

Sigamos y Busquemos un buen lugar. Seguro que encontramos a alguien que necesite y requiera nuestra ayuda más adelante.

- Estos no se ganan la vida mintiendo. - Dije cuando los viejos desaparecieron de nuestra vista.

Era poco probable que supusieran un problema, pero no sabía por qué, algo me decía que ya la habían liado en alguna parte y por eso se estaban marchando de aquella manera tan sospechosa.

Asentí cuando dijeron aquello de acampar, pues esa había sido la idea.

- Sí, busquemos un buen lugar.

Miré un segundo a Tad y le sonreí, seguro que él entendía por qué lo hacía justo en el momento en el que hablábamos de acampar y después, esperé a que nos pusiéramos de nuevo en marcha. Era mejor tenerlo todo listo antes de que se hiciera de noche.

Los ancianos aprovecharon para continuar su dificultoso camino. Vosotros habíais avanzado en dirección contraria a una velocidad mayor, de manera que finalmente desaparecieron de vuestra visión. Pronto comenzásteis de nuevo el proceso de montar el campamento.

Necesitábais luz para realizar vuestras tareas así que recurrísteis a vuestras linternas de aceite o antorchas. Vuestros dos acompañantes, la clérigo y el caballero se dedicaban a sus asuntos en silencio. No habían sido muy participativos.

Unos minutos después dos figuras aparecieron montadas a caballo. Reconocísteis de inmediato a Andyctor aunque a su acompañante no. Por sus ropas debía de ser un soldado también.

- Dichosos los ojos. Es buena noticia verles a todos ustedes, mis señores. He estado temiendo por su seguridad pero grato es el momento de hallarlos de nuevo.

Andyctor descendió de su montura.

- Se nos escaparon dos ancianos y creemos que retornan a Foix. Uno de ellos al parecer se cree espabilado y robó abundantes provisiones pero además la familia del otro nos cuenta que fue embaucado. ¿Los han visto? Espero que sí porque no deberían de andar lejos según mis cálculos y saben los dioses que cuanto menos me acerque al pueblo, mejor.

Sonrió pero con un deje de tristeza tras el gesto.

Era como si nuestros nuevos acompañantes no estuvieran ahí. Hacían sus cosas... ni siquiera habían dicho nada sobre los ancianos, cuando ellos estarían mucho más capacitados para tomar decisiones que un grupo de caballeros nobeles y jóvenes como nosotros. 

Los ancianos marcharon y comenzamos a montar el campamento, no tardó en llegar Andyctor seguido con otro soldado, y nos dijo que perseguían a los ancianos. 

¿Andyctor este era el explorador de la Dama, no? En fin, era alguien importante.

—Por poco no escapamos con vida. En ese castillo habita una poderosa vampira y sus sirvientes muertos vivientes, es un peligro para todo el mundo. ¿Cómo está el Barón? —preguntó Tad preocupado—. Respecto a los ancianos. Están a pocos pasos siguiendo el camino, los alcancaréis enseguida. 

Alguien se ocupaba de la gente, al parecer. 

- No fue una experiencia muy agradable, mi señor - mi mirada resultaba sombría y triste al contestar a Andyctor - descubrimos algunas cosas que no me gustaron nada, el problema no se solucionó y, además, sufrimos ciertas pérdidas irreparables - dije pensando en nuestras monturas robadas y el perro muerto - estoy segura de que cuando nos mandasteis allí omitisteis alguna información que nos hubiera sido de gran utilidad.

Finalmente nuestras sospechas resultaban ser ciertas, los dos ancianos se habían escapado, aunque a mi ver, tampoco era tan grave su crimen. Sólo eran dos hombres mayores que querían morir en paz.

- Respecto a los ancianos, ¿tan grave es que hayan decidido volver a Foix? Si es su deseo morir allí, tal vez deberían dejarles cumplir sus deseos.

A mí aquellos dos ancianos me parecían lo suficientemente mayorcitos como para que nadie tuviera que andar de esa manera tras ellos, así que no entendía demasiado bien por qué les preocupaba tanto.

- Les hemos ofrecido ayuda y les hemos dicho que mejor no vaguen solos, pero no nos han hecho caso. Entiendo que como no los detengas a la fuerza se van a ir donde les dé la gana. - Respondí al hombre después de que hablaran mis compañeros.

De todas maneras, a no ser que hubiera una prohibición expresa de no acercarse a Foix, no entendía cuál era el problema. Aquellos dos no servían ni para convertirse en sopa de vampiro a esas edades.

Miré unos instantes a la clérigo y al caballero, pero llevaban todo el día muy poco habladores.

- ¿Habrán vuelto a discutir con Tad?

Sin duda aquellos dos ancianos no tenían mucho que perder, quizá estuvieran en lo cierto y volver a Foix fuera la mejor opción pues poco quedaba allí ya del mal que acechaba... lamentablemente el mal esta tan extendido que la muerte acecha en cada camino.

Nos conformamos con perseguir a ancianos cuando el mal anda suelto a sus anchas

Sabía que no eran las palabras más adecuadas pero simplemente salieron del alma...

El explorador atendió a vuestras palabras, escuchando que los ancianos estaban cerca y además algunas de vuestra dudas.

- El barón no está bien. Ójala pudiera decir lo contrario pero está abatido, con el ánimo por los suelos, lo que supone un carácter poco habitual en él. Su hija tampoco logra mantener la calma precísamente. Pero con suerte lograremos dejar atrás a esa vampiresa, eso es cierto. La gente tendrá una nueva oportunidad y en gran parte es debido a vosotros. Yo creo que habéis dado tiempo a que la gente se alejara y por ello os doy las gracias.

Esbozó una sonrisa pero había un trasfondo de tristeza detrás.

- Tuvimos que forzar la marcha durante toda la noche y quizás los ancianos perdieron la fé. Yo iré a traerlos de vuelta pues veo que estáis acampando y eso entiendo que significa que no os pesa la premura. Si la vampiresa siguiera vuestros pasos creo que os urgiría más avanzar. A los ancianos dejarlos volver significará la muerte segura. Además tengo la certeza de que ellos lo saben y es lo que quieren, sí, pero iban en carreta y pueden llegar sin problemas a nuestro destino. Si les parece bien los traeré aquí.

La sacerdotisa que ahora os acompañaba se dispuso a hablar.  

- Apresúrate entonces, buen explorador. Yo les cederé mi tienda para que puedan estar a cubierto esta noche. Pero hemos de seguir avanzando y en Artois dar aviso de la presencia de la muerta viviente. Pediremos que se nos asista y podremos ir a enfrentarla para que no extienda su plaga. Entretanto nuestros acompañantes podrán seguir su peregrinación. 

Andyctor la miró a ella y después a los demás, preparándose para seguir su camino.

Ante las palabras de Andyctor me limité a bajar la cabeza cortésmente. Había algunas cosas que me hubiera gustado decir, pero preferí guardar la compostura y dejar el ambiente tranquilo. Realmente no creía que fuera necesario traer a los ancianos, ellos mismos habían decidido su destino a sabiendas de lo que les aguardaba y era su decisión. Sin embargo, lo parecía que el Andyctor no quería perderlos.

Mientras lo veía prepararse para continuar su camino, me acerqué a la sacerdotisa. 

- ¿Pensáis enfrentaros a la vampiresa? Debéis saber que es muy fuerte, posiblemente más que la mayoría de los de su especie - la advertí algo preocupada.

No me metí en aquella conversación pues la verdad es que poco tenía que aportar a ella. En realidad, no me parecía bien obligar a aquellos ancianos a hacer algo que no querían, ni aunque eso supusiera salvar su vida, pero bueno, tampoco me parecía un buen momento para discutir sobre aquello, mientras sólo los trajeran y no les hicieran daño...

Cuanto Katarin hizo aquella pregunta me volví hacia ella.

- Si alguien puede detener a un vampiro es un clérigo experimentado. - Me quedé un momento pensando.

Algún día yo sería tan fuerte como uno de ellos, pero por el momento, no es que tuviera muchas habilidades a parte de sanar y de alguna para pelear.

- Tengo toda una vida para aprender... - Me dije a mí misma.

Como si estuviera rezando algo, mi mano fue a mi medallón y después, lo volví a ocultar bajo mi armadura.

Tad escuchó las palabras de Andyctor y asintió, no había mucho más que decir, esperaba que pudiera alcanzar a los ancianos antes de que encontraran su perdición. Ellos tenían por delante un camino, un peregrinaje, en el cual habían encontrado información muy desagradable concerniente a una persona bien situada en la corte, y habían sido casi asesinados por la criatura que les había dado la información.

—Cierto, cuanto antes llegue a Artois, más feliz estaré —dijo Tad, bastante contento—, pero ahora debemos acampar

Tener cuidado dije mientras asentía a las palabras del caballero Nosotros subestimamos el peligro y lo pagamos caro aunque no tanto como podía haber sido ya que al fin y al cabo habíamos tenido suerte de salir todos con vida de aquel encuentro.

Andyctor y su acompañante no teniendo nada más que decir abandonaron el lugar permitiendo que regresárais a las tareas de levantar el campamento. El día de viaje no había sido especialmente duro pero el cansancio se iba acumulando así que el sueño os invadió rápidamente.

Horas después el sol comenzó el proceso de pintar de azul el cielo y conforme la intensidad de la luz aumentaba fuísteis despertando.

- ¿Han dormido bien sus mercedes?

Se escuchó la voz del anciano, el mismo que hacía unas horas había seguido camino pero que ahora parecía estar aquí de nuevo.

- ¿Ahora es cuando nos obligan a volver con el resto de tarados de Foix?

Lo que parecía ser una posible bella mañana parecía que iba a enmarañarse con las palabras de ese hombre. Al poco cuando pudísteis salir, en efecto el anciano de la barba estaba allí y además atado a un árbol en ese momento. El otro, que parecía bastante más delicado de salud, simplemente esperaba sentado y con una actitud bastante más pasiva. Andyctor había regresado durante la noche y traído a aquellos dos.

El hombre al ver más nobles salir de sus tiendas bufó.

- ¿Han pasado buena noche? Se ven jóvenes, tendrían que estar divirtiéndose ahora que pueden. Vamos, ¿que no tienen nada mejor que tener que aguantarnos? Déjennos marchar por lo que más quieran. ¡Señores por favor ayúdennos que este hombre nos ha secuestrado! ¡Que alguien venga en nuestro auxilio!

El otro habló con voz baja.

- Vamos Jullien. Son jóvenes en peregrinación. Ya hemos intentado volver y no hemos podido. No nos van a dejar.

Al despertar, unas voces familiares acudieron a mis oídos. Mientras salía de mi tienda vestida nuevamente con ropas de viaje, reconocí a los dos ancianos que nos habíamos cruzado el día anterior y a quienes Andyctor y su acompañante habían ido a buscar.

Al ver cómo estaban me aproximé a ellos apresuradamente, escandalizada.

- ¡Por todos los cielos! ¿Qué les habéis hecho a estos pobres hombres? - saqué mi daga y comencé a cortar la cuerda que mantenía a uno de ellos atado, mientras mi mirada reprochadora se dirigía a Andyctor - mi señor, ¿nunca os enseñaron cómo tratar a sus mayores? ¿Porqué lo habéis atado a un aárbol? A sus años, ¿qué hacen estos pobres hombres sentados en el suelo? ¿Han dormido así? Podrían enfermar - dije desaprobando sus acciones y envolviendo a los dos hombres con mantas.

Los gritos de Katarin me sobresaltaron y me hicieron salir de la tienda sin siquiera calzarme las botas, allí estaban nuevamente los 2 ancianos parecía que no habían ido demasiado lejos tras nuestro encuentro.

Me quede mirando la escena, mientras Katarin cortaba las cuerdas que mantenía a los viejos inmovilizados, sin duda aquella pasión y compasión en la noble era lo que más me gustaba.

Tras ver que la situación no entrañaba riesgo, mis nervios se relajaron y pude acabar de vestirme calzandome las pesadas y sucias botas mientras esperaba la reacción de sus captores.