Aquello tenía cada vez peor pinta. La idea de hacerlos huir con una violenta reprimenda encogía el corazón del enano judío. Le parecía infantil y simplista. Si conseguían su propósito y al margen de las posibles bajas o destrozos que aquella estrategia pudiese causar, lo más seguro es que el ejército del Abad se plantase en pleno y tomasen Ibarrela con o sin la colaboración de sus gentes. No se trataba de ganar una batalla o de infundirles miedo... se trataba de disuadirles de forma definitiva.
- Habría que capturarlos... no hacerlos huir. - El enano hablaba directamente a los nobles... como si los aldeanos no estuviesen realmente allí. - Si escapan seguro que se reagruparán y vendrán en mayor número. Nos interesa interrogarlos para saber la verdad sobre todo esto... si el Abad está detrás de todo y, sobretodo, nos interesa que alguno escape oportunamente para hacerle llegar a su señor algún oportuno mensaje que lo termine de disuadir. Tal mensaje puede ser que hay un nuevo señor en Ibarrela... un sobrino de la Señora Beatriz... que los funcionarios de la Corona se encuentran en el valle para esclarecer el asunto. Mmmm... se me ocurre una oportuna pantomima.
El judío tomó posiciones como si fuese a relatar una bonita gesta.
- Sería recomendable que vuesas mercedes acudieseis al encuentro con los bandidos engalanados con vuestros respectivos escudos de armas. El emblema de Muel debería ondear sobre las cabezas y, haciéndoles creer que las tropas del vizconde rodean la aldea, lo más probable es que los bandidos acaben por deponer su ataque. Una vez encerrados tomaremos a uno de ellos y le interrogaremos. Yo mismo puedo hacerme pasar por un inquisidor de la Corona, sacarle la información y luego soltarle para que informe a su señor el Abad sobre ello. Y si en el plazo de dos días no regresa un mensajero con una carta de sumisión y disculpa caerá sobre la Abadía todo el peso de la justicia.
Mmmpf... - pensó el judío para sí. - Seguro que Don Carlos se amohína por pretender utilizar una mentira para ayudar a esta gente.
Muy sorprendido mirando fijamente a Kalev asiente y después mira a Don Antón como para escudriñar lo que está pensando- A fe mía que el pavor que os inspira combatir ha agudizado sobremanera vuestro ingenio kalev. ¡Pues pardiez que es el mejor plan que he oído desde hace años!- dice sobresaltando a todos los presentes - lo veo casi perfecto. Pero no sabemos quién es su comandante y si efectivamente es el Abad. - pidiendo permiso a Don Antón con la mirada- Según lo veo engañamos a los bandidos con la treta del estandarte de los Muel, apresamos a su comandante y si no es el abad le cortamos la cabeza y la lanzamos por encima de la tapia de la abadía. Si el abad no es el responsable se llevará un buen susto y bueno si en realidad lo es, se le quitarán las ganas de volver a atacar. Ah y al resto de bandidos los encerramos en el castillo y que los habitantes de Ibarrela y su Señora decidan sobre las vidas de los hideputas ladrones.
Entonces cae en la cuenta de algo y saltándose el protocolo - Ah y mi buen kalev, nadie se hará pasar por funcionario de un Rey en mi presencia. Ni siquiera de uno moro. ¿ Ha quedado claro ?
Kalev quedó confundido ante la idea de cortarle la cabeza al comandante de los bandidos y lanzarla al patio de la abadía... ¿era aquello "cristinao"? Sin embargo empecinarse en luchar, aunque fuera dialécticamente, disciplina en la cual el judío se batía con quien fuera, contra Don Carlos era un combate perdido antes de que comenzara. Las cosas son como son...
- Os pido disculpas si he ofendido vuestras nobles instituciones, mi señor. No fue esa mi intención. - afirmó sinceramente el enano. Una pequeña reverencia le hizo reintegrarse en el grueso de la gente y dar por concluida su intervención. Que hagan lo que les dé la gana...
Esta bien, me parece una gran idea y no dista en demasía de lo ya propuesto. Don Carlos, lo haremos asi entonces, de todas formas quiero a la gente preparada para cualquier contratiempo y a Samuel con el arco, listo para amedrentarlos si es necesario. Kalev, no olvidéis vuestro cometido y si no me equivoco quizás vos y Roderigo podréis ser de gran utilidad tras la contienda, pues si nuestras sospechas no son fundadas el abad gozará de un pequeño teatrillo-dijo sin borrar la sonrrisa en nigun momento.
- Podeis contar conmigo, mi señor - dije orgulloso del plan que se había trazado- no podemos perder con un plan tan elaborado, por fin estas gentes se librarán de sus infortunios y nosotros podremos seguir con nuestro viaje.
Revisé la colocación de mi armadura para comprobar que no había ninguna correa suelta ni ningún punto desprotegido. Después saqué el arco y me dispuse a tensarlo. Todo estaba listo así que me calé el casco y esperé las órdenes.
- Estoy listo - dije, con las armas preparadas para el combate
La tarde transcurre ultimando los preparativos de la inminente batalla, afilando espadas, templando las armas, puliendo metales, forrajeando monturas y tomando posiciones.
Antes del anochecer uno de los vigías que se encuentra apostado más allá del arroyo lanza una flecha incendiaria hacia el pueblo, es la señal convenida. Los bandidos atacarán desde esa dirección, lo cual quiere decir que tendrán que atravesar el arroyo para entrar en el pueblo. ¿ Emboscáis a los bandidos en el arroyo?
- Desprecio los combates que no sean frente a frente. Aunque los adverarios sean bandidos, es un combate indigno.
Véis aparecer a Beatriz con cota de malla espada y escudo , - Vos estáis al mando Vizconde. Vos decidís.
Don Carlos, se que no rehuis de ninguna contienda pero esta vez no se trata de caballeros si no de las pobres gentes de esta aldea. Trataré de evitar el combate en lo posible, y si no al menos nosotros tres le plantaremos cara-dijo tratando de animar a sus compañeros-Mi señora, mantengase con Gorka y los demás, en el caso de que esos bandidos se envalentonen necesitaré que vos y su gente luchen por Ibarrela. Don Carlos, usted venga conmigo y Samuel, cuando yo levante la mano derecha dispararas a su portavoz. ¿Estais todos listos?-espero a que los demas asintieran- ¡Por Dios y por Ibarrela!
Al lio
Los tres hombres os colocáis en la orilla del arroyo que pertenece al pueblo, mientras que de frente véis a un jinete frente a un grupo de una veintena de individuos, todos van armados, espadas, lanzas, hachas, armaduras, cascos, yelmos... el grupo parece más que un grupo de bandidos. Aún no os han visto.
-Bueno, Don Carlos, parece que son mas de los que pensabamos. Algo me dice que tendrá la lucha que esperaba-dijo Antón, quien estaba dispuesto a dar su vida pero siempre había preferido la paz a la guerra-Espero que Samuel sea certero con sus flechas.
Mantuvo la espada en su vaina, erguido mientras los bandidos se acercaban. Parecía como si el mismo quisiera frenar a todo un ejercito. Y espero a que los hombres se acercasen antes de hablar.
Mientras el resto tomaban posiciones yo me escabullí entre los arbustos, buscando un lugar adecuado para tener a tiro al cabecilla del grupo. Tensé mi arco y comencé a apuntar hacia el grupo, siguiendo los movimientos del jefe de los bandidos y esperando la señal de Don Antón. Estaba nervioso, así que me encomendé a Dios para mis adentros.
Marcaros sólo vosotros.
Ahora el grupo de bandidos ( efectivamente, veinte en total contáis) os ha visto, el líder lejos de amilanarse hace una señal a sus hombres y el grupo se lanza a la carrera en vuestra dirección, con el jinete trotando hacia vosotros. Parece que no tienen ninguna intención de parlamentar y tampoco se han amilanado, sino que siguen sus planes atacando a todo el que vean.
Os da tiempo a que Samuel dispare y después salir los tres por patas.
¡Don Carlos corra!¡ Corra hasta el pueblo!-Dijo mientras levantaba el brazo para que Samuel disparase y despues empezó a correr tras Carlos. Aquello desde luego no estaba saliendo como esperaba, ni muchísimo menos, pero aun se podia arreglar. Ellos no esperarían que el resto estuviese preparado, los llevarían hasta las calles y alli no podrían moverse bien con los caballos, esa sería su oportunidad.
Rodrigo asiente y comenta con todo el ímpetu que puede simular:
-Por Ibarrela!!
Acto seguido busca al grupo de paisanos mas "fuerte" que le parece ver, y se coloca en última linea, rezando para que aquello quede todo en nada, y no tenga que luchar...o correr y quedar como un cobarde, que era en realidad lo que era.
Se llevó su mano al cinto, para notar la presencia de aquella daga que ya lo había sacado de algún aprieto, pero que nunca había llegado a ver un combate tan grande como el que posiblemente se avecinara...
Al ver que los bandidos no se achantaban y se dirigían hacia Don Antón y Don Carlos a toda prisa, supe que no necesitaba una señal.
" Dios mío, dame fuerzas para derribar a nuestros enemigos - pensé- si no lo haces por mi, al menos que sea por estas humildes gentes que defienden sus tierras"
Tensé el arco y la flecha salió disparada hacia el blanco...
Motivo: Disparo con arco
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 100 (Fracaso)
Ups
El muy estúpido de Samuel coloca el pulgar delante de la flecha, por lo que al soltarla se atraviesa el pulgar con la flecha. El dolor es increscriptible, samuel lanza tal grito que los atacantes se detienen unos segundos hasta que su jefe(el jinete) les da un grito y todos reanudan el ataque.
Vuestro grupo(incluído Samuel y su pulgar con "adorno") retrocede al centro del pueblo, donde el resto de vuestra fuerza espera.
Esperáis en el centro del pueblo, en semicírculo esperando al enemigo, cuando procedentes del arroyo a toda prisa vuelven Don Carlos y Don Antón a caballo (al galope) con gesto de preocupación , poco después aparece Samuel con una flecha que sobresale de su dedo pulgar de la mano izquierda y el arco en su brazo derecho.
A sus espaldas, escucháis gritos y metales entrechocar.
A penas se habían ido, y ya estaban, por lo visto, portando malas noticias. "que habrá pasado exactamente" se preguntaba Roderigo. Mientras maldecía su suerte, pues en principio iba ser un viaje relativamente tranquilo, comprobó de nuevo que su daga estaba en el sitio y, alzando un poco la voz:
-Señor Antón, que ha pasado?