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Durante el resto de aquél día, tras rechazar la proposición de Ramiro, Aleixo, Antón y Samuel anduvieron por el centro de la urbe de Burgos, donde vieron gentes llegadas de todas partes de Castilla y algunos Navarros y árabes. Vieron en el mercado gran cantidad de productos éxoticos desconocidos para ellos e incluso se maravillaron con artificios árabes que jamás soñaron con ver, además de los productos habituales castellanos tales como paños, lana y viandas varias.

Al anochecer bebieron y durmieron los tres en la sala común de una taberna de la Plaza , cristiana por supuesto. Mientras que en cambio Roderigo que había escuchado ruidos en la posada donde descansaba Don Carlos, cauto descubrió que de Hernán se trataba y volvióse a su catre. Hernán por el contrario anduvo a tientas y escuchó una proposición de Ramiro pero tampoco caso de él hizo.

A la mañana siguiente, en contra de todo pronóstico Don Carlos despertó como resucitado y tras pagar al árabe, la estancia suya,de Hernán y de Roderigo en la posada, los tres juntos fueron con caballos y equipajes al centro donde se enteraron del paredero de Antón, Aleixo y Samuel y antes de que despertaran allí se presentaron, pagando el bueno de Don Carlos lo que allí se debía.

Así pues todos reunidos y más sanos que nunca, pusieron pies en polvorosa y tras comprar Don Carlos provisiones en el mercado(tocino, pan, queso, varios odres de vino, agua  y huesos para caldo) continuó el grupo su viaje a la tumba del apóstol.