Partida Rol por web

Mira con desdén a Aleixo y contesta

- ¿enferma? no c-a-b-a-l-l-e-r-o  no- escupe cada letra de la palabra caballero, con retintín  y mofa- a la pobre mujer le  sobresalía medio palmo de un virote por la espalda, alguien la había intentando asesinar, no sabemos por qué. Su caballo la trajo a través del bosque y mi hijo vio el caballo a lo lejos.

¿Hablaba de la esposa de Íñigo?

Aleixo, -dije susurrándole- cuando quieras le ahogo por dentro con su propia sangre a este malnacido...

No podía soportar la prepotencia y esa preponderancia ante el caballero...

- ¿Un virote decís...? ¿Un virote como el que ha acabado con el caballo de mi amigo? Sin duda el subnormal de tu vástago la hirió y luego tu enterraste el cuerpo para evitar sospechas. ¿Y el caballo... se lo ha comido tu hijo o te lo has follado tu?

Aleixo escupió en la tierra asqueado con aquella repugnante visión contra natura.

- Precisamente de un caballo queremos hablar contigo. ¿Qué sabes del caballo que el señor de Castrojeriz le regaló a su prometida, la señora de Medrano? Porque ésta aserguraba haberlo dejado en la cuadra y sin embargo lo hemos encontrado en el Mercado? Un comerciante asegura que se lo vendiste tú... ¿Le has robado la montura a la señora? Cada vez te veo más cerca de la hoguera, bruja.

¡Esperad!-dijo Antón alzando la voz. Había escuchado demasiado y aquella regañina no les abría llevado a ninguna parte- Mujer dime la verdad. ¿Como era aquella muchacha?-preguntó temiendo lo peor- Dime como era exactamente. No le haremos mas daño a tu hijo, no es nuestra intención dañar a nadie-dijo mirando de reojo a sus compañeros- pero es menester que me digas como era aquella muchacha.

- ¿Acaso envidiáis a ese caballo por haber yacido conmigo , mi Señor? - ironizó la bruja - el virote que ha acabado con el caballo de tu amigo ha sido una trampa preparada por mi hijo, las hay por todo el bosque por dos razones: porque paletos sin escrúpulos cogieron por costumbre venir a mi casa a forzarme mientras mi hijo miraba y porque mi hijo vio una partida de hombres armados hace uno o dos días atacar a unos viajeros. - Señala la tumba - la muchacha que yace ahí enterrada, montaba sobre el caballo del que habláis, era... bonita y tenía el pelo tan rubio como un amanecer invernal. El caballo se lo vendí al muchacho del que habláis. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Antón todavía dudaba de que aquella mujer fuera una bruja aunque sus palabras orgullosas no hablaban en su favor. Pero cuantos hombres eran orgullosos y no por ello se les quemaba. Se adelantó hacia la mujer haciendo un gesto a los demás para que no hiciesen nada.

-Señora lamento esto que me decís. Dar una sepultura cristiana a una pobre mujer no es algo que hiciera una bruja-decidió- coged a vuestro hijo y tratad de sanarlo. Pero si no os importa os acompañaré adentro para hablar con vos sobre aquella muchacha. Tenemos que hacer algo que no es muy digno...

Se dió la vuelta y miró a Samuel. Después a Roderigo.

-Roderigo, ¿cuanto me costaría a mi y Don Carlos que desenterrases a la doncella, solo para ver su rostro?-le preguntó con una duda que le corroía por dentro.

La escena al barbero le estaba pareciendo absurda en incluso surrealista. ¿Un Caballero de la Órden de Santiago utilizando tal es vocablos y un noble cristiano protegiendo a una bruja? Desde luego Don Antón sabía algo que los demás (al menos él) no, además profanar la tumba de un cadáver no parecía la forma de proceder del noble, y eso no le daba buena espina. Estaba muy tenso y hacía mucho, demasiado, que no tenía ninguna de sus satisfacciones, un pequeño detonante y no podría contentenerse... Hernán rezaba para que lo hubiese.

Don Antón... -dijo Roderigo mientra quitaba el filo del cuchillo de la garganta del hijo-, que no soy yo quien entierra ni desentierra a quien me agravia, sino más bien que soy y siempre he sido "segador" más que otra cosa, y mi vida siempre ha sido la de los ajustes de poca limpieza... No me place ni tan siquiera el hecho de pensarlo, que no es por el dinero, sino por la bruja -no le importó que ella le escuchara-. ¿Y si ese cadáver está endemoniado? Incluso, si se enteraran las gentes del pueblo, y sobre todo me refiero a don Íñigo, no estaría de más el decir que nos mandaría a todo su séquito contra nosotros ante una práctica tan aberrante...

En esos momento guardé el filo bajo mis ropas, miré por primera vez a la bruja a los ojos (unos instantes), y luego volví a observar a Antón.

¿De verdad lo cree necesario?

Si, lo creo necesario o de lo contrario no se me ocurriría decir semejante barbaridad. No es bueno desenterrar lo que ya está enterrado, no por bruja si no por Dios. Pero, si mi sospecha es cierta, no es de esta mujer de quien nos debemos preocupar si no de quien debería estar enterrada y no lo está. Si os sentís mejor estoy seguro que Alexio podrá rezaros una plegaria para alejar al demonio que sospechas que ahí habita-explicó apaciguador- se que no es lo mas común y de otro modo no lo diría pero debemos hacerlo si queremos desfacer este entuerto.

Pensándoselo unos segundos

- Hummm... - se le ilumina la mirada - serán cuatro de plata mi Señor, siempre y cuando Samuel me ayude claro. Os sale bastante barato teniendo en cuenta que mi alma con esta acción quedará ensuciada.

Abriendo los brazos

- Ven conmigo hijo mío, mamá cuidará de ti - dice oteando a su hijo, mientras espera a que soltéis a Onofre dice a Don Antón - cuando suelten a mi hijo podréis seguirme dentro, no antes.

Podréis limpiar vuestra alma en la iglesia, por ello no os preocupéis-le respondió quedamente mientras asentía- Samuel ayúdale. No hace falta que la desenterréis, solo dejad que su rostro vea el cielo una vez mas y avisadme.

Se dio media vuelta y se dirigió a la mujer.

-Señora si me permitís me gustaría cambiar unas palabras con vos mientras ayudáis a vuestro hijo-la dijo complaciente, pero con la intención de poder observar asi si en verdad era una bruja o solo una curandera.

Lo de desenterrar cadáveres no me hacía ninguna gracia y acababa de conseguir la excusa perfecta para no hacerlo. Aquella señora iba lista si pensaba que Don Antón se iba a meter solo en su casa con ella y el anormal de su hijo. Me acerqué a mi señor y le susurré al oido.

- Mi señor, no creo que sea buena idea que entreis solo... si me lo permitis, será mejor que entre con vos, por si intentan hacer algo raro.

Viendo como Samuel se acerca a susurrar algo a su señor, frunce el ceño, entreviendo las intenciones del siervo.

¡ Se quería escaquear de la tan desagradable tarea!

Roderigo cruza los brazos y espera a ver en qué concluye.

La contestación que había tenido Samuel hacia no mucho no le había gustado nada. Quizás la distancia que había entre aquella casucha y Muel le habían hecho olvidar su posición. Aun así Antón trataba de ser justo y nunca había tratado a sus vasallos como si fueran esclavos, pero no podía dar un trato meritorio a alguien que había faltado a su señor.

-No te preocupes Samuel-le dijo con un tono tranquilo- no me pasará nada. Llevo buen acero y-dijo esbozando una sonrisa- si esta mujer me quisiera convertir en sapo no creo que pudieras ayudarme a imperdirlo así que reza por que esta mujer no sea una bruja. No os preocupéis por cavar, no vais a cometer ningún sacrilegio y estoy seguro de que Alexio podrá alzar una oración a nuestro Señor para que bendiga esta osadía.

Tras decir aquello se dio media vuelta con el hijo de la mujer y la siguió hasta el interior de su morada.

Te conduce dentro de la choza tras hacerte un gesto para que la seguieses, el interior de la choza es enano, se trata de una choza rectangular en la que puedes ver algo de comida, montones de bolsitas y frascos de cristal que supones que no son para nada bueno.

Hay un par de mantas harapientas sobre las que Camila y su hijo duermen y colgado sobre un destartalado estante hay un lujoso vestido de viaje de color claro manchado de sangre con un agujero a la altura del vientre, un hombre como tú sabe identificar el desgarrón como una puñalada.

Mientras señala el vestido

- Éste es el vestido que llevaba la muchacha.

Don Antón entra en la choza junto a la mujer y su herido hijo. Al desaparecer, Roderigo se acerca a la tumba y clavando su cuchillo, empieza a remover y a retirar tierra mientras espera la ayuda de Samuel.