Partida Rol por web

Si me permiten decirlo, señores -dije-, no es menester azuzar con violentas razones, casi increíbles como las que aquí debatimos, a un señor en su propia casa, y mucho menos a don Íñigo, que por su alcurnia no saborearíamos ni el placer de la horca en comparación con otros castigos mucho peores.

Me aclaré la garganta mientras pensaba un poco.

Entonces, ¿cuál será la coartada? Podemos contar lo de las trampas que sufrimos, pero el encuentro con la bruja habría que "normalizarlo" más, exagerar un poco mas, ¿no? Atendamos las razones todos para asimilar una misma historia que contar, en caso de ser necesario.

Roderigo quería sacudirse bien el polvo de sus espaldas; de no contar todo lo sucedido, quería tenerlo todo atado y bien atado.

No tenemos que dar muchas explicaciones a nadie. Símpelmente fuimos a ver a una señora para asegurarnos que había vendido el caballo y que el muchacho no lo había robado, simplemente por proteger el honor de doña Luisa. Además no quiero que se den datos sobre la bruja -"eso la pondría en peligró y la pobre ya ha pasado por mucho"pensó- lo último que nos faltaba es que nos asociasen con rituales oscuros y otras zarandajas. Será mejor que seamos discretos y saquemos más información de la que damos.

Todo resultaba muy extraño, desde luego, y si era cierto significaba que habíamos escoltado a una mujer que no era quién decía ser... Si se daba crédito a todo lo que se comentaba en las tabernas del pueblo, y a la fuerza algo tenía que ser al menos medio cierto, el tal Íñigo parecía estar rodeado de un halo de infortunio y malos presagios.

- Don Antón, a lo mejor es prudente que nos marchemos del pueblo y dejemos al señor de Castrojeniz con sus asuntos - dije sin estar del todo convencido, tampoco me agradaba dejar a la gente abandonada a su suerte.- Bien sabéis que no soy amigo de creer en las leyendas y habladurías, pero hay un dicho en mi tierra que dice "Si el río suena, agua lleva"... Todo eso que os conté de si había hecho tratos con los judíos paganos bien puede ser una trola, pero si corren tantos rumores sobre su persona, a la fuerza algo tiene que ser cierto.

Parecía que fuésemos nosotros lo que estábamos malditos o algo así, teníamos la extraña capacidad de encontrarnos de frente todos los problemas de las gentes, y encima cada vez iban tomando un tinte más místico.

- Vos tenéis la última palabra, Don Antón - continué.- Os seguiré en la decisión que toméis... pero quizás sea buena idea tratar este tema con Don Carlos ¿no creéis?

Esto no es una riña de enamorados Samuel. No consigo entender todo lo que está ocurriendo pero esto afecta al marqués y por lo tanto a todo el pueblo-dijo sin olvidarse de que aquellas gentes eran a su vez sus enemigos- Como bien sabes, aunque Don Iñigo sea un demonio no puedo dejar que las gentes sufran por ello. Aunque en una cosa tienes razón lo mejor será salir cuanto antes así que será mejor que hasta que sepamos que ocurre aquí no nos metamos en ningún lio. 

Mientras continuáis por el estrecho sendero (que no lo es tal) que sólo un hombre con la experiencia de Samuel podría seguir, escucháis un chasquido seco y aunque sabéis lo que es no os da tiempo a asociar el sonido antes de ver como un virote vuela de algún lugar a vuestra izquierda y se clava a los pies de Don Antón, a menos de una vara de el lugar que ocupa el noble en ese momento.

El Caballero desenvainó su espada como instintivamente. ¿Una emboscada...? ¿acaso era posible que aquella turba de la que hablaba la concubina del diablo les estaba asaltando?

- Permaneced cerrados... en círculo para que no nos embosquen. Pero no demasiado juntos o nos acertarán a distancia.

El Santiaguista habló marcialmente como si se estuviese dirigiendo a un pelotón de soldados. Estaba claro que aquellos hombres no conocían la vida militar pero si en algo podía ayudar la experiencia de Aleixo en esas lides procuraría poner alto el listón de la contienda con ello.

Antón trató de calmar su caballo mientras miraba a su alrededor. Desenvaino el arma y se preparó para cualquier imprevisto. ¿Aquella era una de las trampas del muchacho? No, no podía ser...

¡Otro virote! -mientras exclamaba saqué presto mi cuchillo contra cualquello agravio que fuera o procediera.

Esquivo y ataco con cuchillo.

Desevaináis vuestras armas y os colocáis en un círculo, dejando una separación de una vara entre uno y otro. Otro virrote se clava en el suelo, a la derecha del pie derecho de Aleixo. Seguís sin saber de dónde proceden los ataques.

Por mucho que mirara en la dirección de dónde había venido el primer virote no era capaz de ver nada ni a nadie, así que antes de que comenzaran a ensartarnos lo mejor era apartarse de la vista y luego ya se vería.

- ¡Apartáos del camino!¡Rápido! - exclamé para que se pusieran todos en marcha.- ¡Hideputas! ¡sus vais a cagar! ¡No sabéis con quién os estáis metiendo!

Y tras porferir aquellos insultos que esperaba me ayudasen a ver de donde venía el ataque, me aparté del camino buscando algún sitio donde ponerme a cubierto, aunque sólo fuera el tiempo suficiente para identificar el ataque.

Viendo que Samuel se separaba del grupo, el tipejo de Roderigo, en cualquier otra "hazaña" de mal asunto y poca lustreza, y ante una adversidad similar hubiera hecho lo mismo ¡Y cuan antes no sino siendo el primero!, pero ahora, que no sabía de dónde vendría exactamente el agravio, prefirió esperar a ver el frente daquestos males, allí, agrupado junto al resto.

Luego intentó observar.

¡Salid bellaco -gritó tras Samuel-, u os juro que a la vuestra madre la colgaré con sus propios intestinos, infausto!

Luego intentó observar el terreno y asomar el oído más de lo debido.

Nada se escucha, pero oteando a izquierdas divisas una silueta semiagachado entre dos matorrales, no logras distinguir la faz del atacante pero por la forma de su silueta dirías que es un hombre.

Para qué se molestaría Aleixo en establecer un perímetro defensivo y una estrategia? Samuel rompía la formación sin saber si el atacante era un estúpido arquero o toda una turba. De cualquier modo si éste se topaba con los asaltantes acabaría dando la alarma y se podrían medir en condiciones... a cara descubierta.

El Caballero resopló concentrado mientras buscaba entre la maleza señales de movimiento. Blandió lentamente la hoja en el aire colocándose en posición de guardia. Si alguien cargaba desde la protección del bosque le esperaría un buen recibimiento.