Partida Rol por web

- La puta hiena que parió a este pueblo de los cojones. Nos ven seguro... no da tiempo, es imposible. Estamos jodidos y bien jodidos. Yo espero aquí-dice haciendo alarde de su habitual valentía.

—Parece que ahora es nuestra oportunidad —digo a Samuel mientras arranco unos pocos matojos secos de mi alrededor. Seguro que con estos, si los prendo, conseguimos espantar a los animales.

—Seguir arrastrándonos no valdrá de nada, pero tenemos que ver si hay más gente —comento al cazador mientras asomo un poco la cabeza para ver si hay más gente. No obstante, lo hago demasiado rápido y no veo gran cosa.

Por si acaso, y como no quiero arriesgarme a ser capturado, les digo a Teolfo y Samuel—. ¿Véis algo? Yo no he visto a nadie, pero seis ojos ven más que dos...

- Voy a echar un vistazo - respondí.

Levanté ligeramente la cabeza para mirar alrededor, si había algún aldeano a la vista o alguna cosa que nos pudiera resultar útil para nuestro plan.

- No veo nada, yo creo que está despejado - dije, bastante seguro de mi mismo.

El hombre resopla

- No verías ni un oso a media vara.

Teolfo llevaba toda la razón del mundo, pues aún después de haber echado un buen vistazo, no podríais decir si hay alguien a la vista o no.

- Será... - dije frunciendo el ceño.- Te apuesto lo que quieras a que he visto más osos que tú... Si eres tan listo ¿Por qué no miras tú a ver?

- ¿Qué no?- el hombre levanta medio cuerpo y escruta la cerca y la casita que hay cerca, así como las primeras casas del pueblo un poco más allá.

- Parece que no hay nadie. Pero yo me andaría con cuidado, nunca se sabe.

Dado que todos parecen coincidir en que no hay nadie, me levanto un poco, y medio agachado, me dirijo hacia la puerta de los establos.

—Vamos, antes de que vuelvan —digo al resto mientras me aproximo al establo.

Me levanté un poco, dispuesto a seguir al judío y cubrirle si fuera necesario. De modo que, por si acaso la cosa se ponía fea, saqué mi arco y me coloqué tras Yejiel.

- Yo te cubro, vamos - le respondí justo antes de que nos pusiéramos en marcha.

Yejiel se da una carrera hasta la cerca, mira a un lado y a otro y empieza a levantar el tronco que hace de tope cuando... un hombre de unos treinta y muchos sale de la choza gritando

- ¡EH! ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES?

Teolfo ni se mueve de su sitio y se limita a observar la escena. No sabéis si va armado, pero no hace el menor gesto de ayudar a Yejiel.

Sobresaltado, me giro hacia el hombre. Me había pillado, pero parecía que sólo había sido yo. Tal vez Samuel pudiese aprovechar esto. No todo iba a ser malo.

—Oh vaya, lo lamento buen hombre —digo al campesino—. Sólo soy un viajero cansado que se dirije a Santiago. La noche está cerca, y buscaba un lugar donde descansar. Supuse que este establo sería un buen lugar para hacerlo. No obstante, si es suyo, y me permite descansar en él mis cansados pies, lo justo será que le pague.

Como no suena muy creíble, añado—. Se preguntará porque un establo y no buscar la posada, pero me prometí a mí mismo que no usaría camas en mi viaje hacia Santiago. ¿Qué le parecen 10 maravedís por dejarme usar su establo? Le aseguro que no daré problemas...

Vi aparecer al hombre, pero el judío iba un poco adelantado y parecía que sólo le había visto a él. Era mi oportunidad para esconderme y esperar a ver si su ardid funcionaba, en tal caso tendría vía libre para continuar con el plan. Así que aprovechando la distracción de la conversación me quedé quieto y me escondí entre los matorrales.

-¡No tienes tú pinta de viajero! más bien diría que tienes pinta de ser un ladrón de ganado. ¿No es así? -en un abrir y cerrar de ojos, el hombre se mete la mano en la espalda y véis el relucir de un cuchillo. - ¿Sabes lo que hacemos en esta aldea con los impuros y los ladrones? ¡Los quemamos! y precisamente esta noche podemos hacerte un hueco en una de las dos piras o... quizás te pase a cuchillo aquí mismo.

Contra todo pronóstico el campesino eligió pelear, verdaderamente ocurría algo extraño en aquel pueblo si la gente se comportaba de aquella manera. En cualquier caso, y gracias a que me había escondido y el hombre no me había visto, cargué una flecha en el arco y disparé para evitar que la cosa fuera a más.