La tarde poco a poco tornaba a su fin, y el sol en el horizonte hacía que el cielo pareciera en llamas.
Llegais cada uno a vuestra posada, para descansar del largo viaje que habíais hecho. Aquella misteriosa nota que os había citado en esta ciudad, pronto sería aclarada. Mañana por la mañana todos estaríais en presencia de Cardilan.
Nada más entrar por la puerta os dais cuenta que para ser humana, la posada parece ser una de las mejores que habeis visto nunca. Lujo, muebles barrocamente decorados, pan de oro........ y una selecta clientela, que cuando pasabais a su lado, os miraba con asombro, temor, o superioridad. Pero el caso es que estabais allí, codeandoos con lo más granado de Bakshaan.
Recordad que todavía no estais juntos y no os conoceis. Por favor, los mensajes que envieis, que solo me tengan a mi como destinatario.
La verdad es que muchas eran las posibilidades que Bakshaan me ofrecía. Pero quizás, en una nación de la ley convendría pasar un poco desapercibido.
Yo me quedaré en la posada hasta que llegue el día siguiente.
Llegaba a una nación de las que anteds estaban bajo nuestro dominio. Dirijo mi caballo hacia la posada donde teníamos la posada preparada, mientras me percato de las diferentes reacciones de los viandantes. Una mezcla de rabia, temor y repeto lucía en sus rostros cuando veían la figura de mi armadura dragón. Pero la verdad es que no era algo que me importara lo que pensaran esos simples mortales. Mas curiosidad me causaban las razones por las cuales alguien anónimo como yo había recibido una invitación para esta misión.
Cuando paso por un viandante más, me giro, saco de mi bolsa 50 GB y le digo Si quieres otras 50 más, vente por la noche a la posada. Tengo un trabajo de mensajero para ti.
Tras esto, sigo mi camino sin mirar atrás.
Sadric, qué es lo que pretendes?
Usarlo para invocar un demonio. Quiero aprovechar el miedo que nos tienen a los Melniboneses, con la curiosidad, y la generosidad, para que venga a la habitación y allí, que sea el uesped de el demonio.
Tarkus pasaba por la posada como si estuviera caminando por un campo de batalla lleno de cadáveres, escudo a la espalda y mano izquierda apoyada en el pomo de la espada mientras hacia ruido con los dedos por aburrimiento, los ojos que se ocultaban detrás del casco no se cruzaban con nadie, solo estaban fijos en el posadero, al estar lo suficientemente cerca, sin molestarse en quitarse el casco, se pronunció.
-Necesito comida y una habitación para esta noche.
Tras estas palabras y antes de haber escuchado la respuesta por su mente empezaban a pasar preguntas que no tenían ninguna relevancia con la situación.
-¿Cuál sera la mejor forma de deflectar una espada, hacia el interior y seguir con una estocada hacia la garganta o hacia el exterior y una estocada ascendente en el estomago?.-
-Bah, detalles sin importancia.- Se respondía a si mismo mientras le venía otra pregunta más vital.- ¿Cuál sería la mejor forma de atravesar mi defensa?- Con esta última pregunta Tarkus se quedaba pensativo intentando buscar una respuesta sin prácticamente darse cuenta de si algo pasaba a su alrededor.
El yelmo es de este estilo pero un poco más acorde con la estética de la armadura de la imagen.
Entras en la posada en la que se os cita. No esta mal para ser de diseño humano. Algo recargada sin necesidad, pero aceptable para ti.
La gente a tu alrededor te mira con una mezcla de temor y desprecio contenido, ya que tu raza no es muy apreciada en los Reinos Jóvenes.
Subes a tu habitación y esperas a que llegue la noche, para que aparezca la futura víctima de tu invocación.
Si la tirada sale par, aparece, si sale impar, no aparece
Esperas en tu habitación hasta bien entrada la noche, y ves que no aparece. Has perdido 50 G.B.
Motivo: Aparece
Tirada: 1d100
Resultado: 67
Quieres hacer alguna cosa más?
Tras cerciorarse que tienes reserva en la posada, te indica la habitación. La cena será servida en breves instantes señor Te dice amablemente. Necesita que le ayude con su equipaje?
-No sera necesario, no llevo equipaje.- Respondió Tarkus al salir de sus profundos pensamientos para ponerse en dirección hacia la habitación donde tenía planeado poco más que dormir un par de horas y luego ponerse a investigar sobre buenos espadachines de la ciudad o entrenar, dependiendo de que se acordase primero al despertar.
Acompañeme por favor Te dice una voz joven. Te das la vuelta y ves a un muchacho uniformado, que portando una llave y un llavero hecho con jade, te pide que le acompañes a la habitación.
Subes al último piso, y llegas a una enorme habitación. Es casi como una casa de grande. Tiene recibidor, salón, baño y dormitorio.
Las paredes están forradas con tapices de primera calidad. Ambientando diferentes motivos florales. Los suelos enmoquetados en rojo contrastan con las cortinas blancas y azul marino. Los muebles, todos acabados en pan de oro, le dan a la habitación una apariencia todavía más lujosa. Te sientes como un rey.
Nada master, mi gozo en un pozo. Espero hasta el día siguiente sumido en opiaceos
Wally caminó directamente hacia la barra de aquella taberna. Con la cabeza bien alta al ver que era temido y con una sonrisa al ver que algunos insensatos parecían desafiarle con la mirada se dirigió al posadero.
Posadero, necesito un catre.
El recepcionista, tras cerciorarsede tu reserva, llama a un mozo que te lleva una habitación en la última planta. La habitación es enorme, con recibidor, salón baño y dormitorio. Adornada con tapices florales por las paredes de la mejor calidad. El suelo enmoquetado en rojo, contrasta con las cortinas color azul marino.
El mobiliario, con recargados adornos, están acabados en pan de oro. La verdad es que en tu vida habías estado en un sitio tan lujoso.
-Hmm, excelente decoración, supongo, al menos excelentemente cara, creo que hoy me podre permitir descansar.- Pensaba Tarkus mientras caminaba por la habitación inspeccionando hasta el más mínimo rincón, más por habito que por curiosidad, después de terminar su rutina de inspeccionar la habitación se quito el escudo de la espalda y lo apoyo en lo primero que vio cerca de la cama y luego continuo con la armadura, estaba cansado, se sentó en la cama y se dispuso a esperar mientras seguía divagando sobre estrategias a seguir durante un combate.
Perdón por no postear, justo me han pillado unos días muy liados y no he podido pasarme por umbria.
Os despertais al día siguiente. El desayuno está preparado. Sin reparar los unos en los otros, vais terminando vuestros agapes. Confituras, dulces de diversos sabores y colores adornan las mesas con la intención de satisfacer hasta los más exigentes paladares.
Tras esto, preparais vuestros petates para ir a la mansión, y cuando bajais, el recepcionista os comenta:
El carruje del señor ya está preparado. Vais entrando en diferente orden, hasta que los 4 estais dentro. Una vez completo, un látigo restalla en el aire, y el carruaje se pone en marcha.
Con el gran escudo delante de sus piernas y apoyando las manos en este Tarkus se encontraba con un semblante tranquilo escondido detrás del casco de metal a la vez que se movía tan poco que parecía una armadura vacía si no fuera porque giraba levemente la cabeza para inspeccionar a sus acompañantes mientras se mantenía en silencio.
-Suponía que seria algo de carácter peligroso, pero, ¿porque todo esto para juntar a cuatro personas?, ¿los guardaespaldas mas caros del mundo quizás?- Pensaba mientras esperaba que alguien dijese algo.
Subí al carruaje que me llevaría a mi cita con nuestro misterioso anfitrión. Poco a poco, este había conseguido que mi curisidad empezara a despertarse. Sin inmutarme, voy viendo como al parecer no soy el único que ha sido invitado a este evento. Un agente de Mabelrode, un agente de Hionhurn, y...... alguien que no sabría muy bien definir. Pero..... qué tenían en común esos perosnajes conmigo? Pensaba mientras esperaba que el carruaje empezara su camino.
tras un buen desayuno, el recepcionista me indica que hay un carruaje esperándome. Todos estos lujos inusitados eran para mi........ la verdad es que por una parte era un alago que alguien me tratara así, pero el contraste con mi estilo nómada de vida era tan grande, que no sabía como interpretarlo.
Me dirijo al carruaje tras hacer mi pequeño equipaje, y le digo al cochero: podemos ir cuando quieras.
Pero el coche no arranca, y cada vez van subiendo a él más personas.
Una vez en el carruaje me di cuenta de que no era el único, pero eso no importaba. Tras un largo silencio decidí abrir la boca para tan solo decir:
No sois muy habladores, ¿eh?
Tras esto crucé brazos y piernas y me eché hacia atrás en mi asiento. A la espera de conversación fui ojeando uno a uno a los citados en el lugar y al no hallarla no pude contener una ligera sonrisa.