Partida Rol por web

Al ver como se levantan las tres sillas, con una sonrisa ironica dijo ...Mmm... bueno muchachos sean testigos de nuestras muertes ... jajaja ahroa miranda a Dasha Vamos niña presiona el 6 que no tengo todo el dia todavia con algunos dolores y temblores en el cuerpo

-Ojala y no seas tu- susurro a Massimo, me incorporo y camino nuevamente hacia la mesita. Quería salir de alli, de esa casa o tal vez despertar de aquella pesadilla.

Observo los números restantes, no sabía cual presionar -si mueres tú...- me encojo de hombros -me daría igual, asi me dejarías en paz- miro por encima del hombro a Seth -descansarías tú de mi y yo de ti- miro nuevamente a la mesa y presiono sin pensar el número 3.

Al pulsar Dasha el boton numero 3, Diego de la Vega sufre una fuerte descarga electrica visualmente mas potente que la anterior, podeis ver como comienza a salir humo de su cuerpo y las cuencas de sus ojos comienzan a soltar un liquidillo mientras su cabeza cae hacia adelante y un liquido comienza a manchar su pantalon desde la entrepierna hasta las rodillas.

ASi estan las sillas:

1- Framic  Salvado

2- Emilio

3- Diego de la Vega Muerto

4- Aurora de los Santos

5- Massimo Salvado

6- Roy Baker

7- Seth Salvado

8- Murphy

9- Angela Stimbucks

10- James

Al ver como se la descarga electrica termina con la vida de Diego ... miro a Dasha dos segundos... miro a los demas . y esta vez sin decir nada... me quedo mirando el suelo

Miro con los ojos abiertos como el cuerpo de Diego cae inerte. Su cabeza inexpresiva queda colgando de un cuello que no tiene fuerza para sostenerlo. El cuerpo se encuentra humeante. Sus ojos...eso fue lo peor de todo, comprobar su mirada, extasiada, perdida. Joder, fue demasiado. En ese momento, me di cuenta que toda esa mierda, que todo ese rollo del asesino, era cierto. Era la vida real. No era una pesadilla que pensabas mantener bajo control. No era la comodidad de un asiento en una sala de juicios, con un traje y un par de policías detrás. Aquí estábamos solos. Aquí nos jugábamos la vida. Aquí podíamos morir. No teníamos nada en nuestras manos. En ese momento...

En ese momento, estuve a punto de perder el control. De caer al infinito mundo de la desesperación. Calma, vamos James, calma. Ahora no podemos caer. Estamos vivos, los demás estamos vivos. Esto era algo que podía pasar. Listo.

Niego con la cabeza lentamente y miro la hora. ¿Qué más daba? ¿Acaso no merecíamos todos morir? ¿Acaso no había pensado eso miles de veces en mi cama, por las noches, sólo? ¿Acaso por eso no tenía familia, y si un gran ático en Maddison Square?

Vamos, Dasha mi tono era totalmente neutral. Sí, eso me dio confianza. Había ganado de nuevo esa frialdad de abogado. Ya tendremos tiempo de rendirle tributo cuando estemos fuera de este maldito antro. Pulsa otro botón, el que tu creas....nuestras vidas depende de ti, pero también piensa que las de los que están ya salvados....también.

Horrorizada, pero sin poder hacer nada, observó que el hombre que tenía al lado era electrocutado hasta la muerte. Su cuerpo se contrajo de forma agresiva, por aquella vista, lo que le causó nuevas puntadas de dolor. Solo reparó en estas tras haber acabado el grotesco espectáculo.

-Esto...es...

Y guardó silencio.

Observe a Diego lentamente volverse un fiambre ahumado, literalmente. Y pesar que ese destino pudo haberme tocado a mi...ahora la pregunta es ¿Quien mas se ira con el?.

-Adios Diego.- dije secamente, para luego mirar a Dasha -¿Como se siente matar a una persona?-

Al escuchar las palabras de Seth Angela entra en ira ....Eh tu incordio, Seth o como coño te llames si de tu boca no va a salir mas que mierda, callate, aqui no hay mas culpables que el puto psicopata del que no estoy segura que no seas tu un complice.... luego en un tono mucho mas conciliador.....Dasha sigue adelante, esto no es culpa tuya. 

No aparto la mirada de la mesa. Observaba mi mano empuñada, dolia, pero ese dolor me calmaba un poco la ansiedad y la rabia. Las uñas penetraban lentamente la piel de la mano. Duele...

Las voces a mi alrededor eran inaudibles para mi. Mis oídos pitaban y solo recordaba el sonido del cuerpo de diego al recibir la descarga. Sin abrir la mano limpio mis ojos con el dorso de ésta. No quería mirar a los demás.

La cabeza me daba vueltas, sentia que mis pulmones se quedaban sin aire y un sudor frio bañaba mi cuerpo. No deseaba continuar pero debía hacerlo.

Las palabras de Seth me sacaron del ensimismamiento en el que me encontraba. Abro lentamente la mano y veo un poco de sangre en ella. Sonrio.

-Me he cansado de tanta mierda que sale por tu boca Seth. Tienes mucha suerte que tu silla se desactivó, daria lo que fuera porque hubieras sido tú y no Diego- llevo la mano lastimada al tablero electrónico y oprimo el número 8.

Al pulsar Dasha el boton numero 8, Murphy sufre una fuerte descarga electrica visualmente igual de potente que la que acabo con la vida de Diego, podeis ver como comienza a salir humo de su cuerpo, la piel de sus manos comienza a agrietarse y pqeueñas heridas de quemaduras comienza a recorrer su rostro, las cuencas de sus ojos comienzan a soltar un liquidillo mientras su cabeza cae hacia adelante y sus pelos se ponen todos de punta mientras sus manos agarran con fuerza los posabrazos de la silla; cuando la corriente electrica cesa, un liquido comienza a manchar su pantalon desde la entrepierna hasta las rodillas.

Asustada por el sonido que produjo el cuerpo de Murphy al recibir la descarga, miro por encima del hombro para ver los cuerpos inertes, sin vida de Diego y Murphy. Los observo por unos instantes, el horror y el pánico se apoderarían de mi. Morir de esa forma resultaba humillante; sentía pena por ambos.

Inspiro y expiro varias veces para controlar mis emociones; aparto la mirada de los cuerpos y la fijo nuevamente en el tablero electrónico ¿Qué número podría librarnos de ésta habitación? miro cada uno de los números restantes. Escoge un número bonito, pienso en las palabras de Aurora y me detengo en el número dos. De niña, en el instituto, al enseñarnos los números, la profesora nos dijo que recordaramos el número dos como un cisne. Me gustaban los cisnes...

Con la mano lastimada, temblorosa por los nervios, rozo el número dos. Dudo por unos segundos y miro hacia aquella silla. Emilio... ¿Merecía morir? todo hombre que se atreve a golpear o irrespetar a una mujer, merece ser castigo. Si la suerte está de su lado, sobrevivirá.

No quería hacer esto, pero alguien debía hacerlo y ellos decidieron que fuera yo. Nuevamente fijo la mirada en el tablero y presiono el número dos, sin esperar comentarios o reproches de los demás.

Al pulsar Dasha el boton numero 2, Emilio sufre una fuerte descarga electrica visualmente igual de potente que la que acabo con las vidas de Murphy y Diego, podeis ver como comienza a salir humo de su cuerpo, la piel de sus manos comienza a agrietarse y pequeñas heridas de quemaduras comienza a recorrer su rostro, las cuencas de sus ojos comienzan a soltar un liquidillo mientras su cabeza cae hacia adelante, los pelos de sus brazos asi como los de su bigote se ponen todos de punta mientras sus manos agarran con fuerza los posabrazos de la silla; es una imagen bastante grotesca que a lo mejor alguien podria encontrar hasta graciosa; cuando la corriente electrica cesa, un liquido comienza a manchar su pantalon desde la entrepierna hasta las rodillas y un olor fuerte comienza a invadir la habitacion, el olor es parecido por no decir igual al de las eces humanas.

Tembló. Estaban cayendo como moscas literalmente.

-Bastardo hijo de puta, ya van tres...- murmuró, pero se escuchó claramente debido al silencio sepulcral.

Ya se estaban acabando las opciones, y empezaba a flaquear su confianza de que saldría de ahí con bien. Solo cerró los ojos e intentó mantenerse inexpresiva, no quería ver aquello, ni perder el control. Despues de todo Diego había tenido razón, no sería digno darle el gusto a su captor de perder el control y echarse a llorar y vociferar ahí mismo.

Se nos ha acabado la suerte, parece que no vais a pasar muchos a la siguiente prueba y que este mamon va a conseguir acabar con muchos de nosotros....Angela se mostraba mas taciturna y quizas mas desmoralizadas que de costumbre, como bien habia comentado Aurora, ya habian caido tantos como se habian salvado y parecia que eso no iba a mejor...una de cuatro posibilidades no eran muchas.... 

Me aparto un poco de la mesa. Doy media vuelta para ver la escena que había detrás mio. Llevo una mano a la boca, horrorizada, impactada. Miraba  a las tres victimas una y otra vez. No podía creer lo que mis ojos veían, esto era demasiado.Llevo las manos al pelo y tiro de el, desesperada, quería que esto acabara pronto ¿Acaso no se abriría la maldita puerta?

Camino hacia la puerta, aun tirando de mi pelo. Me detengo a escasos centímetros de ésta, la observo y con mucha fuerza la golpeo con el pie. Era absurdo, si, pero la rabia que sentía era sobrenatural, quería saber quien era el maldito psicópata que estaba jugando a juzgar a personas que no conocía y que habían cometido un error en sus vidas.

-Abre ya ésta puerta- susurro y la golpeo nuevamente, ésta vez con las manos, causándoles un dolor intenso. Doy varios pasos hacia atrás y miro el reloj, el tiempo se nos acababa. Si quería sobrevivir, tenía que continuar el juego.

-Bien, sigamos jugando- susurro caminando de espaldas y frotando las manos en el regazo, para así aliviar el dolor. Aspiro y retiro el pelo que cubría mi rostro.

Llego a la mesa y miro a los que aún vivian. Clavo la mirada en Roy y recuerdo sus palabras. Me giro nuevamente hacia el tablero -desde un principio sugeriste el número 6, te complaceré- digo aspirando fuerte y acto seguido oprimo el número mencionado.

 Suspira aliviado al sentirse liberado de la silla y piensa mirando con frialdad mientras mira alrededor

Otra oportunidad, otra bala que no da en el blanco... A ver ahora a quién le da la bala fría...

Al observar como Dasha presiona los botones me quedo simplemente paralizado, había oído hablar de las ejecuciones, para mi eran algo normal, los fusilamientos, las torturas leves como la descarga que recibí... Pero aquello... Aquello era algo más, tres muertes, presenciadas en vivo y sin ninguna razón ni honor...

-Dasha...-

Susurra levemente mientras se acerca a ella, para colocar la mano sobre su hombro derecho en señal de apoyo, sabía lo duro que era ser el causante de una muerte, en muchas operaciones aquello sucedía, uno debía disparar a la cabeza de algún soldado sin nombre para abrirse paso... Pero eran "los malos" nunca eran personas con las que convivías... Las palabras sobraban en este caso, decir algo era estorbar, así que el joven se limita a quedarse a un lado de la chica, mirandola de la manera más calmada que puede.