Partida Rol por web

El proyectil mágico impacta contra algo traslúcido a sólo unos centímetros del elfo reseco desvaneciéndose...

El elfo, tu mejor amigo, te sugiere que tires tus armas lo más lejos posible, empezando por la que empuñas.

El mediano observa embobado al elfo mientras deja caer su honda baston al piso a sus pies y le propina una patada para alejarla de él. Luego, por un momento parece que va a participar de la batalla cuando desenfunda el, para el, enorme espadón que lleva a su espalda Tras hacer un par de movimientos que demuestran la soltura que tiene con el arma, que para el resto tiene el tamaño de una espada larga, la arroja lejos de su cuerpo, pero tambien de sus compañeros mientras murmura más para si que para el resto de lso presentes - Y para que quiero lastimar a ese pobre elfo, si está allí encadenado y no nos pude hacer nada -

El elfo abre más los ojos tras el ataque fallado del mago Erestor y pronuncia unas palabras y dos misíles de fuerza se materializan de las puntas de sus dedos impactando contra el mago causando un gran daño. Luego uno de los péndulos que cuelgan del astrolabio se mueve amenazante contra Condenado impactándole duramente y desestabilizándolo.

- Pobres ilusos, ¿Acaso creéis que podéis derrotar a uno de los primeros nacidos como yo? JAJAJAJAJA.

Condenado aguantó el equilibrio a pesar de los golpes y bandazos de la estructura.

Nazredin viendo que Condenado está por delante de él, y es más ágil y rápido, espera a que este mueva para no molestarle con su movimiento

Condenado avanzó por las pasarelas hacia aquel ser encadenado.

Condenado llega hasta el elfo reseco.

Nazredin llevaba una armadura... y las acrobacias no eran, desgraciadamente, su fuerte. Mucho más lentamente que Condenado fue avanzando hacia el elfo, quedándose a notable distancia de él

Los impedimentos de su armadura pesada y el escudo hacen que Nazredin pierda pie en cuanto sube a la pasarela.

Khyron, tratando de brindar algo de tiempo a sus compañeros para alcanzar al elfo maldito, tensa otra flecha y ya sin la molestia del guisarme, apunta con cuidado.
Zas!
La flecha, mucho mejor apuntada ahora y con el blanco fijo y colgando como una diana, se clava en los huesos del torax partiendo uno de éstos y enterrándose entre las tripas resecas.

El elfo hace un gesto de dolor y te mira con rabia.

El paladín no consigue mantenerse en pie y cae, aunque desde muy poca altura.