Partida Rol por web

Los alienígenas abren la marcha por las yermas colinas del este de Nebraska, batidas por el viento frío. Los soldados les siguen, a paso lento, atentos a cualquier movimiento extraño, cualquier cosa inesperada. Lo que sea.

Y nada ocurre.

Los alienígenas suben y bajan las pequeñas lomas a su ritmo mecánico y constante, hasta que comenzáis a apreciar los primeros restos: Un trozo de metal retorcido. Un matorral quemado. Un surco en la tierra, como si algo hubiese arañado la tierra. Y cuando alcanzáis lo alto de la colina, veis el OVNI.

Incrustado en la ladera de la colina, en un ángulo extraño, un disco negro reluciente a la extraña luz del orbe flotante. Parece hecho de alguna especie de metal negro reluciente, casi como si fuera de cristal. Debe medir unos seis metros de diámetro, y algo más de 3 en su centro. Hay más restos de daños a su alrededor: Quemaduras, surcos en el suelo, trozos de metal. Sin embargo, parece estar intacto, clavado en la tierra en medio de la nada bajo las estrellas.

Las tres criaturas se detienen junto al disco y se giran, al unisono, hacia vosotros.

- Aqui. Ayuda.

Los restos del accidente comienzan a ser visibles desde lo alto de una colina, de repente allí esta, negro y brillante. La visión conjunta del aparato y de los ojos de nuestros nuevos "vecinos" pidiendo ayuda me hiela la sangre.

Joder!! allí esta... ¿que coño quieren que hagamos? ¿que les pongamos las pinzas a la batería y adios muy buenas?... Esta misión es absurda... 

El OVNI no es demasiado grande, esperaba algo más espectacular. Tras pensar la forma en que vamos a frontar la situación decido que lo mejor es hablarlo con mis compañeros.

Levanto mi brazo derecho para que vean el dorso de mi mano y se detengan y pregunto en voz no demasiado alta sin girarme

¿Como afrontamos esto chicos? habrá que ver de cerca ese trasto para ver lo que cojones le pasa, no se lo que van a pedirnos pero no creo que podamos ayudarlos... ¿estaís bien? al menor indicio de que pasa algo ya sabeís...

Tal vez deberíamos pedirles a nuestros... amigos que abriesen la marcha, señor. Después de todo, ellos podrían llevarles al problema... y pasar por cualquier posible trampa que hibiesen puesto.

Después de todo, si no puedes desconfiar de un jodido alien... ¿De quien vas a desconfiar?

- Aqui. Ayuda.

Cole se mantuvo de pie, casi extasiado, cuando vio la silueta del disco entablado en la montaña, aunque un poco asustado también.
Agarró la pistola con sus dos manos, pero la misma seguía apuntando hacia el suelo y caminó hasta donde la criatura estaba parada.
solo pudo decir -¿donde?.-

En marcha pues, vamos a ver que le pasa a ese caharro... - Digo mientras bajo el brazo y empiezo a caminar lentamente hacía el ovni y hacía donde señalan los malditos alienigenas.

Si necesitan nuestra ayuda tan desesperadamente como para mostrarse así no creo que vayan a atacarnos. Al menos eso espero...

A pocos metros del artefacto señalo al mimo como diciendo ¿es ahí donde quereís que vayamos...?

En ese momento y casi esperando a no obtener una respuesta, me atrevo a decir - ¿que ocurre? ¿podeís comunicaros con nosotros?

Como un cancer, como una extrusión viva, la nave comienza a proyectar una... compuerta circular. Del mismo metal negro cristalino. Crece, se agranda, justo frente al Capitán Benjamin, a centímetros de su mano extendida.

Una compuerta que, en silencio absoluto, se abre, dejando ver el interior del disco, un largo pasillo inclinado que se adentra en el vehículo, iluminado por... nada.

- Dentro. Perrito. Ayuda.

Bueno, aquello sí que le era familiar. No es que como técnico hubiese entrado en combate, claro. Pero el entrenamiento estaba ahí, para automatizar una situación que podía hacer que te meases en los pantalones. Era hora de ir por faena. Cornelius levantó el rifle, moviendo la cabeza para intentar cubrir los puntos ciegos. Había que asegurar las salas, antes de pasar a la siguiente, tener cuidado, cubrir la espalda a sus compañeros, caminar en formación, mirar a ambos lados de las puertas desde los lados de estas.

Y mientras comenzaba a situarse a un lado de la puerta, procuraba cuidadosamente no pensar en lo que estaba haciendo. No podía permitírselo.

El viento azota las ropas sueltas de los soldados. El metal se siente helado en las manos, cmo si estuviera muerto.

El pasillo que se abre tras la compuerta es largo y curvo... demasiado largo y demasiado curvo para el tamaño de la nave...