Partida Rol por web

La mujer un poco más prudente le dice. “Calmate... estamos esperando a  Claudina”

Mientras estos dos hablan tu compañero te murmura al oído,  No sé qué pensar de esos dos, nunca los había visto en ninguna reunión... te lo aseguro.

Ramón te dice al oído, Espero que todo vaya bien.... no sé porque se demoran tanto en  abrir el salón...¿qué seriedad es esta?

En ese momento se abre la  puerta del bar, más de uno de los asistentes voltea a ver quién entra. La verdad esto es algo poco común, una mujer enorme acaba de entrar al bar, es tan grande, que la puerta doble del bar se queda algo estrecha con sus medidas, evidentemente en Argentina no es muy común ver una mujer con tal obesidad.
Es de pelo negro rizado, y su vestido es  de tela estampada , con un rostro blanco y facciones algo gruesas  entra con  una actitud poco común en alguien de su tamaño. No le da pena  que la miren, en realidad en su mirada se puede ver un poco el orgullo que tiene.
Llego el alma de la fiesta, dice de una forma algo inapropiada.¿ya podemos entrar?
La mujer mira todo el bar y  observa a los conocidos, y  se dirige hacia ellos. Antes de que ella hable, varios de ustedes estan recibiendo comentarios en sus oído.

Pero que dem...¿esto es una broma?,¿ella de que sindicato es?,¿ el de comedores anónimos o el de ballenas?. Te murmura

Ohh no, esto debe ser una tomadura de pelo, nunca había visto una mujer tan grande en toda la vida, esto es muy extraño, decime Nathalia, has estado callada todo el tiempo, ¿qué piensas de esto?, no sé porque no me da buena espina.
Te dice en murmullos al oído

¿arrogancia? dice de manera tranquila, no me parece.

Sólo creo que los demás no entienden su saber, su sabiduría, es decir,  el resto del universo los puede mirar con lástima, pero no saben nada, no entienden, brutos son, cabezones...

Sientes que sonrie con melancolia aunque no lo vez.

Puedo hacerle una pregunta loca, bueno se que es algo estupida, pero bueno, me gusta conversar, sí se pudiera, bueno... si los medicos pudieran, ponerle ojos para que viera nuevamente, ¿lo aceptaría?

Las palabras de aquel hombre, lejos de ser extrañas, terminaban siendo levemente familiares. Tal vez el que su hermana fuera ciega le había producido un nivel de sensibilidad que no todo el mundo logra descubrir de otras maneras.

- No se desanime caballero, a veces las mejores cosas se aprenden de las peores maneras - Cuando me preguntó lo de la vista me dejó un poco descolocado; no por lo "fortuita" de la pregunta, sino por el hecho de que jamás lo había pensado - Soy ciego de nacimiento... No extraño nada que no haya probado... y mis sentidos han demostrado ser lo suficientemente útiles solos... ademas, intuyo que esa pregunta no se creó de la nada... ¿Por que lo ha preguntado?

Fernanda le dirigió una mirada de amable condescendencia. Una lameculos como muchas de la profesión: lo sabía perfectamente. Menos mal que Agustín estaba centrado en ella y no le hacía ningún caso. Encantada, Fernanda se puso a hablar de ella:

-Soy de Buenos Aires. Siempre he querido ser modelo y he trabajado muy duro para ello. Es mi sueño. Pero tampoco soy de esas arrastradas que haría cualquier cosa por ello. Las modelos tenemos que ser un ejemplo de elegancia y perfección, y creo que me sobra de las dos.

Alejandro se limita a contestar .-No se Ramón. Pense que los conocias pero te veo igual de perdido que yo-. De algún modo piensa que ha sido un error ir .-Si esto se vuelve absurdo nos marchamos y sin problema-. Le da una palmadita amistosa para darle confianza

Natalia permanecía callada, tras estrechar todas las manos que le fueron ofrecidas con un apretón firme, y sobre todo tras que Alejandro se tomara la prerrogativa de presentarla. Era mucho mejor para ella mirar a sus alrededores y abrir los ojos antes que meterse en una conversación que, la verdad, no le pertenecía. Esperaba que el sindicalista se diera cuenta, y no esperase de ella mucho más. Es que no quería abrir la boca excepto que supiera que no iba a arruinar nada. El asunto se estaba poniendo extraño, y aquella mujer que había entrado con el hombre, el tal López, estaba más descolgada allí que la mujer apretada en aquel vestido que buscaba levante. Y aquello... aquello a Natalia no le gustaba nada. Era la reunión de sindicalistas más extraña que podía imaginarse, y cuando apareció la otra mujer, que casi no pasaba ni por el propio salón, fue la frutilla del postre.

Natalia se inclinó hacia Roberto, en un susurro sutil.

- No tengo idea quiénes son, Roberto, pero la mina que vino con este tipo no tiene nada que ver con esto y ahora, esta otra, peor todavía. ¿Dónde viste una reunión de sindicalistas así? Acá está pasando algo y no sé qué es. Por eso estoy callada. No quiero cagarle la negociación a este, a Alejandro, pero no sé qué está pasando ni qué hacemos acá.

Natalia hace una pausa y sigue susurrando.

- Yo diría que nos fuéramos. Esto no tiene ningún sentido. A las minas no les veo pinta de negociar nada, y no sé, si vino gente que vos no conocés... los de la CGT los conozco hasta yo. Pensalo. Yo mientras voy al baño.

- Disculpen por favor - dice Natalia, levantándose un instante de su sitio - Necesito ir un momento al baño, si es que vamos a entrar a otro lado. La cerveza ya empezó a hacer su efecto.

La joven mujer acomoda su silla, de un modo que se entiende perfectamente que volverá.

- Ya vuelvo.

¿Habrá alguien que se oponga? No, ¿por qué lo harían?

Dean sonrió como si a el también le hiciese gracia.

-Pues tal vez no la conozcas tanto como crees.

Pero pronto el también se puso serio, y miro al tipo directamente a los ojos, había estado esperando ese momento por años y una simple puerta no le iba a detener de hablar con ese mujer.

-Voy a pasar hay, así que puede ser por la buenas... Puedes entrar y preguntarle sobre mi, lo cual no creo que te lleve mas de un minuto o podemos hacerlo por las malas... Pero no me voy a largar.

Es entonces cuando todos los  líderes   dan media vuelta y se dirigen atrás del escenario.  Alejandro los sigue, con los demás sindicalistas. Natalia va al baño cosa que para otros es perfectamente normal. Roberto el joven que la acompaña, refiere que la esperará, aspecto que a los demás parece no importarles.

Está bien. Dice él dándote la razón, ve al baño y  aquí te espero. Dice murmurando esperando pensar en aquello que acaba de ocurrir.

Te volteas mientras vas hacia el baño y notas que el grupo en general se ha ido detrás del escenario.  Miras por encima de tu hombro y Roberto te espera en la mesa. El baño es del tipo normal que se encuentra en los bares, aprovechas para usarlo con el típico cuidado femenino frente a sitios públicos sin notar nada extraño. Cuando sales del cuarto te asomas, Roberto permanece en la mesa pensativo.
Recorres el bar con la mirada, ya no se escucha la música instrumental, el hombre ciego que toca la guitarra está hablando con otro hombre.  El resto de las mesas están ocupadas por personas que beben y hablan, con total normalidad, por un momento sientes algo de tranquilidad, las cosas se estaban tornando muy raras.
Tras lavarte las manos sales  directo a donde esta Roberto quien se levanta cuando te ve venir.

Vámonos,  te dice al oído,  estoy de acuerdo contigo, no me gusta esto... te sonríe... podemos ir a tomar una cerveza en otro sitio, y pasar el rato.

Caminan por el pasillo y comienzan a bajar por las escaleras, cuando de repente escuchas al igual que la compañía una discusión entre dos hombres. Uno tiene a un sujeto extranjero  contra la pared a punto de golpearlo.

Pues te veo pasar sobre mi cretíno. Dice el hombre de manera muy amenazante

En ese momento, sientes que el tipo te empuja contra la pared. La fuerza que tiene te sorprende, pero estas dispuesto a pelear,  sin embargo cuando estas a punto de responder sientes que alguien baja pesadamente por las escaleras acompañada de un grupo grande.
La persona que  parece maltratar los escalones es una mujer obesa, enorme que va acompañada de un grupo de personas que visten de manera informal,  justo cuando piensas que seras golpeado o comenzara una pelea, la voz de un hombre  se escucha.