Partida Rol por web

El anciano Estraven volvió a inclinarse un poco hacia adelante ante la pregunta de Bellator, en señal de deferencia — Por supuesto, mi señor, la hospitalidad de Bronbog es vuestra. Podréis descansar y reponer fuerzas... y comprobar que nada hay de extraño en estas tierras - dijo, invitando a los Templarios a entrar en el pueblo con un gesto de sus brazos. Volvió a erguirse y frunció el ceño ante las últimas palabras — No os lo aconsejaría, y menos que os alejárais de la aldea... pero sois un Templario después de todo — seguramente podría con cualquier cosa que tratara de hacerle algo, venía a decir.

Ante la pregunta del Alistair, el viejo le dedicó una fugaz mirada a la muchacha, pero no tardó en volver a girarse hacia el caballero para responderle — Mucho me temo que así es. El padre Vilem llegó a Bronbog hará un par de meses, pero... nunca llegó a adaptarse bien. Algo que entiendo, por otra parte. No es un lugar al que uno vendría por gusto, pero es donde siempre hemos vivido — explicó — Me temo que el sacerdote no llegó a comprender del todo cuan peligroso puede llegar a ser el pantano... y un día desapareció sin más.

— ¡Pero...! — empezó a decir la joven.

— Basta, Fayre. Nuestros invitados están cansados — la cortó el anciano. Molesta, la chica se limitó a dar un bufido de enfado y se alejó de allí, perdiéndose entre las casuchas.

Viendo que los caballeros empezaban a desmontar, el anciano les indicó que lo siguieran — Por favor, siganme. No hay caballerizas en el pueblo, pues no tenemos animales. Pero podrán dejarlos atadas frente a la casa comunal, allí es donde podrán descansar del viaje.

Estraven guió a los que fueron detrás de él hacia el pueblo.* Las cabañas estaba construidas formando círculos alrededor de un pequeño claro que servía de plaza, en el medio del cual había un grueso tocón de árbol, donde cualqueira podría subirse para ser escuchado y visto por todos en la pequeña aldea. Enfrente del tocón, había una cabaña un poco más grande que las otras, pero que presentaba el mismo aspecto desgastado. La gente los observaba desde los pequeñps ventanucos de sus casas, sin atreverse a decir nada. Algunos cerraban se escondían cuando les era devuelta la mirada.

— Aquí podrán descansar con tranquilidad. Dentro de poco traeremos algo de comer y beber. No tenemos mucho, pero las leyes de la hospitalidad deben respetarse, y más con los pertenecientes a su Orden.

Aceptamos la invitación del anciano, avanzamos todos tras él, adentrándonos en el pueblo. Una vez dentro me separé del grupo, dando unas palmadas sobre el lomo de mi caballo, comprobé que Angus sujetaba bien las riendas, y haciendo una señal a mis compañeros, inclinando la cabeza, me adentré entre dos de aquellas casas, buscando a aquella joven.

No hacen falta dos escenas, si estás solo marca tus posts únicamente para el director o solo para tí y así los demás no podrán leerlos.

Sí, yo llevaré a la chica y lo qie diga esta, y lo mismo con cualquier personaje que no seáis vosotros. La chica está en el borde del pueblo, justo fuera de la línea de casas. Si no quieres esperar a que mañana te cuelge post (hoy es que he tenido que salir de casa y no he podido) puedes escribir que la buscas entre las casas y la ves en el linde, ahí te acercas y le dices lo que quieras

Sobre lo de venirte arriba, no te preocupes. Salvo que sea muy bestia o contradigas algo que el capitán ha dicho expresamente, no debería haber problema.

... El Sargento, tras hacernos una seña, va en pos de la joven; por mi parte, ya pie a tierra, voy tirando de mi caballo y el suyo, interponiéndolos intencionadamente entre la dirección que tomó muestro compañero y el Anciano Estraven, mientras procuro estar atento a posibles gestos de mis camaradas.

Ato las riendas de nuestras monturas al poste que hay ante la Casa Comunal, pendiente de todo cuanto hay alrededor; veo que la casa tiene una posición central en el pueblo; no parece especialmente robusta, por lo que no ha tenido funciones defensivas... si, tal vez sea por nuestro oficio, pero también es por supervivencia: cuando nos otorgan un alojamiento, es importante ver que capacidades defensivas nos ofrece.
 

--Muchas gracias, le agradecemos su hospitalidad

... agradezco de este modo al Anciano; intento que no se note la ausencia del Sargento, evitando al hablar el incómodo silencio que pueda causar que le de por buscarle con la mirada. Dado que es una respuesta de cortesía, es aceptable entre Caballeros saltarse el orden jerárquico habitual, ya que en determinados aspectos nos comportamos como Hermanos más que como una institución meramente militar... tal es una de las causas de que seamos tan especiales en el mundo en que vivimos: este grado de camaradería es desconocido entre otras grandes huestes de grandes reinos.

Procurando que el movimiento contínuo confunda de nuevo al Anciano, me dirijo a dar una vuelta alrededor de la Casa Comunal; así, si el Anciano echa de repente de menos al Sargento, puede pensar que está haciendo algo similar. No observo nada extraño alrededor; es una simple cabaña, grande, no especialmente bien conservada, ni ofrece un buen refugio defensivo, lo que indica que en este poblado se ha vivido en paz.

Me dirijo al Capitán en cuanto considero que el Anciano no puede oirnos

-- Capitán, la cabaña no tiene nada extraño por fuera, pero en caso de necesidad, no ofrece una especial buena defensa. ¿Debemos preparar una patrulla para inspeccionar la zona una vez nos instalemos?

No te preocupes, espero a que pongas el post.

Así dependiendo de lo que pongas, describiré la escena de una manera u otra, pero seguro que más certera.

Tras entregar su caballo a Angus, el sargento Bellator fue en busca de la joven para llevar a cabo su plan de averiguar realmente que sucedía en aquella aldea. El poblado no era muy grande, pero la disposición de las casas no seguía un patrón claro salvo el de ir haciendo círculos alrededor del centro, por lo que aquello era casi un laberinto. Tras dar varias vueltas por entre las cabañas, finalmente acabó saliendo al exterior del poblado.

Allí, en la linde que marcaban las casas, estaba Fayre, de espaldas a Bellator. Estaba de pie, observando el pantano más allá, con los brazos extendidos, y los puños apretados.

Avanzaba lentamente entre aquellas casas, sintiéndome observado a cada paso, era evidente que algo pasaba y que el anciano no era el único que ocultaba cosas.

Caminé lentamente hacia ella, hasta ponerme justo al lado de la joven, y sin mirarla en ningún momento, dije - Bueno jovencita, es evidente que algo ocurre por aquí. Ahora estamos solos, ya no habrá nadie que te impida hablar, es tu oportunidad para explicármelo todo. 

A Alistair no se le escapó la maniobra del sargento, quizás había sido brusca pero el caballero pensaba que era necesaria. La tal Fayre tenía una versión diferente, que tal vez no mejor, que el anciano Estraven.

Le pareció curioso la recomendación: no alejarse de la aldea...con la pinta que tenía de haber conocido tiempos mejores, tampoco sabía muy bien si serviría de mucho quedarse en ella para evitar peligros. Avanzó por la misma sintiéndose observado por las temerosas gentes que se asomaban por los tristes ventanucos y que evitaban todo contacto con los templarios. Se quejó de ello al anciano:

-Que haya desaparecido el padre Vilem es un hecho desafortunado...pero, ¿por qué la gente nos evita? Toda además salvo vos... Algún motivo habrá, y si no lo hay no habrá problemas en que hablemos con algún aldeano.. quiera, o no - la última parte indicaba la impaciencia de Alistair, estaba dispuesto a mantener las formas un tiempo, pero no a que lo tomaran por más tonto de lo que era.

Ató el caballo a los postes de la entrada de la Casa Comunal cuando escuchó a Angus sobre la defensa de la casa comunal y sólo pudo añadir:

-Si finalmente ve bien esas patrullas, yo me uniré a Angus si le parece - dijo deseando "hablar" con los aldeanos.

El sargento Augusto Bellator era un sabueso viejo, había olido algo e iría en su búsqueda a pesar de lo que yo le pudiese decir. Con una señal de asentimiento le di la confirmación para que se lanzara a la búsqueda la de jovenzuela, después de todo era algo que Augusto pensaba hacer con o sin mi consentimiento. Más importante es que todos nos habíamos dado cuenta de lo que no estaba encajando allí. Así que, si no hubiese sido el Sargento, el resto hubiésemos optado por hacer lo mismo.

 La ausencia del Sargento era algo que el anciano no iba a pasar desapercibido. Pero era algo que se podría llegar a justificar, mientras que solo sea uno de nuestros soldados el perdido allí fuera. Por lo que respondo a Angus de la siguiente forma: -Primero debemos aceptar el ofrecimiento de comida y refugio, más tarde cuando hayamos comido los enviaré con Alistair o Martha a buscar al Sargento si no ha regresado, o a inspeccionar el área. Pero primero debían fingir un poco. Aceptarían de buen grado la hospitalidad del pueblo y luego organizarían su operar.

Por último, dirigiéndome al anciano le digo. – Con todo mi respeto, mi estimado Estraven, me gustaría disponer de unas palabras a solas con usted después del banquete. Verá, no hemos hecho un viaje tan largo para irnos sin indagar un poco más. Luego si finalmente caemos en la cuenta de que todo está en las condiciones que se afirman nos marcharemos sin haberlos molestado demasiado.

Mis hombres eran astutos, y entendían como debían proceder. Estaba totalmente seguro que no había nada que se moviera en la aldea sin que se entere el anciano, pero si el anciano estaba ocupado hablando conmigo, no se enteraría de nada por un rato. En esa ventana mis hombres deberían averiguar todo lo pertinente a nuestra misión. Luego, llegado el caso, yo como Capitán debería explicar algunas cosas, pero confiaba en el criterio de mis hombres, y que no se meterían en problemas gratuitamente.

Martha había estado en silencio.

- Todo buen aprendiz ha de escuchar antes de actuar, aprender de quienes saben y empaparte de todo su conocimiento. Decía su padre. - Más también es un soplo de aire fresco e ideas fuera de lo común, su opinión es igual de importante. Normalmente errará o comentará lo obvio... pero algunas veces traerá esa idea brillante que por el día a día los veteranos habían olvidado.

Martha hizo eso, calló escuchó y observó. A los aldeanos. La mejor forma de predecir acontecimientos futuros era sin duda observar el presente. La gente, el lugar. Normalmente de esa observación además se solía obtener no solo conocimiento acerca del futuro cercano, sino también alguna cosa de utilidad que normalmente quedaría fuera del "radar".

Martha amarró su caballo y el de aquellos de sus hermanos que todavía no estuvieran atados. Al igual que hasta ahora prosiguió en silencio...

El anciano hizo un vaivén con la mano, como quitando importancia al comentario que había hecho Alistair — Es una aldea alejada y en la que apenas recibimos algún visitante de vez en cuando. La llegada de cinco viajeros tan distinguidos sin duda los ha impresionado en exceso. No os preocupéis, hablaré con ellos — Estraven emitió un sonoro carraspeo con la garganta ante la última afirmación del caballero Templario sobre hablar con los aldeanos aunque fuera a la fuerza, más respondió — Bueno, entra dentro de su autoridad, por supuesto...

Entonces intervino el capitán, atrayendo la atención del anciano hacia él — Por supuesto, capitán. De hecho, me gustaría comentarle una cosa sobre lo de antes, sobre Fayre... Para que no se haga falsas ideas sobre el lugar. Pueden quedarse el tiempo que necesiten, pero estoy seguro de que este malentendido se resolverá pronto — entonces Estraven abrió la puerta del caserón, que rechinó un poco, para permitir el paso al interior — Pero por favor, entren. Si me disculpan y no me necesitan, iré a preparar las viandas. — el anciano se inclinó de nuevo hacia adelante en señal de despedida y se alejó de allí para meterse en una de las cabañas.

El interior del caserón era tan rústico como su apariencia exterior. Había una pequeña mesa pegada a la pared con varios taburetes de madera, y unos jergones de paja al fondo. Pequeñas ventanas dejaban entrar la luz de fuera, que se reducía por momentos, aunque había varias velas encima de la mesa y sujetas a las esquinas con un soporte metálico. Incluso allí los acompañaba el mal olor del pantano, con el que los lugareños parecían convivir sin problemas, después de tantos años. Ellos tardarían un tiempo en acostumbrarse, pero hasta entonces cada respiración les sabría a agua estancada.

No sería el lugar más cómodo en el que hubieran descansado, pero el soportar cualquier penalidad necesaria para el cumplimiento de la misión entraba dentro del entrenamiento de la Orden. Con los caballos asegurados en el exterior, sirviendo de paso como alarma, los cuatro Templarios se acomodaron en la casucha, a la espera del sargento Bellator. Martha, que hasta ahora no había abierto la boca, quizás hubiera descubierto algo precisamente por eso...

En su breve paseo por Bronbog, Martha pudo darse cuenta de varias cosas. La noche estaba a punto de llegar, y supuestamente en ese momento se producían las desapariciones. Quizás pudieran averiguar algo más entonces.

Era evidente que algo allí se les escapaba, tenían dos versiones de lo que sucedía y ninguna de ellas clara. Si de verdad estaban sucediendo cosas extrañas en la aldea, seguro que habría indicios de ello por la zona. Puede que incluso no muy lejos de los límites del poblado.

En aquel lugar dejado de lado por los avances modernos, poco había que pudiera resultar aprovechable a los Templarios. Aunque, si llegaban a entrar en el pantano, unas antorchas les vendrían bien para sortear las zonas en las que se formara niebla a causa de la húmedad del aire.

La joven se sobresaltó al escuchar la voz del sargento a su lado. Se giró con un respingo y una expresión de sorpresa en el rostro, pero se relajó al ver que se trataba de uno de los Templarios.

— Disculpad, me habéis asustado — se explicó — Estaba... No importa - la muchacha se recompusó y empezó a hablar — Les he dicho lo que sé. El padre Vilem llegó hace dos meses para traer la palabra del Creador a la aldea, ¡Incluso construyó una pequeña capilla! Al principio costó, pero algunos empezaron a hacerle caso, y entonces desapareció sin más. ¡Y luego hubo un incendio en la capilla! Y la gente siguió desapareciendo ¡Incluso niños! ¡Y sus padres no hacen nada! - entonces se acercó al sargento para hablar en voz baja — Sé lo que piensan de mí, siempre los oigo cuchichear a mis espaldas. Dicen que estoy loca y que veo fantasmas ¡Pero no lo estoy! ¡Todo es real, y ellos no me creen! ¡Prefieren seguir como si no pasara nada! — la chica se iba excitando y alzando la voz cada vez más.

Martha observó aquella cabaña. Era incluso peor que la de su padre, sin mencionar aquel olor... ni todo el fiemo de la granja era comparable con el olor de aquel pantano. Ahora que estaban solos una sensación de calor la recorrió. Siempre le ocurría cuando estaba con sus compañeros.

- Parece que la noche esta por llegar hermanos. Por lo que he entendido es en ese momento cuando se han producido las... las supuestas desapariciones. - 

Se quedo un momento pensativa, tratando de recopilar sus pensamientos antes de exponerlos ante su Capitán y los dos caballeros. Siempre trataba de juntar las ideas en su cabeza antes de hablar para que al hacerlo tuvieran una forma y contenido aceptables. Otro legado de su padre posiblemente...

- Creo que sería apropiado explorar el pantano y los alrededores del pueblo. Si lo que decía la mujer es cierto debería haber pruebas de ello, alguna pista. Una huella quizá, un rastro. Por otro lado... si vamos a ir al pantano - Miró de nuevo por la cabaña y se hizo con una serie de palos y trapos. Cogió una de las velas de aceite y la apagó, dejando tan solo el aceite en el recipiente y una vela de cera al lado del mismo. - tenemos todo lo necesario para preparar unas antorchas. Existe la posibilidad de que sea peligroso tal y como ha dicho el anciano. Ver bien por donde caminamos es básico - 

Su propuesta estaba hecha, pero además de ser una propuesta era una prueba que se hacia ella misma. Sus compañeros ya sabían que de vez en cuando se adelantaba a ellos planteando un posible camino o solución al problema esperando encontrar la aprobación o en caso de ser necesario una corrección. 

Alistair no le dijo nada a Estrave, asintió cuando mencionó la palabra autoridad y poco más. El caballero se mantuvo silente y  vio como se alejaba Estraven preguntándose hasta que punto el viejo era la máxima autoridad aquí, tenía la sospecha que quizás el no era quien realmente tomaba las decisiones... aunque los aldeanos... los aldeanos que reaccionan mal ante Templarios. Eso sí que no le cuadraba a Alistair quien estaba por hablar con ellos, por las buenas o por las malas. Esa ingratitud hacia los Templarios quizás ocultaba algo, algo que habían pasado por alto.

Pero de momento entró en el caserón, no es que fuera gran cosa pero casi se lanza contra uno de los jergones. Se contuvo, por poco, pero no le faltaban ganas. Miró alrededor...el sitio era una mierda, pero mejor que dormir afuera era y quería creer que olía un poco menos a ciénaga que en el exterior.

- Martha-dijo en un tono de familiaridad que sólo usaba cuando no había extraños, en otro caso seguramente le habría llamado Escudera o Escudera Martha- vamos a esperar a Agusto a ver que ha averiguado y decidimos. -Miró al capitán mientras seguía pensativo en la situación. 

Escuchaba las palabras de la joven, se notaba que se ponía nerviosa al hablar, ¿sería porque todo era cierto y yo era la primera persona que la escuchaba, o tal vez estuviera loca de verdad?

De todos modos, necesitaba más información sobre todo aquello, - mi gente y yo llevamos muy poco tiempo por aquí, pero sí que nos hemos dado cuenta de que no eres demasiado popular, la gente te mira mal, del mismo modo que nos miran a nosotros desde que llegamos, por esa razón me inclino a pensar que nos digas la verdad y no estés loca. Pero necesito que me digas algo más. ¿Por qué el Padre Vilem?, ¿qué pude decir ese hombre de Dios para cabrear a alguien? - primero llegó, desapareció y después se quemó la capilla, una cosa estaba clara, no era casualidad, era un ataque contra el Padre Vilem o contra la Iglesia o incluso contra los dos. - Es evidente que el anciano que nos recibió tras nuestra llegada no comparte tu modo de pensar, no tiene demasiada buena opinión del Padre Vilem, ¿por qué crees que es?

Todo lo que me contaba la joven me preocupaba, lo del pobre Padre, pero algo me llamó especialmente la atención, ¿desaparecen niños y sus padres no dicen nada?... Lo cierto es que yo nunca conocí a mis padres pero incluso alguien como yo no veía normal esa actitud... ¿por qué sería? - ¿gente desaparece, niños desaparecen, y parece que a nadie le importa?, espero equivocarme pero, ¿crees que alguien de está aldea cree en los sacrificios humanos? - mi cabeza empezaba a divagar imaginando todos los escenarios posibles, esperando que las respuestas de aquella joven me tranquilizaran al menos un poco

Angus pensó: "Bueno, en el fondo, depués de haber estado trabajando en las caballerizas en mi época de escudero, esto solo huele ligeramente peor que en algunas ocasiones"

... en el fondo, el que no encuentra consuelo, es porque no quiere, siguíó meditando Angus, intentando hacer más llevadero el problema del olor, pero pensando también en el problema que tendrían por la noche... hordas de moscas y mosquitos zumbones; supuso que ya se preocuparían de ello más tarde, que aún había temas más importantes.

Se volvió sonriendo a su Hermana Escudera

--Martha, cualquier idea que tengas, siempre es bienvenida; todos tenemos puntos distintos sobre la misma realidad. A veces varios vemos lo mismo ante el mismo problema, pero otra perspectiva puede aportarnos luz donde no vemos más que oscuridad.

... después asintió en dirección al hermano Alistair

--Capitán, creo que ambos tienen razón; habrá que hacer una batida, y esperar antes a estar todos, pero... de noche, con antorchas, seremos nosotros los que seamos visibles, y no quien veamos lo que pueda haber por ahí, aparte que es un sitio de por sí peligro para ir casi a ciegas. Tal vez sería mejor ir cuando aún hay luz y podamos ver si hay huellas, rastros o restos, y quizá montar un puesto avanzado de escucha en algún buen sitio dentro de esa ciénaga apestosa. Si la noche es clara y hay buena luna, será más fácil acechar que deambular.

--Y, si me permite la sugerencia... tal vez sería buena idea ver donde entierra esta buena gente sus muertos... Pueden ocultarnos cosas o presentarnos un velo de falsedaz, pero el miedo y la muerte no mienten; allí podremos ver en las fechas de los sepulcros si hay anomalías.

No podía estar más satisfecho con mis hombres. Cada uno tenía una iniciativa diferente, y sin embargo todas complementarias. Muy bien, pongamos orden:

-No importa de lo que finalmente nos traten de convencer en la aldea, tarde o temprano tendremos que investigar el pantano, tienes razón Martha. Pero tanto Alistair como Angus están acertados en lo que dicen. Por un lado, es imperioso esperar al Sargento, y por el otro, si el pantano es tan peligroso como nos cuentan, nuestro primer contacto con él debería ser durante el día. – dijo Rogal validando cada una de las palabras de sus soldados. – Por ahora el plan sigue siendo el mismo, aceptamos la hospitalidad del anciano mientras esperamos a Augusto, luego yo iré a parlamentar con él, y mientras tanto ustedes irán a la aldea y corroborarán con sus propios ojos toda información que crean pertinente. Cuantos habitantes hay, cual es la extensión total, de que infraestructura disponen, como son sus límites, donde comienza el pantano. Averigüen todo lo que puedan sobre los desaparecidos. – estaba enumerando una lista de tareas para sus hombres, pero era solo una cuestión de animarlos. Ellos sabían muy bien cómo proceder, por algo formaban parte de la orden. – Pero no pequemos de ansiosos. Aguardemos por Augusto, y escuchemos que tiene para decirnos.

Mientras iban hacia el caserón, Alistair pudo fijarse brevemente en algo que le llamó la atención entre las casas. Había un hueco en la parte más exterior del poblado donde el suelo parecía manchado y ennegrecido, como si se hubiera quemado allí algo hacía un tiempo.

También pudo darse cuenta de que, al menos allí en la aldea, realmente Estraven hacía las veces de jefe del lugar y los demás seguían sus instrucciones, como había pasado al recibirlos... al menos frente a los extranjeros.

Era evidente que el anciano se guardaba algo para él, incluso si su versión de los hechos era la verdadera y la muchacha mentía, había algo que el viejo ocultaba.