Partida Rol por web

Tras dos segundos de pánico, Leonora recorre presurosa 4 o 5 escalones, agachándose y buscando algo en el suelo de la escalera, mientras dice fuera de sí:

-Oh, corazón de mi ser, no atestigües en mi contra, no te rebeles contra mi antes de traspasar las puertas que velan los terribles guardianes, no hagas que mi nombre se ensucie ante los jueces!

Con las fauces llenas de girones de dermis y otros tejidos propios, sin duda, Pietro escuchó desde su círculo sanguinolento en el suelo las palabras de Ludmilla. Y en ellas sintió la grandeza de la Luz, la Certeza de la Santidad. ¡Ah, la mujer, la bella Ludmilla que hablaba de sentimiento!

Intentó asentir, mientras un hilo de baba roja caía lentamente por la comisura de su labio, ansiando y desesperando el contacto de la garra de aquella diosa...

E intentó repetir su cántico, aunque fueran sonidos inconexos los que pronunciara...

-¡Oh.... cor... raz... on e mi... seeee.....!

Una serie de sonidos guturales consumidos por el repentino grito de Leonora antes de arrodillarse parecían haber llegado a oídos de Virginia... pero ahora esas sílabas arrastradas llegaban más claras, haciéndose eco de las palabras de Leonora:

-¡Oh.... cor... raz... on e mi... seeee.....!

- decía una invisible voz vagamente masculina y completamente quebrada y afónica, desde las escaleras.

Por unos segundos se quedó sin saber que hacer, si seguía avanzando de buen seguro que se encontraría con algo atroz y espeluznante, estaba segura por que volvía a tener uno de sus pápitos, pero lo que mas temía es que fuera uno de los cambios que últimamente se realizaban en sus compañeros y que este fuera especialmente horrible. Con el miedo afincado en su cuerpo avanzó unos pasos, indecisa. Una voz en su interior le dijo que la curiosidad mató al gato, pero pareció no escucharla

Cuando la mirada de Virginia remonta el borde de la escalera y desciende con ella, lo que ve la deja paralizada de terror. El cuerpo descarnado de quien antes tal vez fuese John Toshack, vestido con las ropas de John al menos, yace contra los duros escalones, a los costados de Leonora. La sangre mana en finos regueros escaleras abajo, empujando lo que evidentemente son jirones de la pecosa dermis del infortunado militar al que parece que hubieran pelado allí mismo. El traje provisto por la universidad sigue en su lugar, a pesar de que su tela está anegada en fluídos vitales de todo tipo. Obviamente algo ha ido terriblemente mal... pero ni siquiera eso es lo más horrible de la situación: lo más horrible es ese huidizo ojo que se gira repentinamente en aquella cara sin párpado y mira henchido de angustia, mientras trata de articular las palabras que Leonora entona cadenciosa.

Su pronunciación era tan terrible como tal situación podía hacerla... o aún peor. Rápidamente comprendió Virginia por qué: el vomitivo ser extendió su lengua eniesta por el suelo y aferró con la punta una porción de su propia piel para acercarla a sus inexistentes labios y masticarla. Estúpida y tñetricamente, sus manos descarnadas buscaban otros pedazos de su propia dermis, para deglutirlos a la menor oportunidad. La sangre chorreaba por sus encías en una horrorosa cascada oscura.

Repentinamente fuera de sí, con la cara desencajada por el terror, Virginia acelera hacia el hombre despellejado y lo patea sin consideración. El impresionante golpe hace salpicar la sangre y Leonora está a punto del pasmo cuando ve ascender la cabeza del pobre militar y luego descender contra los escalones. Sin embargo, milagrosamente y para mayor pánico, el ser masticante sigue vivo.

-Pero... ¿qué haces loca?

Grito desesperada, levantandome y propinandole un fuerte empujón a Ilona con la fuerza necesaria para estamparla contra la pared más cercana.

-Es Pietro, es que no lo ves Pietro...

Y rompo a sollozar, pues si hasta ahora la historia conseguía hastiarme y desesperarme en un sentido distante, es ahora cuando me golpea toda la crudeza de la situación, haciendome ver que todo... da asco.

Desde las cuencas descarnadas, los globos oculares del que ha sido Pietro, y ha sido John, se clavan con el velo de la incomprensión en el rostro de Ilona.

No pronuncia palabra, quizá no pueda. Apenas unos sonidos guturales acompañan el seco crujido del hueso al golpearse su cráneo contra el mármol del escalón. La piedra se está tiñendo de escarlata por la sangre salpicada, y girones de carne se esparcen por doquier, mientras él, aún con su propia piel colgando de la mandíbula desencajada, intenta incorporarse... Finalmente lo consegue, mientras sigue masticando, a pesar de sus rotos huesos faciales, provando un demencial crujido.

El que puede que otrora fuese un hierático militar consigue incorporarse babeando sangre, mientras la loca mujer joven vuelve a echársele encima. Sin embargo, Leonora la aparta levemente en el último momento, haciendo que su intento falle por poco. AL ver la reacción de la mujer, la joven objeta:

-¡La loca eres tú! ¡Él sufre y si no lo ayudamos acabaremos como él!- dice la muchacha fuera de sí, con los ojos a punto de salírsele de las órbitas.

Luego se arrodilla junto al despellejado y comienza a incrustarle la cabeza contra los escalones, hasta que se convierte en una masa sanguinolenta. Pringada de sangre y evidentemente fuera de sí, la mujer mira a su compañera con los ojos vidriosos, y la expresión de acabar de despertar de un sueño profundo y desagradable.

Sin poder resistir el terrible castigo, John cede a la violencia a la que se le somete, terminando muerto en su propio charco de sangre a no mucho tardar... Requiescat in Pacem, Pietro... Requiescat in Pacem, John.

Las palabras de Ilona me dejan aturdida por unos momentos, todo carece de realidad, y casi me siento desfallecer. No hay duda de que la situación no da para más, John está muerto e Ilona y yo al borde de la locura, sólo hay que vernos para deducirlo.

Sin ánimo para nada más, pego la espalda a la pared, y voy arrastrandome por ella hasta quedar sentada en el suelo, con las piernas flexionadas y la cabeza entre ellas, para romper a llorar al fin, y sin preocuparme de quien pueda verme, de lo que pueda suceder a mi alrededor, o de lo que pase en el universo. Se acabó, hasta aquí hemos llegado, y no pienso hacer otra cosa que llorar hasta que muera de histeria, tristeza, o de desidratación.

Observo el cuerpo de su compañero que ahora ya no representaba ningún peligro, aunque antes de alejarse le observo. De haberse movido hubiera seguido golpeándolo hasta acabar con el. Observó a su alrededor y vio a Lenora sentada en el suelo, abatida, en ese momento  sus fuerzas le fallan y se desploma de culo al lado de sus compañera.
-Deberiamos irnos

Es entonces cuando todo se precipita horriblemente, en una verdadera escena de pesadilla. De pronto el guiñapo muerto se alza hasta los dos metros y medio, sin dar la sensación de sufrir en absoluto por su situación. Sus brazos y piernas se anchan como troncos. Un agudo grito de desesperación desgarra el aire desde su garganta, cuando una terrible ampolla aparece en medio de su frente y se parte por la mitad, abriendo los párpados de un amenazador ojo rojizo, mientras un profundo crepitar enrarece el aire a su alrededor.

Evidentemente el ser está vivo, de algún modo imposible; cosa que queda más que patente cuando el ser se incorpora lentamente, con un gesto que promete dolor.

Se asemeja su aspecto a mi brazo? o su ojo a mi ojo? En cualquier caso creo que se impone una bajada precipitada por las escaleras, vaya que corro como si me fuera la vida en ello. No hago ni caso de lo que pueda hacer o decir mi compañera y salgo al exterior del edificio, buscando a alguien, quien sea.

Cuando el guiñapo que había sido su compañero se levanto, dando origen a una pesadilla andante de mas de dos metros de altura, supurando por cada poro de su piel .  Cuando ese tercer ojo que estaba alojado en medio de la frente de ese ser se abrió, algo en la mente de ella se rompió por dentro.

Como el cuerpo me impide la salida, y estoy bastante asustada, aunque ya algo repuesta y sin caer en el pánico, me doy la vuelta y echo a correr hacia mi habitación, pensando en si hay algún recoveco que pueda utilizar para dar esquinazo al ser. Pienso rápido, porque veo el asunto complicado.