Partida Rol por web

En aquel barco las cosas no iban bien...Desaparecia comida, no habia una sola rata y el capitan enfermó al decimo dia. Todo bastante extraño pero se seguia el rumbo...Hasta que una fuerte tormenta azotó el barco; tentaculos salieron de las aguas constriñendo el barco y aplastandolo con furia. Los hombres gritaban "Kraken" varias veces mientras unos trataban de disparar virotes a la bestia marina y otros, desesperados saltaron por la borda buscando una salvación en el lejano continente que se veia. Lo que hizo Braka no importó para el caprichoso destino, fue a parar al mar y tras un golpe en la cabeza sus recuerdos son los de ser arrastrada por entre la maleza durante infinitas horas, oyendo un lenguaje a base de siseos...

Al despertar todo era aún mas misterioso, estaba en mitad de un marjal con arboles retorcidos e insectos volando por todas partes, pero lo peor de todo es que descansa sobre una losa de piedra con grabados extraños y restos de sangre reseca que se desbordan hacia los lados...Es una especie de altar; a juzgar por como refresca, debe ser pasada la medianoche, aunque aun lejos del amanecer y a la situación de la Semiorca se le añade el hecho de tener el tobillo izquierdo anclado a dicha losa mediante un grillete y una cadena que apenas medirá dos metros de largo, a su vez anclada a la base de piedra del extraño altar. En la zona hay un par de jabalinas con plumas apoyadas contra un arbol bajo, de aspecto endeble, pero queda lejos de los dos metros de esa cadena.

Barcos... odio los barcos.

La semiorca estaba aborreciendo cada vez más aquel maldito viaje. Entre la comida que escaseaba, la ausencia de ratas y la enfermedad de capitán, por no mencionar que Braka pasaba más tiempo vomitando por la borda que otra cosa, la hicieron jurar que, si lograba sobrevivir al mareo y pisar tierra firme, tendrían que dejarla inconsciente si querían que volviera a tomar un barco en su vida.

Entonces llegó la tormenta y el ataque del kraken. Braka sólo podía pensar en que si mataban a aquella criatura, tendrían alimento para el resto del viaje, mas la suerte no estaba de su parte. Uno de los tentáculos del monstruo marino golpeó a la semiorca, haciéndola caer por la borda del navío y, para colmo, al caer al mar, se golpeó la cabeza, quedando inconsciente. 

Al despertar se frotó allí donde se había golpeado, maldiciendo entre dientes. Entonces empezó a examinar el lugar en el que se encontraba. Lo que más le extrañó, fue la piedra sobre la que se encontraba -Brujería...- masculló entre dientes. Vio las jabalinas apoyadas en el árbol, y se intentó arrastrar hasta allí, mas algo sujetaba su pierna. Giró la cabeza, emitiendo un gruñido, cuando vio el grillete que la mantenía anclada a la roca ritual. Braka resopló. Estaba empezando a encabronarse entre el dolor de cabeza, el estómago vacío y ahora el tobillo engrilletado. 

Cogió la cadena con sendas manos, apoyando su pierna en el anclaje de la misma, y tiró con fuerza.

Gracias a la humedad, o sabe dios qué, el eslabon que conecta la cadena con el anclaje a la propia roca sale despedido por los aires, mandando a Braka de espaldas contra el embarrado suelo, pero al fin libre, no sin tener el grillete aun firmemente atado a su tobillo. El ruido parece llamar la atención de algo, una criatura sale de entre las ramas de un arbusto bajo y espeso y se acerca a las jabalinas apoyadas en el otro arbol, siseando.

-Sssshzz- Sisea peligrosamente, moviendose y sujetando una jabalina en la diestra.-Tu essstaar quieta, tu sssser fertil, chaman decirlo, y chaman nunca equivocarssse, tu traer fertilidad a tribu sssi esstar quieta; no daño, tu essstar quieta.-Dice de vez en cuando sacando la lengua entre sus amarillentos dientes. No es una criatura alta, quiza 1,60 de altura, y aunque parece tener un cuerpo atletico quien sabe que tipo de fuerza puede guardar un ser reptiliano bajo sus escamas.

La tensión se marcaba en los fuertes brazos de Braka, así como la vena de su cuello, mientras tiraba de la cadena. Finalmente, ésta se quebró y la semiorca, por el impulso, rodó más allá de la roca ritual, hasta caer en el lecho embarrado del suelo. Con gruñido de disgusto, se incorporó despacio, limpiándose el barro de la cara con el antebrazo. Al menos, se había liberado.

Mira haci el árbol donde había visto las jabalinas, cuando de pronto, arruga la nariz y el ceño, al ver a una criatura reptiliana acercarse. Braka se tensó, dispuesta a saltar sobre la lagartija bípeda, mucho más pequeña que la semiorca, que rozaba los dos metros de altura.

-¿Qué lugar es éste?- preguntó, con voz grave -¿Fértil?- al escuchar aquello, Braka puso cara de muy pocos amigos. Conservaba su virtud intacta y, si su tribu había desistido en obligarla a procrear, un reptil no iba a lograr que entregara su virginidad de buenas a primera.

De pronto, la semiorca rompió a reír a carcajadas tronantes, y miró desde arriba al hombre lagarto -Ni tú ni tú chamán sabéis quién soy...- dijo al terminar de reírse, dando un paso lento hacia el reptil -Soy, Braka Cercenadora de Escrotos, hija de Mahlim Colmillo Mellado y de Uhma Rompe Espinas- siguió avanzando hacia el hombre lagarto con paso firme, mirándolo fijamente y hablando en voz alta y soberana -. Por mis venas corre la sangre de Feraz Gran Colmillo y nadie, en este mundo ni el siguiente, me obligará a procrear si no me vence en combate antes- se acercó más hasta detenerse -. Si intentas algo, lagartija, aplastaré tu diminuto cráneo con mis manos desnudas, mas vivirás lo suficiente para ver cómo devoro tus testículos... ¡antes de escupirlos en tu asquerosa cara!

Sisea mientras escucha las palabras de Braka, la forma en que estira el cuello, lo recoge y retrocede algunos pasos da a entender que algunas quizá no las entiende, pero en cuanto Braka parece alzar la voz mas de la cuenta el escurridizo hombre lagarto se gira, echando a correr entre los matorrales; su cola golpea contra la corteza del arbol dejando una marca en esta y sus manos recogen las jabalinas, dejando a Braka casi con las ultimas palabras en la boca. ¿Demasiada molestia para una hembra fertil?, quien sabe, pero la criatura ha echado a correr a la minima. A lo lejos, entre el zumbido de algun insecto y las ramas agitarse al paso del hombre lagarto, se oyen sus siseos, respondidos por otros...Quizá el lagartijo no esté solo.

La semiorca torció el morro en media sonrisa al ver huir al lagarto. Éso... huye, antes de que cene reptil a la brasa, Pensó. No obstante, arrugó el ceño al escuchar otros siseos. Braka miró alrededor y decidió seguir el curso del río hacia arriba. No rechazaba ningún combate, pero tampoco era estúpida. Estaba desarmada y a saber cuántos bichos más de ésos habrían. No, sin duda, perseguir a la lagartija, era demasiado temerario incluso para ella.

Caminando por el pantano Braka tiene que esquivar de vez en cuando lodazales y charcas, los insectos comienzan a picarla de vez en cuando y hay fetiches de plumas colgados aqui y allí...Esto debe ser territorio de los hombres lagarto sin duda, puesto que son las mismas plumas que colgaban de sus jabalinas. En un momento dado le parece ver algo que brilla entre las ramas y hierbas que cubren la zona. No tarda en descubrir su mochila abierta y todas sus pertenencias desparramadas aqui y allí, no muy lejos, como si algo o alguien hubiese estado buscando algo de valor (o a saber qué) entre sus pertenencias anteriores; está todo alli, incluidas las armas que parecen no haberlas tocado mas allá de apartarlas a un lado. Apenas quedan unas horas de luz y la humedad y el frio del lugar parece suficiente como para dar a una semiorca perdida una mala noche.

Braka habría deseado apretarle al lagarto el pescuezo hasta que sus ojos saltaran de las escamosas cuencas, pero no era estúpida. Si habían más de aquellas criaturas, no iba a arriesgarse a enfrentarse a una decena o más de hombres lagartos.

Siguió caminando hasta que vislumbró algo. La semiorca arrugó la frente, aproximándose con cautela, pues las plumas y abalorios que pendían por la zona, indicaba que alguna tribu, posiblemente de aquellos reptiles, se asentaba allí. Su sorpresa incial preciedió a media sonrisa de sus labios. Había encontrado su equipo.

Atenta a cualquier ataque, la Cercenadora de Escrotos se apresuró a equiparse debidamente, ajustando su peto de cuero y su escudo, mientras sostenía el hacha en la diestra. Se colgó su mochila arpillera y se dispuso a abandonar aquel nefasto lugar, antes de que volvieran a por su "fertilidad".

Llega un nuevo dia y con los primeros rayos de sol Braka encuentra un refugio en el pantano, es una cabaña improvisada con los restos de un caldero y raspas de pescado, y lo mas importante es que no hay fetiches de hombre lagarto en esta, lo cual es una buena señal. La zona es menos cenagosa y por suerte Braka no ha tenido que sortear muchos cenagales ni zonas poco recomendables para viajar a pie, pero no se está librando de su buena ración de mosquitos, que pululan por el aire emitiendo su molesto zumbido y picandola incluso cuando esta caminando.

Hay maleza y hojas sueltas que pueden ser usadas para ocultar la cabaña, si Braka se molesta en hacerlo.

Lo bueno, era que había encontrado un refugio, por lo que no era menester que Braka improvisara uno, y tampoco había rastros ni abalorios de aquellas lagartijas. Lo malo, es que necesitaba comida y agua, y que el refugio en sí no era muy discreto. 

Tras barajear sus opciones,  decidió primero ocuparse de ocultar con ramas y hojas la cabaña, confundirla con la foresta. Con ayuda de su hacha, cortó algunas ramas y las fue colocando en torno a la cabaña. Dio gracias de haber encontrado su hacha, si no, la tarea le habríanllevado mucho más tiempo.

Braka canturreaba en voz baja mientras trabajaba -Rema, rema, reeema, rema...navega por el riiiaaachuelo...- al menos así, tanto su mente como su cuerpo se olvidaban no sólo del cansancio, sino del hambre. Aunque la semiorca... digamos que no tenía precisamente una voz melodiosa.

La madera que le sobró, la amontonó dentro la cabaña para hacer más tarde una fogata. Salió y, apoyando sus puños a ambos lados de sus caderas, Braka admiró su trabajo, satisfecha. Dio un recorrido con la mirada a su alrededor. Cogió su hacha, las jabalinas y se preparó. Era el momento de buscar comida.

La cabaña queda bastante oculta, aunque la madera de la zona está húmeda y sera dificil hacer una hoguera en el lugar, aunque no imposible.

Cuando sale de caza Braka ve rasgos que la suenan de cuando cazaba en otro lugar, las rocas, los liquenes mordisqueados, algunos excrementos reconocibles...Hay jabalís en la zona y eso si puede ser buena comida para una semiorca. Al final acecha a una madre jabali con sus dos crias...Realmente peligroso si la caza no se la da bien, por que estando con sus dos crias la madre puede enfurecerse mucho. Los pequeños estan retozando en el fango y la madre parece estar descansando sobre su lomo, respirando tranquilamente mientras mantiene un ojo sobre los pequeños, que hacen un ruido considerable entre topetazos, gruñidos y chapoteos..Sin duda estos animales deben ser la mayor fuente de comida de la zona.

La semiorca comenzó su búsqueda de alimento. Siguiendo sus instintos y gracias a su experiencia, Braka encontró un rastro que la llevó hasta una madre jabalí y sus lechones. Dudó en su objetivo: la madre era un blanco mayor, pero más difícil de matar y una embestida de jabalí no era moco de pavo. Los lechones eran la mejor opción, aunque no estaban quietos, pero la madre enfurecería para defender a sus crías.

Estudió a sus posibles presas y al final optó por uno de los lechones. Más fácil, más rápido y la jabalí podría aparearse para darle comida a otros que vinieran después. Dejó su hacha en su cinto y se preparó para atacar con las jabalinas.