Partida Rol por web

La jabalina se queda corta en su trayectoria, los pequeños interrumpen sus topetazos y corretean al resguardo de su madre, con el temblequeo en las piernas ante lo desconocido. La madre se incorpra inmediatamente y comienza a gruñir, encarandose lentamente hacia Braka, afianzando sus patas en la tierra y dando a Braka suficiente tiempo como para reaccionar y actuar.

Mala suerte.

La bárbara ya estaba maldiciendo entre dientes mientras veía cómo su lanzamiento erraba. Tal y como Braka pensaba, mamá jabalí no se tomó demasiado bien que alguien osara atacar a sus retoños. Si la semiorca quería comer, iba a tener que ganarse la comida.

Viendo la inminente embestida de la bestia, la bárbara no se achicó. Enseñando los dientes y sin perder el contacto visual, Braka dejó caer la jabalina y desenfundó su hacha. Braka bramó, golpeando su escudo con el canto del arma -¡VAMOS! ¡Pienso ganarme el almuerzo, cerdita!- gritó entre dientes mientras se preparaba para recibir el primer embite del animal.

Mama jabalí carga instintivamente a por ella, colmillos por delante, intentando darla algun tipo de topetazo, cortarla las piernas con sus afilados colmillos y hacer lo que una buena madre hace: defender a sus temblorosas crias.

El dolor es inmediato, las afiladas cuchillas de mamá jabali cortan a la semiorca en el muslo, en la cara interior de este, haciendo que brote una gran cantidad de sangre y casi haciendola perder el equilibrio.

Subestimé la fuerza del animal y lo pagué. Un alarido de dolor surgió de mis labios cuando sentí el colmillo atravesar la cara interna de mi muslo. Rabiosa y dolorida, mientras empezaba a nublrarse mi juicio por la pérdida repentina de sangre, intenté atacar al jabalí, mas mi hacha no parecía hendir en su pelaje.

Mamá cerda chilla como si la estuviesen destripando, aunque por ahora no es así...defiende a sus crias bravamente, saltando sobre sus pezuñas para seguir clavando esos afilados colmillacos en Braka, haciendola un particular destrozo en su pierna, la sangre empapando el pelaje de la rabiosa cochina, haciendo que la semiorca caiga inconsciente, quiza arrepintiendose de elegir una presa como esta para la caza...

Al volver a abrir los ojos Braka siente un profundo dolor, especialmente sus piernas, que duelen como si tuviera hierro candente en ellas. Seguido de esto, la primera sensación que tiene es la de estar desnuda excepto por un sencillo taparrabos, y la siguiente sensación es la de una firme madera sirviendo de cama para su maltrecho cuerpo; cuando mira a su alrededor parece estar en una celda. Paredes de piedra oscura y unos...¿barrotes?, no, no son barrotes, son troncos de arboles definitivamente algo finos, a modo de barrotes y anclados a la propia piedra. La madera aún asi parece firme como el mas pesado de los metales, el sotano esta invadido de enredaderas y la humedad se extiende por aqui, la luz entra por varias aberturas y en un rincón del sotano se haya una mesa con diferentes redomas y botellas. La apariencia de laboratorio en un sotano, con celda para especimenes no termina de abandonar su cabeza cuando nota una cataplasma, algo espeso, pegado a sus heridas. Hay unas escaleras, de peldaños algo torcidos, que llevan a un piso superior, la puerta cerrada deja ver luz colandose por la parte inferior y un olor a comida se cuela en la estancia, haciendo que las tripas de la desarmada y casi desnuda Braka rujan.

Se llevó una mano a la cabeza cuando despertó, pues sentía su cuerpo pesado y el cuello muy rígido, aunque lo peor era su pierna. Sus ojos amarillentos observaron lo que la rodeaba y Braka frunció el ceño, no sólo por encontrarse encerrada en una celda y desnuda, salvo por el taparrabos, sino porque se preguntó cómo demonios había acabado en aquel lugar y qué había sucedido con la cerda furiosa cuando arremetió por segunda vez contra ella.

De pronto, el olor hizo rugir sus tripas. Estaba hambrienta. Intentó incorporarse a pesar del dolor y sintió una punzada en la pierna herida. Fue entonces cuando vio que alquien le había aplicado una cura.

-¿Hay alguien?- preguntó, sosteniéndose con ayuda de los barrotes a los que se aferró con sus manos -¡Eh! ¡Sacadme de aquí!- gritó,a sacudiendo los barrotes.

La puerta se abre con exceso de fuerza, posiblemente por que esté parcialmente atascada, y empujando con el hombro aparece una mujer que porta un cuenco de madera entre sus manos, tiene adornos, plumas, y en general viste con los colores que la naturaleza suele mostrar. Desciende las escaleras y observa a Braka con curiosidad:-Ah, me alegro de que estés viva, yo pensaba que no lo contarias...No te pongas en pie, es mejor que descanses las piernas, tenias unas heridas muy feas cuando te trajeron.-Le tiende el cuenco a traves de los barrotes, huele a estofado de jabalí claramente:- Soy Egrena, estás en mi casa...Tuvimos que espantar a cuatro lagartijos que no dejaban de decir que eras la fertil que querian, o algo así...Eso de ser fertil se ha convertido en una maldicion por estas tierras, por lo que veo, y esos chamanes escamosos no paran de perseguiros, de sacrificaros o quien sabe qué.

Al ver a la mujer, la semiorca gruñó, pero el esfuerzo fue demasiado y estaba muy débil, por lo que empezó a marearse. Ayudándose de los barrotes, llegó hasta el camastro y se sentó, resoplando, pálida por la pérdida de sangre.

-Egrena- dijo -. Yo soy Braka Cercenadora de Escrotos- torció los labios en media sonrisa -. Esas lagartijas... ahuyenté a una que gritaba eso de fértil- se tocó la herida, y gruñó por el dolor, aunque parecía más molesta por no poder levantarse que por la propia herida -. Maldita gorrina...

Miró a la mujer.

-¿Quién me salvó? Tengo una deuda de sangre con esa persona. Y, ¿qué clase de creencias absurdas sobre la fertilidad tienen esos lagartos? La sangre orca corre por mis venas. Ningún reptil me tocará.

-En seguida volveran a por ti, no te preocupes. Yo solo soy una mera cuidadora...-Dice con un atisbo de tristreza en su mirada, agachandose para dejar el cuenco de comida dentro de la celda de madera:- ¿Cercenadora de Escrotos?.-Rie al reparar en el sobrenombre:- ¿y eso por qué? ¿no te gustan los hombres o qué?. Yo solia ser así hace unos años, pero...bueno digamos que conoci a algunos y todo fue a mejor, placer, compañia y favores si sabes manejarlos bien.- Agarra un taburete que hay cerca y se sienta con rostro cansado:- No fue facil sanarte ¿sabes?, sangrabas mucho y teniamos prisa, perdimos a un chaman lagartijo por salvarte. Estamos en una guerra...abierta con ellos. Se han vuelto locos con lo de las mujeres fertiles, creo que al ser una raza mas en comunion con estos pantanos son mas sensibles a esas cosas.

-Cuando la sangre de un héroe corre por tus venas, muchos machos se creen con derecho a tomarte para unir su sangre con tu linaje- dijo la semiorca -. En mi tribu, muchos orcos jóvenes intentaron aparearse conmigo y yo les retaba a un duelo- torció el morro en media sonrisa -. Si me derrotaban, podrían coger mi virtud, mas si yo los derrotaba, cogería algo de ellos...

Las carcajadas de la semiorca resonaron en toda la estancia.

-Ellos querían tomar mi flor, y yo tomé sus testículos. Un trato justo- Braka sonrió -. Así me gané el nombre. Como entenderás, tras castrar a un par de orcos jóvenes, el resto se lo pensó dos veces antes de cortejarme- de nuevo rió.

Se miró la herida y chasqueó la lengua, molesta -He luchado sin más armadura que mi piel contra orcos y semiorcos, a veces con las manos desnudas, y he salido vencedora, mas una jabalí, de una embestida, casi acaba conmigo...- masculló algo entre dientes -Maldita cerda...

Cogió el cuenco de comida y empezó a comer. Estaba hambrienta y su última comida, casi le cuesta la vida.

-¿Hay más como yo en estas tierras?- preguntó, limpiándose la comisura del labio con el dorso de la mano.

-¿Medio orcos?...No muchos, pero hay tribus orcas en las montañas, y a veces por los caminos. La ultima vez que oí de ellos fue cuando atacaron un pueblo y se llevaron a todas las mujeres en edad de procrear, asi que no descartaria en unos años ver mas gente de tu sangre...De todas formas no me preocuparia mucho por eso ahora, si no por estar fuerte para cuando los muchachos vuelvan. Acuerdate de que los hombres son manejables y podrás hacerte con la situación...Es todo lo que puedo decir. En la comida he incluido algunas...eh...recetas que te ayudaran...Pero yo solo te he dado de comer. ¿Mmmh?.- La mujer se pasa una mano por el pelo y se levanta para asomarse por un pequeño ventanal enrejado por el que entra algo de luz y de vez en cuando alguna hoja seca.

La comida a parte de saber bastante bien parece recuperar tus fuerzas, e incluso darte mas de las que pensarias tener estando en una prisión, las heridas parecen sanar con un hormigueo y las cataplasmas sobre tus piernas se desprenden casi por si solas; aún te van a quedar marcas de mamá cerda pero la molestia al caminar ha desaparecido.

El ruido de pisadas en el piso superior interrumpe la conversacion y Egrena se levanta apresurada y corre escaleras arriba, cerrando la puerta tras de sí. Se oyen algunas moces amortiguadas viniendo desde arriba, presumiblemente la voz de un hombre que dice:- Vaya, si es mi druida favorita...¿Cómo esta la prisionera?, ¿la has tratado bien?...Eres una buena chica Egrena. Muchachos haceos cargo mientras yo...bueno ya sabeis.- Las voces se silencian y la voz de Egrena suena, mas baja, mas sumisa y el ruido de metal caer al suelo se escucha, luego varias pisadas llegan hasta la puerta que da al sotano y esta se abre, la voz del hombre se escucha mas clara ahora:- Asi es Egrena...Pon esos labios a trabajar...Me encanta cómo lo haces, ¿sois todas las druidas igual de buenas?.- Tres figuras bajan las escaleras, parecen humanos, tres hombres ataviados con armaduras de pieles, y aspecto desaliñado, aunque no por ello parecen debiles. Los tres dedican una mirada a la prisionera pero no dicen nada...por ahora, tan solo se acercan a una distancia prudencial a los barrotes de madera y observan en silencio; un silencio que permite a Braka escuchar el claro sonido de Egrena practicando una felación a quien quiera que esté escaleras arriba.

Orcos... así que hay más orcos en estas tierras. Pensó Braka mientras devoraba el contenido del cuenco. Pronto empezó a sentirse más fuerte, y hasta pudo sentir cómo la herida mejoraba considerablemente. Y entre bocado y bocado, una idea se alojó en su mente.

Entonces, los pasos y voces llegaron hasta su jaula y la semiorca frunció el ceño -Gracias. Soy una tumba- le dijo a la mujer sin dejar de mirar hacia la puerta que llevaba a aquel lugar.

Luego las voces la hicieron ponerse en guardia, aunque se mantuvo sentada en el camastro, sosteniendo el cuenco. Si alguno intenta algo, golpe de cuenco, pensó al ver de reojo a los hombres. Una mueca de asco se dibujó en el rostro de la bárbara al intuir lo que sucedía arriba. Rebajarse a eso... bien debieran los hombres darle placer a la hembra, no al revés, pues la hembra es la que trae nuevos cachorros.

Miró a los hombres que la custodiaban, pero Braka no se levantó de su sitio. Esperó, paciente.

Uno de ellos finalmente saca una llave, curiosamente de madera bastante solida, y la introduce en la puerta de la celda abriendola. Este es el que pasa primero, con la mano cerca de una daga que tiene la empuñadura hecha a base de cuerno de ciervo u otro animal astado, y tras él le siguen los otros dos. Puede que sea el momento de actuar...

Abrieron la puerta y la semiorca sonrió para sí. Dejó que se acercaran, dejó que se confiaran y atacó sin pensarlo, golpeando al primero con el cuenco al tipo de la daga y luego propinándole un puñetazo en la costillas.

El tipejo ni lo ve venir, de repente se come ración y media de cuenco en toda su cara y un puñetazo que lo deja tirado por los suelos, completamente inconsciente en un abrir y cerrar de ojos. Los otros dos tipos que van detrás sacan sus espadas del cinturón y tratan de detener a la semiorca, que parece jodidamente desatada para haber estado herida recientemente. El primero no sabe muy bien lo que hace, saca la espada y la zarandea sin mucho atino, golpeando el acero contra la madera de la jaula incluso, aunque el segundo se desplaza a un lado y acierta una estocada al costado de la semiorca, haciendola un corte profundo aunque no mortal...a corto plazo.

La semiorca, al sufrir el corte en el costado, enseñó los dientes y con un grito de furia se lanzó sobre el hombre que la había herido, presa de la rabia, con los ojos inyectados en sangre y las venas del cuello marcadas, deseando destripar a aquel malnacido con sus propias manos.

El puñetazo que le arrea al otro tio causa gran satisfaccion a la semiorca, especialmente por que le gira el rostro hasta el punto en que algo hace croc y el tio cae al suelo probablemente con secuelas tras semejante mamporro.

El otro tio suelta un gañido antes de girarse y correr a la entrada de la jaula, cerrandola tras de si e intentando que la semiorca no salga mientras grita desesperado: -¡JEFEEEEEEEEE! ¡QUE ESTA COMO UNA CHOTA!.-Dice mientras pone todo su peso contra los barrotes de madera ferrea intentando que el "animal" enjaulado y supuestamente herido no salga.

La bárbara sonrió cuando escuchó el cuello del hombre crujir. Entonces el otro salió, cerrando la puerta de la jaula, apoyando su espalda contra los barrotes mientras gritaba por su jefe... craso error.

La semiorca sacó sus brazos entre los barrotes y sujetó la cabeza del hombre con ambas manos, introduciendo sus dedos en la boca, la nariz y los ojos de aquel desgraciado mientras apoyaba la rodilla contra la puerta de la jaula y tiraba hacia atrás. Podría hacerlo mucho más rápido, partirle el cuello, estrangularlo... incluso podría haber embestido la puerta, pero Braka quería prolongar su sufrimiento mientras le arrancaba la cabeza.

El tipo se sorprende y trata de zafarse de Braka sin ningun éxito.