Partida Rol por web

Die Glocke

Un mundo nuevo (Capítulo I)

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21/03/2017, 22:24
Rahuti

El anciano se detuvo frente a los alemanes. Otros tres ancianos le acompañaban. Parecía albergar buenas intenciones, por que se acercó con una sonrisa, indicando cosas a la masa de gente, que no paraba de parlotear. Alzó la voz para hacerse entender. Finalmente, la gente calló, aunque no del todo.

-Sed bienvenidos a Jat, hombres de Doichsland. Vuestra llegada fue profetizada, y nosotros os saludamos con la hospitalidad debida. Sentíos seguros en éste nuestro pueblo. Os daremos de comer y beber si lo necesitáis. Estamos deseando de hablar con vosotros las palabras de paz y amistad.

Se llevó una mano al pecho, como si jurara.

-Dicen que habéis derrotado a los crueles guerreros de Rama. Y he aquí que creo ver a dos de ellos en vuestros carros de metal. Os damos las gracias por salvar a nuestro pueblo de sus incursiones.

Las personas locales se acercaron con timidez a algunos soldados, para tocar sus cascos y uniformes, fascinados. Algunas mujeres les ofrecieron leche, miel y una especie de hojaldres rellenos de una fruta confitada que recordaba al melocotón.

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21/03/2017, 22:29
Ara

Una niña salió de entre la multitud y corrió. Los soldados se pusieron algo nerviosos, pero no había qué temer. La niña corrió a abrazar a Hagall, y eso se quedó desarmada por aquello. Era la primera vez en su vida que alguien le regalaba un gesto de cariño desinterado y puro, como solo puede ser el de un niño.

-¡Señora Hagall, señora Hagall!

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21/03/2017, 22:01
Helmut Bernstein

Le entraron sudores fríos al imaginarse a la sacerdotisa descubriendo su bolsa con su secretito en SU sidecar. En SU sanctasanctorum. En SU bebé. Se iba a poner como una loca. Pero ya no podía hacer nada, y con un poco de suerte pasaría el tiempo suficiente como para que se olvidara de ello. Iban a pasar muchas cosas en los próximos días. No se acordaría de esa tontería.

Todo el viaje fue bien. Se le hizo muy corto.

Al aterrizar les esperaba el mayor y un pequeño séquito. Respondió con timidez a su saludo romano. Siempre se sentía intimidado ante los militares con esos ademanes de brazo alzado y recto. Le parecían amenazadores.

Se sonríe para sus adentros ante la propuesta de una cruz de hierro para el sargento.

Algo tan inútil como una estufa en el desierto. Necesitan héroes. Pronto van a surgir muchas oportunidades para llenarse la pechera de medallas, sargento"paloenelculo" Topf.

¡Oh! Sí. Maravilloso, desde luego. A pesar de degradar el puro sentido simbólico del carro celeste a un simple transporte, no deja de ser una representación simbólica de cierta belleza. Y por supuesto, de mucha utilidad. Los principios físicos presentan sorprendentes parecidos con los de nuestra Glocke, cosa que abre otro abanico de posibilidades, por no hablar del contrauso que le podemos dar a este aparato, artillándolo para convertirlo en una representación del carro de fuego, del carro de la ira de las faeries celtas, que usaban sus carros, tirados por dragones voladores, culebras que lanzaban fuego por la garganta y los ojos...

Está claro que está divagando y el séquito se remueve inquieto, por no hablar de la cara de... ¿asco? incredulidad? Fascinación? (sí, fascinación, claro) del mayor.

Y el uso más practico que quizás se le pueda dar para crear una colonia móvil. Apenas es una posibilidad que hemos estado sopesando aquí, el ingeniero jefe Krieg y yo...

Acaba por decir, tomando una chocolatina de las que ofrece la guapa mujer y saboreándola con deleite.

Al ver que se acerca el extrañamente entusiasta Olsen con la intención de estrechar su mano, ahora manchada de chocolate, se apresura en limpiarla metiéndola dentro de un bolsillo del pantalón y mirando de dejar allí los restos del dulce cacao anes de estrecharle la mano.

Gracias, gracias. Aún queda mucho por ver y por sorprendernos. Eso seguro.

Aeronave... Oh! Que los dioses nos libren de estos ingenieros materialistas mecanicistas. Qué falta de poesía.

Escucha con cierto interés el informe de Olsen a su superior.

Estaba claro que el nuevo perrito faldero de la srta. Hagall podía tener algunas nociones de donde encontrar esos materiales raros. Una vez más la srta. hagall tenía la capacidad de tener las respuestas.

Demonio de mujer. Acabará hasta por caerme bien.

Toma una segunda chocolatina y se guarda una tercera en el bolsillo dedicándole una sonrisa rara a la srta. Zimmermann.

Escucha con atención lo que comenta Olsen sobre el uso de agua tratada para irrigar.

Bien, bien... De todas formas, le propongo que antes de gastar energía en el tratamiento de agua para irrigar pruebe de tratarla con algo tan sencillo como mezclarla con orina. A pesar de que el amoníaco sea una base y no un ácido, en su descomposición por parte de las bacterias desnitrificadoras libera ácido que se neutraliza con la cal. A la vez que se aportan nitratos a la tierra la liberamos de cal... Bueno ya hablaremos con detalle para hacer una prueba y ver si resulta como creo. No dejamos de estar en un entorno nuevo y todo requiere un ensayo extra.

 

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22/03/2017, 09:26
Damien Krieg

Agradece con un gesto el chocolate y el trago.

Después de aclararse la garganta, decide comentar unas cuantas cosas que le preocupaban.

- Ahora que estamos aquí, necesitaría que un equipo médico nos echara un vistazo a todos los que hemos estado dentro del Vimana, para descartar la contaminación radiactiva, que luego entre un equipo con trajes de protección para tomar medidas y usar el contador geiger, de esa manera descartaríamos esa inquietud que tengo - dice a todos para dejarles claro su punto de vista.

- Una vez aclarado o descartado eso, Señor Olsen, usted trabajara con el doctor Bernstein, que nuestro equipo, chequee el Vimana, que hagan un plano tanto del interior como el exterior del aparato, tendrá que también crear un plano estructural, quiero saber que puntos pueden ser puntos débiles, ya que seguro, que esto no será la única Vimana del planeta y pienso, que querrán recuperarla, necesitamos saber como enfrentarnos con el ingenio volador, puntos débiles, puntos frágiles estructurales. - empieza a enunciar a su ayudante, dándole las explicaciones pertinentes.

- En cuanto a usted Señor Bernstein, le recomendaría echara un vistazo a los apuntes que le pase, eso me recuerda... - dice metiendo las manos en sus bolsillos y sacando una llave con una cadena y una nota.

- La doctora Hagall, me pidió le entregara esto, el colgante tiene una llave maestra que  abre sus cofres de libros, no hay que decir, que son su bien mas preciado, le pide encarecidamente que los cuide y no los manche con migas de struddel - esto último lo dice con una extraña sonrisa.

- En esta nota , están las signaturas de los libros que le recomienda, libros que versan en védico y sobre los Vimanas. En cuando se pongan manos a la obra, en mi ausencia, lo primero que le recomendaría, es que analice el Xerum del Vimana, creo que es mas refinado y eficiente - termina por decir, mientras le entrega el colgante con la llave y la nota escrita por Hagall.

- Sr Zimmermann, necesitaría hablar en cuando se pueda, con el Coronel, hay noticias que debe de saber de antemano, siento saltarme los procedimientos de rango, pero es algo muy importante que seguro, es una prioridad para el Coronel, quisiera tener una conversación con él en privado... - dice acercándose a Bernhard

- Y lo que todos esperaban, en cuando descansemos algo y preparemos algunas cosas, les impartiré unas pequeñas clases resumidas de manejo de Vimana - dice con una de sus mejores sonrisas

En cuanto tuviera un momento y en privado, hablaría con Hulda sobre las actuales noticias.

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22/03/2017, 12:14
Hagall Wirth

Aquello sonaba a que no y de repente dijo que sí sorprendiéndola. Al igual que le sorprendió su actitud distendida (para ser un oficial de la SS), aceptó la mitad del pastel –Gracias- respondió sonriente ¡Estaba delicioso! A lo mejor le supo tan rico porque no había desayunado, pero debía reconocer que el hecho de estar comiéndose el alijo secreto de Bernstein le producía doble satisfacción. Desagradecido… le había llevado durante horas y no tuvo ni el detalle de ofrecerle uno ¡Hasta negó tenerlos! ¡Menudo caradura! Antes de que lanzara la bolsa a Oldenkamp se guardó uno en la guerrera envuelto en un pañuelo.
El tema de los struddle le dio que pensar ¿Le pegotearía sus valiosísimos libros con esos dedazos manchados de sirope? Le recorrió un escalofrío.

-Ya verá, los baches son divertidos con la diferencia de gravedad- dijo al teniente nada más arrancar.
Debía reconocer que el paisaje, ahora que ya lo conocía, era precioso. La sensación seguía siendo curiosa, porque eran paisajes familiares y a la vez… extraños, diferentes… venusianos… ¡Venus mein Gott! Estaba montando en moto en Venus!!! Sonaba a novela de ciencia ficción pero era real y lo estaba viviendo en propia piel. Rió espontánea, alegre por ello, por la agradable mañana y la compañía. Fegelein se veía un poco descolocado y eso le divertía, pero lejos de mostrarse incómodo hizo por ser afable, que ya era más de lo que habían hecho los demás.
Fueron comentando curiosidades del camino, para señalar cosas en particular le cogió una mano y le hizo sujetar el manillar, fue una maniobra automática sin considerar la familiaridad con la que podía interpretarse el gesto.
Los comentarios chuscos de la soldada le hicieron torcer la boca –Dummkopf!*- rechinó entre dientes ¿Por qué los hombres tenían que ser tan gilipollas? Rogó al oficial que mantuviera a raya a sus hombres, no fuera que por culpa de un estúpido malentendido tuvieran un problema –Por increíble que le pueda parecer esta gente son arios y merecen el mismo respeto que cualquier alemán- más arios que ellos de hecho, pero ese sería un tema para explicar en otro momento.
Ya que iban en convoy pudo ver un poco más del pueblo, fue una grata sorpresa encontrar la capilla. Le resultó gracioso como Fegelein se estiró el uniforme al salir del sidecar, todos estaban polvorientos del viaje pero a los oficiales de la SS les gustaba ir siempre hechos un pincel. Claro que esos uniformes tan bien diseñados merecían que se les tratara con mimo. Se preguntó cuanto tiempo tardarían en cambiar a materiales locales y adaptarlos a la climatología, iba a estar curioso ver la evolución de la sociedad y la cultura de la colonia.

Aun montada en su BMW se giró para ver el primer encuentro de los alemanes con la gente de Jat, un momento para la historia que mereció sacar su cámara y hacer unas cuantas fotos. Así fue como se dio cuenta de la mirada de las enfermeras, las ignoró –espero que haya disfrutado de la experiencia teniente- dijo dándole al disparador pillando al oficial en un ademán completamente espontáneo.
Rudolf pudo ver como el carácter de Hagall se dulcificaba con los locales. Hizo una reverencia de respeto ante el templete y luego otra más liviana ante los ancianos con la mano en el pecho correspondiendo a su saludo –Lo prometido es deuda- respondió sonriente e iba a hablar cuando Ara irrumpió, tan espontánea y efusiva como era ella, para abrazarla. Hagall se puso colorada como un tomate. Todos la miraban esperando ver su reacción ¿Qué se hace cuando te abrazan? ¿Por qué la abrazaba? Debía actuar rápido. Le acarició el pelo y se rió –Buenos días Ara…- se agachó y sacó el struddle que había guardado –Mira, te he traído algo, a ver si te gusta- la tomó de la mano y ya sí contestó al anciano –Nosotros también estamos deseosos de entablar amistad con las gentes de Jat, por eso, como muestra de buena voluntad hemos traído a uno de los soldados de Rama para ponerlo a su disposición y hagan justicia- tradujo entonces las palabras de Rahuti y las que ella misma había dicho  –Teniente, este es Rahuti, jefe del consejo de ancianos del pueblo- (en alemán) –Permita que le presente a al teniente* Fegelein- (en védico). Iba a ser un día agotador con tanta traducción –También hemos traído a nuestras sanadoras, por si necesitan algún tipo de atención- señaló al trío de cuervos sin perder la sonrisa.

Notas de juego

* Cabeza hueca http://www.infoidiomas.com/blog/10312/insultos-del-aleman/

*Usa un término equivalente en védico no exactamente "teniente"

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22/03/2017, 12:48
Fritz Oldenkamp

Se había pasado el viaje poniéndose al día con sus dos camaradas cuando comenzaron a ver el pueblo, y más en concreto a las mujeres que trabajaban la tierra. Era una estampa curiosa, casi parecía un pueblo medieval de esos que había en los libros de historia, casi.

-¿En serio, jungs? ¿Os habéis olvidado de nuestro permiso en Italia? Cuando... Cuando Albrecht había encontrado aquel club en el que... Que echaban... ¿Jazz? Si, Jazz... Me acuerdo que nos llevamos a aquellos dos chicos de intendencia y...-

El momento de rememorar tiempos mejores se esfumó cuando el teniente les ordenó mantener las formas y asegurar un perímetro, aunque a Fritz no le hizo falta terminar la historia y se limitó a sonreír a sus compañeros mientras bajaba del blindado. 

Tras descolgarse el rifle se rascó la ceja izquierda, le daba el sol en la cara y era muy molesto. Se tomó la molestia de saludar a algunos de los niños que se había acercado a observarlos, a sus ojos eran como crías de animales, salvajes. 

-Intenta que no te muerda ninguno de estos, Roman-

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22/03/2017, 16:33
Hans Topf
Sólo para el director

Notas de juego

¿Quieres que te haga un informe? Tengo intención de contárselo todo, tanto la cobardía del "Señor del telescopio" como la mordedura de insecto al soldado y la actuación de la señorita Dietrich, el asalto, el interrogatorio, la sorpresa se ver al "objeto volador" e incluso que pensé, por como lo describía, que parecía que habían visto a un dios volando en el espacio. El buen hacer como traductora de la señorita Hagall y su afán de ser la líder universal, de todo. La subordinación del soldado Oldenkamp y su voluntariedad para ayudar, la tecnicista ciencia que usa el señor Krieg, y las buenas ideas, insubordinación y falta de irresponsabilidad del señor Bernstein con su "bolsa de dulces" y los insecto que han aparecido por su culpa.

Cuando las tropas, sea yo, sean otros (Excepto que le picó el bicho al hombre, y que Oldenkamp se presta voluntario para ayudar con los explosivos) siempre hablo en que "HEMOS", no en que he. Somos tropas, y trabajamos en conjunto. No me tiro flores en ningún momento, ni si quiera, cuando asaltamos y contraatacamos, las ordenes.... Es un "Hemos".

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22/03/2017, 17:41
Helmut Bernstein

El doctor no creía que hubiera problemas con la radiación. Parecía que Kireg subestimaba aquella tecnología. Era más avanzada que la de ellos, aunque tenía cierto toque primitivo. Estaba convencido que ese aspecto primitivo era intencionado. En cualquier caso, no era buena idea dejarse llevar por las apariencias. La realidad era que la tecnología del vimana era muy superior a la suya. En cualquier caso calló. No iba a hacer daño a nadie una revisión médica y tampoco era buena idea empezar a cuestionar los métodos del ingeniero. Algo había aprendido de su excursión.

Al escuchar lo de los puntos débiles, más que en problemas estructurales, Bernstein pensaba en algún aparato que pudiera anular el sistema de flotación del vimana. En realidad, más que en un aparato, pensaba en fórmulas, teoremas, mitos, energías...

Asiente cuando nombra lo de los apuntes y entonces añade algo de la srta. Hagall. Le da lo que parece la llave de su reserva de conocimiento.

¿Porqué?

Piensa el atribulado doctor. Lo del védico es obvio. Un único interlocutor es arriesgado. Por muchas razones. Al final parece que ha entrado en razón y ha entendido el problema de la malinterpretación de lo dicho.

Bernstein no tiene ni idea de védico, pero siempre ha confiado en su memoria. Y su intelecto superior. Sabrá leer y escribir el védico, aunque hablarlo y entenderlo es otra cosa muy distinta, por supuesto.

¿Tendrá diccionarios fonéticos?

Un libro manchado es un libro vivo, señor Krieg. Es un libro con alma. Cada mancha, arruga y apunte muestran unas vivencias.

Le replica medio en serio, medio en broma.

Al darle un vistazo rápido a los libros que reseña le asalta la duda que su intención es hacer de él un converso.

Que mujer más testaruda. Por supuesto que me miraré lo que me reseña. Le voy a hundir toda esa interpretación literal que hace del mundo sutil. Vaya que sí. Se va usted a arrepentir de esto, srta. Hagall.

Transmítale mi agradecimiento a la srta. Hagall. 

Asiente otra vez ante lo que dice el ingeniero. Aunque no le gusta eso de entrevista privada. Está claro que el ingeniero no acaba de confiar en él. No es la primera vez que le pasa, y tampoco es que le de mucha importancia. Nunca ha sido un campeón en popularidad.

Sí, yo también querría hablar con el coronel si tiene un hueco. Es sobre algunos detalles del planeta. O una reunión en petit comité, ya me entiende.

Miró a todo el séquito con inquietud.

Más que nada para no aburrirles con detalles técnicos.

Añade con una tímida sonrisa, a modo de disculpa.

 

 

 

 

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23/03/2017, 00:35
Ilse Dietrich

Observaba con suma curiosidad todo lo que pasaba ante ella sentada en el vehículo militar. Admirando la belleza de un paisaje al que no estaba acostumbrada y sorprendiéndose al ver el duro trabajo que realizaban las mujeres en aquel planeta, pero sobre todo, no pudo dejar de prestar atención a las plantaciones de esas flores iguales a las que la señorita Wirth le había entregado. Tenía que investigar mucho más sobre ellas pues algo le decía que serían muy importantes en la confección de medicamentos.

Se sintió abrumada cuando llegaron, viendo a tantos aldeanos que mostraban la misma curiosidad que Ilse mostraba al verlos a ellos. En esos momentos, su mirada se cruzó con la del teniente, al que saludó con un ligero y gracioso gesto de su cabeza, siendo incapaz de interpretar lo que sus ojos decían. Justo en ese momento escuchó el comentario de Gerde y, a pesar de compartir muchas de los sentimientos que le inspiraban la señorita Wirth, no podía permitir que alguien la oyera. Ante todo había que guardar las apariencias.

Aún así no la recriminó. No podía hacerlo ya que Ilse tampoco mantenía una buena opinión de aquella extraña mujer y de su comportamiento reprobable y, aunque tenía que reconocer que era buena en su trabajo, no podía aguantar esa superioridad moral de la que hacía gala.

Hola preciosa. —Se agachó ante las niñas que se les acercaron y les habló, aún sabiendo que no la entenderían. Pero lo que sí sabía era que la dulzura y una sonrisa era un idioma universal que todo el mundo conocía—. ¿Queréis probar el chocolate?

Haciendo caso de la idea Mitzi, rebuscó en su bolsa hasta conseguir un par de barritas que había guardado como oro en paño, pues la escasez del preciado oro marrón como se le llamaba, era notoria y sólo ciertos miembros del ejército podían conseguirla. Gracias al coronel Dietrich, su padre, había logrado traer consigo algo de chocolate. Desenvolvió las dos barritas para tendérselas a las niñas mientras hacía un gesto de llevárselo a la boca y comenzar a masticar.

Había conseguido hacerse entender y, justo en ese instante, una mujer le tendió algo parecido a un dulce. Sintió cierta aprensión pero, de nada serviría que las niñas hubieran aceptado sin problemas lo que ella les acababa de dar, si ahora Ilse rechazaba lo que le ofrecían. Se lo llevó a la boca para mordisquearlo ligeramente, sintiendo como el dulzor inundaba todas sus papilas gustativas y, debido a la escasez de azúcar sufrida durante los últimos tiempos, disfrutó aquel alimento igual que las niñas que tenía delante disfrutaban con el cacao.

La enfermera amplió la sonrisa, moviendo la cabeza en señal de asentimiento, demostrando de esa forma que le había gustado mucho el dulce. Desde luego lo estaba disfrutando.

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23/03/2017, 12:34
Fritz Oldenkamp

Observó un rato a los grupos de personas que se acercaban a verlos y luego se tomó su tiempo para mirar a las enfermeras, verdaderas mujeres alemanas, si señor. Escupió a un lado y se aclaró la voz para dirigirse a Ilse.

-¡Fräulein! Disculpe pero, no debería malgastar el chocolate con esos untermensch, no sabrían valorar la calidad del buen cacao, señoritas.-

Se acomodó el rifle a su hombro y esbozó una sonrisa, luego de dedicarle una mirada a sus compañeros.

-¿Porqué en lugar de desperdiciar así el chocolate no nos dan unas onzas a nosotros? Llevamos bastante tiempo comiendo patatas y repollo, ¿Ah?-

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23/03/2017, 15:44
Hagall Wirth

Los comentarios despectivos de Oldenkamp no le pasaron desapercibidos, de hecho le sorprendió muy negativamente ¿No se suponía que era cristiano?
Sabía que iba a pasar tarde o temprano, por eso había explicado someramente al teniente que la población local eran tan arios como ellos, sin embargo los prejuicios no tardaron en aflorar ni un minuto. Por suerte aun ninguno sabía alemán como para entender las sandeces que los soldados soltaban por la boca que si no… adiós negociaciones.
Pero esta vez había presente un oficial, alguien a quien harían caso más que a ella, sí o sí. Miró a Fegelein del modo más disimulado posible, esa mirada era una clara petición de ayuda, si ella tomaba la iniciativa  corría el riesgo de iniciar una nueva oleada de hostilidad contra ella y de momento iba bien servida. 

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23/03/2017, 17:11
Rudolph Fegelein

El comentario del soldado le dio en qué pensar. Las órdenes del coronel eran las de entablar buenas relaciones con aquellos nativos. La colonia tenía poca gente, y si no deseaban terminar como los vikingos de Leif Eriksson en las sagas de Vinlandia, convenía relajar un tanto la cuestión del racismo en aquella primera fase de la colonia. Eso no quería decir que se fueran a mezclar con ellos, pero si podían sacar muchas ventajas de una colaboración desde la mentalidad de dos comunidades separadas que se ayudaban mutuamente.

-Lo único que se va a malgastar aquí, soldado, son horas en las que podría estar usted cavando una letrina -le dijo a Oldenkamp.

Parpadeó.

-El coronel desea que nos ganemos las mentes y los corazones de éstos nativos. Y eso va a ser exactamente lo que vamos a hacer hoy. Si no tiene estómago para ello, lo cual puedo comprender, le sugiero que vaya a buscar un buen emplazamiento para instalar un repetidor de radio. Será necesario no tardando mucho...

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23/03/2017, 17:42
Kai

Las niñas comieron el chocolate que les dieron. Fue de admirar los gestos que ponían al probarlo, y como se reían con la boca manchada de cacao. Uno de los niños que esperaba detrás forcejeó con una de ellas, quitándole lo que le quedaba del chocolate. La niña, que era muy pequeña, se echó a llorar, y él se escabulló entre el gentío. O eso es lo que trató de hacer...

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23/03/2017, 17:49
Ara

La niña observó el extraño pastel. Lo olió y lo mordisqueó. En principio solo la cobertura, y luego se atrevió con el interior. Sus ojos se abrieron como platos. ¡Que cosa más rica! Había probado algún dulce, sobre todo de los que traían de la ciudad. Pero aquello era mucho mejor.

Increpó a su primo en la distancia por aquel detalle tan feo y salió en su persecución.

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23/03/2017, 17:53
Rahuti

El anciano escuchó la traducción, asintiendo. Departió un momento con el resto de ancianos, sin percatarse de las travesuras de los niños. Los niños eran niños... siempre estaban haciendo ese tipo de cosas. ¿Por qué preocuparse?

-Agradecemos vuestro ofrecimiento. Normalmente, acudimos a los sanadores de Pradesh, que es un pueblo bastante grande, pero que está a tres días de marcha. Algunos de nuestros habitantes tienen problemas de salud, especialmente los más ancianos...

Informó a la gente sobre el hecho de que habían venido unos sanadores. Rápidamente, se formó una cola de personas de edad variable, desde tiernos infantes a abuelas que habían visto muchas primaveras. Las enfermeras tuvieron que montar su puesto con rapidez. De hecho, usarían el camión para algunos tratamientos. Habían sacado una mesa y unos cuadernos donde tomar nota de las personas y sus dolencias.

-Os damos las gracias. Mataremos unos animales para ofreceros un festín, una buena comida para todos. Si.

Notas de juego

Ilse: Primeros auxilios, a lo que salga.

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23/03/2017, 18:04
Rudolph Fegelein

Las cosas estaban saliendo bien. Esperó a la traducción para asentir con la cabeza, amistoso. Habría que hacer de tripas corazón y probar la gastronomía local, aunque no dudaba que muchos lo pagarían con unas presurosas visitas a la letrina. Todavía había que tocar "los grandes temas".

-Dígale al anciano que queremos hablar esas palabras de paz y alianza. Nuestro pueblo tiene mucho que ofrecer al suyo, pero necesitamos de su ayuda. No sabemos bien como cultivar éstas tierras, ni encontrar los materiales que necesitamos. Queremos que un grupo de ellos nos acompañe a nuestra colonia, y nos ayuden con esas cosas. Nosotros les daremos a cambio todo lo que nuestra tecnología pueda ofrecer: tratamiento sanitario para sus habitantes una vez al mes, manufacturas y sistemas de... transporte. Deseamos estar en estrecha comunicación con ellos, por lo que queremos instalar un aparato para poder... estar en contacto por radio. Además, no estaría mal que nos indicaran un buen sitio donde establecer un puesto avanzado, para unos pocos hombres. Y ésto es solo el principio...

Hizo un gesto para que bajaran al prisionero del transporte. Aquello era algo con lo que Fritz podía descargar las frustraciones recientemente adquiridas. Inmediatamente, la gente de Jat retrocedió, reconociendo en su librea las armas del Nuaki Rama.

-Dígale que deseamos ser sus amigos, establecer con ellos... una alianza. Con nosotros, no tendrán que pagar el lagaan, pero si ayudarnos con esas cosas que he dicho. Además, la gente que lo desee tendrá un lugar entre nosotros... como auxiliares. Les enseñaremos a defenderse de los que quieran atacarles, pero tendrán que hacerlo bajo nuestro mando. Nosotros les protegeremos de ahora en adelante, para que nada malo les pase. Y en cuanto al impuesto, dígales que no se preocupen. Hablaremos con esa reina y le daremos algo a cambio, para que su ira no caiga sobre ellos. Nosotros les protegeremos... como acabamos de hacer.

Miró al prisionero, que Kloeppfer y Sumpf arrastraban al negarse él a caminar. La gente había dejado de parlotear. Ahora miraban a aquel soldado enemigo con una mezcla de temor y resentimiento. Carraspeó.

-Sea tan amable de instar al prisionero a que diga quién es y que quería hacerles. Si no confiesa... bueno. Sea persuasiva.

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23/03/2017, 18:18
Director

Antes de volver a sus quehaceres o misiones, tenían que cumplir con el estricto protocolo militar. Informar al oficial superior era algo inexcusable en el ejército alemán. Así que les invitaron amablemente a acompañarles hasta el edificio de los barracones, donde unos soldados estaban haciendo instrucción de bayoneta contra unos sacos. Otros, ponían a punto las armas o se mantenían atentos a la radio y los informes que se estaban mandado desde Jat. Dos soldados estaban trazando una cartografía básica de los alrededores, aunque a Krieg le pareció un mapa bastante rudimentario.

El mayor les acompañó hasta la puerta del despacho del coronel, donde una secretaria de las SS pasaba a máquina unos informes de la actividad del día anterior. Unos pósteres de propaganda en la antesala le daban al sitio un carácter algo más militar, más allá de los archivadores y el material de oficina. Picó a la puerta, solicitando permiso para que fueran recibidos, tras lo cual les dejó pasar.

El coronel estaba sentado tras su elegante mesa de roble. Detrás de él, un retrato del führer. En las paredes, algunos trofeos, incluyendo una bandera soviética capturada durante la Operación Barbarroja, mezclándose con las estanterías llenas de sesudos tratados de táctica militar, algunos clásicos de la novela alemana y diarios de operaciones. Tenía un pequeño mueble bar y un tocadiscos con conciertos de música clásica, con insistencia en Brahms, Schubert y Wagner.

Topf se cuadró inmediatamente, saludándole al estilo militar. Él respondió rápidamente para saltarse la formalidad.

-Descanse... -dijo- Pueden tomar asiento si lo desean.

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23/03/2017, 18:34
Kiefer Jürgens

Parpadeó, esperando a que se decidieran entre quedarse de pie o no. Sin embargo, había muchas cosas sobre las que hablar y el tiempo era oro. Él era un militar valiente, que no se andaba con ambajes ni le gustaba que le doraran la píldora o le edulcoraran la realidad. Su mentalidad germánica le hacía ser pragmático, aunque no era tan ordenancista como otros militares. Si algo podía funcionar y no estaba en el manual, lo haría. La victoria era siempre el fin más importante. Todo lo demás era... superfluo.

-Al parecer las preocupaciones del general Kammler estaban fundadas. No veo otro motivo por el que mandarnos con tanto material militar. Él sospechaba, o sabía, algo que nosotros estamos descubriendo. Nos hemos topado de frente con una situación potencialmente muy dañina para el desarrollo de la colonia, y que habrá que tratar con cautela. Sin embargo, la opción de desentendernos... no parece posible. No en éste contexto.

Pensó en lo que debía decir, y vió que era mejor reservarse, de momento, sus ideas. Estaba frente a mentes despiertas que tenían las suyas propias, que habían estado "en el frente". Y él siempre escuchaba a sus hombres cuando sabían más sobre algo que él mismo.

-Antes de darles mis impresiones, me gustaría que me dieran ustedes las suyas. Pueden comenzar en el orden que deseen. Les escucho.

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23/03/2017, 18:41
Hans Topf

Era un veterano, y sabía lo que había. Sacó cinco fólios, escritos a lápiz con un pulso algo inestable y una letra, discretamente legible. - Herr Coronel. Y le presentó su informe por escrito. La páginas era sustancialmente amarillas, como en el ejército solía ser, y en la última tenía una firma sencilla, con sólo tres letras. No su nombre como cabía esperar.

NOS

Ya algo más relajado, tras dejar sobre las mesa el papel, se sentó con cierto cuidado. 

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23/03/2017, 20:38
Hagall Wirth

¡Como echaba de menos a Leni! La señora Riefenstahl había sido la única persona con la que, de haber tenido oportunidad, Hagall habría entablado amistad. Pero el Reich les separó, Leni se peleó con Hitler a causa de la “decisión final” y se marchó para no volver. Les quedó pendiente rodar un docufilm de uno de sus viajes al Tibet, la maldita guerra… esperaba sinceramente que hubiera sobrevivido a ella y continuara asombrando al mundo con su colosal talento, la Tierra necesitaba mujeres como ella y no como la gilipuertas de la señorita Braun, a la cual consideraba más tonta que una piedra. Suspiró mentalmente “Ahhh, si el Reich no hubiera tomado ese rumbo…” ahora estaba rodeada de gente con el cerebro lavado, loros repetidores de conceptos que no saben ni que significan “Un mundo nuevo, mis cojones…” Venus apuntaba maneras de infestarse de la misma mierda que la Tierra, como si no tuvieran ya suficiente con lo que tenían.
Hagall creía de verdad en la eugenesia, en la mejora de la especie, pero la depuración por la que ella abogaba era la de las enfermedades hereditarias no la exterminación de razas. Por eso, si de ella dependiera, a gente como Oldenkamp la esterilizaba con carácter de urgencia, claro que aplicando ese rasero lo más seguro es que condenara a muerte a la colonia en cuestión de una generación. Cosa que no le parecía tan mal… como pensó durante el discurso de despedida de Kammler “Que le follen al Reich” y comenzó a acariciar cierta idea… “Pureza” le daba risa el simple concepto.

Lo de las letrinas le hizo gracia, no así eso de “si no tiene estómago… lo cual puedo comprender”. Toda la simpatía que podía haberle despertado el teniente se esfumó. Otro más que la vería como un monstruo. Su sangre tibetana bullía.
Para aplacarse observó como Ara se chupaba los dedos con el struddle, niños como ella eran el verdadero futuro de ese planeta, su entusiasmo le produjo una sensación cálida. Cuando salió corriendo la animó a que le diera lo suyo a ese mal bicho de su primo. Las chicas tienen que aprender cuanto antes a no dejarse amilanar por abusones.

Cuando Rahuti dijo aquello de sacrificar animales Hagall abrió los ojos como platos, aceptó el agasajo aunque sintió apuro pues no eran una población a la que le sobraran los recursos como para andar haciendo festines, pero rechazarlo hubiera sido un gesto de mala educación, así que sonrió deshaciéndose en agradecimientos.

-Oldenkamp tuvo oportunidad ayer de probar algunos de los platos locales y bueno… parece estar en buenas condiciones- medio se rió haciendo de tripas corazón con el oficial –es una cocina muy sabrosa, muy especiada, con muchas legumbres también, en general estoy segura de que les gustará- explicó en alemán.
Los planes de lo que querían obtener de las humildes gentes de Jat le parecieron siniestros, vampíricos. Confiaban en ellos, les llamaban libertadores… si supieran de lo que habían sido capaces en la Tierra… Rama les parecería una bellísima persona. La llenaba de rabia tener que ser cómplice de aquello y empezaban a hinchársele las narices. Tal vez estaban asistiendo al lento nacimiento de una revolucionaria.
Transmitió el mensaje de Fegelein del modo más amable posible, para que no sonara tan feo como era realmente.
-(…)* Sería fantástico que algunos de vosotros nos acompañarais para conocer Sigfrido y comenzar el intercambio entre nuestros pueblos. Sin embargo debo advertir que, como puede ver, somos una nación guerrera. Nos regimos por una estricta disciplina y cadena de mando, si alguno de sus hombres desea colaborar con nosotros en cuestiones de defensa deberá tener eso en cuenta, que lo hará bajo el signo de “Doichlan”. Queremos que todos sepan que somos los defensores de la paz- Le ardió la lengua al decir esto último, tampoco era lo peor que había hecho en su vida por diplomacia y supervivencia pero... escocía. Ésta era la parte delicada de la información por eso procuraba usar un lenguaje lo más distendido posible. La realidad es que lo que iban a ganar en calidad de vida a lo peor lo perdían en otras cosas… de momento no podían hacer otra cosa, ya se vería como evolucionaba el asunto…

Terminada la parte de las buenas palabras llegó el momento de los hechos.
Unos soldados bajaron a Aadesh del vehículo. Daman la miró blanco como el papel temiendo que le fueran a hacer lo mismo pero ella le hizo un gesto de negación y calma, no llevaba la librea y eso de momento le había librado de increpaciones.
El miliciano se negaba a colaborar pese a estar en malas condiciones, debió ser un buen cabrón mientras capitaneó a su pelotón. Eso de “sea persuasiva” le sonó a gloria bendita, tenía mucha mala leche a la que dar salida y desde la noche anterior andaba con ganas de cortarlo en tacos para estofado. Si no colaboraba no iba a suponer solo su tortura si no que iba a definir también la imagen de la sacerdotisa.
Se puso en frente suya con esa sonrisa inquietante y serena que él ya conocía, la miró desafiante clavado de rodillas como estaba –¿Serias tan amable de explicarle a esta gente lo que venías a hacer aquí?- le dijo en su idioma, luego abrió el brazo señalando al corro de gente a su alrededor y dio un paso a un lado dejando libre la visión para el consejo.

Notas de juego

*Obvio la parte en la que cuenta lo mismo que ha dicho el teniente