Partida Rol por web

La familia se asustó cuando la estática de la radio se rompió con un aviso de transmisión. Topf había tomado el aparato para informar a Sigfrido y el grupo de avanzada. Oldenkamp regresaba en ese momento para informar de que los lugareños no parecían suponer una amenaza.

-Sigfrido Principal, aquí Grupo Campamento, cambio.
-Aquí Sigfrido Principal, informe.
-Hemos detenido a una fuerza enemiga, aproximadamente 30 hombres armados con armas medievales que atacaron el campamento. Una sección de avanzada parece haber capturado lo que parece ser una pequeña aeronave enemiga.
-Repita, Grupo Campamento. ¿Aeronave enemiga?
-Afirmativo. Vamos a investigar el aparato. Informen al coronel y al grupo de relevo para que extremen precauciones. Posibles indígenas hostiles durante el trayecto. Creemos que no han informado a su base, pero existe la posibilidad de que investiguen el suceso. Estamos tratando de estabilizar a dos prisioneros para que sean interrogados.
-Entendido. Sigfrido Principal a Avanzadilla de Jat. Avanzadilla de Jat, responda.

Ya había cesado el fuego. Sólo se oían gemidos. n sliencio pesado. El silencio de la muerte, supone el doctor. Nunca había vivido una experiencia de combate. Aún tenía la granada en la mano mientras se paseaba por la zona donde estaban esparcidos los atacantes.

¿Esto es la guerra? Qué horror. Qué sucio es. En todos los sentidos. Es espantoso... 

Gritaban el nombre de la enfermera. Querían prisioneros, claro. Debían saber. Sus cuerpos también podían ser útiles. Si eran sicarios de los Amos seguramente tendrían algo distintivo. Tatuajes, marcas rituales... Todos los guerreros sagrados tienen señales así. Algo que los distinga como elegidos de su dios.

¿Qué será? Seguro que dice algo de esos Amos...

El joven Schuman detiene sus pensamientos. Su voz crepita por la radio.

¿Una aeronave?

No entendía nada. Tenía un puzzle ante él donde las piezas no encajaban. Pero era algo estimulante. MUCHO más que eso. No tenía palabras. ¿Qué pensaría "Témpanodehielo" Krieg?

¿Cónduce usted?

Le dijo al ingeniero, realmente ansioso por ir, ajeno a la granada que aún tenía en la mano, colgando.

Ante la pregunta del doctor, solo hay en respuesta, un silencio sepulcral.

Con una voz tajante y fria, Krieg le contesta...

 - Iré andando -  sin mas preambulos sale en marcha, hacia donde fue el vehículo.

Le costara un poco, pero se le dibuja una sonrisa mientras emprende la marcha a modo carrera de maraton, le recordaba a los viejos tiempos o ¿ esa sonrisa era por la nave?

No todas las mujeres merecían su consideración y Farah era una de ellas. El género femenino era depositario de grandes virtudes según Hagall, pero también de terribles defectos, el peor su propensión al conservadurismo. Sin duda fruto de su espíritu naturalmente prevenido, una mujer no abrazará la revolución a no ser que el status quo afecte más de lo soportable a su “clan”. Eso sí, también había que reconocer que cuando una mujer decide ser revolucionaria se convierte en la imparable fuerza de la naturaleza. Ese no era el caso de Farah, esa era atascada y servil como un mulo, esa nunca sería su hermana. Hagall la atravesó con la mirada como solo ella sabía hacerlo -Jeder ist seines Glückes Schmied*- para quien no supiera alemán y dicho en aquel tono sombrío sonó a maldición gitana.

La escena familiar tuvo lugar ante la inmutabilidad regia de la sacerdotisa, que veía cómo evolucionaba tal y como ella esperaba. Interiormente sonreía satisfecha.
-Queremos ver esas maravillas de las que nos hablas- dijo Gawhar. Ella sabía bien que a esa clase de gente podían encandilarla como a indios con espejos, tal era su nivel de rusticidad que lo más simple les asombraría. La colonia funcionaba con genuina eficiencia alemana y aun siendo solo eso, una colonia, comparada con Jat era deslumbrante.
Sopesaba la idea de llevar a los dos hombres e incluso negociar educar a la niña, necesitaban una “malinche” y Ara estaba en la edad en la que era una esponja dispuesta a absorber cuanto se le enseñara sin estar viciada por la sociedad.

Como por obra de los dioses la radio sonó aportando más de lo que ella hubiera podido decir en ese momento. Los anfitriones quedaron pasmados sin saber muy bien que estaba pasando. La sacerdotisa se levantó abriendo las manos en señal de calma y se acercó al mamotreto (al no tener que buscar la emisora sabía usarla de forma básica), no enchufó los auriculares, total nadie salvo ella y Oldenkamp iban a entender lo que se decía.
Escuchó con un leve apunte de preocupación la noticia del ataque al campamento pero en seguida quedó claro que lo habían resuelto. Sonrió, la captura de la aeronave vino, nunca mejor dicho, como caída del cielo. “Estamos tratando de estabilizar a dos prisioneros” ¿Querría decir eso que los estaban dejando más suaves que una sepia? Esperaba que fueran listos y se los dejaran en un estado aceptable para hablar con ellos.
-Aquí Avanzadilla de Jat- dijo tomando el comunicador, parpadeó pensando que decir –aquí la situación es pacífica, es un poblado de labriegos, pero hemos tenido conocimiento de que los señores feudales arman milicias con las que amedrentan a la población. También hay nómadas que se dedican al comercio de esclavos, los llaman “gentes de Umad”. Esa nave que han capturado es un “vimana” es la principal herramienta de presión sobre los lugareños pues creen que sus amos les vigilan permanentemente- soltó aire por la nariz antes de seguir hablando –También hay noticias de los científicos perdidos, ignoro cual es su número, son esclavos de los amos. Algunos son sirvientes leales pero otros siguen fieles al Reich. Extendieron el rumor de que llegaríamos y derrocaríamos a los tiranos, así que es de esperar que las autoridades nos sean hostiles- pensó sobre que más decir –los lugareños sin embargo están en disposición de alzarse contra sus amos. Por lo visto “Deustchland” es para ellos sinónimo de libertad y esperanza- sonrió por la frase –unos de ellos, miembro de una especie de consejo de ancianos local, quiere entablar conversaciones con nosotros. Espero confirmación-
Mientras esperaba respuesta, con el comunicador cerrado (lógicamente) habló a los presentes en la cabaña con aire de suficiencia –Son noticias, han intentado atacar nuestro campamento pero los atacantes han sido aplastados y su vimana apresado ¿Alguna idea de quién puede estar rondando la zona?- “Chúpate esa Farah y trágate tu desconfianza”

La radio se mantuvo en silencio un rato, y después vino la respuesta.

-Entendido. Regrese inmediatamente al campamento base para interrogar a esos prisioneros, e informe que mañana volverán al pueblo con más hombres. El teniente evaluará la situación y la conveniencia o no de entablar relaciones de amistad con la población local. Cambio y corto.

No le entusiasmaba demasiado tener que sanar a hombres que hasta hace poco estaban dispuestos a matarles. Pero eran órdenes y Topf vigilaba que no se les ocurriera otra cosa. De hecho, insistió en que les atara. Eran humanos, normales y corrientes, aunque éstos parecían medio orientales, quizá paquistaníes o iraníes. Se sorprendieron de que alguien les sanara, pues posiblemente no era la costumbre de su planeta, y menos una mujer, por lo que se asustaron y profirieron algunos insultos.

Ajena a ésto, procedió a hacerles las curas. El peor era el lancero, al que tuvo que sacarle la bala con unas pinzas del fémur de la pierna derecha, antes de cerrar la herida, desinfectar y entablillar. El otro requirió menos cuidados, pues solo había que cauterizar y cerrar.

Krieg recorrió sin miedo la campiña, pero Bernstein recelaba de los muertos y los malheridos. ¿Y si se levantaban y le atacaban? Definitivamente, tenía que acercarse a Krieg, pues él iba armado. Sin embargo, el ingeniero estaba en buena forma y sus zancadas eran grandes y seguras. Él se fue quedando atrás.

Tras remontar el repecho, comenzó la bajada, más descansada pero no menos peligrosa. Aquí, no había apenas muertos del enemigo, pues les habían cazado a campo abierto. El bosque era denso, y no permitía ver nada hasta que no se salía de él. Siguieron el surco formado por las ruedas de la motocicleta, hasta llegar a una pequeña floresta despejada, que habría resultado idílica de no ser por los muertos desperdigados en ella.

Krieg se detuvo un momento, admirando la extraña "construcción" en mitad del campo. Dió tiempo a Bernstein para que le alcanzara, jadeante. No estaba acostumbrado a aquellas carreras a campo traviesa, no sin la excitación propia de alguna medición de campo, la ornitología o algo similar. Pero el hallazgo merecía mucho la pena.

Era como un templete hindú, de piedra, con relieves e inscripciones. Pero el templete no estaba posado sobre el suelo, si no que flotaba a cinco o diez centímetros sobre él, manteniéndose en una fascinante levitación sobre las flores. La motocicleta estaba detenida junto a la aeronave, y Schumman estaba de pie junto a lo que parecía la entrada del aparato, unas puertas de metal que podían abatirse.

De dentro del aparato surgió, o más se asomó, un rostro familiar. Había comprobado que no había nadie dentro, ningún piloto o similar, aunque uno de los cuerpos de los muertos, el más cercano a la "aeronave" vestía de una forma distinta al resto.

-Despejado. Deberían echar un vistazo dentro, los mandos son... muy extraños.

Les ofreció la mano para que subieran.

Cuando ella dijo aquello, el anciano se puso nervioso. No era para menos. ¿Y si habían matado a soldados de la reina que vigilaban Jat en vísperas del pago del lagaan? La posibilidad era aterradora, pues la ira de Rajpur caería sobre ellos. Sin embargo, no tenía demasiado sentido que les hubieran atacado. No sin que se hubieran enterado de su presencia de algún modo, y un jefe rival hubiera decidido atacar a un grupo pequeño de ellos. Aunque quizá tenía una explicación más prosaica...

-Hace dos estaciones de cosecha, sufrimos un ataque de la gente del falso profeta Rama, un amo que está en guerra con Rajpur. Los comerciantes de Umad son servidores de éste señor, que tiene su asiento en la pequeña ciudad de Halaf. Éstos territorios se sitúan cerca de la frontera con el señorío de Rama, por lo que siempre hemos tenido problemas con incursiones de ese tipo.

Parpadeó, inquieto. Imaginaba que aquel aparato servía para hablar a distancia. Era... fascinante. Sabía que los amos usaban algo similar para acaudillar a sus legiones y vigilar sus puestos fronterizos.

-La figura de la luna es el emblema de la señora Madhuvanti. El guerrero Rama tiene como emblema una lanza Zat, que es el arma de los guerreros Anu. El vimana debería tener... el emblema de una u otra casa.

Sin mucha demora Krieg sube, prácticamente adelantando de nuevo a Helmut.

Da un rápido vistazo a todo, cierra los ojos, para intentar recordar algunos de los libros, que le dejaron antaño, cuando construyeron la campana, por si algo de aquello le sonaba, así como todo lo referente a lo antiguo.

- dejarme un momento que recuerde ... - dice con los ojos algo cerrados, para centrarse, tampoco es que le hiciera falta.

- Nunca he visto nada semejante en cuanto a lo que hay, pero creo que algo me suena de algunas cosas, con un poco de investigación y pruebas, podría lograr saber su funcionamiento - dice ya con los ojos abiertos, mientras mira todo con detenimiento, sin de momento tocar algo.

Aunque se moría de ganas de probar cosas

El pobre científico va a la zaga del atlético ingeniero. Está molesto con el altivo ingeniero, pero le da igual. Quiere ver esa aeronave.

A medio camino se percata que aún lleva la granada en la mano.

Oh! Diablos! ¿Qué hago con esta cosa?

Sigue andando. Sus pasos son pesados. Arrastra los pies. Hasta que ve... ESO. Piensa muchas cosas, perono las puede verbalizar. Está demasiado cansado. Ya hace un rato que se ha quitado el molesto sombrero y al llegar se enjuaga el sudor de la frente con un pañuelo.

Al ver a Meiser le devuelve la granada.

Gracias...

Sin aclarar si es por la granada o por despejar la nave, o por ambas cosas.

Bernstein entra en la nave y empieza a curiosear. Observa los mandos, inscripciones, diseño... Todo. Cualquier cosa. Poder examinar una nave alienígena no es algo que pase todos los días.

Lo extraño sería que me dijera que ha visto algo así antes, herr Krieg.

Comenta, mientras examina cada ricón de la nave.

Tensó los músculos de la cara ante las instrucciones desde Sigfrido, no era ningún soldado para que le dieran órdenes, menoscababa su autoridad. Por no hablar de que no tenía ni putas ganas de deshacer lo andado con la noche echandosele encima y bajo la amenaza de asaltantes de caminos.
No hubo lugar a réplica, la dejaron con la palabra en la boca con ese “Cambio y corto”. Arqueó la ceja haciendo un gesto de indignación bastante gracioso mirando el micrófono. Luego miró cómplice a Oldenkamp.
El anciano aprovechó aquella pausa hablando con extrema cautela, sin duda temeroso de que tomaran represalias contra el poblado, ya fueran ellos, los de Umad o quien fuera que había mandado a la milicia aquella. Empezaban a crecerle los enanos y se notó el nerviosismo en sus ojos, por eso inmediatamente se mostró colaborador. “No hay mal que por bien no venga”
Soltó aire por la nariz escuchándole con gesto severo –Hmmm… entiendo…- dijo asintiendo. Así que estaban en una zona fronteriza y encima en conflicto religioso. Por un lado ardía en deseos de saber más, por otro le causaba un tedio impresionante encontrarse con la misma cantinela de la tierra ¿Sería un problema humano? Daba que pensar el asunto… “Rama… nunca me gustó ese mito”

Abrió comunicación por radio –Jat a Campamento…- parpadeó –Tardaremos dos o tres horas en regresar, estaría bien que alguien se adelantara y nos esperara en el camino, se nos hará de noche y no llevamos equipo adecuado- pedir que les recogieran era demasiado complicado, aun no tenían mapas -¿El vimana lleva algún símbolo? ¿Una luna o una especie de lanza? Espero respuesta-

-Lo siento soldado- dijo a Fritz. No quedaba otra, nadie allí excepto ella hablaba el idioma y a Hagall no le cabía duda de que ninguno era tan despiadado como ella. Pobres de aquellos rehenes iban a padecer todo el cabreo que llevaba acumulado.

Fritz entraba justo en la cabaña, subiéndose la bragueta porque con la tontería del paripé si que le habían entrado ganas de echar una meada, cuando la radio sonó y se escuchó una voz informando de los recientes acontecimientos.

-¿Ah? ¿Han atacado al resto del grupo?- Aunque acababa de oirlo le costaba creerse que unos nativos tan asalvajados pudieran siquiera plantearse el atacarles, pero parecía que así era. Uno de sus principales impulsos fue mirar el rifle, que había dejado dentro junto a la radio. 

Hagall parecía seguir queriendo conversar con el anciano, mientras que el pobre soldado seguía absorto en la idea de que técnicamente podrían estar en guerra con esta gente. 

-Di... Disculpe, señorita Wirth... ¿Acaban de decir aeronave? Perdón... ¿Pero esta gente sabe siquiera conducir? Quiero decir... Ya no pilotar un caza pero...-

-Entendido. Regrese inmediatamente al campamento base para interrogar a esos prisioneros, e informe que mañana volverán al pueblo con más hombres. El teniente evaluará la situación y la conveniencia o no de entablar relaciones de amistad con la población local. Cambio y corto.

-Dios Santo, señora, creo que deberíamos volver de inmediato... No... No estamos seguros aquí.-

No se lo pensó dos veces y fue entonces hacia su Kar98k y equipo, que había dejado para hacer mas descansada la parada en la choza. Aún se estaba atando el cinturón, rifle en mano, y ya quería marcharse pitando de allí. 

-Hagall... Ehm, señora, señora, no... No lo sienta por mi, creame cuando le digo que ahora mismo la caminata de vuelta no es lo que mas me preocupa... No creo que debamos esperar mucho mas.-

Miró a Rahuti con desconfianza. Quién sabe que coño habrá estado parloteando con la mujer todo este tiempo, bueno, si, ella lo sabe pero tampoco es que le reconforte, bien podría haberse estado guardando todo tipo de información escabrosa.

Cuando ambos hombres entraron, les llamó la atención la combinación de estética con funcionalidad, una asignatura sin duda pendiente en muchos diseños terrestres. Sin embargo, detrás del ornato había una razón. Todo aquel peso añadido, aquella piedra, tenía implicaciones preocupantes. Las aeronaves de la Tierra eran ligeras, por que la relación entre peso/motor era siempre crítica para que una nave fuera sustentable. Además, el aparato carecía de aerodinámica.

La respuesta a aquella incógnita la tuvo Krieg al llegar a la "sala del motor". En unos pequeños tanques de almacenaje, refulgía una sustancia verdeazulada que le era tremendamente familiar: el xerum 525, o un compuesto muy parecido (su tono quizá era más claro). No era la única coincidencia. El motor principal contenía una serie de discos que giraban a gran velocidad, produciendo el para ellos conocido efecto antigravitatorio que hacía que la campana debiera anclarse en la sala del reactor. Durante las primeras pruebas, de hecho, la tuvieron que encadenar a las paredes y el suelo, por que tenía tendencia a "levitar sin control".

Como conseguían orientar y canalizar dicha levitación era un problema que todavía deberían resolver. Pero Bernstein intuía que la mayor cantidad de discos podía ser la clave. El operario de la máquina podría, al menos teóricamente, controlar la velocidad de rotación de cada una de las ruedas, de forma que provocaba que la fuerza de levitación se canalizara en uno u otro sentido. De hecho, eso era por lo que la nave seguía flotando. Estaba colocada en "impulso cero", pero sin embargo sufría de las fuerzas antigravitatorias de repulsión con la tierra. En resumen: para aterrizar el cacharro totalmente había que "apagarlo", por así decirlo.

Ahora tenían que averiguar como se controlaba aquel ingenio, o si el piloto poseía algún tipo de herramienta con la que operarlo. No parecía existir ningún cuadro de mandos, solo una especie de diagramas o esquemas con unas ranuras cilíndricas en unos poyetes de piedra. Las ranuras estaban preparadas para que se insertara en ellas alguna especie de bastón. La dirección a tomar por la aeronave se calculaba con más pericia que ciencia, en un puesto de observación en la parte alta, que tenía una silla giratoria. Imaginaban que al observador se le sumaría el piloto, y la coordinación entre ambos sería fundamental para pilotar aquel ingenio.

Realmente, era una aeronave rudimentaria con un motor muy sofisticado. Un motor que les daba que pensar. ¿No estaban basada la campana en nosequé textos antiguos del hinduismo? La típica cháchara de la señorita Hagall, que ahora adquiría cierto sentido. Después de todo, el general Kammler la había incluido en el proyecto por una buena razón.

El soldado cogió el comunicador de la radio de la moto, respondiendo antes de que al mando se le ocurriera echar la bronca a la señorita Wirth por solicitar un transporte motorizado.

-Aquí Schumman. No se preocupe, me acercaré con el kettenkrad y les recogeré. Usted solo tiene que darme indicaciones para llegar allí, se orientarme bastante bien. Espere un segundo...

Se acercó a la estructura y quitándose la gorra, examinó los relieves. En las puertas y sobre el dintel había un símbolo que se repetía varias veces. Un poco extraño, pero intuyó de que se trataba. Volvió a coger la radio.

-Lanzas, si. Una lanza muy rara, con la punta así como... lobulada.

¿En que quedábamos? Primero la llama señora, luego señorita, luego por el nombre de pila… para ser militar se ponía nervioso muy rápido y no dominaba muy bien el protocolo de rangos… “estos cristianos… que blandos son…”
-No se ponga nervioso Oldenkamp, ahora le explico- la radio respondió casi de inmediato –buenas noticias soldado, vienen a por nosotros, no tendrá que cargar con esto al trote- palmeó el aparato –Recibido- respondió por el comunicador y a continuación pasó a detallar las indicaciones pertinentes para que llegara a Jat –Gracias Schumman, buen trabajo. Le esperamos. Cambio y corto- hizo un gesto como de que dejaba libre el aparato para que su compañero pudiera recogerlo apropiadamente para el trayecto.

Regresó junto a Rahuti –Me han informado de que el vimana apresado pertenece a Rama. Me temo que debo regresar esta noche con los míos pero mañana volveremos a visitarles para hablar más tranquilamente- sonrió con cara de circunstancias –me hubiera gustado compartir la cena con vosotros- suspiró –¡Por cierto! Vienen a recogernos en uno de nuestros “carros”, lo digo para que no se asusten, es que son unos vehículos un poco ruidosos- hizo un amago de risa para darle un aire desenfadado a la frase -Antes de volver… ¿Qué más puede contarme sobre esa gente de Rama?- tomó su cuenco y bebió el culín de infusión que le quedaba –Hmmm delicioso- mostrarse tan relajada era parte de su estrategia propagandística, una demostración de superioridad.

- Bueno pequeña, desvélame como darte vida... - dice Krieg en un tono bastante cómico, casi como si hablara con una mujer .

Echa un vistazo a toda la estructura, la disposición de los discos, recuerda cada parte de la nave que ha investigado al entrar , observar y memorizar...

- Diagramas...., esquemas..., circuitos...., ranuras cilíndricas , poyetes de piedra...,conmutadores... - cada vez que decía una palabra, la sonrisa que se le reflejaba en el rostro de Krieg, empezaba a dar miedo...

- Llave de paso, de contacto...,¡¡ rápido, buscar en el cuerpo de fuera , creo que lo tengo !!...JAJAJAJAJAJA - ya Krieg suelta una risotada , que helaría la sangre a mas de uno.

Empieza a ojear por todos los lados, para buscar lo que necesitaba...

- ¿ os apetecería dar una vuelta ? - dice con los ojos muy abiertos a Bernstein y a Meisel, la mirada y el gesto de alegría de Damien lo decía todo.

- Se como hacer que funcione, solo necesito un observador arriba.. - sigue buscando la pieza principal y se coloca en donde empezar a pilotar el aparato.

Bernstein seguía dándole vueltas al ingenio en si mismo. Era como una especie de variante de su Die Glocke. ¿Podría viajar en el tiempo? En el espacio estaba claro que lo hacía mejor que la suya. Habían solucionado el problema de la estabilidad con ciertos discos... Aquello decía mucho de lo que creía.

Escuchaba al ingeniero emocionado con su nuevo juguete. Manoseando los controles como un niño. Él aprovechó el tiempo para darle una ojeada al piloto muerto. ¿Estaba muerto? Dudaba que sus hombres hubieran cometido la torpeza de no asegurarse de ello. Era una pena. Ese hombre habría dicho muchas más cosas que los pordioseros ladrones que habían capturado.

Se fija en sus ropas, en su fisonomía, en lo que pueda llevar. Le asquea tocar un muerto, por lo que simplemente lo mira y le da la vuelta con el pie para verlo mejor. Va respondiendo a las frases que formula el ingeniero, desde la sala de controles.

Oh, sí, herr Krieg. Claro, claro... ¿Una vuelta? ¡¿Una vuelta dice?! Por supuesto!

Acaba por decir, visiblemente emocionado. Está claro que acertó viniendo en la Die Glocke.

Después de encontrar lo que estaba buscando, para ir conmutando los cilindros y hacer que funcione la nave, se pone en ello, solo esperaba hacerlo bien.

- A ver, pienso que será como hacerle un puente a un coche.., esto debería de meterse, umm..creo que aqui... - dice con determinación , aunque no tanta seguridad.

- Si empieza a levitar la Nave, vamos por buen camino, necesitaré Helmut que suba ahí arriba - Le señala la silla rotatoria de arriba - ..yo desde aqui no veo nada, usted será mis ojos, intente no orientarme a un precipicio, montaña o árbol... -

Bernstein se fue hacia la silla después de mirar al perro de los Amos. Se sentó y se sintió como un emperador en su trono.