Partida Rol por web

Dies ad Quem

En camino - Escena de juego

Cargando editor
04/08/2021, 13:53
Director

Año de 135...

Es el mes de noviembre, y te encuentras recorriendo el puerto Somport, llamado en la lengua de Roma Summus Portus, en la zona fronteriza entre Aragón y Francia, en el valle de Astún. El sol pronto se irá, y todo lo que ves a tu alrededor no es sino nieve, cumbres y más nieves... La desdicha procedente más allá del reino era grave, y tocó a tu familia, quedándote de la noche a la mañana sin ella. El único consuelo (si es que había alguno), era el de acudir a la ciudad Santa de Compostela, a través de uno de los caminos principales. Quizá así tu alma se pudiera calmar, y nunca estaba de más pedir auxilio con el rezo... Ahora el frio apretaba, y mucho (tal vez demasiado*).

Notas de juego

Comenzamos.

*Haz una tirada de RES x3. Si no la superas perderás 1 pv por el frío.

Cargando editor
04/08/2021, 15:04
Cecilio

Había empezado hace poco el camino y Dios ya me ponía a prueba. Un frío del carajo apretaba desde primera hora de la mañana. Los dientes me castañeteaban cada dos por tres y solo pararon cuando empecé la marcha. Me apoyaba en mi viejo bordón, gastado al haber sido usado por otros peregrinos antes que yo. Fue un regalo de un vecino antes de partir. El sombrero de ala ancha que llevaba, poco aire me quitaba. Solo el chaleco de oveja me quitaba algo de frío. Por la cintura y en el sombrero llevaba varias conchas de mar, para hacer saber que era un peregrino en busca del buen santo compostelano. Al notar que el frío aumentaba, decidí acelerar la marcha para ver si llegaba a alguna aldea antes de que terminara el día. Hoy no estaba el tiempo como para deambular por los parajes. Miré al cielo y suspiré, elevando una voluta de vaho hacia el aire. Siempre me venía a la memoria el recuerdo de mi mujer y mis hijos, no podía quitármelo de la cabeza. Decidido, doblé un poco el cuerpo y seguí la marcha.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Esto es otra cosa. Parece que en la otra partida la diosa Fortuna estaba en mi contra.

Cargando editor
05/08/2021, 16:39
Director

Tras apretar las carnes como podías y taparte bien con tus prendas, seguiste andando durante una hora. Llegó un momento en que el sol estaba a punto de irse, y aunque no pintaba a ventisca, lo mejor era tratar de refugiarse. ¿Alguna aldea? En absoluto, ni tan siquiera una cabaña aquí o allá... Pero quiso la suerte que pudieras toparte, casi de bruces, con el agujero bajo y estrecho que formaba una cueva en plena falda de montaña. Sin duda que aquella estampa te supo a gloria, y la verdad es que era tratar de resguardarse allí o tal vez morir por el frío nocturno del paisaje.

No sin cierto recelo, te aceraste a la cueva, te agachaste para advertir su interior (tratando de observar con los últimos rayos del día), y te diste cuenta de que aquella zona horadada no era profunda, ni se introducía más a fondo en la montaña. Era un refugio casi perfecto, en el que podrían caber una cuatro persona (suficiente para albergarte a tí). Sin ninguna elección, te internaste allí como pudiste, al tiempo que pensabas si habría ventisca esa noche.

Tras encender un pequeño fuego, rellenar y calmar el estómago con algo de pan, cecina y vino, te tumbaste a mirar las llamas. Justo cuando anocheció escuchaste los ruidos que albergaba la noche; se trataba de alguna que otra pisada de algún roedor grande o alimaña de las nieves, e incluso el cantar de aves nocturnas, de manera efusiva.

Notas de juego

Con tu siguiente intervención, haz una tirada de Conoc. Animal o PER.

Cargando editor
08/08/2021, 21:34
Cecilio

Gracias a Dios tuve la suerte de encontrar un refugio para pasar la noche, ya que no había divisado ninguna aldea, castillo, granja o cabaña en mi deambular. La cueva parecía espaciosa y segura, sin ninguna bestia dentro. Con unbuen fuego espantaría a lo que rondara por la noche y me calentaría los huesos. Podría dormir y descansar, recuperando fuerzas para el día siguiente.

Cogí bastante leña para pasar la noche y después de hacer la fogata comí algo. Me tumbé y me acomodé bien, llenando el elcho de hojarasca o lo que hubiere encontrado por los alrededores. Estando casi a punto de dormirme, empecé a escuchar ruidos de animales que parecían rondar la entrada, así que eche algún madero más y avivé la fogata. El crepitar del fuego sonaba alegre y las llamas, siempre danzarinas, dibujaban en las paredes de la gruta sombras que parecían cobrar vida.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ya estoy de vuelta. Hoy al final me he tirado casi todo el día en la cama durmiendo, de lo cansado que estaba. Ya mañana retomo el ritmo diario. Un saludo

Cargando editor
09/08/2021, 17:55
Director

No supiste qué clase de animal rondaba en los alrededores de la cueva por aquel sonido, que te pareció en esos momento el cantar de cualquier ave. El caso es que entre la danzarina coreografía de la hoguera y el cansancio, tus ojos comenzaron a cerrarse. Afuera el frío de la nieve y la noche cerraba te acompañaban, pero por fortuna no las sentías. Llegó un momento en que cerraste los ojos.

* * *

A la mañana siguiente parecía que la ventisca había arreciado. El sol estaba en lo alto, calentaba aquel paso de montaña, azotando con sus rayos la nieve del paisaje. Tras recoger tus pertenencias, saliste de la cueva y divisásteis un punto en concreto en la falda del monte más próximo. Se trataba de una cabaña de piedra y madera, la cual no habías podido ver la noche anterior por la ausencia de luz. Ésta te quedaba de paso por tu itinerario, asique no estaba mal llegar allí cuanto y avergiuar un poco más sobre ella. Tras caminar unos veinte minutos (bordear la nieve no era cosa baladí), subiste la falda del monte. Al llegar allí viste una escena curiosa; desde lejos no lo habías podido apreciar, pero ahora contemplabas a una una decena de lechuzas posadas en el tejadillo de la cabaña. Todas en fila, parecía ahora devolverte la mirada ante tu llegada. Además, la chimenea con la que contaba la cabaña despedía un humo, y la puerta de la misma estaba como entornada, no cerrada del todo. Había un bordón de caminante apoyado en la fachada de piedra.

Cargando editor
09/08/2021, 19:12
Cecilio

Ante tal visión, solo pude extrañarme, ya que nunca había visto tantas lechuzas juntas. Eran unas aves que me fascinaban y me gustaban, ya que su mirada estaba cargada de inteligencia y sabiduría. Aunque también eran buenas predadoras, ya que sus afiladas garras eran capaces de atrapar y rajar a animales del tamaño de un zorro.

Al llegar a la puerta, vi que había un bordón apoyado, así que yo hice lo mismo y dejé el mío junto al que había. Llamé a la puerta y la empujé despacio hacia el interior. Quizá la persona o familia que vivía aquí podría darme algún plato caliente antes de seguir mi viaje. Al tener la chimenea encendida, de seguro que estaban cocinando.

-"Hola, buenos días. ¿Se puede? Soy un peregrino que marcha a Santiago por una promesa y he visto su cabaña en medio de la nada. ¿Podría calentarme un rato y tal vez comer algo caliente? Anoche me cogió la tormenta en la montaña y tengo los huesos congelados." Dije mientras entraba y observaba el entorno.

Cargando editor
10/08/2021, 11:01
Obeco

Tras presentarte, notaste que en el interior no había mobiliario alguno excepto dos bancos y una mesa preparada con cubiertos de madera, escudillas pequeñas que guardaban un estofado, vasos, comida y bebida. El fuego de la chimenea encendido hacía de aquel un lugar reconfortable.

Y mientras estabas dentro contemplando aquel pequeño despliegue, alguien apareció por detrás, de una manera un tanto discreta (pues no habías oido llegar su presencia). Te giraste y viste un tipo fornido y más alto que tú, con ropas de piel gruesa, larga barba grisácea y un collar con dientes de gato montés. Traía consigo una cesta con más alimentos. Aún desde el interior notaste que todas las lechuzas alzaron el vuelo precipitadamente, como asustadas.

Te he visto entrar, peregrino -te dijo-. Soy Obeco. Te estaba esperando -añadió mientras soltaba la cesta con alimentos-.

Cargando editor
10/08/2021, 13:07
Cecilio

Al parecer el dueño de la cabaña estaba preparando un festín y me regocijé solo de pensar en el banquete. Pero no había nadie, aunque la lumbre calentaba la olla con el guiso. De repente, me sobresalté un poco al notar una presencia detrás mía. El tipo que entró era algo extraño y sus palabras fueron más extrañas aún. El vuelo de las lechuzas hizo que alzara la vista hacia el techo de la cabaña.

-"Hola Obeco, encantado de conocerte. Soy Cecilio, un pobre peregrino que se dirige a Compostela. Vi tu cabaña y decidí acercarme para entrar un poco en calor. ¿Dices que me esperabas?" Pregunté dubitativo.

El tipo era robusto y podía fácilmente acabar conmigo viendo su musculatura. Confiaba en la gente, pero nunca se sabía con quien te podías encontrar.

Cargando editor
10/08/2021, 20:17
Obeco

Bienvenido, Cecilio. Si, te esperaba -te respondió sonriendo un poco-, a tí y a cualquier peregrino que se precie por aquí.  Cuando bajo a la aldea de Garués a recoger provisiones dejo alimentos para los peregrinos que llegan del norte... Las únicas gentes que acuden a este lugar son hombres y mujeres del camino santo, estén perdidos o hayan visto mi cabaña de lejos y suban a descansar...

Obeco entonces cerró la puerta de la cabaña, se refregó las manos para calentarse un poco y soltó la cesta de alimentos sobre una mesa (traía dos hogazas de pan, unas cebollas y unos nabos). Se acercó a la lumbre y allí había una olla, la cual destapó y olió su interior.

Ese estofado es para tí, si te apetece -te invitó, señalando la mesa-. Entonces él se sirvió un plato, y con movimientos dificultosos se sentó en la mesa, al lado del asiento en el que te había invitado a descansar. Tomó una cuchara de palo y probó el estofado.

Por cierto, ¿has visto a esas lechuzas ahí afuera? -te preguntó con la boca llena, manchándose la barba blanca-.

Cargando editor
10/08/2021, 21:04
Cecilio

El tipo parecía bastante amistoso, cosa que hizo que me relajara. Tomé un cuenco y fui a echarme otro plato de guiso, el cual humeaba de lo caliente que estaba. Tomé asiento al lado de él y probé mi comida. Estaba sabrosa y al llegar al estómago, un calor agradable empezó a extenderse por mi cuerpo.

-"Está bastante bueno, muchas gracias por tu hospitalidad. Falta gente como tú en el mundo para que fuera un lugar mejor." Dije yo también con la boca llena.

Volví a meterme una cucharada en la boca, y otra, y otra. No recordaba haber tenido tanta hambre en mi vida.

-"Sí, las he visto. Cuando llegué había siete u ocho en el tejado, mirándome fijamente. ¿Son tuyas? ¿Las has adiestrado? Es raro ver tantas juntas; creo recordar que suelen ser solitarias."

Cargando editor
11/08/2021, 17:24
Obeco

Finalmente acabaste todo el estofado del plato mientras agradecías el buen hacer de aquel anciano. Al preguntarle por las lechuzas, Obeco te sonrió (él también había dejado ya su cuchara sobre el plato).

Sí, son mías... -contestó con cierta sonrisa-. Cada cierto tiempo adquiero una más... Bueno, te contaré algo -entonces se giró sobre su asiento, apoyando sus brazos en el respaldo de la silla, como acomodándose para relatar algo-. Descendiendo un poco más este monte, antes se llegar a la aldea de la que te he hablado, hay un desvío en el camino el cual lleva a un sotomonte donde crece una tupida manta de Amargamiel. Allí, en un claro de árboles, durante las noches de luna llena de noviembre aparece una puerta plateada en medio del lugar.

El anciano estaba desviando la conversación, y tú tratabas de entender la relación con las lechuzas de su tejado. Entonces Obeco siguió hablando, pero ahora con un tono de voz mas grave (y casi amenazador).

Pues bien... -continuó-. Ahora que sabes donde está, buen peregrino, has de acudir hasta ese claro si quieres conservar tus buenas piernas y brazos, y si quieres continuar tu viaje hasta la ciudad Santa de Compostela... -aquello comenzó a sonar un poco raro, y enseguida se llevó una de sus manos al pecho, donde su camisa ocultaba algo sobre su pecho, y no era ni más ni menos que una especie de amuleto colgado al cuello-. Entonces lo apretó fuertemente entre sus dedos.

Si no quieres convertirte en otra de mis buenas y serviciales "pajaritos", te ordeno acudir hasta allí, cruzar la puerta y traerme de vuelta "un encargo" que espero desde hace mucho tiempo... Esas lechuzas no son sino peregrinos como tú que se negaron a cumplir lo que a tí te ordeno ahora mismo...

La verdad es que el tono del monólogo de aquel sujeto se oscurecía cada vez más.

Cargando editor
11/08/2021, 17:48
Cecilio

Todo aquello que relataba me sonaba muy raro, aún más cuando comentó quiénes eran las lechuzas, o quienes habían sido. Si era verdad lo que decía, el tipo debía de ser un brujo o alguien que había hecho un pacto con el Diablo. O también podía ser un pobre loco que desvariaba y asustaba a los peregrinos debido a la soledad de vivir apartado de todo y todos. Cuando me amenazó con convertirme en un ave rapaz, en un tono fuerte, supe que la locura se anidaba en él. Dejé el plato encima de la mesa y me fui levantando poco a poco, dado que mi intención era irme cuanto antes de aquí.

-"No quiero problemas, Obeco, creo que es mejor que me vaya y siga mi camino. No sé si lo que que le aqueja es locura o que se divierte asustando a los pobres viajeros que pasan por su cabaña, pero no me ha gustado su tono ni su amenaza. No me creo que sea capaz de convertir a nadie en lechuza, aunque es raro ver tantas juntas. No quiero ser descortés, pero me marcharé ahora mismo. Y gracias por el guiso, estaba delicioso y me ha calentado el cuerpo."

Sin más, recogí mis escasas pertenencias a toda prisa e intenté llegar a la puerta, siempre atento a los movimientos del hombre. Si me veía amenazado o acorralado, tendría que ponerme en guardia.

Notas de juego

Hago el amago de salir. En principio no me creo lo que dice, por eso intento huir de allí a toda prisa. Al ser médico, conozco la locura de la gente y pienso que este hombre se ha vuelto algo zumbado.

Cargando editor
12/08/2021, 09:48
Obeco

Te levantaste enseguida, reprochando aquellos mandato al anfitrión de la cabaña. Sin embargo, mientras te levantabas y te disponías a marcharte, Obeco apretó con mas ahínco el metal que llevaba sobre su pecho, bajo su camisa, y pronunció una palabras, apuntando con la especie de medallón hacia tí.

Y por un momento sentiste una parálisis en todo tu cuerpo como nunca habías sentido. Tus brazos y piernas se entumecieron, tus dedos se estiraron y ni siquiera podías mover las pestañas*. Estabas "clavado" en el suelo, delante de la mesa y la chimenea, y lo único que podías mover eran tus pupilas. Un terror te invadió por dentro, mientras notabas cómo Obeco se levantaba despacio, saboreando ese momento en que te tenía acorralado como una alimaña a su pequeña presa. Lo intentaste una vez más... ¡Nada! No podías moverte en absoluto.

Harás lo que yo te ordene... -aseguró-. Me has caído en gracia, joven, no como cualquiera de los otros que vinieron. Asique te daré una oportunidad. Irás al claro y cruzarás esa puerta. Luego podrás irte a donde quieras... Y espero que no intentes escapar, o no podrás salir de estas montañas...

Entonces pasaron unos instantes y tu cuerpo volvió al movimiento. Pudiste tragar saliva, la cual se había quedado resbalando en tu garganta; pestañear tus párpados, pues se te estaban quedando secos los ojos, y mover las falanges, brazos y piernas. Ahora comprendías el poder mágico de ese hombre, quien, al parecer, se había apiadado de tí.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Apúntate +5 puntos de IRR (y-5 de RAC), por ver un hechizo de Vis 5ª.

Cargando editor
12/08/2021, 11:16
Cecilio

Al sentir que me quedaba paralizado, un terror indescriptible me invadió. No podía temblar, ni siquiera pestañear, así que el terror solo lo sentía en mis vísceras. ¡Aquel tipo era un demonio! Cuando me habló, escuché atentamente y cuando pude empezar a mover mi cuerpo, me eché hacia atrás, contra la pared, como un ratoncillo asustado. Las piernas no me sostenían, del miedo que tenía. ¡La magia existía! Poco a poco, intenté calmarme, aunque era muy difícil de asimilar lo que había pasado y lo que debía de hacer para no ser convertido en una lechuza.

-"Sí... sí... Haré lo que me pides. Iré a ese sitio y cruzaré la puerta de la que hablas. Pero no sé cómo legar allí, ni qué tengo que recoger u obtener. ¿Qué me espera tras la puerta? ¿Y cómo sé que si cumplo con lo pactado me dejarás libre?"

Las dudas me recomían por dentro. Pensaba en escapar raudo una vez saliera de la cabaña, pero no sabía el alcance del poder de este malvado mago. ¡No sabía a ciencia cierta qué hacer! Solo podía decirle que sí y seguirle la corriente hasta que me tranquilizara y pensara las cosas con más calma. Quizá más tarde tuviera alguna posibilidad de huir o al tener en mi posesión lo que quería que consiguiera, tal vez pudiera negociar mi libertad. Todos estos pensamientos galopaban veloces por mi mente mientras miraba atemorizado a los ojos de Obeco.

 

Notas de juego

Una pregunta, por curiosidad.

En la anterior partida, con Ramiro, los PNJ tiraban RR para librarse de su conjuro. ¿Yo ahora no tengo esa tirada para evadir los efectos del conjuro? ¿O es que es tan poderoso que no tiene tirada?

Cargando editor
12/08/2021, 14:33
Director

Notas de juego

Es el hechizo alma de estatua (Vis 5ª). Este hechizo no deja al PJ lanzar por RR para tratar de de librarse. Es muy chungo. Luego actualizo el juego.

Cargando editor
12/08/2021, 16:18
Obeco

¿Y cómo sé que si cumplo con lo pactado me dejarás libre?

No lo sabes -te respondió-. Es una elección que no debes dudar, por tu bien. Si hubiera querido matarte, guisarte o despeñarte por la ladera, lo hubiera hecho ya;  o incluso convertirte en otro de mis animales de compañía.

Obeco volvió a comentarte el lugar donde se encontraba la puerta que quería que visitases (bajando hacia la aldea, yendo por un desvío a la derecha antes de llegar, caminar por el sotomonte que allí hay y llegando a un claro entre árboles. ¿Una puerta de plata, te había dicho...?). Entonces, dando confianza a aquel brujo o mago (o lo que fuera), éste se centró entonces en explicarte más cosas de tu empresa, en vez de convencerte de llevarla a cabo.

Sal ahí afuera, vamos... -te ordenó, pero él fue primero, adelantándose-. Entonces, una vez que salísteis al exterior de la cabaña, tomó el cayado que había en la puerta, apoyado en la pared de fuera junto a ésta. El anfitrión lo cogió y luego te lo cedió para que lo observaras bien.

Verás que tiene finas hebras de plata, en forma de betas de la madera... -y era verdad, era un bastón bastante extraño-. Cuando alcances el claro, vierte un poco de sangre sobre el cayado, y luego levántalo en alto sobre tu cabezas. Sólo así aparecerá la puerta... Lo que tienes que traerme se te entregará una vez la cruces.

Entonces volvieron las lechuzas, revoloteando. Se posaron en el borde del tejado, y todas te miraron. Aquellas miradas, según el anciano, guardaban un alma humana en su interior.

Si intentas escapar mis lechuzas me avisarán, y la nieve de estas montañas, o tal vez el frío, acaben sepultándolo -te dijo, advirtiéndote de nuevo-. No será casualidad o posibilidad, peregrino: en ese caso date por muerto. Asi que, camina ya, y no me falles...

Obeco puso sus brazos en jarras, y ahora tenías el cayado de madera y betas de plata entre tus manos. Al menos tenías el estómago lleno.

Cargando editor
12/08/2021, 23:07
Cecilio

Asustado y dubitativo cogí el extraño cayado y lo miré fijamente. Al parecer era la llave para abrir la puerta mágica que decía el maligno humano. Después levanté la mirada a las lechuzas, pensando que también yo sería una de ellas. La vista giró a ambos lados de mi, visionando la montaña y los parajes circundantes. Mi alma clamaba por salir corriendo ipso facto de allí y echar tierra de por medio de este horrible sitio. Más mis piernas y mi cuerpo no me obedecían por el terror. Tendría que hacer lo que el malvado brujo quería y luego se vería qué me depararía la suerte. Tenía que pensar y analizar lo que me acontecía, cosa que ahora mismo no podía, solo seguir las órdenes de este macabro ser. Finalmente puse mi mirada en Obeco, deseándole todas las desdichas posibles y una muerte horrenda por ser tan malvado.

-"Iré a donde me dices y te traeré eso que me será dado cuando cruce el portal. SOlo espero que cumplas tu palabra y me dejes libre cuando regrese." Dije apesadumbrado.

Dicho esto, y con el cayado en una mano, empecé a andar hacia donde el brujo me había indicado. Cada paso que daba que me separaba de la cabaña y de su propietario era como una gota de liberación en mi alma. Cuando estuve a suficiente distancia de él, fuera de su vista, me agaché, doblándome como un guiñapo y me puse a llorar desconsoladamente. Las calientes lágrimas iban desgajando mi ser, sacando el terror poco a poco de mi cuerpo...

Cargando editor
13/08/2021, 10:48
Director

Aquel llanto se produjo tan lejos ya de la cabaña que Obeco no se habría percatado de ello. El terror que cruzaba tus arterias poco a poco era exhalado y el romper a llorar era fruto de ese proceso. Tras un rato pensando sobre la nieve, pusiste rumbo monte abajo en dirección al pueblo. Estabas atento en descubrir el desvío que, según aquel brujo, habrías de tomas hasta el sotomonte. Y tras unos minutos de marcha lo encontraste: la nieve lo había ocultado, pero claramente el desvío lo conformaban unos árboles altos y una zona más profunda en la ladera. Miraste hacia arriba, pues te parecía que había movimiento en el cielo, y notaste que las lechuzas de la casa de Obeco revoloteaban sobre tu cabeza, posándose de árbol en árbol a medida que avanzabas (¿te estaban vigilando, como el viejo te advirtió?)

El caso es que cruzaste un pequeño sotomonte y, finalmente, llegaste a un claro del bosque algo apartado, inclinado y a la vez muy bello. Era un lugar amplio y el sol lo bañaba con sus rayos. Recordaste que Obeco te contó que para hacer aparecer la puerta, habías de derramar sangre sobre el cayado, aunque no te dijo cuánta. ¿Unas gotas, tal vez?

Notas de juego

Haz una tirada de Descubrir (o PER), y otra de Escuchar (o PER).

Cargando editor
13/08/2021, 11:03
Cecilio

Después de soltar todo lo que tenía dentro, me quedé algo más tranquilo. Empecé a andar ladera abajo, en la dirección que me había detallado el malvado hombre. En el cielo, las abyectas lechuzas me seguían para controlar mis pasos. Si quería huir, sería inmediatamente localizado por ellas. Ahora pensaba en que si me ocultaba en la aldea y pedía ayuda al párroco que allí hubiera, tal vez la magia de Obeco no me alcanzase. ¿Pero y si sus tentáculos se extendían más allá de su cabaña? ¿Podría poner en peligro a más gente? Pensando en estas cuestiones llegué al desvío, el cuál tomé por inercia, casi sin pensarlo. Al final llegué al claro, donde debía de hacer el ritual de sangre para que apareciera la puerta. No recordaba muy bien si bastaba con unas gotas o hacía falta más y si había que hacerlo ahora o a la noche.

-"¡Maldición! No sé qué hacer. Tampoco me ha dicho que lo haga en unos segundos. Quizá será mejor que intente atrapar algún animalillo y lo use para el ritual de sangre. Esperaré al ocaso para hacerlo y veré si funciona lo que dijo Obeco y la puerta aparece ante mi." Dije para mi mismo.

Al hablarme a mi mismo intentaba darme ánimos, tranquilizarme. Me dispuse a buscar y cazar algún animal que hubiera por los alrededores: un ratón, un pajarito, etc.

- Tiradas (2)
Cargando editor
13/08/2021, 16:27
Director

Las dudas acerca de cómo actuar te invadieron un instante, y mientras te disponías a buscar alimañas en aquel lugar, algo más llamó tu atención. Alguien se acercaba. Eran dos hombres que caminaban entre los árboles, a cierta distancia, en dirección al claro. Uno de ellos llevaba un cuchillo en el cinto, y el otro no sabrías decir. Ambos carecían de toda pinta de ser campesinos, pero tampoco de ser comerciantes o nobles- Tú los viste entre la abertura de dos rocas que sobresalían del suelo, aunque ellos aún no podían haberte visto. En pocos segundos alcanzarían el claro.

Aparte de eso, los únicos animales que había por allí eran las lechuzas, posadas en las alturas de los árboles.