Oliver te mira sorprendido, pues evidentemente desconoce tus capacidades, pero se fia de tu criterio, y pronto os encontrais en el interior del camion, camino de Nueva Jersey.
El vehiculo tarda casi dos horas en llegar a su destino, y cuando lo hace, esperais a que el camionero baje del vehiculo y se aleje antes de bajar vosotros mismos con cuidado de que nadie se de cuenta.
Os encontrais en una calle frente a un parque lleno de gente, y mas alla se puede ver la ciudad de Nueva York. Todas las dudas que pudieseis tener se disipan ante la innegable evidencia de que es imposible que un montaje inluya toda una ciudad, miles de personas, y aeronaves con helices que sobrevuelan el cielo en algunos puntos.
Después de lo que había visto en la guerra, Katyusha estaba convencida que nada podría impresionarla, por el resto de sus días, pero se equivocaba.
A pesar de que sabía que no tenía tiempo que perder, se detuvo un momento, a contemplar el paisaje de gigantescos edificios, el ruidoso tráfico de vehículos y los transeúntes con sus coloridas vestimentas. Volvió a sentirse mareada. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? La guerra había terminado y el Camarada Stalin debía estar muerto. Todas las personas que había conocido debían estarlo. Se envaró y respiró profundamente. ¿En qué estaba pensando? Ella era una militar soviética. En cualquier tiempo y lugar, lo que debía hacer era evidente: Ponerse al servicio de su país. Todas las demás consideraciones que pudiese hacer, a nivel personal eran secundarias. Ya tendría tiempo, para ocuparse de ella misma. Lo importante ahora era servir, en lo que el Partido le mandase.
Levantó una mano y le hizo una seña a uno de aquellos extraños taxis amarillos de ángulos rectos.
—Vamos —le dijo a Oliver—. Será más rápido que buscar la dirección en un mapa.
Es que no era la otra escena XD
Aunque el taxista os mira con cierto recelo, cuando Oliver muestra un par de billetes de veinte dólares el hombre sonríe y os lleva a vuestro destino. El trayecto es sencillamente increíble. Centenares de vehículos con todo tipo de marcas, formas y colores recorren a buena velocidad las calles y avenidas de Jersey, y aun es peor en Nueva York.
La radio del taxi escupe melodías que difícilmente pueden recibir ese nombre. Oliver pide al hombre que baje la música, y este lo hace, hasta que el sonido se convierte en solo un rumor, apenas audible por encima del sonido del tráfico.
Una bandera blanca, azul y roja se eleva en un poste sobre el tejado de un edificio gris de tres alturas que se encuentra en la dirección que le disteis al taxista. Oliver le pregunta extrañado y el hombre le confirma que ese es el consulado ruso.
Tras bajar del vehiculo, un par de soldados comprueban que no lleváis armas antes de granjearos el acceso al edificio donde una secretaria con acento os pregunta la razón de vuestra visita.
Katysuha sonrió al escuchar un acento familiar, después de tanto tiempo.
—YA kapitan Ivanova, ot krasnoĭ armii. Mne nuzhno pogovoritʹ s sovet•skim konsulom. (Soy la capitana Ivanova, del Ejército Rojo. Necesito hablar con el cónsul soviético)
Cita:
Ya no me confundas XD :P
PD: Me encanta la serie Misfits.
Los soldados te miran sorprendidos, como si no entendiesen lo que dices. Se miran el uno al otro, y finalmente uno de ellos se decide a responderte.
Ruso: ¿Puede identificarse?
Y a mi :) pense incluso en hacer una partida de Misfits reimaginada a ver que sale, pero si me decido a intentarlo sera mas adelante :)
Katyusha continuó hablando en su idioma natal.
—Mi nombre es Yekaterina Ivanona. Soy capitana del Ejército Rojo —dudó un instante, ante de continuar—. En un tiempo se me conoció como Katyusha.
Se quedó aguardando la reacción de los dos guardias, insegura de haber hecho lo correcto. Ella apenas empezaba a creer que había despertado en el siglo XXI, así que era demasiado pedir que las personas de ésta época creyeran que ella era alguien que debería estar muerta o en un asilo. Sin embargo consideró que no tenía sentido mentirle a su gobierno.
Echó una mirada de reojo a la bandera tricolor que ondeaba en un mástil cercano. ¿Se le había permitido a Rusia tener una representación diplomática independiente y usar su propia bandera? Una sensación de inquietud se apoderó de ella. Algo había cambiado en su país y sospechaba que no había sido para mejor.
Perdona el retraso.
Te observan extrañados, casi como si creyesen que bromeas, y miran a Oliver y al rededor, quiza asegurandose de que no hay mas gente que venga contigo.
Tras unos instantes uno le dice al otro que espere contigo y se aleja.
Aproximadamente tres minutos mas tarde el hombre vuelve a salir.
Señorita Ivanova, el consul Rostov la recibira. Haga el favor de acompañarme. Luego se vuelve hacia Oliver y le indica que el no puede entrar. Debera esperar aqui.
Sin problemas, yo tampoco estoy en mi mejor temporada.
Oliver asiente despacio y te sonrie, tratando de quitarle importancia.
Claro, estare aqui mismo. Luego se vuelve hacia el militar. ¿Fuma usted? Agradeceria un cigarrillo mientras espero.
Katyusha asintió y se volvió hacia Oliver.
—Te agradezco lo que has hecho por mí. Le pediré al cónsul que te faciliten un transporte para ir a donde desees. Volveré en un rato.
A continuación se siguió a los guardias al interior del edificio.
Oliver te mira extrañado, pero no llega a decir nada.
Acompañas a uno de los guardias al interior del edificio hasta una pequeña sala de espera donde te entretienen poco más de tres minutos antes de que una señorita con el pelo rubio recogido en un moño te indique que puedes entrar.
La oficina del Cónsul Rostov es una oficina sobria, apenas hay fotos, ni objetos de decoración mas allá de un pequeño mueble con numerosos libros, todos ellos en ruso, algunos de los cuales reconoces por sus títulos.
El cónsul te observa desde su sillón sin levantarse. Sus ojos muestran sorpresa, pero ante todo desconfianza.
¿Y bien señorrita Ivanona? Dice tras un largo silencio mientras vuelve sus ojos a unos documentos que tiene sobre la mesa y te indica que te sientes. Sin levantar la vista de sus papeles, aunque es evidente que no los esta leyendo te pregunta. ¿Qué desea usted del consulado Ruso?
Katyusha observó con gesto inquisitivo al hombre que estaba frente a ella y dudó un instante, antes de hablar.
—Antes que nada… esto va a resultarle extraño Sr. Cónsul, pero… necesitaría que me explicara por qué Rusia tiene una representación diplomática separada de las Unión Soviética. Verá, soy una ciudadana soviética y mi intención era presentarme ante el consulado soviético, pero no he podido encontrarlo. Quizás usted pueda explicarme la situación política, yo he… estado algo… aislada durante los últimos años, por decirlo de alguna manera.
El hombre se recosto en su sillon, observandote como si pensase que es algun tipo de broma.
La union sovietica no existe, señorita Ivanona. Se disolvio tras el Apocalypto* en 1.950. ¿Es alguna clase de juego?
*usa la palabra en ruso (es la traduccion fonetica que encontre de Apocalipsis)
Katyusha sintió un vacío en la boca del estómago. Ya había deducido que la existencia de una embajada rusa podía significar que la Unión Soviética ya no existía, pero se había negado a pensar siquiera en la posibilidad. Ahora que se veía enfrentada con el hecho que más temía, estuvo a punto de gritarle en la cara al cónsul y a acusarlo de mentir, estuvo a punto de volver a creer en la teoría de la conspiración americana y convencerse de que todo aquello era una farsa extraordinariamente bien orquestada. Cualquier cosa con tal de no aceptar aquella verdad insoportable. Todo en lo que había creído desde su infancia se había venido abajo en un instante. Respiró profundamente, antes de proseguir. No quería que su voz y sus gestos delataran su conmoción. Volvió a sentir aquella sensación de mareo. En la guerra, había cargado contra nidos de ametralladora sin un segundo de vacilación, pero ahora no se atrevía a seguir indagando.
—¿Apocalipto? —preguntó, finalmente—. ¿Se refiere a la guerra?
¿Guerra? ¿Así lo llama? En una guerra combaten dos, señorita.
La respuesta del cónsul es contundente, y su rostro se inunda por la ira, pero al poco se recuesta en su sillón y se vuelve a relajar, dejando que el enfado deje paso a la apatía, y cierto tono irónico acompaña sus siguientes palabras.
Pero ahora somos amigos ¿verdad? los amigos olvidan el pasado.
Saca una botella de Vodka de su cajón y se sirve una copa sin ofrecerte. La bebe de un trago y sonríe, aunque no es una sonrisa amable.
Dios bendiga a nuestros aliados. Añade en el mismo tono irónico.
Katyusha meneó la cabeza, confundida.
—No, no entiendo de qué me habla. Yo me refiero a la guerra contra los fascistas. La Gran Guerra Patriótica.
Señorrita ¿de donde ha salido usted? responde el consul sorprendido, se sirve un nuevo trago de Vodka y esta vez te ofrece llenarte un vaso. Veamos, le contare un poco de historia. La guerra "patriotica" como usted la llama hay cierta ironia en su voz aunque de alguna manera sabes que en realidad no se debe al termino Termino cuando los americanos tomaron Berlin. ¿No le han enseñado nada de historia?
El hombre se detiene rascandose la barbilla con la mirada en la estanteria de libros, como tratando de recordar, o quiza pensando en que decir y que no decir.
Despues Corea del norte invadio Corea del sur en el cuarenta y nueve. Estados Unidos culpo a la URSS de estar tras el ataque, y ¿sabe que? No eramos unos santos, pero eso no lo justifica. En Julio de 1.950 la aviacion estadounidense bombardeo Moscu entre otras ciudades con sus B29 cargados de muerte. Millones de muertos, el primer dia, aun mas fueron los que sufririan las consecuencias durante los años siguientes. ¿Como puede usted ser rusa y no conocer su propia historia?
Katyusha perdió el aliento, por un instante y tuvo que concentrarse en su respiración para poder volver a hablar. Miró al hombre frente a ella con una mezcla de incredulidad y espanto.
—Eso que dice no es posible. La Unión Soviética no pudo haber sido derrotada por los americanos. Napoleón no pudo, los Fascistas no pudieron. No me hará creer que los americanos sometieron a nuestro pueblo. —meneó la cabeza enfáticamente. Había llegado al máximo de su capacidad de asimilación de todo aquel asunto. No estaba dispuesta a creer en semejante cosa. No tenía sentido. Miró de manera desafiante al cónsul —. ¿Y qué hicimos nosotros, cuando nos bombardearon? —volvió a sacudir la cabeza, como si el mismo movimiento pudiera hacer desaparecer sus funestos pensamientos—. ¡No! Usted se equivoca o miente.
Oh mi pequeña invitada, no se de donde has salido, pero para alguien como yo resulta reconfortante ver de nuevo ese ímpetu que nuestra gente perdió hace tanto tiempo.
Tras esto, y sin esperar a que aceptes o no, llena dos vasos de Vodka y te ofrece uno con clara intención de brindar. Prácticamente te coloca el vaso en la mano y luego brinda con el suyo.
¡Nasdrovia!
Dice antes de bebérselo de un trago.
Napoleón quiso invadirnos, Hitler quiso invadirnos, Dewey simplemente quiso aniquilarnos. ¿Ha visto usted lo que hace una de esas bombas? Dos de esas bombas rindieron a Japón. En la primera oleada, los estados unidos lanzaron quince bombas sobre Rusia. Moscu, San Petersburgo, Kiev, junto con las mas importantes bases y aeropuertos militares. Por supuesto algunos quisieron responder, pero ¿cuantas de esas bombas tenia estados unidos? ¿Que hubiese significado luchar? Quince bombas en la primera oleada señorita, y los cadáveres eran millones. ¿Que esperaba que sucediese?
Katyusha sintió que hervía de ira. Este sujeto se estaba divirtiendo con ella.
Se puso de pie de un salto y plantó ambas manos sobre la mesa, inclinándose hacia adelante, con gesto amenazador.
—¿Se cree gracioso o me toma por idiota? —escupió, intentando contener su furia—. La Unión Soviética tiene más de veinte millones de kilómetros cuadrados. ¿Me está diciendo que bastaron quince bombas para destruirnos? ¿Qué clase bombas mágicas eran esas?