Partida Rol por web

El teléfono le da bastante igual a Al, pero ¿Un ser ahogandose? La llamada puede esperar. De hecho, los telefonos tienen funcion de Retro-llamada

Sin dudarlo se lanza cual Velociraptor salvaje hacia el borde de las aguas, tratando de buscar lo que sea.

"Aguanta, hombre!"

Fennekmon esta por ahi.

Está comiendose una de las bayas y pasando del tema "Hmp... con lo hermoso que me veía como Fennekin, pero no termino de evolucionar" y pasando un poco de todo.

La claustrofobia vino en seguida. Compartió una mirada asustada con la chica del pelo azul, y comenzó a traspirar sin darse cuenta.

Fue entonces cuando golpeó el cristal, pidiendo ayuda, gritando de una cierta manera exagerada. No tenía miedo a los espacios cerrados, pero aquel mundo les estaba demostrando que no pasaban las cosas como en el suyo, y cualquier nimiedad podía responder a un grave peligro. No le hizo ninguna gracia.

—¡Ehhh!— gritó Fénix, dando golpes con la palma de la mano al cristal—. ¡Ehhh!

Y no entendió por qué nadie le hacía caso. Frunció el entrecejo, y miró de nuevo a Elhena.

—Oye, aquí pasa algo muy raro.

Ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba pasando en el agua, ni a su alrededor.

Disfrutando de una calma inusual, Flabébé quería estar un rato tranquila con Elen, y explicarle un poco cómo era su mundo. Era peligroso, sí, pero también guardaba muchas cosas que le gustarían a ella.

Sin embargo, cuando bajaba desde una brisa de viento suave, vio que Elen iba hacia esos cubículos, y se quedó intrigada. También temió que podía pasar algo.

No se dio cuenta de que dos de las humanas estaban encerradas en un cubículo cercano, pues sólo temía por lo que le pudiera pasar a Elen.

—¿Con quién hablas, Elen?— preguntó Flabébé, intrigada.

En ese momento escuchó el grito. Se elevó un poco, y vio que había un chapoteo feroz en el agua.

—¡Oh!— gritó Flabébé, y, siguiendo la estela que dejaba aquel vaquero, aprovechó la brisa marina para poder también acercarse y ayudar en todo lo que pudiera. 

Elhena había cogido el teléfono, y no había señal. Notó cómo Fénix entraba tras ella y le enseñó el teléfono.

Nada, no hay señal y era de esperar en ese mundo. ¿No podía funcionar algo?

Sí, las trampas. Cuando intentaron salir de la cabina, se había cerrado a cal y canto. Un sentimiento de agobio se apoderó de ella y empezó a golpear con los puños los cristales, intentando salir o llamar la atención de los que estaban fuera.

¿No te da la sensación de que este mundo está en nuestra contra? No hacemos nada a derechas.

Ella tampoco se había dado cuenta ni de la otra cabina ni de la persona ahogándose.

¡Trapinch, Trapinch! ¡Ayúdanos!

Totomon estaba dando saltos alrededor de Bran, esperando que le diera comida. Fue de los primeros que se alertaron cuando vio unos brazos agitándose en el fondo del lago.

¡Bran, Bran, mira allí, mira! ¡Uno de vosotros, otro como vosotros! Miró a su alrededor Pero no veo a su compañero... ¡Y se está ahogando!

Salío corriendo hacia el lago ¡Bran, ayúdame!

El arenero temblaba de miedo por la mojada que sintió en su pata, el y el agua no se llevaban. Fue entonces que escucho a su querida Elhen gritar por ayuda a lo cual salió de la arena valeroso y dispuesto a ayudar.

Corrió con sus patitas hasta la cabina donde estaba encerrada su compañera y al verla atrapada dijo:

-Resiste querida Elhen, voy a sacarte..

Dicho esto Trapinch se abalanzó sobre la cabina mientras abría con ferocidad sus temibles mandíbulas, dispuesto a destrozar la puerta de la cabina.

En cuanto Elen llegó a la segunda cabina que estaba sonando quedó tan atrapada como Fénix y Elhena. Las tres muchachas habían caído en alguna trampa de ese mundo y no podían escapar de allí. Por suerte, Trapinch había visto la situación en la que se encontraban y odiando como odiaba el agua, se dirigió a salvarlas.

Mientras tanto, Bran, Fennekin, que no Fennekmon y Fletchmon seguían comiendo sin importarles nada de lo que estaba pasando a su alrededor. 

Álex fue el primero en reaccionar y tirarse al agua, seguido de Flabébé y de Totomon, la primera decidió mejor sobre volar el lago y usar su latígo cepa para ayudar. Era lo más sensato. Mientras tanto, Totomon, estando como estaba en un medio tan cómodo para él, nadó a gran velocidad, pasando al vaquero y quedando muy cerca del supuesto ser humano que se estaba ahogando.

Pero entonces, cuando Totomon estaba casi a punto de alcanzarle, algo les sorprendió creando una potente corriente de agua que arrastró a Álex y a Totomon hacia las profundidades. Ambos estaban a punto de ahogarse, y solo los tres de la playa y la pobre Flabébé podrían ayudar a salvarles. Pero antes, Flabébé tendría que enfrentarse sola a una terrible criatura que había salido del interior del mar.

Elen esperaba alguna respuesta, pero no eso, la cabina se cerro de golpe dejándola encerrada. Al principio Elen soltó la bocina y empezó a golpetear la puerta en búsqueda de salir, mientras lo hacia dijo desesperada:

-Auxilio, socorro, ayudenme estoy encerrada.

Miraba de un lado a otro buscando una manera de escapar. Fue entonces que Elen miró aterrada como su compañera se enfrentaba a una ostra de cara negra en las aguas del lago. Olvidándose de su miseria fue en dirección hacia donde estaba Flabébé y le dijo aún cuando no podía oírla:

-POR FAVOR TEN CUIDADO FLABÉBÉ.

El arenero fue con fuerza hacia la puerta metálica y la presionó con sus mandíbulas de trampa. Por desgracia sólo la había abollado lo cual irritó a Trapinch, molesto se acerco a la puerta y le dijo:

-Así que te crees muy ruda ¿EH?. Pues no eres tan ruda puerta, si puedo comer rocas puedo comerte a ti.

Dicho esto regresó más atrás para luego cargar otra vez sobre la puerta móvil de metal y vidrio, con las mandíbulas listas para romper y triturar.

Luego se arrepintió de ir a buscar al agua a un desconocido antes que estar cuidando de Elen, porque cuando se quedó encerrada en aquel cubículo, Flabébé no se dio cuenta.

Seguía ofuscada pensando en ayudar en todo lo posible a aquel ser que estaba chapoteando en el agua. No sabía si era conocido o no, pero tampoco quería entretenerse en pensar demasiado. Tampoco se le daba bien.

Por lo que siguió la corriente marina, disfrutando en su interior del vuelo, claro que sí, y fue cuando ocurrió todo.

Vio el remolino de agua, a aquel humano vaquero, a Totomon, y a aquella criatura.

—¡Ahhh!— gritó Flabébé, asustada.

Se paró en seco, y dio vueltas sobre sí misma tratando de calmarse, pero era muy difícil. No sabía qué hacer.

Arrugó su cara de flor, y lo único que pensó fue en lanzar el látigo cepa. Tenía que distraerlo para que los demás pudieran salir sanos y salvos.

Estar en aquella cabina la estaba agobiando. Miraba a la muchacha del pelo azul, y quería sonreír, y parecer tranquila, pero no lo conseguía. Le daba miedo no poder salir de allí jamás. El estar en un sitio desconocido acrecentaba las paranoias. Y tenía miedo de que una simple puerta no llegara a volverse a abrir jamás.

—¿Nada de señal?— preguntó de manera tonta cuando Elhena le dijo que no había ningún sonido en el auricular.

Torció la nariz, y escuchó las palabras de la chica. Sí, aquel mundo iba en su contra, los quería echar. Los sentía como extraños, como un cuerpo ajeno a un mundo perfecto, una ecuación a la que le sobra un número equivocado. Debían marcharse de allí cuanto antes.

Vio cómo la criatura de Elhena comenzaba a ayudarlas, y sonrió. Miró un poco a su alrededor, y se preguntó si Fennekin estaría bien.

Al volver su mirada a la de Trapinch, ensanchó la sonrisa, pensando que el susto había pasado, y que sus poderosas mandíbulas serían suficientes para arrancar aquella puerta de cuajo.

—Venga, tú puedes— animó Fénix con los puños cerrados. 

¿Señal? ¿Señal? preguntó Elhena sin entender. Y su cerebro conectó las ideas como quiso. Cogió el teléfono e, intentando imprimir la máxima fuerza, empezó a golpear el cristal con el auricular.

¡Fénix, golpea el cristal, conseguiremos salir de aquí! ¡Trapinch, tú puedes, tu mandíbula es la más fuerte! ¡Vamos, vamos!

Tenían que salir de allí. Su respiración cada vez era más agitada y se estaba agobiando demasiado. Jamás pensó que podía tener claustrofobia, pero tampoco hubiese pensado que una cabina tramposa la encerraría con otra muchacha.

Totomon no entendió lo que pasaba. Estaba nadando, y ahora se veía rodeado de su elemento y arrastrado hasta el fondo del lago. Asustado, intentó remontar la corriente, pero no pudo. No dejaba de intentarlo, y sólo podía pensar en Bran

¿Cómo iba a sobrevivir en este mundo sin mí? ¡Bran me necesita, BRAN ME NECESITA!

La situación estaba siendo sumamente peligrosa, al menos Flabébé y Tototomon fueron los que empezaron a hacer algo para solucionarla. Trapinch también intentaba liberar a las muchachas de la cabina, pero solo podía dar dentelladas al férreo metal y por mucho que mordía apenas lograba hacer un simple arañazo. Era demasiado duro y las chicas cada vez empezaban a estar más y más agobiadas.

Al sentirse tan asustado, Totomon digievolucionó, mordió fuertenemente a Álex y lo arrastró hasta la superficie. Mientras tanto, Fennekin se dirigió a ayudar a Trapinch y empezó a hacer arder las cabinas a ver si derritiendo el metal lo ablandaban y así su compañero lo lograba romper. Bran en cambio salió hacia el mar en busca de su compañero y Flabébé saco su látigo cepa para golpear repetidamente al extraño ser de concha dura. Pero apenas servía de nada sus golpes. Y entonces, ese ser lanzó un rayo blanquecino que por poco da a la compañera de Elenh, y fue a parar al fondo del lago que lo dejó gran parte congelado.

Al menos ahora Totodile y Flabébé estaban libres para enfrentarse a él, y Álex estaba ya recuperado como para ayudarles. Debían liberar a las muchachas para que sus digimons pudieran ayudarles a acabar con esa criatura. 

Conforme pasaba el tiempo en la cabina Elen se estaba impacientando, no importa cuanto golpeaba el cristal este no cedía. Si bien esto la tenía estresada no podía sino seguir mirando como su compañera seguía peleándo. Viendo como esta se desempeñaba victoreaba dando un brinco en su prisión de vidrio y metal.

-Vamos Flabébé, uno más. Dale el uno-dos.

El arenero batallaba molesto contra la puerta de metal, aún después de haberla mordisqueado por varios minutos solo la había abollado. Gruñó irritado, no iba a dejar que esa cosa se burlara de la fuerza de su dentadura.

-Por Arceus juró que voy a romperte condenada puerta.

Justo cuando iba por otro asalto su compañero Fennekin se acercó y con sus flamas empezó a calentar el metal. Esto lo ánimo, solo un poco más y podría reventar la puerta. Motivado Trapinch se lanzó otra vez y mordió la puerta.

No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo. ¡Atrapada! En una cabina telefónica. Algo que apenas ya existía, y se había quedado dentro sin posibilidad de salir. No se lo creía.

—Esto es absurdo— se decía a sí misma, murmurando, casi como un mantra, aunque temía, en el fondo, que le diera un ataque de claustrofobia y comenzara a hiperventilar y golpear a la pobre Elhena—. Absurdo.

Vio lo que hacía con el auricular del teléfono, y sonrió para sus adentros. Era divertido ver cómo se afanaba contra el cristal de la cabina, como si tuviera toda la culpa de todo.

—Sí, sí— asintió ante lo de dar golpes, y con toda la fuerza que podía, comenzó a dar puñetazos al cristal.

Cerró los ojos por si acaso, y apenas se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Cuando notó que el metal se estaba calentando mucho, entreabrió los ojos, y vio que Fennekin también ayudaba, junto con Trapinch.

—Vamos, Fennekin— animó—. Derrite esta horrorosa cabina.

Flabébé estaba segura de que no podría derrotar a esa criatura sola. Además, le tenía un poco de miedo, pero no cejó en su intento. Quería demostrar que podía hacer mucho más de lo que su apariencia decía.

—¡Vamos, vamos!— se decía animada—. ¡Vamos, hazlo por ella!— se dijo, pues no consentiría que, una vez aquella criatura llegara a tierra, fuera a hacer daño a Elen—. ¡Vete ya!

Entrecerró los ojos al ver el rayo luminoso y la luz que comenzó a envolver a Totomon, y después vio cómo su forma evolucionada aparecía. Por un momento, se dejó llevar por la envidia, porque ella también querría evolucionar, pero negó con la cabeza. No quería distraerse ni dejarse llevar por esos derroteros. No lo necesitaba en ese momento, aunque en su interior le habría gustado cambiar y evolucionar.

—¡Ahhh!— gritó Flabébé, asustada, al ser casi alcanzada por aquel rayo—. ¡No!— dijo, y vio aliviada que había sobrevidido.

Con renovado optimismo, siguió con su látigo cepa, con fuerza. 

La luz rodeó a Totomón y volvió a cambiar. Totodile, que ya había salido a la superficie tirando de Alex, miró con furia a Cloyster. Les había engañado y casi les mata a todos. Y eso no lo iba a consentir.

Su cuerpo se recubrió de un brillo rojo y sus ojos parecían llamear. Con la velocidad extra que le daba estar nadando, se acercó hasta Cloyster y le empezó a golpear con todas sus energías hasta quedar exhausto.