Apartando la vista del decorado de la habitación, Dick salió de la habitación. Le distraía el olor del cigarrillo, ya que detestaba fumar durante un trabajo, pero no sería él quien se enfrentara al Fairlane. Enfundó su Beretta para asir el subfusil una vez más, aguardando a que alguien pasase frente a él para seguirle con tanto sigilo como sus nervios le permitían.
Tirada: 1d6
Motivo: Sigilo
Resultado: 1
Oh, oh.
Sigilo + Destreza = 3
Una vez en la nave principal, Carver hace señas para que se dispersen por el espacio abierto. No hay muchos lugares donde algún superviviente se haya podido esconder, pero hay que asegurar todda la zona...
Carver espera a que los otros se le unan para registrar toda la nave, incluyendo los coches aparcados.
También intentará buscar si tienen gasolina en alguna lata (si no, quizás la extrajera de los coches). Su intención es provocar un incendio en la zona de las oficinas antes de irse con el fin de borrar pruebas.
Asiento con la cabeza a Carver, mientras me acerco pegado a una de las paredes. Intento ser sigiloso, pero el sigilo no es algo por lo que destaque precisamente, aunque intento mirar al suelo para no tropezar con nada, ni hacer mucho ruido.
Creo que ahí arriba nos mentían, y que aquí aún queda gente... Pobres infelices...
No se oye nada abajo. Lo mas destacable son los dos vehiculos. Son dos Chrysler Sebring, uno de color azul y otro descapotable de color rojo. Parecen nuevos y estan impecables. Ahi trapos y cubos cerca de ellos, parecen que los limpian a menudo. No parece haber nada mas en toda la nave, ni nadie.
Dick suda profusamente mientras baja las escaleras, siendo este su único signo de nerviosismo. Su rostro no parece reflejar más que concentración, y su MP5 apunta al frente. Sin embargo, sus pasos resuenan en la sala.
A la mierda con el factor sorpresa, piensa, esperando que nadie le reprochase nada. Después de todo, si alguien recibía las primeras balas no sería él.
Frunció el ceño y su boca parecía decir "oh", aunque no emitía sonido. Admiraba los Chrysler distraídamente, acariciando el chasis del descapotable rojo al pasar por su lado. Una lástima que no pudiera llevarse uno a casa. Podía haber cualquier tipo de mierda relacionada con aquellas bellezas. Una lástima.
-Parece que hemos terminado aquí- asintió. -Mierda. Creo que podemos prender fuego a este tugurio y salir cagando leches, ¿eh?- comentó, aún sin quitar la vista de los vehículos. -¿Creen que estén limpios?- agregó, señalándolos.
Creo que deberíamos de echar un vistazo por todo el lugar, para asegurarnos. Después, prender fuego al lugar, y desaparecer -comento, mirando a Dick.
Ciertamente, yo tampoco creo que quede nadie aquí, pero este lugar es bastante grande, y convendría asegurarse. Cualquiera podría haberse escondido aquí, y si se ha escondido, es posible que huya... Y la idea es no dejar supervivientes...
No sé... -digo pensando en voz alta- ¿Tú qué opinas, Carver?
Acabemos con esto. Responde Carver dirigiéndose a Fairlane. Levanta el cañón de su arma y le hace señas para avanzar, cada uno barriendo uno de los lados de la nave.
Sin testigos. Así debe de ser.
Pero antes de moverse, se gira hacia el ex-policía.
Dick. Tú y Donovan podéis sacar gasolina de los depósitos de los coches. La utilizaremos para prender fuego a este sitio.
-Supongo que eso es un no-
Se encogió de hombros, aunque se reprochó el haber intentado apurar las cosas. Lo último que necesitaba era un pringado describiendo su rostro ante los agentes de la LAPD. Dentro, no duraría dos minutos. Tendría que buscar la salida fácil. A nadie le gustaban los polis sucios.
Tocó el hombro de Donovan, buscando movilizarlo. Rebuscó por el lugar un depósito para la gasolina y una manguera, para luego acercarse al Chrysler rojo y comenzar con su labor. -Una puta pena-
- A la orden... - dice mientras rebusca algún depósito de gasolina.
Comienza a rociar la zona para acabar con esa locura de una buena vez, que ya tomaba un cariz oscuro
- Dentro de poco va a empezar a hacer calor
No hay nadie en toda la nave. El olor a gasolina comienza a inundar el lugar, mientras Dick y Donovan vacian los depositos de los Chrysler´s. Todo transcurre sin mediar palabra, con el silencio roto por la musica que sigue sonando desde el piso de arriba.
Al final lograis reunir unos buenos 10 galones de gasolina, en dos cubos.
Dick escupió, por cuarta vez, los restos de combustible en su boca. Mientras se asqueaba, Fairlane y Carver le informaron de la ausencia de más pandilleros. -Al fin- masculló. -Yo me ocupo del piso de arriba. Mientras más rápido arda este antro, mejor-
El ex-poli, con el subfusil colgando de una correa y llevando un cubo de gasolina con pesadez, se adentró en la oficina. No sin antes apagar la música, a patadas si cabía, comenzó a rociar a las víctimas de aquella carnicería con combustible. Al salir al pasillo, notó las puertas de las habitaciones que no se habían molestado en chequear.
Mierda. ¿Y si...? No, no. Imposible.
Dejando el cubo ya medio vacío a un lado, asió su MP5 para adentrarse en aquellos cuartos. Luego de comprobar que estuvieran vacíos, procedió con el par de cadáveres que yacían en la entrada lateral del edificio, para luego reunirse con sus efímeros colegas.
El hedor a gasolina llega a escocer los ojos en toda la nave. Todos pensais en el desperdicio que es quemar los coches de los pandilleros, pero tambien en el dinero que el senador os dara por el este "trabajillo".
Una de las botellas que encontramos es más que suficiente, junto a un trapo de tela para preparar un improvisado cóctel molotov.
Carver le prende fuego y lo lanza al interior de las oficinas antes de alejarse escaleras abajo, para reunirse con el resto de asesinos.
Desde el exterior pueden ver cómo las llamas empiezan a iluminar el interior de la zona de oficinas y se extienden con rapidez por la nave industrial, convertida ahora en tumba de un grupo de críos.
La expresión del exSEAL queda oculta por el pasamontañas, pero el fuego se refleja en sus ojos, y en los de Dick, Donovan y Fairlane.
Si no lo hubieses hecho tú, otro lo habría hecho. Y otro hubiese cobrado tu dinero...
El dinero. Es lo que importa. Saca de un bolsillo el móvil limpio que les dieron antes de comenzar el "trabajo" y manda un SMS al congresista Andrew Forbest.
Trabajo terminado.
Dick observaba las llamas con admiración. Aquella columna de fuego, que se reflejaba en sus retinas junto a un brillo psicótico, le tenía atrapado en una espiral hipnotizante. -Joder, ¿no es increíble?- dijo, mientras asomaba una leve sonrisa en su rostro, embelesado por el espectáculo. -Me provoca oír la voz de Muddy Waters-
Pasados unos segundos, tal vez minutos, se volvió peligroso quedarse rondando por allí. -Mierda, la bofia puede caer en cualquier momento. Yo me piro a la furgoneta- se lamentó, echándole un último vistazo al lugar en llamas.
Escuchando lo dicho por Dick, suelta una sonora carcajada
- Esto merece un jodido puro. Y un buen trago - su sonrisa se ensancha
Piensa en todo lo que hacer después de salir de allí por patas, así que monta en la furgoneta para no ver sus planes truncados por la pasma
Sí, un buen trago...
Pasan a la furgoneta y cierra la puerta corredera, mientras Fairlane arranca y los saca de allí.
A Carver le pica la garganta. Un buen trago, eso le apetece. Pero él no es de juergas. Lo que le gusta es estar sólo con una botella de Jack Daniels. Mano a mano. Trago a trago.
Pero eso tendrá que esperar. Lo primero es cobrar. Vuelve a revisar el móvil, en busca de una respuesta a su mensaje...
Un pequeños pitidos rapidos y el mensaje llega al movil que Carver tiene entre manos. Un escueto mensaje deja la hora y el lugar de la reunion para cobrar el trabajo.
-Esta noche a las 5, en la calle Gardner en W.Hollywood, 3 planta del garage publico nº 23.
Justo cuando va a guardar el movil, vuelve a sonar.
-¿Teneis grabada la tortura?
Sí, un trago estaría bien... -Comento con el resto ante lo del trago. Después saco un pitillo, al cual doy una calada tras encenderle. Mientras hago esto, el móvil de Carver suena. Al parecer le han contestado al mensaje que envió.
Y bien... ¿Qué dice? ¿Nos felicitan ya por el trabajo realizado? -pregunto en cierto tono socarrón.
Carver le enseña el móvil a Fairlane para que vea la dirección.
Después se lo pasa a los demás.
Y después empieza a darse cabezazos contra la chapa de la furgoneta. Unos cabezazos tremendos...
Me siento taaaaaannn idota....
El negocio es claro, 100.000$ por matar a todos los cabrones de la banda para cada uno mas 50.000$ si grabais a alguno mientras lo torturais.
¿Cómo podía haber sido tan estúpido? ¿Cómo había podido perder la oportunidad de conseguir 50 de los grandes?
Pero de pronto, Carver detiene su mantra de cabezazos, mirando al infinito con los ojos muy abiertos. Y una sonrisa comienza a dibujarse en su cara, una sonrisa que añadida a sus ojos como platos y al hilillo de sangre que le cae desde la frente, le dan la apariencia de un recién fugado del psiquiátrico.
Todavía quedan unas cuantas horas hasta las cinco de la mañana... Dice el exSEAL. Tiempo de sobra para encontrar a un sustituto y cobrar nuestros 50.000....