Partida Rol por web

No es en absoluto una mala idea. ¡Francesc! ¡Quédate tú fuera y vigila!- ordenó, aunque en realidad su amigo no era su vasallo - si nos escuchas gritar es que estamos en problemas. Deberás ayudarnos -todo ello lo dijo con un punto de humor que os hizo sonreir a todos.

El catalán asintió y se colocó en la entrada de la cueva con su arco mientras los demás dejásteis el equipo innecesario y sólo tomando las armas, os internásteis en la cueva.
 

Con decisión, agarro mi montante, y me encamino a la entrada...

Marcia tomó la delantera portando una antorcha recién encendida, pues adentro se veía tan oscuro como el culo de un grillo. Os internásteis en la cueva que resultó ser no una cueva, si no una red de cuevas en lo más profundo de la montaña, para vuestra sorpresa, había un sendero que parecía estar esculpido en la roca, la altura de los corredores por los que pasábais era suficiente para que cupiesen dos hombres uno encima del otro.

Caminábais y caminábais con la única luz de la antorcha de Marcial (de momento) atravesando anchos corredores perfectamente trazados y que parecían ir en llano y en línea recta. Algún tiempo después os topásteis... ¡Con una puerta!

Era de piedra maciza y estaba abierta hacia el lado izquierdo, tenía un dintel perfectamente escupido en la piedra con extraños grabados e inscripciones. Os detuvísteis un momento junto a ella.

- Dejadme echar un vistazo... hummm... - pasa la mano por las inscripciones mientras trata de leerlas, también se fija en los dibujos - los dibujos representan seres humanos alrededor de una extraña luz, llevan cofres y a otros hombres encadenados hacia la luz. Creo que es una ceremonia.

Se relame, disfrutando de poder aplicar al fin sus conocimientos

- "Bienaventurados los elegidos" "Sólo el que se ase al símbolo del carpintero podrá con ello"- pronunciaba en voz baja.

Lanza en mano, miré los grabados, aun en la penumbra y escuché las palabras de Raimundo...

¿El Carpintero? ¿A quién se referirá? -pregunté-. Yo no cruzaría esa puerta a no ser que realmente sepamos lo que hacemos... Lo siento, Marcial... A ver, jefe... ilumína de nuevo esos grabados...

E intenté vislumbrar, uno a uno, sus formas, aun no entendiendo su significado*.

Caminaba por aquellos túneles sin dejar de mirar a mi alrededor, no me hacía ninguna gracia que aquello resultara una trampa. Pero cuando llegamos a la puerta cerrada pensé que aquella era buen momento de dar la vuelta y volver por donde habíamos venido. Pero aquellos insensatos parecían dispuestos a pasar como fuera.

Pero la inscripción que coronaba la puerta me llamó la atención y despertó mi curiosidad. Intenté recordar de qué me podía sonar pero, quizás por la tensión y el miedo, mi mente no tenía intención de darme alguna pista.

- Yo tampoco lo sé Nadir, no entiendo cómo es posible que esto sea... una ciudad subterránea, aquí en medio-para nada estábais seguros de que fuese una ciudad, tampoco parecía un refugio de ladrones ni nada que se le pareciese. Todo era tan extraño -podemos dar la vuelta o continuar a través de la puerta, yo no sé vosotros, pero estoy cansado de esperar, aunque tampoco nos convendría entrar a las bravas.

- ¿Y si fuera un templo? los grabados podrían ser representaciones de una cultura ya desaparecida, anterior a la misma Roma. Paganos... -aunque en contra de lo que sería lógico, no había desprecio en su voz.

—Por el carpintero se refiere al símbolo de Cristo. Seguramente, tendremos que presinarnos para entrar aquí. —digo al resto del grupo, mientras añado—. No creo que una puerta sea el mayor de nuestros problemas. Presinaros y cruzadla. No podemos detenernos ahora...

Llevar la Cruz de nuestro Señor Jesucristo para poder vencer, esa es la conclusión a la que llegas. No sabes a qué puede referirse el pasaje, pero un escalofrío te recorre la espalda y el vello se te pone de punta.

El hombre os ilumina de nuevo el marco de la puerta, es exactamente lo que dijo Raimundo: símbolos de hombres en procesión cargando con otros hombres encadenandos y cofres hacia una luz central. No hay nada más.

- ¿Cristo? sí, es posible pero me extraña que estos paganos endemoniados sepan de su existencia.

- Entremos con cuidado, id vos delante Marcial- dice persignándose compulsivamente para cruzar la puerta.

- Tened cuidado, intentad no hacer ruido con los pies, no sabemos qué hay más allá- dice persignándose antes de cruzar la puerta...

El suspiro de resignación fue bastante audible. Aquellos insensatos seguían en sus treces de continuar y a mí no me quedó otra que seguirles. Y al igual que hacía Raimundo yo también comencé a persignarme sin parar, rezando para que no nos topáramos con el mal allí dentro.

Crucé la puerta conteniendo la respiración, mirando con desconfianza aquellos grabados e intentando hacer el menor ruido posible.

Contuvisteis la respiración mientras cruzábais a través de la puerta, pero por fortuna, nada extraño ocurrió. La puerta era el comienzo del enésimo corredor. Ahora notábais más humedad que en la otra parte de la caverna, caminábais lo más en silencio posible, aunque el poco ruido que hacíais os sonaba bastante amplificado, empezábais a estar bastante cansados, a pesar de ser un corredor de unas dimensiones bastante majas, os resultaba desagradable el ir tanto tiempo en tensión. Empezábais a preguntaros si no habría sido mejor quedaros fuera, el caso es que por fin llegásteis hasta el final del corredor, éste moría en lo que parecía una antecámara. Marcial internó medio cuerpo en la sala contigua para echar un rápido vistazo.

Mantuvo la mitad del cuerpo fuera y el brazo con la luz lo dejó fuera por si acaso, pero en seguida se metió de lleno. Tras media docena de segundos que se os hicieron eternos volvió con una sonrisa

- No os váis a creer lo que hay aquí dentro, amigos- estaba tan emocionado que cometió un desliz dialéctico, nada propio en un tipo tan serio como él. Pero en seguida lo entendísteis.

- Está despejado. Echad un vistazo.
 

La sala tenía un par de columnas toscas de piedra sin trabajar apenas, había al frente un hueco, a una veintena de varas que comunicaba con otra estancia. Lo que importaba ahora mismo, era lo que había en aquella sala.

Estaba repleta de armas y armaduras, había estantes de madera, cuatro y cuatro, en los que había perfectamente colocados espadas: varias espadas moras que sólo Nadir reconoce, un par de mazas, un montante, tres hachas diferentes,seis espadas diferentes y dos docenas de cuchillos.

Además en la sala había también un docena de perchas en las que estaban perfectamente dispuestas diez armaduras y otras defensas, tales como grebas, brazales, guanteletes y varios yelmos.

Había también un pavés y un escudo de metal con una cruz que todos reconocísteis, la Cruz de la Orden del Temple.

En una esquina había tres ballestas y en la esquina contraria, sendos carcajs con un número variable de virotes en cada uno: siete, catorce y nueve.
 

Dios Padre, Jehová, arrepentido soy... -murmuré mientras caminaba con el rostro un poco desencajado a observar las espadas hebreas-, arrepentido me hallo, me inclino ante vos, ¡mírame! - Dice la Toráh que aquel que antes de morir arregle sus asuntos, pida perdón por sus faltas y confiese sus pecados, tiene asegurada la entrada en el Paraíso..., y yo empezaba a pensar que era menester el hacerlo, ya que...

... no son éstas armas y espadas y escudos de cuán viajeros han sido asaltado por esas bestias? -dije mirando fijamente el arsenal-. Es el almacén de esas alimañas..., ¡no dejan nada excepto sus pertenencias!

Por el Altísimo ¿de dónde había salido todo aquello? Quedeme con cara de asombro al ver no sólo las armas sino también las armaduras que allí había. Ni que estuvieran haciendo acopio para armar a un ejército del mal contra los hombres de buena voluntad.

- ¿Estáis seguro de lo que decís? Porque si así es muchos son los que han caído en manos de estos... de estos demonios.

Miraba a todas partes con el susto metido en el cuerpo y los pies mirando en dirección a la puerta, pues lo único que quería era salir de allí lo más rápido que pudiera, no fuera a ser que, cual conejo en su madriguera, cayéramos en una trampa.