Partida Rol por web

—¿Púnicos? Habláis con acento y no os sitúo, pero esa isla hace mucho que dejó de ser púnica. Dudo que haya muchos cartagineses hoy día, especialmente después de los Escipiones. Me contaron hará unos cinco años que echaron sal sobre todas sus tierras para que nada de Cartago volviese a nacer. Hablaba de la revuelta servil¹, estos malditos ingratos llevan liándola ya un par de años.

—¿Oye, y tú de dónde eres? No soy capaz de identificarte y eso que aquí vienen gentes y esclavos de todas partes de la república y tierras bárbaras de más allá.

La acusación velada distrajo a Tatiana de lo que tenía lugar más allá pero según pudo ver estaba el herrero finalizando el negocio con un estrechamiento de manos.

Miro como los muchachos dan vueltas por el puesto del herrero pero sin decidirse a comprar nada. Te da la sensación que los muchachos van a comprar su primer arma y siempre es difícil dar el paso de gastar tus primero ahorros. Me acerco los gladius que tiene el herrero en su tenderete y señalando uno de ellos le pregunto.

-¿Puedo probar uno?

Aunque no es un arma con la que este muy familiarizado si he tenido instrucción de esgrima en la academia militar. Cojo uno mirándola y revisándola comprobando que esta bien equilibrada. Mirando a los chicos les digo.

-Es un buen arma, sin lugar a dudas es una buena compra. Muchachos yo no dejaría pasar esta oportunidad.

Mientras reviso el arma y converso con los muchachos y vuelvo a dejar el arma sobre el tenderete del herrero aprovecho para preguntar al herrero a ver que mas sabe sobre Hispania. 

-Usted quien cree que irá a Hispania. Dicen que esos numantinos son duros de pelar (Todo en perfecto latín). 

En cuanto se aproximó al grupo, pudo fijarse Paco en que estaban arracimados en torno a uno de los zócalos que estaban en el foro. Sobre éste habían dispuesto varias pinturas y junto a éstas algunas letras cuya simbología parecía marciana:

Ti. G. Gracchvs

Su rudimentario latín no daba para más allá de lo obvio, hasta que escuchó las palabras de los que estaban hablando en aquel momento.

—¡Que sí hostia! Que los Graco van fuerte este año, a ver son perros viejos en esto. Sin ir más lejos su padre fue Cónsul.

—¡Por la polla de Marte! Su padre, y unos cuantos ancestros suyos, todos se llamaban igual. Éste ha heredado su ambición, espero que también el buen juicio.

—¿Ese no fue el Cuestor en Hispania? —musitó un tercero

—Sea quien llegue, tienen dos guerras abiertas. Te digo yo que a ninguna la queda mucho, a los Numantinos les han dejado medio hechos... Y los esclavos, otros bárbaros.

Se echaron a reír ambos ante la mención de los numantinos.

—Bárbaros, unos y otros. A los de Numantia no les queda mucho, ya han caído los pueblos de alrededor y éstos salvo un par de lances afortunados... Bueno. Y con esto, una buena paga.

—¿Y tú? ¿Eres legionario? Por la edad te digo —inquirió el segundo de los futuros reclutas.

- Oh, disculpad mi desconocimiento. No me ocupo de esas cosas, a veces le oigo a mi marido hablar, capto cosas.. pero las mezclo. Es verdad, es lo de los esclavos... bueno, no creo que haya que preocuparse, acabarán con ellos - se encogió de hombros para restarle importancia. Buscó con la mirada a Paco o a Séneca, cualquiera de los dos le venía bien para fingir ser su marido.

- Aprendí Latín hace bien  poco, gracias a mi marido. La capital me ayudará a mejorarlo. Volveré en unos meses y podréis comprobarlo - dijo distraída y con un gesto de cabeza se despidió para ir a donde Séneca y darle un discreto beso en la mejilla.

- Quite quite, esperaré a los numantinos cuando ya hayan caído - dijo moviendo la mano -. Un hombre caído cuando su pueblo todavía resiste no me vale para nada, pero cuando hayan sido derrotados todos serán más suaves, ese todavía tiene esperanzas - rió -. Supongo que más temprano que tarde, caerán. Usted tiene pinta de estar muy informado, ¿sabe si ya está decidido a quien enviarán para acabar al fin con esos bárbaros?

Lucio volvió a preguntar lo mismo como si no lo hubiera preguntado antes, esperó no levantar sospecha, pues era bien sabido que muchas personas mayores perdían memoria con el tiempo.

Carraspeó y tosió adrede para ofrecer todavía más la imagen de persona mayor a aquel esclavista.

Hablando con los muchachos pero sin dejar fuera de la conversación al herrero. Seguro que tiene contacto con muchos soldados, su terreno, y puede tener información sobre las campañas y sus mandos.

- Claro, con un buen cónsul al mando será pan comido. Si he servido en el norte de África.

Hace una pequeña pausa antes de continuar hablando con los reclutas.

- ¿Vosotros pensáis alistaron? ¿Donde iréis? - Mirando al tendero antes de continuar. - Si es vuestra intención necesitaréis estas armas, es una buena oportunidad.

Deja a los chavales que sigan con sus pensamientos y le pregunta al herrero.

- ¿Usted quién quién  que irá a Hispania? Quizá Escipión.

—¿Has estado destinado por África? Entonces... Serías apenas un recluta cuando viste a Escipión destruir Cartago. Eso tuvo que ser legendario. —Interrumpió el Herrero pasando ya del par de pazguatos que no se dignaban a decidirse.

—¡Qué van a saber estos! —bufó ante la pregunta del posible destino de los reclutas—. Hasta que no se nombren a los cónsules, no van a saber qué campaña existe. Sin embargo el asunto de hispania apremiará. Han parado la campaña por el invierno así que con la primavera las legiones marcharán. ¡Qué te voy a contar si lo sabes mejor que yo!

Pasaron un par de segundos en los que certificó el adusto hombre del yunque y martillo, que no iban a comprarle nada. Se despidió entonces para volver a su trabajo cuando disparó Paco su última pregunta.

—Ni idea... Lleva tiempo parado —musitó dando la conversación por zanjada—. Lo mío son las armas, no la política.

—¿Pero cómo van a decidir eso ya? —le interpeló—. Lo mismo en el Senado de la República todo se sabe de antemano, pero por lo que a mí respecta, este año consular está tocando a su fin y hasta unas semanas antes de los Idus de Marzo¹, dudo que sepamos nada.

Meneó la cabeza hasta que vio llegar a la joven Tatiana, el cómo ella le rodeó y le propinó un beso le pilló de sopetón.

—No me habíais hablado de vuestra esposa... Señora, tengo unos cuantos esclavos que son ideales para que os ayuden a controlar la casa. Será estar un par de meses con éste, ¡y estarás deseando nombrarlo atriense! Es un norteafricano e hijo de esclavos...

—¡Magón ven aquí! —lo llamó con un aspaviento, era un joven apuesto con el pelo corto y afeitado al estilo romano—. Así lo llamó su anterior amo, unas fiebres se lo llevaron y liquidaron toda su hacienda... Sólo una Dómina sabe las auténticas necesidades del hogar.

Estaba tan ensimismado en la conversación y en su papel que no reaccionó al beso de Tatiana, casi como si fuera normal. Sonrió ante el comentario del esclavista.

- Creo que mi señora y yo esperaremos un poco más para adquirir uno de esos últimos numantinos - confesó -. Muchas gracias por su atención. ¿Vamos cariño? - invitó a Tatiana a continuar caminando en busca de algo más de información.

- Sí - dijo siguiendo la corriente a Séneca - Mejor esperemos, no tenemos prisa, volveremos pronto - dijo con cierta ternura y agarró del brazo a Séneca.

Se marchó con él y cuando se alejaron un poco del esclavista miró a su reciente marido.

- No perdamos de vista a Paco. No he podido averiguar mucho pero parece que todo el mundo está deseando que llegue la primavera para empezar las campañas militares. Tal vez alrededor del Senado podamos encontrar alguna pista más... y buscar a Escipión.

- He pensado que el esclavista quizá estaba al tanto de los planes del Senado de enviar a uno o a otro - confesó Séneca contestando a Tatiana -, pero parece que estaba todavía menos enterado que nosotros. El Senado debería ser un buen sitio donde, al menos, escuchar rumores, sino las escuelas de eruditos también podrían contar con algo de información privilegiada.

Alzó la vista lo justo para observar de lejos a Paco.

- Parece que nuestro militar se desenvuelve bien con los suyos - dijo -. Quizá esté teniendo más suerte que nosotros - hizo una pausa - ¿Paseamos hacia el Senado, cariño? - preguntó en broma son una sonrisa Lucio.

- Paseemos hasta el Senado querido - le dijo siguiendo el juego.

Tatiana sonrió y comenzó a imaginar la vida e historia de ese peculiar matrimonio que acababan de conformar. Sin duda había tenido que ser un matrimonio pactado, un hombre tan mayor con una joven esbelta como ella. Un matrimonio de conveniencia que haya desembocado en una relación de afecto y respeto. Tal vez tenían una villa a las afueras de la ciudad. Tal vez eran felices. Seguramente ella tuviera algún que otro amante. La mente de Tatiana divagó hasta la realidad le hizo volver.

Echó la mirada atrás. Iba a dvertir que no había que perder de vista a Paco pero recordó que tenían teléfonos móviles así que siguió a Séneca hasta el Senado.

Estaba claro que el herrero no podría aportar más información que la que ya había obtenido. Sin duda parecía claro que la campaña se desarrollaría en Hispania pero no quién sería el encargado de comandarla. Se despidió del herrero y echo un vistazo a su alrededor para ver si había alguien interesante con quién hablar y ver dónde estaban sus compañeros.

Cuando les localizo iban cogidos del brazo y tuvo que mirara dos veces para cerciorarse. Penso, que bicho les habrá picado a estos dos. Vio como se dirigían hacia el Senado. Estaba claro que en el foro no tenían mucha idea de lo que pasaría con el tribuno de la plebe, quizá en el Senado obtengan algo más de información.

Decide encaminarse hacia al Senado tras ellos pero de momento manteniendo la distancia y pendiente de todo a su alrededor. De momento es interesante dejar hacer a la pareja y seguir investigando por su cuenta.

Abría el paso el veterano Séneca, acompañado por su improvisada esposa extranjera a lo largo de las calles que conformaban los diferentes puestos. Unos metros más atrás sin ser conscientes estos primeros, les seguía Paco, el solitario gallego cubriéndoles las espaldas.

Aquel era día de mercado y se vieron obligados a tener un lento avance entre los numerosos puestos de ropa, joyas, armas, loza, ánforas, lucernas, vinos y alimentos. Apenas había rastro alguno de animal salvo por alguna jaula que aparecía de manera muy puntual, estaban todos según pudo saber Tatiana por boca del propio Séneca, en el Foro Boario.

Tras una decena de minutos llegaron finalmente a las rostra, una especie de altar formado por un muro al que se le habían anclado varios elementos de origen incierto. En torno a éste se disponía una tribuna circular que abrazaba una plaza circular localizada en el extremo oeste del Foro Romano, no tardaron en descubrir que a aquella zona se le llamaba el Comitium.

Estaba en aquel momento vacía salvo la presencia de algunos senadores que se encontraban en distintos puntos de aquel extremo occidental: un par en el graderío más próximo al mercado, al otro lado del edificio del senado (la Curia Hostilia) que presidía la gran plaza; otros tres se encontraban a los pies de la escalinata que servía de acceso a aquel edificio, mientras que el último par se encontraba al amparo de la sombra del pórtico de entrada.

Ninguno de los que vestía la toga pareció fijarse en los que se acercaban al lugar. Ellos por su parte se fijaron que habían pintado de blanco sobre el graderío y sobre éste lienzo improvisado, había varios graffitis y escritos. Había también rastro de otras pinturas de iguales características que habían sido repintadas para ocultarlas.

Llegados al Comitium entro tras sus compañeros pasando por delante suya para que le vieran pero sin acercarse a hablar con ellos directamente. De  momento no evidenciarian que se conocían, ya habría tiempo para ello si hacía falta. Se dirigió hacia el graderío para ver si era capaz de entender los graffitis, quizá fueran interesantes para su misión.

Dejaría que sus compañeros fueran a hablar con los senadores. El era un hombre de armas y se sentía más cómodo en otras situaciones. La política de su tiempo no había llevado a nada bueno, los continuos desastres en Marruecos y la perdida de Cuba y Filipinas. MIró a su alrededor para ver si había algún hombre con aspecto de guerrero que hablará su mismo idioma, al fin y al cabo los saldados de todas las épocas tienen muchas cosas en común.

- Deberíamos hablar con esos dos senadores - dijo Séneca -. Quizá haya pasado algo en el senado fuera de lo común para que estén tapando esos actos de bandalismo, quizá estén siendo forzados a tomar alguna decisión en una dirección.

Señalaba con discreción a los dos hombres de toga que estaban a la sombra. Lucio había obviado la presencia de Paco, que parecía estar queriendo que el grupo pasase desapercibido y le siguió el juego.

Comenzó a caminar con paso decidido en dirección a los dos senadores que se encontraban en el pórtico de entrada.

- Buenos días, ¿qué le ha pasado al senado? - dijo con algo de alarma en su rostro y su voz - Lo visité de joven y nunca lo vi pintarrajeado - dijo convencido de que aquellas pintadas no eran normales - ¿Quien podría haber que no respetase la palabra del Senado de esta manera?

– Bien claro que se ve que sois provincianos o bárbaros –contestó el primero de ellos, también parecía el más anciano de la pareja por su pelo encanecido y su rostro marcado por las arrugas–.

–Tampoco es normal que las mujeres pasen a partir de aquí, ni tan siquiera las auténticas matronas de Roma –observó el segundo, de cabello castaño igualmente rasurado. Desde que advirtió la llegada de la pareja no disimuló en observar a la compañera de Séneca. Ya con algo más de amabilidad se dispuso a contestar a la pregunta–. Estas pintadas abundan en tiempos de elecciones. El resto del tiempo no tienen el valor de mancillar este sagrado graderío que no deja de ser una extensión del Senado del pueblo de Roma. Cada dos días mandamos a repintarlas para que al poco estos necios vuelvan a incluir consignas y opiniones del populacho.

–La verdadera política está muriendo, antes no osaban los candidatos a senadores a este tipo de execrables actos… –gustaban de utilizar algunos adjetivos demasiado rebuscandos para los inexpertos oídos de Tatiana pero el contexto y el tono la permitieron entender el grueso del mensaje–. Si el viejo Catón hubiera vivido para ver esto…

- Disculpen la intromisión, pero mi mujer insistió mucho en que le enseñase aquel sitio donde comencé a apasionarme por la verdadera política - dijo Séneca disculpándose -, y uno no puede negarse a semejante beldad, ¿no creen? No intenten buscarme en sus memorias por favor, estudié en Roma y estuve presente en algunos de los debates que aquí tuvieran lugar pero luego mis obligaciones fueron trasladadas lejos, después de mucho tiempo dedicado a la política y la diplomacia local, ya desposado, decidimos venir de viaje a visitar, entre otros espectáculos para la vista, el Senado. Las noticias no llegan tan rápido como a uno le gustaría, sin duda es un ultraje lo que el ser humano es capaz de hacer con tal de conseguir sus objetivos ¿alguno de los nombres que se barajan aquí para el próximo Idus de Marzo ha sido responsable de esto? ¿qué necesidad tendrá, no se cree merecedor del favor del senado?

Tatiana se fijó también en los grafitis de las pareces para intentar descifrarlos pero no terminaba de entenderlos. Las palabras del hombre despreciándola por ser mujer captaron su atención.

Quería soltarle un bofetón por impertinente pero en vez de eso apretó con fuerza el brazo de su nuevo marido y forzó una sonrisa falsa. Miró a los interlocutores. Optó por hacerse la inútil, como si no supiera de que hablaba Séneca para que la obviaran.

Se limitó a observar a su alrededor para ver si captaba algo que llamara su atención mientras Séneca conseguía información. Mantuvo la sonrisa y de vez en cuando miraba a su "marido" con cierta admiración.