Partida Rol por web

Tatiana estaba viviendo un capítulo de la historia desde dentro y eso la excitaba. Se había metido en el papel de dulce esposa de Séneca y sabía que debía mantenerse ligeramente al margen. Pero también había leído sobre los Graco y su madre, Cornelia, ella les había educado y les había transmitido esos valores helenísticos de propiedad pública que los romanos rara vez tenían. Sabía que los hermanos respetaban la opinión de la madre - que tuvo que enterrarlos a los dos - y no descartaba que pudieran respetar su opinion a pesar de ser mujer. Además, en la fiesta, el Graco la había escuchado con atención.

Tras dejar hablar a los hombres tomó la palabra.

- Como os dije, señor, mi marido y yo tenemos dinero pero no tenemos derechos de ciudadanía y amamos a roma tanto como cualquiera que haya nacido aquí. Patrocinaremos una carrera política que nos provea de derechos iguales a los del resto, no queremos más, eso sería osado, solo lo mismo pues pagamos también muchos impuestos - dijo y se soltó del brazo de Séneca para dirigirse a la madre.

- Oh, Cornelia - le dijo con admiración real - Es sabido que sois un ejemplo de madre y mujer romana, rechazar a un rey! Y casarse con un romano plebeyo, rico si, pero plebeyo - remarcó e hizo una leve inclinación de cabeza. Para poder ser tribuno de la plene había que ser de origen plebeyo y los graco, gracias a su padre, lo eran.

Cornelia rechazó los halagos con un gesto:

–Me sobreestimáis –contestó desde su sitio–. Esa historia que circula por las calles de Roma no es del todo precisa, realmente me quería como concubina y además, no compartía mis inquietudes intelectuales. Inquietudes que tuvo a bien mi buen padre en inculcarme tanto a mí como a mis hermanos, mediante pedagogos griegos. De hecho, un par de griegos que desterró Ptolomeo, fueron acogidos por mí para la educación de varios de mis hijos, ahora solo quedan Tiberio, Cayo y Sempronia

El recuerdo de sus difuntos padre, esposo e hijos ensombreció brevemente su rostro. El primero murió incluso en la desgracia denostado por romanos que se habían autoproclamado defensores de las viejas tradiciones de Roma.

–Sin embargo, tan sólo soy una humilde madre que está hoy para apoyar a su hijo, en su carrera política. Y por vuestro apoyo, os doy las gracias.

–Y a cambio de vuestro apoyo, queréis que únicamente enfoque mi carrera para orientarla como Tribuno de la Plebe. ¿Ninguna condición más? –preguntó no sin cierta desconfianza–. No sería el primer caso en el que alguien recibe un apoyo para acabar descubriendo compromisos para con sus patrones. No quisiera descubrir, que una vez allí he adquirido nuevos deberes desconocidos.

- No nos agradaría más que cumplierais con el plan que tenéis para gestionar los bienes de Roma entre todos por igual - dijo Séneca -. No vemos a nadie más preparado para alcanzar ese objetivo. Yo ya soy muy mayor para andar con tramas ocultas o con deseos que quiera cobrar a posteriori siento verdadera pasión por la política y por eso mismo y otras cosas contraje nupcias con mi mujer, compartimos pasiones, ya sabe lo importante que es eso para una pareja - sonrió mirando alternativamente a la madre de Tiberio y a su hijo.

Rellena los vasos de todos los presentes en la mesa con otra ronda mientras comienza a contar su experiencia bélica. Habla ligeramente sin entrar en detalles ni localizaciones precisas para no equivocar topónimos con los de su época. No quiere que los presentes desconfíen de su historia.   

- He estado por el Norte de África desarrollando algunos trabajos los dos últimos años. Ahora quiero intentar engancharme con alguna de las legiones de los próximos cónsules.

Rellena varios vasos de la mesa dejando el suyo para el final. Levanta la jarra vacía para que el tabernero la pueda ver y traiga otra. Cuando viene la nueva jarra la deja sobre la mesa de forma que el vaso de Publius saltara alguna rondas y no perder la sensatez.

- ¿Como se portan las cosas por Hispania? He oído que aquellos bárbaros no tienen nada que hacer ante las legiones de Roma. Una tierra bonita donde disfrutar del sol, el buen vino y dar algún mamporro de vez en cuando. 

Espera las respuestas de los legionarios para ver sus impresiones de la península y los numantinos. Cuando ya están animados propone al grupo un trabajo para entretenerse estos días en Roma y ganar unas monedas. Es necesario que por todos los rincones de Roma se hable sobre las grandes amenazas que esperan en Numancia.

–Sea pues, así lo haremos – prometió Tiberio levantándose y tendiendo la mano a Séneca y agradeciendo su apoyo.

Una vez fueron realizadas todas las muestras de agradecimiento entre los cinco, el apoyo se había dado por aprobado y tan sólo restaba enfocar la estrategia de las elecciones.

–Aún con elecciones, los optimates tienen mucho poder… Me atrevería a decir que incluso demasiado. En ese caso, conviene mantener un perfil bajo para con ellos.

Madre y hermano le miraban inquisitivamente.

–Creo que lo mejor es que no nos conecten, que crean que soy aupado por algún misterioso apoyo entre el pueblo de la república –propuso el paterfamilias de los Graco–. Casi como si los acontecimientos me llevasen en volandas. No os lo toméis a mal, pero no sería la primera vez que cae algún político víctimas de las confabulaciones del sector más retrógrado de la República. Debemos esperar, incluso es posible que me permita alguna broma privada a costa de la situación… Y cuando sea elegido como Tribuno de la Plebe… Sólo en ese entonces y cuando ya esté allí, daré mi discurso.

–No os lo toméis a mal –se adelantó a cualquier tipo de reacción de la pareja–. Pero si me ven con romanos no nacidos en Roma… Ya sabéis cómo son con ese asunto. Por ello quería pedir si podéis movilizar con vuestro patrimonio al pueblo…

Un romano tradicionalista se habría tomado aquellas palabras como una ofensa, como si se sintiese despreciado, por querer que ligasen el nombre del candidato al de su familia. Por ello Cornelia habló:

–Sé que sois de miras más amplias, de educación helenística, lo percibo incluso en cómo podéis hablar con libertad. Por ello, os pido comprensión ante la petición de mi hijo. Pues no sólo es el destino de nuestras familias el que está en juego… Si no, el de toda la República. Al final somos hijos de ella y como tal, debemos honrarla. Eso aprendí de los pedagogos griegos –añadió mirando esta vez a la mujer de Séneca.

–Buffff, todos los bárbaros han ido cayendo a nuestro paso, la verdad es que la mayoría eran chusma follacabras –se echó a reír el primero ante aquella mención–. Es ver llegar una cohorte y ya teníamos a todas sus mujeres en fila para que hiciéramos lo que quisiésemos.

–Bueno menos los celtíberos… Esos son unos bastardos duros de roer, un rayo les parta por Cástor y Pólux… –ante aquella petición todos chocaron copas y apuraron bien la bebida.

–Brindo por estos últimos años de paz con ellos –levantó otro la bebida y la pegó dos buenos sorbos–. Afortunadamente los últimos cónsules han sido comprensivos y han entendido la dificultad de la situación, nos han permitido tener nuestros esclavos y nuestras fulanas para calentar nuestras camas.

–Espera un momento… –le detuvo uno de ellos al escuchar la propuesta de Paco–. ¿De cuántos sestercios hablamos? ¿No habrá que matar no?

5 años de carrera. 3 de prácticas y muchas vidas salvadas para acabar siendo "la mujer de". Tatiana hizo esfuerzos para que no se notara su cara de desagrado y sonrió a Cornelia.

- Lo entendemos, es más, podemos hacer que parezca que estamos en otro bando, para evitar sospechas. Podríamos intentar unirnos a algún Optimate, sobornarle o así... para manchar su nombre y generar habladurías - explicó. No se hubiera atrevido a plantear esas maniobras si no hubiera sido porque el Graco lo había hecho primero y luego miró a Cornelia - Sí, señora, si me casé  con Séneca fue porque prometió respetarme y amarme en libertad, yo a cambio le respeto y le venero... y busco pronto darle un hijo - agarró con fuerza el brazo de su compañero.

Escucha las preguntas atentamente y rápidamente contesta casi sin dejarle que acabe de hablar.

- No, por quién me habéis tomado. Matar a un ciudadano romano por los dioses. - Lo dice con una mezcla entre de sorpresa y ligera indignación. Deja unos segundos como si se estuviera relajando antes de continuar.

- Habría cinco denarios por cabeza de adelanto y diez mas si las cosas salen como esperamos. - Mientras dice estas palabras señala a los 5 legionarios que hay sentados alrededor de la mesa. - Tengo dos encargos para vosotros que me han trasmitido unos acaudalados mercaderes.

Solo tendréis que difundir por toda Roma una información que es de vital importancia para mis patrones. Antes de seguir con los detalles espera, hasta obtener una respuesta de los legionarios. No quiere darles demasiados detalles si no van a querer encargarse de su trabajo.

- Con que nuestra descendencia herede la belleza, inteligencia y bravura de su madre me daría por más que satisfecho - dijo Séneca como broma dejando que Tatiana zanjase ya el asunto.

—Preferiría no recurrir a argucias que impliquen dañar innecesariamente la imagen —opinó rápidamente Tiberio adelantándose a su madre—. Bastaría con una serie de donativos a varios de los collegium y líderes del pueblo para que actúen como voceros de la candidatura. Sí... Creo que sería suficiente. Al menos no pido más.

En ese momento llegó el atriense al que se había referido antes como Baltser, acompañado de varios esclavos domésticas, los varones depositaron varios muebles en el centro sobre los que las mujeres depositaron las bandejas de comida. Finalmente un joven y bien parecido empezó a servir las copas de todos los asistentes.

—Si sólo es hablar va a ser fácil —musita uno de ellos

—Especialmente por cinco denarios —apostilla un tercero—. Así que suelta esas palabras porque si están así de bien pagadas o hay que aplicarse o...

—Son de las que hacen más daño que las armas— acaban por concluir.

Una vez cerrado el trato con los legionarios, saca los 25 denarios repartiendo 5 a cada uno de los presentes. Mientras hace esta operación empieza a explicarles que se espera de ellos.

- En primer lugar toda Roma se tiene que enterar de lo fieros que son los Celtíberos. Solo un Cónsul especial podrá ser capaz de derrotarlos. Para aniquilar a estos barbaros el próximo cónsul que nos comandará hasta Hispania será Escipión el Africano. - Se incluye entre los que marcharán a Hispania para seguir creando camaradería entre los soldados. Espera unos minutos mientras los legionarios comentan su misión y sus dudas.

- En segundo lugar los mercaderes que represento retan muy interesados en que el próximo tribuno de la plebe sea Tiberio Sempronio Graco. Desconozco sus razones, solo soy un soldado que cumple órdenes. El pueblo de Roma tiene que apoyar a Graco en las próximas votaciones para su elección. - Deja que los presentes dijieran toda la información y bajando un poco más la voz añade. - Los métodos para conseguirlo es cosa vuestra.

Espera y escucha como los cinco legionarios comentan entre ellos sus dos encargos. Se mantiene al margen contestando las dudas que puedan tener. Una vez puesto en marcha su plan en la Subura es hora de regresar a la villa y ver si sus compañeros han tenido éxito. Antes de irse se dirige por última vez al grupo.

- ¿Alguna duda? Si ambos ocupan sus respectivos puestos, os haré llegar los otros cincuenta denarios. - Dejando estás palabras en el aire por si los legionarios tienen algo más que añadir llama al tabernero dejando pagadas dos jarras más de vino antes de irse.

Ninguno de los cinco vio fallas a la propuesta y aceptaron de buen grado la paga, para acabar levantándose y salir del local. En ese momento, uno de ellos, el que parecía más avispado pivotó e hizo la única pregunta que había quedado sin respuesta:

—En cuanto terminemos, ¿dónde te podemos encontrar para cobrar la parte que queda? —su mirada era seria y escrutadora. Se veía como el típico soldado bueno para cumplir órdenes, pero malo para aceptar los retrasos de la paga.

Sin dudar un segundo poniendo cara sería frente a su interlocutor. 

- Cuando hayan sido elegidos todos los cargos recibiréis en este mismo local el resto de la paga. Os haré llamar si necesito alguna cosa vuestra. 

Llevaba el sol oculto una hora cuando Paco llegó a la edificación que compartía el trío y que les había facilitado el Ministerio. La única luz que tenían en la sala era la que las lucernas arrojaban con sus destellos titilantes, algo a lo que estaban más acostumbrados tanto el soldado como el político, no así Tatiana quién no había conocido otra cosa que no fuese la electricidad. Aún así, debían ponerse al día con la situación...