Partida Rol por web

Entro en la sala donde se encontraban sus compañeros y se sentó cerca de ellos para contarles sus avances por la subura y averiguar como habían ido sus reuniones por las nobles casas romanas. 

- Como ha ido el día pareja. - Esta última palabra la pronuncio con un amplia musicalidad, como mofándose ligeramente de la relación que habían inventado sus colegas. - ¿Habéis avanzado algo en nuestra misión?

Sin dejar tiempo a sus anfitriones a contestar a su pregunta se lanzo a contar sus conservaciones y tratos con los legionarios. Al encontrarse ante una dama omitió los detalles mas escabrosos de las hazañas de los legionarios, al fin y al cabo era un caballero.

- He llegado a un acuerdo con unos veteranos de las guerras hispánicas para que se hable por todos los rincones de Roma de la peligrosidad de los celtíberos de la península ibérica. Nos ayudará con el nombramiento excepcional de Escipión como Cónsul.

Tomo algo de aire y dio un buen un trago de una copa que le habían traído uno de los sirvientes de la villa, antes de seguir con sus palabras. 

- Estos mismos legionarios nos ayudaran con la campaña de Graco como tribuno de la plebe. Todo esto por solo 75 denarios, 25 que ya les he entregado y 50 más si nuestros candidatos ocupan sus respectivos puestos.

Una vez finalizada su narración se recostó ligeramente para escuchar los avances de sus compañeros y planificar ligeramente los próximos días antes de retirarse a dormir.

- No has perdido el tiempo, Paco - sonrió Séneca ante la explicación del soldado -. Por nuestra parte hemos estado tanteando a los Graco, Tatiana convenció de maravilla a Tiberio para que apuntase hacia Tribuno de la Plebe, está muy motivado y nos ha pedido su apoyo discreto, para hacer campaña en su favor. En concreto nos ha pedido que enjabonemos, a varios collegium que apoyen su candidatura y, también a los líderes del pueblo.

Séneca cambió su sonrisa por una línea recta en la boca que denotaba preocupación.

- Si hacemos nuestro trabajo bien con todo ello, no tendremos que preocuparnos por los candidatos. Escipión no negará su participación en un posible nombramiento excepcional hacia su persona para ir a comandar las huestes de la República en Hispania, Tiberio está totalmente enfocado a convertirse en el nuevo Tribuno de la Plebe, pero me mosquea el hecho que todavía no hayamos encontrado a los conspiradores que puedan lograr que Escipión quede fuera y sea Graco quien ocupe su puesto como cónsul - explicó.

A partir de ese momento deberían repartir los esfuerzos entre la campaña por Graco como nuevo Tribuno de la Plebe, animar a un voto por el nombramiento excepcional de Escipión y además detener a quienquiera que estuviera conspirando contra los planes de la patrulla del Ministerior del Tiempo.

Paco se podría encargar de seguir moviéndose entre los diferentes grupos con los que había tomado contacto, Séneca podría dedicarse a los collegium y visitar el senado para intentar averiguar, de boca de quien iba a tener la decisión final si había alguien que les estuviera empujando en otra dirección y Tatiana podría moverse entre las mujeres de las familias.

- ... los hombres de esta época suelen menospreciar a las mujeres y cuentan cosas que no se atreverían frente a otro hombre y a su vez, esas mujeres no hablarán con otro hombre que no sea su marido - acababa de explicar el anciano a sus compañeros -, si nos repartimos las tareas de esta manera podremos abarcar con todo, seguro - entonces la leve sonrisa volvió a su boca - ¿qué opináis? - preguntó mirando a ambos.

- Me parece muy bien Séneca - le dijo Tatiana - Paco, bien joder, parece que todo va según la historia dice que fue así que... habrá que estar extremadamente alerta, porque esto no va a ser tan fácil estoy segura. 

Tatiana estaba convencida de que algo malo empezaría a pasar para que el Graco acabara cónsul. 

- Me parece bien, iré acercándome a las mujeres de Escipión, Pisón y Graco - comentó - Pero no mucho porque no creo que el problema esté ahí. Me centraré en conocer en general a las esposas de los senadores a ver si encontramos a alguno que ande conspirando o dejándose conspirar - dijo, no había que descartar ninguna posibilidad.

La siguiente semana fue igualmente intensa. Paco repitió la operación entre otros veteranos quienes aceptaban de buen grado las dádivas que le ofrecieron, pues parecía que el salario ganado durante su servicio militar se había esfumado entre el juego, el alcohol y los lupanares. Aquella inyección económica les permitiría abrir una tienda al amparo de unas buenas ofendas a los lares familiares.

Séneca por su parte, desarrolló una labor que se antojó complicada pues el fantasma de la violencia y corrupción sobrevolaba sobre todas aquellas organizaciones llamadas collegium. Acabó acudiendo a uno liderado por Manius Decius Barba. Bajo ese cognomen era identificado un tipo poco acostumbrado a la tonsura de su faz que en su día ejerció como centurión en tiempos del propio Escipión Emiliano. Al terminar su servicio, junto con varios de sus legionarios pacificó una zona de Roma muy dada a la violencia y se pudo asentar allí como un apéndice de las cohortes urbanae. Parecían los más idóneos para que, a cambio de un discreto patrocinio, actuasen de voceros en todos los comercios a los que brindasen protección.

Para cuando se dieron cuenta, toda Roma contaba con numerosas pintadas que daban una fuerza incontestable a los mensajes que buscaban propagar los agentes del ministerio:

Gracchus de la plebis para la plebis

Gracchus tribunus plebis

Africanus a Hispania

Las más duras eran las dirigidas a Pisón, la mayoría habían sido limpiadas pero en las calles más discretas aún podían verse algunos mensajes dedicados al Cónsul que estaba por terminar su mandato:

Cónsul Pisón, conquistador de Pallantia

Venía acompañado de una caricatura  con un hombre bravo y dotado de buen falo en el cual venía escrito Numantia, un segundo hombre más pusilánime como si de un esclavo se tratase le estaba practicando una fellatio.

Tatiana siguió hizo su ronda, tras aquel fastuoso banquete que organizaron, no tardaron en llegarla invitaciones a merendar en varias de las casas más pudientes. Pudo volver a coincidir con Cornelia, además pudo volver a conocer a Sempronia, esposa del ex Cónsul Escipión y la hermana de los Graco. Sin embargo, fue la esposa de Pisón a la que encontró más desolada por las duras críticas que estaba recibiendo en la calle. Conoció también a la familia Julii quién estaba empezando a ganar cierta relevancia, sin embargo en aquel momento eran apenas actores secundarios. Salvo el morbo de saber que eran ancestros del que terminaría de cimentar el fracaso de la República, no contaban con demasiado interés. Los Junii por otra parte eran altaneros, se consideraban incluso descendientes de los que destronaron al último rey: Tarquinio el Soberbio.

En todas sus visitas no logró percibir apenas un atisbo de que sus planes pudieran fracasar. Realmente entre los tres habían organizado una campaña escandalosamente buena para la consecución de sus dos objetivos… Y así fue como, sin darse cuenta, tan sólo restaban dos días para las elecciones. 

En las calles de Roma, año 620 ab Urbe condita (134 a.C.)

Tan sólo quedaban dos días para las elecciones y todo el mundo da por hecho la presencia de Graco en el Senado. La campaña en Hispania de Pisón estaba siendo muy criticada por algunos sectores de la población que reclamaban una respuesta muy contundente al Senado.

Si confirmaban la presencia de Escipión podrían dar su misión por terminada y volverían a su tiempo, salvo que llegasen nuevas noticias del Ministerio. Hasta al cabo de varios meses no serían las elecciones para los nuevos Tribunos de la Plebe, y la presencia de Graco era casi una realidad.

Los últimos días no tenían mucho que hacer salvo ver cómo todo lo que habían plantado terminaba de germinar para dar sus frutos. Paseaban los tres por las calles de Roma, rumbo al senado donde tenían noticias de que iba a producirse un mitin en las rostra y no querían perdérselo, cuando de pronto escucharon una estampida humana que les forzó a apartarse a un lado.

–¡Ha caído el collegium de Barba! – gritaba el grupo de personas corriendo por las calles– ¡Han ahorcado a Barba y han pasado a cuchillo a sus hombres!

Desaparecieron en el mismo suspiro en el que hicieron acto de aparición. Al escucharles varios de los comerciantes empezaron a cerrar sus tenderetes. Sabía Séneca que temían una guerra en las calles fruto del vacío de poder que acababa de formarse. Por lo que a ellos respectaba no había mucha diferencia entre unos y otros, pues a su manera todos eran parecidos, exigían sus pagos y daban la protección cuando lo necesitaban.

Sin embargo, cuando uno caía todas las reglas se sacudían durante unos días hasta que todo volvía a la calma.

Paco sintió una punzada profunda, sabía que aquello no eran buenos presagios. Sabía que no podía ser casualidad tan cerca de las elecciones, uno de sus colaboradores en las maquinaciones ahorcado junto a sus secuaces. Busco un sitio discreto donde poder hablar con sus compañeros y les dijo en voz baja.

- Aquí está nuestra conspiración, todo parecía estar saliendo demasiado bien para nosotros. Habrá que averiguar qué ha pasado y quién está detrás de todo esto.

Pensaba cual sería la mejor estrategia para enterarse de todo aquello. Quizá deberíamos acercarnos por los alrededores del collegium de Barba. Quizá alguien pueda arrojar alguna pista sobre qué ha podido pasar.

- Vayamos donde Barba, quizá alguien sepa qué ocurrió. Habrá que ir con cuidado no sabemos qué nos vamos a encontrar. Puede que no esté en peligro solo la misión, seamos precavidos.

Aquello no pintaba bien. 

Con lo bien que iba todo... - se lamentó Tatiana. - Esto no pinta bien. A dos días de las elecciones, esto es una bomba de relojería. No creo que sea casual, hay alguien que no quiere que las elecciones transcurran con normalidad - dijo la médico.

Ella estaba de acuerdo con Paco, aquello no era fruto de la casualidad. 

- Tienes razón, lo mejor es que nos acerquemos, pero cuidado, puede ser una mini guerra la que nos encontremos - dijo preocupada.- Hemos avanzado muy bien estos meses, que no se nos vaya todo al garete en los últimos días.

Séneca meditaba mientras escuchaba a sus compañeros. Le gustaba escuchar, ambos estaban aportando ideas y asintió coincidiendo con las suyas.

- Pero deberemos ir con cuidado, quien sabe lo que nos encontraremos en los alrededores del collegium de Barba - dijo con cierto tono de preocupación.

La situación no era nada prometedora y todo apuntaba a problemas, por ello los tres resolvieron acercarse hasta el lugar de los hechos con el fin de tener noticias de primera mano sobre lo que había tenido lugar en el Collegium de Barba. Avanzaban a paso acelerado y allá donde miraban todo estaba agitado, en apenas unos pocos minutos apenas quedaba un alma en las calles con la salvedad de algunos rezagados que aún se afanaban en recoger lo último que les quedaba.

Fogatas apagadas, mesas tiradas, algunas de ellas a medio recoger y algunos de los enseres por los que hacía apenas cinco minutos declamaban, se encontraban repartidos aquí y allá donde posaran su vista. De pronto tanto Séneca como Tatiana advirtieron una presencia¹, bandidos o al menos tipos de mala pinta armados con puñales militares... Pugios. Para cuando dejaron de disimular, se dieron cuenta de que les habían rodeado.

Ahora si que estaban en problemas. Tatiana sacó su daga y miró a sus compañeros. Estaba algo asustada pero sabía que con Paco de su parte tenían las de ganar. 

Se lanzó a por el bandido que estaba a su derecha y le clavó la daga en el costado. El bandido no se había enterado casi, no se esperaba que la mujer se lanza contra él y lo había pagado caro. Tatiana se había asustado, no era lo que esperaba de si misma, pensaba que como mucho le haría un ligero corte.

- EH, vosotros, si no queréis más de esto, decidnos quien ha sido el que ha atacado a Barba y os dejaremos en paz.

Acto seguido examinó la herida del bandido por si tenía cura o había sido un golpe mortal.

Paco iba reflexionando en porque habrían atacado a Barba. Estaba claro que alguien no quería que siguieran con su campaña pero porque. Alguien estaría interesado en que fracasarán, estaban en peligro varios pensamientos daban vueltas por su cabeza. De repente vio salir corriendo a Tatiana y en se momento se percato que estaban rodeados por varios bandidos.

Todo estaba saliendo bien y aunque se iba acostumbrando a aquella ciudad no estaba del todo cómodo. Como se le podía haber pasado aquella emboscada, no podía ser. Si le pasaba algo a sus compañeros no se lo perdonaría, aunque Tatiana parecía que se defendía bastante bien sola. 

Sacó su revólver y encañonó a unos de los bandidos que les cerraban el paso y entonces gritó para que todos le oyeran.

- Alto, no os mováis.

Como era de esperar que nadie hubiera visto una pistola antes y no conocía su letalidad. Realizó un disparo sobre el bandido que tenía encañonado para que todos tuvieran clara su amenaza.

- Quietos si no queréis acabar como ellos. ¿Qué queréis de nosotros?

Quizá sacar el revólver en aquella época no era una gran idea, pero ya se ocuparían de eso más tarde. 

Los bandidos estaban confiados, se sabían en superioridad numérica pues ellos eran cinco y sus víctimas dos, realmente tres pero una de ellas era una gatita y otro de los hombres un anciano.

Sin embargo, la gatita resultó ser una tigresa dura de roer, se plantó rápidamente frente al que tenía más cerca y le ensartó la daga al costado, directa a un espacio entre las costillas que supo localizar por su experiencia como paramédico. Fue directo al corazón y dejó a su enemigo retorciéndose en el suelo como un gorrino.

Aquel movimiento sorpresivo no amilanó a sus oponentes por lo que Paco recurrió a tácticas más tardías que no tuvieron eficacia hasta que, mágicamente a ojos de los demás, provocó un estruendo que acabó por derribar a uno de ellos provocándole una fea herida en el pecho¹.

Aquella situación no era la más indicada para el bueno de Lucio. Sacó, sin embargo, la daga que traía con sigo, por pura seguridad, y optó por intentar ayudar a Paco a frenar el ataque.

- No queremos que siga habiendo heridos - advirtió -. Sin embargo nos defenderemos si siguen ustedes acorralándonos.

—¡Bastardos, qué habéis hecho! —gritó el lider después de recuperarse de aquel estruendo ruidoso que había provocado uno de los emboscados.

—Os creéis que podéis ir difamando como si nada contra un... Oye, ¿qué hacéis?¹ —inquirió al ver cómo dos de sus hombres empezaban a poner tierra por medio. Ahora los números se habían invertido y era él el que estaba en inferioridad numérica.

Sabía de matemáticas, y a la misma velocidad que aparecieron, acabó por desaparecer huyendo por el paso que quedaba libre tras un carro caído para acabar doblando la calle. Estaba muy alejado y aunque lo siguieran, tenían difícil alcanzarle. 

Una vez neutralizada la amenaza quedando todo en un simple susto, guardó rápidamente el revólver para que nadie más lo viera. Se miraron los tres protagonistas todavía perplejos por aquel ataque sin saber porque había sucedido. Tenían que obtener respuestas para poder neutralizar las intromisiones sobre sus planes.

Se acercó hacia el cuerpo que había quedado tendido en la calle tras su disparo. Quería averiguar si podría obtener algo de información de él o era demasiado tarde. Mientras se acercaba decía en voz alta.

- Tatiana, ¿podemos obtener algo de ese?

Perseguir al resto no era una opción, no era posible alcanzarlos. Si los que han quedado en el suelo no pueden aportar nada de luz habrá que pensar donde vamos para averiguar qué está pasando.

Del cuerpo caído a manos de Tatiana manaba sangre con menos intensidad, su mirada estaba perdida enfocando ninguna parte. No necesitó la paramédico palpar la carótida para saber que estaba muerto.

El segundo cuerpo tenía la herida de bala en el pecho, a la altura de sus pulmones. Aún tosía con fuerza y luchaba por abrirse paso hacia la vida mientras la sangre colapsaba sus vías respiratorias. Se sintió cubrir por una sombra, sin embargo al identificar en el contorno de ésta a su ejecutor, el miedo se apoderó de él pues temía que un nuevo conjuro hiciese con él algo peor que darle muerte y empezó a intentar dar varias bocanadas y pronunciar inaudibles sonidos que agravaron con cada intento su condición hasta que empezó a presentar síntomas de asfixia.

Séneca estaba preocupado. Se alegraba de seguir vivo, pero quizá hubieran hecho demasiado ruido.

- No se cuantos habrán visto nuestro espectáculo, pero espero que sean pocos, podríamos preguntar por los alrededores por quien nos ha asaltado - dijo -. Pero, ni de quien nos pretendía atacar ni de estos dos compañeros suyos caídos, podremos sacar algo de información.

Sopesó todo lo que había pasado. Guardó la daga algo tembloroso, pues todavía seguía sintiéndose nervioso, aquellas aventuras no eran ya demasiado aconsejables a su edad.