Partida Rol por web

Arnold abrió la puerta  para hablar con Rambo.

—Preparad la salida.

Afuera Antonio se hizo cargo de la partida, haciendo que el individuo vociferante volviera a la mesa. Empezó a repartir las cartas sin inmutarse, como un verdadero profesional. Los tipos no tenían nada que objetar e incluso hicieron una ola a su llegada, pero el camarero se quedó pasmado y miró sorprendido a Rambo y el otro vigilante.

—¿Pero qué hace ese payaso? ¿Estáis durmiendo o qué? ¡Sacadlo de ahí!— les dijo sin comprender por qué los matones no hacían nada.

Pero había un problema mucho más acuciante en el interior de la sala de cambio.

En el momento que Arnold retrocedió hacia la puerta el tipo de la mesa hizo su movimiento. Se empujó hacia atrás con las piernas haciendo que su sillón con ruedas se deslizase hacia la caja fuerte para lanzarse sobre Sneaky, que estaba metiendo los últimos fajos de billetes en la mochila y se vio sorprendido por la sombra que se le abalanzaba encima. Frog vio el brillo la navaja que el individuo estaba sacando del bolsillo. ¡Intentaba agarrar a Sneaky como rehén!¹

Arnold enrudeció el gesto.

—¡Estate quieto maldito cabronazo! —dijo mientras se acercaba hacia la caja y apuntaba al tipo—. Como no dejes de tocar los cojones te voy a meter un tiro en los huevos y aquí se va a liar.

Cuando vio el cuchillo no lo pensó dos veces y apretó el gatillo y la bala impactó sobre el hombro del tipo que intentaba coger a Sneaky de rehén.

—¡A la próxima te vuelo los huevos!

El tipo recibió el disparo en el hombro y la navaja cayó al suelo, mientras se desplomaba de espaldas contra la caja junto al sorprendido Sneaky. Estaba pálido, pero no por el disparo, sino más bien por la promesa de recibir otro si se movía de nuevo.

En el exterior, junto a la puerta, John y el otro matón escucharon el ruido del sillón cayendo y el gemido del paisano. El matón se puso tenso pero John seguía apuntándolo disimuladamente. El problema principal, fuera, era el camarero que seguía haciendo aspavientos hacia Antonio mientras miraba a los dos seguratas que parecían pasamados.

—¡Q'a pasáo! —preguntó Sneaky al ver lo que se había formado en un momento. Miró al tipo dolorido y lo entendió rápidamente.

—Ya está todo, hay que pirarse de aquí de una puta vez —agregó cerrando las dos bolsas, tomó una de ellas y se la tendió a Frog—. Coge esta que me encargo yo de la otra.

—Pesa demasiado, ¡pero eso son buenas noticias!

En cuanto escuchó el ruido que provenía de la sala se abalanzó sobre el segurata para dejarlo inconsciente confiando en que el ruido había despistado al camarero.. Tarde o temprano había que dejarlo fuera de combate, mejor intentar fingir que le había pasado algo. Bastante tiempo había aguantado Rambo quieto.

- ¡Tranquilidad! ¡Tranquilidad! - dijo agarrándolo  como si lo estuviera ayudando - Creo que le ha dado una sobredosis, estaba haciendo cosas raras. Yo me encargo - dijo y lo llevó a rastras hacia el almacén detrás de la barra por donde tenían que escapar. 

Le hizo gestos a Speedy para que le acompañara.

- Tu! ayúdame con este, tenemos el botiquín aquí - le dijo. 

Si el camarero ponía resistencia le pegaría un tiro con el silenciador.

El camarero estaba demasiado atento a lo que hacía Speedy y no se dio cuenta de la jugada de Rambo. Éste lanzó un golpe relámpago a la nuez del matón dejándolo sin aire y haciendo que se desplomase contra la pared. Antes de que pudiera moverse usó la corbata para afianzar su presa y empezar a arrastrarlo hacia el almacén a través del hueco de la barra.

—¿Sobredosis? ¿De qué coño...?

Cuando Rambo le pidió a Antonio que le ayudase el camarero enarcó una ceja que casi llegaba hasta el techo.

—¿Qué puñetas está pasando aquí?

Cogió la mochila que le daba Sneaky e hizo un gesto con la cabeza.

—En marcha —dijo mientras cargaba la mochila y se dirigía hacia la puerta.

Oculto el arma detrás de la mochila manteniéndola en la mano y se dirigió hacia la puerta. La abrió levemente y, una vez vio como Rambo se hacía cargo del segurata, abrió la puerta y se movió rápidamente hacia la sala detrás de la barra.

—¡Vamos! —le dijo a Sneaky.

Antonio miró a Rambo y luego amsu mesa. Puso cara de circunstancias y dijo 

- caballeros, siento ausentarme.un momento, pero me llaman. En 5 minutos vuelvo ya con el equipo de croupier como dios manda. Como disculpa de.la casa y porque ustedes me están haciendo ganarme una buena comisión (sonrisa genial ahí) la siguiente ronda del bar la pago yo con los pingües comisiones que me están dando sus mercedes. 

Se inclinó ante los jugadores medio borrachos y se dirigió a ayudar a Rambo mientras esperaba que los de la.mesa se levantarán a pedir copados todos de.golpe a la barra del bar.

Sneaky no necesitaba que le dijeran las cosas dos veces, sacó su arma y la ocultó tras la bolsa de deporte para hacer lo propio siguiendo a su compañero. Si alguien le miraba mal y amagaba con usar un arma, no dudaría en usar la suya.

¡Era el todo o nada!

- No pasa nada, quieres hacer tu puto trabajo - le dijo Rambo y señaló la mesa en la que Speedy había invitado a todos a una copa - Te van a venir de golpe. 

Rambo quería que se cagara en él pero que se pusiera a hacer su trabajo.

La mirada de Rambo fue tan fulgurante que el camarero tragó saliva. Se daba cuenta, probablemente, que algo chungo estaba pasando, pero tenía claro que aquello no era de su incumbencia. Él no era un matón. Su labor era servir copas y si podía alegar que estaba haciendo su trabajo fuera lo que fuera que había sucedido igual no le salpicaba. Así que se apresuró a obedecer la orden que fue recibida entre víctores de los pringados que, sentados en la mesa de Frog, no podían siquiera intuir que aquellos tipos se largaban con toda su pasta.

Mientras Rambo dejaba al matón a un lado en el almacén Speedy adelantó a Frog y Sneaky para alcanzar la puerta trasera. Levantó el travesaño y por un momento tuvo un subidón de adrenalina al darse cuenta de que estaba cerrada con llave pero en ese momento John le tiró el llavero del matón inconsciente y el piloto pudo abrir la puerta rápidamente mientras sus compañeros, con una sonrisa de oreja a oreja, se aproximaban con las mochilas cargadas de pasta.

Estaba saliendo todo como esperaban.

Pero ya podían escuchar al tipo de la caja fuerte que empezaba a gritar pidiendo ayuda.

Había que salir volando de allí cuanto antes.

Aire libre. Al fin. esto es lo que le gustaba a Antonio. No le llamaban speedy por estar encerrado. 

Se dirigió con paso rápido al descampado del otro lado de la calle y entró en el coche.

- Hola nena. Te he echado de menos.

Metió la llave en el contacto y la berlina ronroneó mientras los compañeros entraban con el dinero. No pudo mnenos que sonreir. Era hora de salir de ahi chipados. 

- ¡Venga señoritas, ritmo que hay que salir zumbando!

Frog no pudo menos que fijarse que ahora mismo Speedy estaba relajado. No hacia tap tap tap con el pie ni nad apor el estilo. Parecia seguro, relajado y tranquilo. Considerando que segun tenia entendido ir a menos de 100 millas por hora parecia darle urticaria o supo si eso le tranquilizaba o le ponia nervioso

Peter Lombard desoyó los gritos de auxilio y como si el asunto no fuera con él no frenó el paso hacia el exterior, la puerta estaba abierta cuando llegó y vio cómo Speedy estaba ya dando el contacto. Abrió el maletero donde arrojó su paquete y aguardó a que su compañero hiciera lo propio para cerrar la portezuela. Entonces se dio cuenta de que faltaba uno de ellos:

–Joder, ¿dónde está el cabrón de Rambo?

Cuando lanzó las llaves para que abrieran la trasera Rambo suspiró aliviado. Todo había salido bien. Los gritos pidiendo auxilio le desconcertaron pero con los teléfonos cortados tardarían en darse cuenta de que se lo habían llevado todo.

De pocas zancadas alcanzó el coche y se metió en la parte de atras, en la ventanilla derecha por si tenía que sacar la pistola y disparar desde la ventana.

Arnold soltó la mochila en el maletero y se sentó en el asiento del copiloto.

—¿Dónde cojones está Rambo? —gritó justo antes de cerrar la puerta.

Miraba por los cristales del coche en dirección a la puerta de atrás del local esperando que John apareciera. Finalmente apareció y se dirigió a su puesto en el coche.

—Maldito cabrón... ¡te gusta apretarme los huevos!

Recargó la pistola y miró a Speedy, ya sentado en el puesto del conductor.

—¡Písale!

Se estaban metiendo en el coche y Speedy a punto de arrancar cuando vieron como el tipo de las fichas salía por la puerta de la sala de juegos lanzando gritos:

—¡HIJOS DE PUTA! ¡LADRONES! ¡SE ESCAPAN! ¡POLICÍA! ¡SE ESCAPAN!

El tipo se aferraba el hombro donde le había alcanzado Arnold mientras se desgañitaba gritando. El camarero también se había asomado, pálido, viendo como ahora Rambo entraba casi de un salto al coche y Speedy pisaba a fondo el acelerador porque sabía que los matones de la sala no tardarían en librarse de las bridas y salir cagando hostias tras ellos en algún coche que tendrían a su disposición.

Speedy salió a toda velocidad sin mirar para otro lugar que no fuera la carretera que se abría ante él. Fue por eso que ni se fijó en los dos coches que venían por la otra vía: un Ford Mustang impecable en el que un sorprendido Jason Bonet los miraba salir desde el asiento del acompañante, escoltado por un Cadillac en el que iban otros tres de sus hombres.

Speedy maldijo. Tenia que pasar algo malo. Siempre pasaba algo malo. El puto bonnet aqui estaba, seguramente con el pez gordo. Ese cadillac seguro llevaba matones chingos. Mierda mierda mierda. 

Mientras su mente se llenaba de malos pensamientos su cuerpo reaccionó casi por instinto. En el primer semáforo en ámbar pegó un volantazo y realizó un ángulo de 90 seguido de otro por la primera calle lateral. Luego otra a la izquierda, de nuevo derecha, izquierda, recto derecha. Un gato casi murió bajo sus ruedas. Idem de una señora que habia salido a tirar la basura. 

A ver si esos madafakkas le podian seguir el ritmo a Betsie. Venga pequeña....

(minuto 3:15)

Rambo abrió la ventanilla y se asomó para disparar desde el coche si es que el cabrón del Bonet decidía seguirles y descargar las balas de sus matones en ellos, igual con un poco de suerte le daba a una rueda y la rebentaba.

Cuando Speedy pegó el volantazo se le movió todo el esqueleto y se pegó un golpe contra la puerta del coche.

- Joder, casi tenía el ángulo de disparo - y se volvió a inclinar hacia la ventana para coger posición de disparo.

Sneaky iba en el asiento trasero derecho, en el momento de que dieron el aviso de la presencia de los Bonano, se giró para ir viendo cómo los vehículos empezaban a hacer sus maniobras. Llevaba el arma en la mano y pesaba más que nunca, además la sentía totalmente húmeda por el sudor.

Confiaba en no tener que usarla, sin embargo, tenía una cosa muy clara: no volvería al trullo.