Partida Rol por web

Turno 2:

Mariana tomó la clava llena de púas entre sus manos, pensando que la mejor manera de hacer callar a ese tipo era golpearle contundentemente. Sin embargo, cuando cargó su ataque, no sólo no golpeó a Vallejo, sino que ella misma cayó al suelo fruto de la inercia del arma. Ni tan siquiera pudo encajar otro de los golpes que pensaba proporcionarle*.

Acto seguido, David no se lo pensó; y trató de endosarle el acero al cuentacuentos hasta dos veces. Y hasta dos veces falló, la segunda vez por muy poco, rozando sus prendas y el aire. Por contra, el viejo Vallejo abrió sus fauces y mordió al marino en el pecho y en una de sus piernas:

Daño1: 8 (-1 por ropas gruesas): 7 puntos de daño.
Daño2: 3 (-1 por ropas gruesas) (/2 por pierna): 1 punto de daño**.

El judío se retorció de dolor, provocando desazón en los oídos de sus compañeros. Ahora el turno del caballero Lorién, que no hizo sino abalanzarse contra Vallejo, alancear su espada un instante y cortarle en una pierna con la espada noble que portaba:

Daño: 4 (-1 ropas gruesas) (/2 por pierna): 2 puntos de daño.

Ahora la sangre que brotaba de la herida de Vallejo se mezclaba un poco, empapándose en sus ropas, con la que ya tenía cuando lo encontrásteis hacía escasos segundos.

-¡¡¡AAAAAHH!!!

Malherido, sangrando como un cerdo y con un dolor insoportable, David se quedó tendido en el suelo, retorciéndose, incapaz ya de reacción ninguna.

Cualquiera que viera a Mariana pensaría que no había participado en un combate en su vida. Atacaba a lo loco y sin la fuerza o precisión necesaria. Ahora desde el suelo ella sabía que no era nada de eso. Solo que todavía no se había recuperado del impacto de ver aquel hombre en aquel estado. 

Desde el suelo vio su ballesta y viendo el golpe que había recibido David pensó mejor atacar desde lejos a arriesgarse a algo parecido. La recogió del suelo y agarró otro virote, tensando primero la cuerda a máxima potencia...

-¡Bellaco, morirás e irás al Averno!!!

Enfurecido, al ver al tal Vallejo pegarle bocados a su buen amigo David, el Barón se lancó de nuevo al ataque, lanzando primero un tajo al diestro, y un segundo de revés, esperando sajar carne de nuevo, pues probado quedaba que ello, si era herido, sangraba, así que... a aplicarle sangría tocaban...

Turno 3:

Los espadazos de Lorién no hicieron sino cortar el aire de nuevo. El segundo de ellos segó de cuajo una de las mesas de madera volcada en el suelo, y el filo quedó clavado en ella, por lo que habría que tirar con cierta fuerza para desembaralzarlo de las tablas*. Mientras tanto, Mariana tomó la ballesta caída en el suelo y después se levantó, al tiempo que comenzaba a cargar otro virote.

Acto seguido Vallejo se abalanzó sobre Lorién, y logró hincar sus colmillos en el cuello de Lorién. El caballero de la Orden de Montesa notó cómo el anciano succionaba su sangre a través de su boca, y ello le infundó terror:

Daño: 2 (sin protección) (x2 en cabeza): 4 puntos de daño.

Finalmente, el marino David trató de clavar su bracamante un par de veces en el cuerpo de Vallejo, aún mientras éste succionaba el cuello de Lorién, pero sin lograrlo.

-¡Dios me asista!!!

Por un momento, se libró de las fauces del descarriado de los coxones, maldiciéndose por no vestir una buena lóriga que le protegiese también el pescuezo... Para su espanto, hallábase la espada abradada fuertemente a la mesa, tanto que costaría sacarla, y, mientras,... el Vallejo intentando morderle de nuevo....

Estúpido de él, pensó, que teniendo buen escudo que le protegiese, fiose de su fuen facer con la diestra, siendo esa causa de la mordida que se había llevado; de modo que interpuso el escudo entre él y el desgraciado, mientras tiraba con la diestra de la espada por el mango, a ver si conseguía desatascarla...

-¡Matad a este sarnoso!!!!

Marian terminó de recargar. Para cuando estuvo lista pudo contemplar la imagen del viejo mordiendo a Lorien.

Maldito hijo de puta, no te comas mi sustento.

Mariana se centro. Apretó con fuerza la ballesta. No se le volvería a escapar. Solo esperaba tener el pulso lo suficientemente firme para que acertar a Lorien directamente en la cabeza. 

— Aquí se acaba todo hijo de una hiena —

Presionó el disparador y soltó el aliento que estaba conteniendo desde hace unos segundos...

Los mandobles que el judío lanzara, hendieron el aire, que no carne alguna. El pobre hombre estaba hecho un pingajo de carne y sangre, el pecho abierto por la bestia. 

Aún así no cejó en su empeño, no podía aunque quisiera, les iba la vida en ello.

-¡Muere de una vez, bestia del demonio!

Turno 4:

Habiendo estado ahora preparada antes que nadie, Maria accionó de nuevo la ballesta... ¡¡FASHH!!, y el virote salió disparado hacia Vallejo. Sin embargo, de nuevo, el virote no acertó, pasando muy cerca y clavándose justo donde estaba el cuadro de la Barquera, la madre de Clara, la posadera. Entonces Lorién levantó su escudo con una mano, mientras que tiró fuertemente del mango de su espada para desincrustarla de la mesa. Cuando ésta salió y ya pudo tenerla en alto, con el escudo paró el nuevo mordisco de Vallejo (que estaba fuera de sí). El escudo lo golpeó un poco hacia atrás.

Finalmente, David, que tenía su cuchillo en alto, pensando en qué momento fuera el mejor para clavárselo al Viejo, saltó finalmente sobre él y logró estamparle el acero en el pecho.

Daño: 4 (-1 ropas gruesas): 3 puntos.

— ¡¡Maldita sea!! — Grito enfurecida la bandida. Mientras sacaba un tercer virote y lo cargaba en su ballesta.

— Deja de moverte maldito engendro — 

Parecía increible, que uno solo pudiese con tres... pero así era...

Lórien no perdió la concentración, y ahora que tenía de nuevo la espada libre, lanzó sendos tajos, destinados a destripar al zarrapastroso que intentaba matarlos...

-¡Por fin!

Aquella cosa era mortal, se la podía herir, ¡Sangraba! Aún sobre el cuerpo del hombre o lobo o demonio o bestia, el judío siguió con sus ataques. Él mismo se sentía morir, pero no pensaba hacerlo... por ahora.

Turno 5:

David se abalanzó contra Vallejo, bracamante en mano, y le propinó una cuchillada. El tipo se movía demasiado. El marino clavó con fuerza el bracamante en uno de los brazos del viejo, y éste gritó con un severo aullido:

Daño: 9 (-1 por ropas gruesas) (/2 por brazo): 4 puntos de daño.

Aprovechando tal dolor, y mientras que Mariana recargaba de nuevo la ballesta, que el barón de Castrovallejo descargó dos tajados sobre el sujeto. Esta vez, contrastando con su experiencia anterior. El primer tajazo lo envió directamente al mismo lugar en que David había clavado su arma, cercenándole el brazo y provocando que la sangre de su cuerpo saliera a borbortones; y el segundo no hizo sino descartarlo a la altura de su barbilla...

Daño1: 5 (sin protección) (x2 en cabeza): 10 puntos de daño.
Daño2:  10 (-1 por ropas gruesas) (/2 por brazo): 5 puntos de daño.

Vallejo cayó hacia atrás, con un corte que le abrió la garganta,  su brazo rodó debajo de una silla tumbada. Aún vivía, ahogado en su propia sangre, y sólo alcanzó a decir unas últimas palabras.

¿Qu... qu.e. as.. quer´... queréis que os c... uente u cuento, am, amigos? -el tipo murió desangrando en segundos-. La puerta del comedor se abrió. No había nadie, era el frío vendaval que entraba en la posada.

Tras dar fin al enajenado Vallejo, y asistir a sus inquietantes últimas palabras, Lorién se llevó la mano al cuello, allí donde fuese mordido, y se quedó mirando la sangre que tenía en ella; la dentellada no había sido un beso precisamente...

-Amigos, veamos si este está realmente muerto, si tiene algo encima que nos de pistas de que gaitas ha pasado aquí,... y curemos nuestras heridas como podamos.

Primero, antes de nada, con un par de diestros puntapiés comprobó que el muerto, realmente, lo estaba, antes de agacharse a su lado y registrarlo a ver que podría encontrar...

Con su fea herida en el pecho, aún tumbado, el judío vio como el viejo lobisome moría entre borbotones de sangre que brotaban de su garganta y del muñón del brazo cercenado, y diciendo su cantinela de cuentacuentos.

Se giró en el suelo, para apartarse. Luego intentó incorporarse y si era posible, levantarse, aunque el dolor era un martirio.

-¡Agh! ¡Lo habéis logrado, Lorién, pardiez que lo habéis logrado!

El Barón se acercó al cuerpo para buscar en él alguna pista, y David fue a hacer lo mismo, cuando un nuevo horror invadió su espíritu viendo la puerta abrirse. Pero afortunadamente sólo nieve y escarcha entró con el viento gélido.

-No estoy para esto... por mis huesos que ya no puedo con esto...

Mariana se mantuvo en silencio. Su aportación había sido caerse y disparar al aire varios virotes son poco acierto; y estaba molesta. Muy molesta. Miró la puerta al abrirse y resopló.

— Voy a ver fuera —

Sin más se dirigió a la puerta abierta, con la ballesta ya cargada en la mano y apuntando al exterior. Allí faltaba gente, y o bien estaban fuera muertos todos o no se fiaría ni un pelo de nadie que anduviera por allí. No después de ver al viejo hacer eso.

Se detuvo antes de darla la espalda a sus dos compañeros y a Vallejo — Comprobar que esta bien muerte eee —

Desde el quicio de la puerta, sintiendo el frío en su cara escudriñó el establo, las escaleras y todo lo que podía ver desde allí. No saldría fuera, pero quería ver que podía ver desde allí.

David y Lorién se acercaron al cuerpo de Vallejo, yaciendo ahora cerca de la chimenea. Ante los puntapiés del caballero éste no se movió. De hecho, el aspecto de éste bañado en un charco de sangre sobre el suelo del comedor otorgaba, ya de por sí, una certeza visual inconfundible: Vallejo yacía sin vida.

Entonces Mariana se acercó a la puerta, y sintió el gélido viento en su cuerpo. Allá afuera, pudo ver dos cuerpos yaciendo más allá de los establos: eran los dueños de la posada, Tadeo y Clara. Elhombre yacía bocarriba y la mujer a su lado, encongida. La bandida veía desde allí que tenían sangre sobre su cuerpo. Además, las puerta del establo estaba abierto de par en par. Pero los caballos no se oían.

Ahora, con la luz del día, podía verse la población de Cardenal allá al fondo, en el horizonte cercano, a unas quinientas varas en una hondonada leve.

Visto que no parecía haber más gente viva en la casa... bueno, visto, visto, no...

-Registremos la posada en busca de más gente; arriba me parece que había habitaciones cerradas; echemos un vistazo. David, ¿estás en condiciones, o esos arañazos de gato no te van a dejar moverte?

Intentaba picarle, pero bien era cierto que necesitaban, ambos, un remiendo, y hasta un zurcido... pero no hasta estar seguros de que el lugar también lo era.

-Mariana.. Cierra la puerta y atráncala por dentro; no sea que tengamos una visita no deseada mientras revisamos todas las habitaciones. Luego echaremos un vistazo a la cuadra, pero no me gusta dejar cabos sueltos detrás mío... ¿os parece?

Mariana asintió a las palabras de Lorien tras comprobar que fuera no había movimiento. Cerró la puerta y la aseguró. Además, haciendo no poco ruido logró mover una de las mesas para que hiciera de tope en la puerta en caso de que alguien quisiera tirarla abajo.

— No he visto al otro caballero — Dijo Mariana preocupada. — Ni a la pareja del bracamante — Vayamos con cuidado.

Tras los que comenzó a seguir al caballero y David escaleras arriba. Además, desde la ventana verían el otro lado de la posada. Desde la puerta no se veía la cabaña. Solo los establos.

-Estoy... estoy hecho trizas, qué queréis que os diga. Pero hay que hacerlo, no hay más remedio. Vamos.

Realmente era así, tenían que comprobar cada rincón de La Barquera, y más después de que Mariana les dijera que los posaderos estaban... muertos. 

El pobre judío estaba traspuesto, nunca antes, ni siquiera en los peores momentos en la mar habíase encontrado en una situación no ya peor, sino siquiera comparable. Así que hizo de tripas corazón, y se colocó como pudo unos paños en la herida, del mismo mantel en el que habían cenado. 

Y asintió, estaba dispuesto.