Partida Rol por web

- ¡Por la leche derramada de un yak! - gritó Ronald mientras seguía a su compañero Lamar escaleras abajo. - ¿Qué diantres ha sido eso? No me queda más remedio que estar de acuerdo con usted, milord. ¡Jamás oí hablar de un puma viviendo en la alacena debajo de las escaleras!

El susto había sido grande y, afortunadamente, aquella criatura, fuera lo que fuese, no parecía muy inteligente. Aunque el doctor lamentaba ahora no haber sido más previsor y haber cogido alguna herramienta oxidada del cobertizo.

- ¡Caid! ¡Marcus! - gritó mientras bajaba. - ¡Hay algo viviendo entre las paredes! ¡Vigilen el suelo por donde pisan!

Escucháis al Dr Green gritando:

- ¡Caid! ¡Marcus! - ¡Hay algo viviendo entre las paredes! ¡Vigilen el suelo por donde pisan!

—¡Sin duda ratas! ¡Aunque alguna debe ser grande como un caballo!— gritó a su vez Marcus.

Se dio cuenta de como lo miraba Caid y puso un gesto exageradamente culpable mientras guiñaba un ojo:

—Lo siento... pero a estas alturas si hay alguien en la casa ya estará al tanto de nuestra presencia.

Se aproximó a la puerta del suroeste para intentar abrirla, esperando que su compañero lo cubriese con el arma.

Caid se disponía a coger uno de los marcos de plata a fin de desmontarlo y crear un par de "puñales" de plata: Si la línea entre lo real y lo metafísico se habían ido del todo al traste, ¿Porqué no probar a preararse con elementos del folclore? Pero entonces llegó el grito de Green. Agarró de un tirón el primer marco de plata a mano e hizo un gesto a Marcus para que estuviese alerta y le siguiese, mientras escudriñaba el lugar para evitar a lo que quiera que fuese aquella cosa sobre la que el Doctor había alertado. Decidido a no quedarse parado en una misma posición, avanzó con pasos estudiados lo más sigiloso que le permitía su ritmo, rezando por llegar de una pieza a la siguiente habitación, que daba al suroeste. Cómo extrañaba una puñetera escopeta en estos momentos...

Marcus se lió a gritar de vuelta a Green, por lo que dirigió una mirada acusadora a su viejo amigo. Pero no pudo sino negar con la cabeza y sonreir pese al peligro que se enfrentaban. El anciano siempre conseguía sorprenderlo. Si hacía tanto ruido esa cosa iría a por Marcus y en ese momento, podría ser vulnerable. El simple pensamiento le parecía demencial.

Mientras vais bajando las escaleras… vuestras pisadas crujen y se unifican con otro crujido que viene de abajo ¡Al moverse la criatura se debería de haber metido debajo de la escalera!

Escucháis una puerta abrirse pero esta no chirría… es la puerta de la esquina noroeste que se abre delante de vosotros pero está oscuro. Algo la ha abierto, ¡veis una silueta de unos tres metros que se mete por ella!, y es muy rápida, pues apenas habéis percibido su forma. La madera sigue crujiendo a vuestros pies.

Cuando llegáis abajo la puerta noroeste está abierta pero nada más, no se ve a la criatura. Solo escucháis unos pasos que provienen de otras estancias de la planta baja, ¿serán Caid y Marcus?

Escucháis la voz de Marcus que grita para responder al Dr. Green:

—¡Sin duda ratas! ¡Aunque alguna debe ser grande como un caballo!— gritó a su vez Marcus.

Aunque Caid consiguiera ir en sigilo, y hacerlo extremadamente bien la madera seguía crujiendo y eso no lo podíais evitar. Vuestras pisadas se mezclaban con otros pasos quizás los del Dr. Green y Lamar, aunque Caid detectaba otro muy leve y rápido demasiado rápido aunque alejado pero en la planta baja. Vuestros pasos os delataban, Marcus hablaba en voz alta quizás una estrategia para avisar de aquello que estaba acechando en la oscuridad. Mientras que Caid optaba por el sigilo y pillar a aquella cosa desprevenida. Ambas igual de efectivas pero contrapuestas.

Caid había cogido el marco de plata e iba con su pistola desenfundada, Marcus abrió la puerta y esta no chirrió cuestión que os llamó la atención. Más allá os metisteis en un comedor con una vasta mesa de roble, candelabros, etc Y Señales de uso reciente.

La mesa está puesta para tres personas. La cubertería es de plata. Las paredes están agrietadas y húmedas. Dos ventanas en la parte sur que no dejan entrar la luz debido a los maderos claveteados. Otra puerta al Suroeste está cerrada.

Había detectado un juego de pasos muy leve e igualmente veloz en algún punto distante de la planta baja, tenía que estar preparado para disparar contra lo que fuese. Al no oir el chirríar de la próxima puerta, un escalofrío recorrió su espalda '¿Alguien ha estado usando y manteniendo el ala más señorial de la casa? Y la mesa preparada para tres... ¿Había ido Jon realmente a ver a los Seyward o por el contrario había traído a sus hijos aquí?'. La cosa empezaba a perder sentido alguno conforme más datos obtenía.

Echó un vistazo rápido bajo la mesa, antes de depositar el cuadro en la mesa un instante para coger uno de los cuchillos de carne hechos en plata, enrollarlo en una servilleta de tela y meterlo en el bolsillo del pantalón, sin duda ahorraría trabajo. Luego, por primera vez desde que cogió el cuadro, observó la foto de pasada, cogiendo de nuevo el objeto. Quizás, si el espíritu moraba aquí, la foto podría confrontar al alma atormentada con el pasado. Su mente, acelerada por todo lo que habían visto, dió un paso más allá '¿Y si el dueño de esta mansión y la señora Whitelock eran amantes, Jon se enteró, enloqueció, hizo parecer que su mujer había sufrido un accidente y el alma atormentada de esa señora no podía trascender aún?' Joder, puestos a aceptar espíritus, una historia de cuernos con final trágico era hasta trivial.

—No comprendo... parece abandonado pero a la vez tiene señales de ser un lugar donde vive gente... ¿qué está pasando aquí?

Marcus avanzaba intentando fingir aplomo pero, la verdad, aquel lugar le estaba poniendo un tanto nervioso. ¿Qué estarían haciendo los de arriba? Siguiendo el esquema anterior volvió a adelantarse para abrir la siguiente puerta.

—Este sitio es enorme...— dijo bajando la voz sin darse cuenta mientras se aproximaba a la puerta para escuchar.

- ¡Por los clavos de Cristo!! Que había sido esa cosa. Lamar estaba estupefacto. Estupefacto y algo asustado.

- Ratas como nunca había visto nunca... Y eso que he estado en la India. Intentó bromear Lamar ante la sugerencia de Marcus.

- Apresurémonos Dr Green. Reunámonos con nuestros colegas ahora que podemos.

- ¿Caid, Marcus, están ustedes bien? ¿Qué narices era esa cosa? Preguntó alarmado

- ¡Qué ratas ni que carajos! - gritó Green. - Si eso es algún tipo de roedores miomorfos yo soy el sultán de la India, harén y tigres incluidos.

- Tenga cuidado Lamar, si esa rata puede abrir puertas y atravesaar paredes, puede que seamos su próximo tentempié. Reunámonos con los otros lo antes posible. Creo que esa arma de aspecto extraño que porta Caid podría servirnos de ayuda.

Dicho esto, el Doctor Green iluminó el camino de vuelta a la cocina, dónde esperaba se encontraran los otros. Aunque así no fuera, podría coger un cuchillo o la pata de una silla para sentirse algo más protegido.

Escucháis al Dr. Green que grita:

- ¡Qué ratas ni que carajos!

Marcus pegó el oído a la puerta y no escuchó nada salvo pisadas. En concreto pisadas de dos personas que se iban acercando desde la cocina y otra que al parecer con pasos muy rápidos se escuchaba en la planta superior ahora. ¿Sería Lamar y el Dr. Green?, ¿Y la otra pisada la de algún extraño?

Caid observó el cuadro podía ver a una pareja una pareja joven de unos veinte años los dos.

Marcus al no percibir ningún sonido extraño abrió la puerta que no chirriaba accediendo a la habitación. Era la entrada de la mansión, estaba oscura, con un suelo de imitación de mármol, sin muebles. Hay un candelabro en el techo, la sala ocupa dos plantas, ya que hay una gran escalera que accede a la planta superior. Dos ventanas tapadas en el lado norte junto a la puerta principal, otra gran puerta al norte cerrada, y otra puerta cerrada en el lado suroeste.

De repente escucháis como se arrastra un mueble grande en la segunda planta hasta las escaleras... Después silencio no llegáis a ver el final de la escalera hasta que no empecéis a subir, y aun así no podríais observar su final hasta no estar en los últimos peldaños.

Desde la cocina atravesasteis las habitaciones de la servidumbre* vuestros pasos os delataban. Aquella madera emitía un sonido extraño como si estuviera podrida en su interior que no podíais evitar. Todas las habitaciones de la servidumbre estaban a oscuras pues poseían maderos clavados en las ventanas. Hasta que llegáis a una puerta al Sureste que antes estaba cerrada y que ahora se encuentra abierta.

El olor a comida va siendo sustituido al olor a moho mientras os vais alejando de la cocina hacia las dependencias de la servidumbre... El ruido de la madera al andar, la oscuridad a un lado vuestra, y el olor a moho os da una sensación de inquietud. Veis más allá una sala de estar con dos ventanas que están obstruidas por tablones de madera, en la parte sur y Este, mientras una puerta abierta en la zona suroeste da acceso a otra sala.

En esta sala hay dos sillones, cómodos colocados estratégicamente: cada uno de ellos tiene al lado una mesa y una lámpara. En los aparadores hay marcos de plata y porcelana, así como jarrones con bellas flores.

De repente escucháis como se arrastra un mueble grande en la segunda planta... Después silencio.

Caid escuchó el ruido como si arrastrasen un mueble grande en la segunda planta, hacia las escaleras... ¿Alguien intentaba tirarles encima un mueble pesado al asomarse? Eso, unido al repentino grito de Green, no sabía si aterrarle o hacerle reir, o peor, ambas. Decidido a ir con pies de plomo, se preparó por si tenía que reaccionar a velocidad relámpago.

Lamar se acercó con precaución a la mesa parada. - ¿Podemos descartar los hombres lobo? Dijo cogiendo uno de los cubiertos de plata. - ¿Los hombres lobo detestan la plata, no? ¿O eran los vampiros?

- ¿Y por qué todas las ventanas tienen maderos? Se acercó con cautela, atento a su alrededor. Lamar se quiso percatar por si mismo si las maderas de las ventanas se podían quitar. Intentó tirar de una de ellas para ver si cedía.

- Ni idea milord, no recuerdo con exactitud los cuentos de mi infancia - dijo Green. - Pero creo que si alguien usa plata para comer, no será muy alérgico a ella.

Y cogiendo uno de los pesados candelabros con las dos manos añadió - Aunque creo recordar que un buen golpe con uno de estos aturdía a cualquier monstruo lo suficiente para escapar. Esperemos que no se rompa antes de cumplir su cometido.

- ¿Dónde están nuestros compañeros? Les oí hace sólo un segundo por aquí.

—No me gusta nada esto.— ahora Marcus sí que estaba susurrando —¿Y si subimos por donde lo hicieron nuestros compañeros?

Señaló con la cabeza el camino de puertas que habían dejado por detrás de ellos.

 Detrás de la foto hay escrito:

Soy el hombre más feliz de la Tierra. La boda

fue perfecta, madre, ojalá hubiera podido asistir.

Hubiese llorado. El vestido de Mary era precioso,

madre, precioso. Sé que usted está muerta,

madre, pero en este momento no me siento más

lejos de usted que de mi esposa quien se

encuentra a mi vera. Espero que me lea cuando

le escriba. Espero que ahora lo haga porque es el

momento más feliz de mi vida y espero que pueda

escucharme ahora. Siempre he querido a Mary y

pensé que nunca sería mía, pero estaba equivocado.

Ahora es mía y quiere quedarse conmigo, y lamenta 

haberme herido. Me ha contado lo de su primer

matrimonio (y no me importa en absoluto), y me

ha dicho que yo estaba en lo cierto, que él la

trataba mal, madre. Horrible, madre, ¿me

escucha?, así era, lo sé. La mantendré a salvo y

le traeré flores, cosa que padre jamás hizo por

usted, y nunca le haré daño para que no sea una

madre horrible. Nadie sabe a dónde nos hemos ido

de luna de miel, y no lo diré. ¡Soy tan feliz!, más

feliz que en toda mi vida, y creo que esta luna

de miel durará siempre. Siempre, madre.

Lamar te das cuenta que los dos maderos están uno debajo del otro, y están claveteados en la fachada exterior desde dentro es imposible poder romperlos.

Avanzáis pasando el comedor la puerta está abierta y accedéis a la entrada de la mansión, estaba oscura, con un suelo de imitación de mármol, sin muebles. Hay un candelabro en el techo, la sala ocupa dos plantas, ya que hay una gran escalera que accede a la planta superior. Dos ventanas tapadas en el lado norte junto a la puerta principal, otra gran puerta al norte cerrada, y otra puerta cerrada en el lado suroeste.

No llegáis a ver el final de la escalera hasta que no empecéis a subir, y aun así no podríais observar su final hasta no estar en los últimos peldaños.

En la entrada están Marcus y Caid, Caid al parecer ha descubierto algo, pues está leyendo el reverso de una foto que ha sacado del marco.

Las pisadas se hacen más cercanas hasta que entran por el lado sureste de la puerta el Dr. Green y Lamar, el Dr. Green sujeta un candelabro con las dos manos.