Partida Rol por web

Acto seguido, los tipos dejaron de refrescarse en el abrevadero rectangular, y se acercaron hacia vosotros. Uno de ellos se pasaba el paño de agua helada por la nuca (sin duda estaban algo cansados, como si hubieran viajado millas con sus caballos, o así parecía). Entonces, tras colocarse al lado del primero, miró a Betty, bajando un poco la cabeza para tratar de escudriñarla.

Perdone, señorita... ¿Nos conocemos? -dijo, con un tono correcto, rozando lo educado-.

¿Tú a quien vas a conocer, Jerry? -le dijo jocosamente el tercero, al otro lado del que charlaba con vosotros-. Sería mejor que entraras en la posada y nos hicieras la cena: ¡tus hermanos llegan cansados, ja ja! -le decía, con guasa, mientras se estiraba un poco para atrás al soltar la carcajada-.

Pero Betty no dijo nada.

Si, allí estaban los Corony, no era de extrañar que Betty, a la que más fácilmente podían reconocer, se ocultase bajo el ala de su sombrero. Pero al menos, otra cosa que estaba clara era que Bill había hecho muy bien su trabajo. Fuese lo que fuese, la causa de su deuda con Betty, esta tendría que darla por satisfecha.

Aun así, había recelo, y tenían que moverse con pies de plomo. Si les descubrían, tendrían que huir, si es que podían hacerlo. 

-Nos han pagado por traer estas reses del rancho Roca Luna, y será un dinero más que bien trabajado. Llevamos muchas horas levantados para poderlas traer a tiempo, y ahora si nos disculpa es hora de que volvamos. Ya es momento de ir pensando en descansar.- Trato de ser claro son sus palabras, habían trabajado muy duro, y no tenían ninguna gana de que unos extraños vinieran a meterse en sus asuntos. 

Atiendo a lo que pregunta, no sin antes dar disimuladamente un par de pasos para interponerme en la mirada que le echaban a Betty. Después de hablar Thomas, hablé yo.

-"Es tarde y estamos cansados, compañeros. Mi amigo ya os ha respondido, así que si no os importa, tenemos ganas de marchar y llegar cuanto antes a nuestro rancho para descansar. Que tengan buena noche." Les dije en tono seco.

Si no nos creían, habría un baile de balas enseguida. Los tipos no dejarían irse a los ladrones de su ganado, ni nosotros dejaríamos que nos detuvieran para llevarnos a la justicia. Por no decir, que el hermano de Betty era ayudante del sheriff.

Estaba dicho: Thomas y Trinidad habían coincidido en su versión, pero sabía que aquel hombre no los creería tan fácilmente. Jeremiah se quedó en silencio, sabiendo que abrir la boca sería un problema y no arreglaría nada, así que siguió en la misma posición: con su rifle apoyado en el lomo de su caballo mientras esperaba a que todos montaran para salir de allí.

¿¿El Roca Luna?? -preguntó uno de ellos, extrañado por las explicaciones de Thomas-. Eso suena más bien a lupanar... -dijo escupiendo al suelo-. ¿Sabes qué, Jerry? ¡Estos tipos no son rancheros, mirad sus ropas, son pistoleros, o lo que es peor, forajidos! -aseveró entonces-.

Forajidos, sin duda... -respondió el otro-.

No, forajidos no. Son cuatreros: ladrones de ganado -añadió el primero de ellos, sin vacilar pero muy tranquilo-. Esas reses de ahí atrás son nuestras, ¡estúpidos! -les dijo a sus dos hermanos, pues al parecer no se habían percatados-. Esas reses... ¡están remarcadas sobre nuestra firma!

¿Cómo? -preguntó el más rubio de ellos, como incrédulo-.

Y la mano comenzó a llevársela a la cartuchera.

El dinero que se hayan podido ganar esta noche nos pertenece. Y sin duda que vais a iros a descansar... ¡¡¡pero eternamente!!! -entonces el tipo del sombrero, con la única luz de unos candiles cerca del edificio de la posta, desenfundó su revólver. Así lo hicieron sus dos hermanos, los Corony.

Y paso lo que se temía, aquel tipo no era tonto, había visto que aquellas eran sus reses, con marcas que trataban de disimularlo, pero que aun eran demasiado recientes como para haberle engañado.

-¡Cuidado! ¡Nos disparan!- Dijo mientras sacaba sus revólveres y disparaba contra el más listo de los hermanos. 

Fallo por muy poco el primero de los disparos, mientras que el otro Pacemaker se quedó trabado.

La suerte parecía haberle abandonado, muy bien lo tendrían que hacer sus amigos si querían salir vivos de allí.

Jeremiah no se lo pensó dos veces. Después de haber sido emboscado por Macy, sabía que no tendría la misma suerte dos veces si disparaba después de sus enemigos. Así que el ranchero alzó el rifle y disparó hacia Clint, el que parecía el líder de ellos. Colocó la culata en el hombro y miró levemente por la mirilla. No le hizo falta más que un segundo para ver que el disparo impactaría. La pólvora salió violentamente y el estadillo del ¡Bang! resonó con fuerza impactando en el pecho de Clint. No lo mataría, pero le haría saber que se estaban metiendo con la gente equivocada.

Con un espoleo rápido, Jeremiah ordenó a su caballo avanzar con velocidad: quería embestir a alguno de esos ladrones para facilitar la tarea a sus compañeros.

Como me olía, no coló nuestra mentira y los tipos desenfundaron sus pistolas rápidamente. Yo hice lo mismo, pero aunque ya me esperaba su reacción, me pilló algo lento, ya que ninguno de mis disparos dio en el blanco. De aquí habría algunos que no verían un nuevo amanecer, y esperaba que yo no fuera uno de ellos.

Turno 1:

¡¡BAAANGGG!!

Jeremiah disparó sobre el caballo. Su animal se movió un poco asustado, pues no era normal que el chico disparar desde allí. El caso es que tenía una finura dispirando muy digna de cualquier forajido, y la bala del rifle descargó en el pecho de Clint, uno de los Corony. No le golpeó lo suficiente como abatirlo de un golpe, pero sí como para que quedase medrado y herido.

Daño (a Clint): 6 puntos

El tipo intercambió unos disparos, ¡¡BANG, BANG!!, contra Thomas, mientras corría hacia la puerta del edificio de posta. En esos momentos se refugió allí.

Acto seguido, otro de los Corony (Wayne) comenzó a acribilar a Trinidad mientras daba pasos hacia atrás, hacia el abrevadero. Ninguna de las balas alcanzó al pistolero, pero éste se colocó tras aquel pilón en el que hacía pocos minutos se había estado refrescando.

Finalmente, el más pequeño de los Corony disparó a Jeremiah. Éste había azuzado a su caballo con las riendas para encarar a sus enemigos al galope, pero entonces recibió un balazo en el cuello... Ni le golpeó de pleno ni fue una simple rozadura; pero fue suficiente como para que el chico cayera de bruces al polvoriento suelo, y la montura saliera cabalgando asustado al fondo de la posta, junto a las vacas...

Daño (a Jeremiah): 10 puntos (inconsciente)

Betty vio a Jeremiah caer al suelo...

¡NOOOO! -y entonces la mujer, llena de ira al ver caer a su compañero-, dio un paso para colocarse cómodamente y disparó a Clint, justo antes de que se parapetara en el interior del edificio.

¡Malnacidos cabrones!¡ ¡¡Lo pagaréis!! -y apretó el gatillo un par de veces-.  Aquel disparo alcanzó a Clint en su nuca, muriendo allí mismo, en aquel instante, en el propio umbral de la posta-.

Daño a Clint: 8 puntos (muerto)

Fue entonces cuando Trinidad y Thomas, habiendo ya desenfundado, dispararon a sus contrincantes. Sin embargo, sus balas no tocaron la carne enemiga, sino que rebotaron en el suelo o en la blanca fachada de la posta. A Thomas, entonces, se le trabó una de sus armas.

Las cosas no habían comenzado nada bien, Jeremiah estaba tumbado en el suelo, había sido alcanzado de lleno. Esperaba que su amigo podría recuperarse, pero por el momento, nada podía hacer por el.

Tuvo que dedicarse a preparar el revolver que se había trabado, era indispensable. Logró abrirlo, y volvió a colocar nuevas balas, tras retirar una que se había atascado. Ardía de ganas de devolver los disparos, pero primero tenía que poner su pacemaker en orden.

-¡Malditos!- Fue lo que dijo, dominado por la rabia.

Jeremiah no había terminado de espolear a su caballo cuando recibió un disparo que hizo que todo girara y pitara a su alrededor. Su instinto le dijo que tenía que seguir sobre su montura, pero, de repente, un dolor agudo acompañado de un mareo le hizo perder el equilibrio. Notaba como se le cerraban los ojos, como si se le hubiera escapado el alma por aquella herida de bala. Poco a poco el sonido se fue apagando, e incluso el dolor se difuminó, a pesar de haber caído a plomo desde su montura.

Pensó que neblina que le impedía ver era el polvo que había levantado al caer al suelo o era cosa de la noche. El caso es que, de repente, hacía frío, más de la cuenta. ¿Por qué se había caído? ¿Qué había pasado? Era una sensación muy extraña. Veía de reojo como Betty gritaba, pero no alcanzaba a escucharla. Pero... ¿si estaba al lado, por qué no podía?

Unos pasos llamaron su atención tras los Corony, alguien se había asomado. Era extraño, pues aquellos pasos y aquella figura sí podía oírla y verla bien.

— Vamos, Jeremiah, si al final mueres habrá sido de forma legendaria, de un disparo mientras cabalgabas, no como yo, que se me cayó un caballo encima — dijo un chaval poniendo los ojos en blanco —. Pero todavía no es tu hora, amigo, te pondrás bien.

— ¿Ez-zzz-zequiel...? — preguntó el ranchero a duras penas.

Y todas las luces y ruidos se apagaron, aunque los disparos estuvieran resonando más que nunca. Thomas y Trinidad seguían en pie y eso era buena señal.

El duelo de pistolas no empezó nada bien para nosotros... ni para ellos. Jeremiah cayó, al igual que lo hizo el tipo que nos había estado preguntando. Betty se había encargado de él. ¡Qué mujer! Apunté a Jerry, que estaba de pie enfrente mía y al descubierto. A Thomas se le había encasquillado su arma, y al parecer, el gafe se pegaba. Mi primer disparo dio en el blanco, pero el segundo no salió.

-"¡Maldita sea!" Grité cabreado.

¡Maldita mujer! -gritó Wayne-: ¡¡HA MATADO A CLINT!!

El tambor del Peacemaker chasqueaba, sin que el gatillo se hundiese del todo. Ello no le permitía disparar. Thomas quedó arreglando  el arma, sabía que había que invitarle a un apretón fuerte con la palma de la mano. Acto seguido colocó nuevas balas, aunque ello le llevó mucho tiempo.

Mientras tanto, Trinidad disparó a Jerry, pues lo tenía delante. El primer disparo le acertó*, y el otro hizo que su arma también se encasquillara:

Daño (a Jerry): 4 puntos.

Jerry gritó, y su cuerpo se movió hacia atrás por la inercia de la bala que atravesó su pantorrilla, pero siguió atento al combate. Sin embargo, lejos de quedar fuera del asunto, Jerry disparó contra Betty, la cual corría ahora, con el revólver en alto, hacia la puerta de la posta. El tipo acertó a la mujer en un brazo, y la mujer se quejó amargamente:

Daño (a Betty): 6 puntos.

Acto seguido Betty quiso devolver el disparo al rubio de los hermanos Corony, pero mientras corría hacia la puerta de la posta, sus disparos se marcharon por el aire, tal vez fruto de la imprecisión por sus heridas.

Tras la eternidad que tardo en poner a punto el revolver trabado, estaba de nuevo listo para continuar. Uno de los hermanos Corony había caído, pero otro estaba ileso y uno herido. Tenían que acabar cuanto antes con ellos, o resultarían gravemente heridos o algo peor.

Se centró en Jerry, apuntó con uno de sus peacemaker y disparó. Y volvió a ocurrir, su arma quedo trabada. 

-¡Maldición! ¿Cómo es posible?- Fueron sus palabras de rabia y sorpresa. Pero aun le quedaba el otro arma, y en este caso el disparo fue perfecto, impactando de lleno en le pecho de Jerry que cayó al suelo, donde quedó totalmente quieto.

Tan solo quedaba Wayne, contra ellos.

-Ríndete y saldrás vivo de esta situación que habéis creado. Dispara y seguirás el camino de tus hermanos. Tal vez si depones las armas, aun podamos hacer algo por los heridos.- Le dijo con ánimo de parar aquella matanza, uno contra tres no era una proporción justa.