Partida Rol por web

Tirada de evasión dif. 6 para correr.

Sabine abrió los ojos como platos al ver que la criatura se volvía hacia ellos y olfateaba en su dirección. No podía decirse que los mirase, porque no tenía ojos, pero daba muchísimo miedo. La muchacha se puso de pie de golpe y tiró una vez más de la manga de MJ antes de darse la vuelta y echar a correr. 

No era muy buena atleta, eso estaba claro, pero tener ese bicho detrás era motivación suficiente como para esforzarse en escapar. Cada pocos pasos miraba por encima del hombro para asegurarse de que nadie quedase atrás. 

Después de unos segundos de parálisis, unos poquitos nada más, Hannah comenzó a emerger de las profundidades del pozo de pánico donde se había sumergido. Fue un poco consciente de la peligrosa situación, sus ojos enormemente abiertos se fijaron en los niños perdidos, en sus amigos al lado y en la criatura que acechaba.

Su aspecto daba miedo, claro, un monstruo. Y su chillido le puso los cabellos de punta. Con todo, su habitual sangre fría, es decir, su relax ante los acontecimientos del mundo, hizo que mirase con atención a ese ser de pesadilla. Tal vez estaba herido, respiraba con dificultad y ese líquido en los brazos y en la cabeza quizá era sangre. Y puede que no fuese malo, solo que era feísimo. Pobre. Le dio un poco de lástima, y casi estuvo por lanzarle unos chuches, como gesto amistoso, no era un oso, ¿no?, o no un oso normal por lo menos. Pero sus amigos seguramente no estarían muy de acuerdo.  

Su cuerpo, más que su mente, tomó la iniciativa. Despacito y con su habilidad ninja, Hannah se dispuso a desaparecer del mapa. Antes, pilló de la mano a Elodie, tiró varias veces con energía para sacarla de ese trance.

- Vamos…

Luego estiró el brazo hacia los críos, con gestos en su mano de que se agarrasen de ella o al menos iniciaran la fuga deprisita y corriendo. 

"Sálvese quien pueda". Confiaba en que la mantis no tuviese buen oído, ya que escucharía el latido a lo bestia de todos los pequeños corazones. 

El chillido de aquella cosa heló la sangre en las venas de Mike. El engendro se había encarado hacia donde estaba la pandilla, y se movió hacia ella como una marioneta grotesca. Mike todavía no había llegado hasta donde estaban las chicas junto a los dos pequeños, así que estaba relativamente a salvo. Pero cuando vio que Sabine se levantaba para huir y trataba de que MJ hiciera lo mismo, supo que había llegado el momento de moverse.

Su mente, impulsada por la adrenalina, trabajó a toda velocidad. Sabía que sus amigas podían correr rápido, pero le preocupaban los niños. Si no les ayudaban, ese bicho podía alcanzarlos y... no quería ni pensar en lo que eso supondría. Sin embargo, Mike estaba apartado de ellos y ese ser aún no le había detectado. ¿Y si...?

—¡Eh, tú! —cogió la piedra o rama más grande que hubiera cerca y se la tiró a aquella cosa—. ¡Aquí, bicho asqueroso! ¡A ver si me coges, vamos!

Las rodillas le temblaban como nunca en la vida, pero dio un par de saltos levantando los brazos. Tenía que conseguir atraer la atención de lo que fuera que iba hacia sus amigas. Miró a Sabine, MJ, Hannah y Elodie, señalando hacia donde estaban Alex y Em. Con suerte, conseguiría confundir a ese ser el tiempo suficiente para que las chicas tuvieran ventaja y pudieran llevarse a los niños a un lugar seguro. Pero tenía que prepararse para correr todo lo que le dieran las piernas...

—¡Venga, te echo una carrera! ¡Aquí, por aquí!

Elodie y Sabine se acercaron conmigo hacia los niños, pero ninguna obtenemos respuesta. Y cuando por fin me doy cuenta de qué es lo que los tiene aterrorizados, les entiendo perfectamente.

― La madre que me parió.

El ser infernal estaba cerca, demasiado cerca. Mi cuerpo se paralizó por completo ante aquella visión, mientras mi mente frenéticamente buscaba una explicación a esto. ¿Es un sueño? ¿Es por el humo de los cigarros verdes de mi hermano? ¿Estaré alucinando en colores, como dice él? Sea lo que sea, soy incapaz de moverme. Escucho a mis compañeros muy lejos, como amortiguados, pero el miedo me tiene completamente paralizada en el sitio.

Entonces la cosa se giró hacia mí. Hacia nosotros. Sentía cómo su mirada sin ojos se clavaba en mí, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas de puro terror. Un ligero movimiento me hizo salir del trance. Moviendo solo los ojos miré hacia un lado, dándome cuenta de que Sabine estaba tirándome de la manga. Ah, sí, tal vez es buena idea salir de aquí corriendo. Quizás, con un poco de suerte, corremos más que el bicho. Quizás se entretenga comiéndose a los niños. Ay, no. Los niños.

Todo ocurrió muy rápido. La voz de Mike acabó de sacarme del trance en el que me había metido el pánico y empecé a moverme deprisa. Me lancé hacia los niños y agarré a uno de ellos de la mano.

― Vamos, vamos, no os podéis quedar aquí.

Tiré del pequeño con todas mis fuerzas, echando a correr con el resto aprovechando la distracción de Mike.

Había que escapar de allí, Mike empezó a hacer ruidos, exagerados, tratando de atraer a la criatura. Alex sólo quería ir a ayudarlo, pero la mirada que cruzó lo dijo todo. Tenía que sacar al resto de allí. 

Las niñas, MJ y Hannah, trataron de agarrar a los niños pequeños nuevos, pero sus piernecitas eran tan chicas... no podrían seguirles el ritmo. Alex les siguió a todos, en la retaguardia... agarrando a los pequeños y levantándolos para llevárselos con él, uno en cada brazo.

—Vamos, vamos, vamos.... 

Aun estaba en trance cuando sintió una mano que la agarraba y tiraba de ella. Tardó unos segundos en darse cuenta que se trataba de Hannah. Fue consciente entonces de que aquello cosa les estaba siguiendo y miró hacia los niños, con intención de volver y cargar con alguno si era necesario. Aunque Mj y Alex ya parecían haber pensado en ello, en ese caso, simplemente corrió con sus pantalones empapados. 

Los niños pequeños estaban congelados por el miedo, solo el mayor de ellos que había reaccionado lo suficiente para tapar la boca al pequeño. El pequeño había sufrido el mismo problema que alguno de los amigos del grupo, se había hecho pipí de miedo y sus ojos tenían lágrimas que caían silenciosas mientras miraba a aquella cosa.

Los amigos no tardaron en retomar control sobre sí mismos para salir por patas cuando el ser del bosque les olió. Corrieron sin mirar atrás, tirando de los niños pequeños para que no quedaran cerca de aquel bicho, que tenía cara de pocos amigos.

Corrieron y corrieron hasta que les dolió respirar y no tuvieron que parar a retomar el aliento. Miraron a su alrededor y estaban todos. O casi. Em no se encontraba entre ellos. Los niños pequeños rompieron a llorar con un llanto desconsolado cuando se vieron a salvo.

Una voz les hizo sobresaltarse. Era una voz grave, de un adulto que conocían. Los llantos de los niños habían llamado su atención y había seguido la pista hasta donde se encontraba el grupo de amigos. Era el señor Holliday.

-Vaya, los habéis encontrado- dijo el hombre con cierta sorpresa. -No deberíais estar en el bosque, chicos. Es muy peligroso. Hay osos y todo tipo de animales salvajes. Será mejor que volvamos hacia la carretera.

Fue una carrera veloz, a través del follaje del bosque. Saltando piedras y troncos, intentando no tropezar ni caer, y animándose unos a otros. Hannah miró atrás en contadas ocasiones, temiendo encontrarse con el monstruo del bosque, aunque la criatura no parecía que fuese veloz. 

No supo lo que duró la carrera, no demasiado, fue tremendamente intensa. Para escapar de ese horror. Bueno, la ninja no tenía claro que fuese malo. Pero porsi, no se detuvo en la frenética y urgente huída. 

¿Escaparon o lo tenían detrás?

Agitada, sin respiración, sudorosa, apenas prestó atención al señor Holliday. Miró alrededor, sus ojos vivos de aquí para allá. ¿Y Em?

-¿Y Emily?

No estaba. 

Hannah se movió varios pasos saltando de aquí a allá. No la encontró.

Asustada por su amiga, se lanzó a una nueva carrera regresando a por ella.

Sin pensar, claro. Al estilo ninja.

Sabine corría aterrada concentrada sobre todo en no tropezar. Caerse en ese momento con esa criatura del infierno persiguiéndolos sería lo peor. Lo peor de lo peor. Así que corrió y corrió hasta que ya no pudo más. Jadeaba, con las manos en las rodillas y la cara roja por el esfuerzo. Tenía una fina capa de sudor cubriendo su frente y le temblaban los labios por el susto y por la carrera. La voz de Don hizo que diese un respingo y por poco no se echó a correr otra vez. 

—Do-on. —Le salió un gallo a mitad de palabra y tuvo que carraspear—. D-don. Hola.

Por el rabillo del ojo vio que Hannah salía corriendo otra vez y se alarmó, pero no le daban las fuerzas para salir tras ella, si hasta se notaba las rodillas flojas. 

—No, no… que no vaya sola. ¿Y Em? —Miró a Don—. ¿Te llevas a los niños? Tenemos que ir a buscar a nuestras amigas.

Por el rabillo del ojo, Mike vigiló a sus amigas mientras corrían y se reunían con Alex. Su amigo deportista se encargó de que aquellos dos niños no se quedaran atrás, y cuando la ventaja que tenían fue suficiente, el propio Mike echó a correr sin volver la vista. Mientras daba zancadas tan amplias y seguras como podía, su mente se rebelaba contra lo que estaba pasando. ¿Qué demonios era aquella cosa horrible con la que se habían encontrado? De no ser porque ya había sido testigo de cosas raras, hubiera pensado que estaba en alguna extraña pesadilla. Pero el suelo que pisaba y los arañazos en la cara que le hacían las ramas que esquivaba eran muy reales.

Cuando se hubieron alejado lo suficiente, paró junto con el grupo. Las piernas le abrasaban y su pecho parecía a punto de explotar. Tomó grandes bocanadas de aire, mientras se apoyaba en las rodillas y comprobaba con un vistazo que estaban todos. Entonces la voz de Don hizo que el corazón le diera un vuelco, una vez más.

—¡D... Don! —exclamó, aún jadeando—. ¿Y... y los... demás...?

Frunció el ceño extrañado, no esperaba encontrarse con Don tan de repente, y solo. Pero no tuvo tiempo de pensar en lo raro que resultaba aquello. Hannah acababa de darse cuenta de que Em no estaba y había vuelto a marcharse derechita hacia donde debía estar el engendro que habían dejado atrás.

—¡No, Hannah! ¡Espera, no puedes volver allí!

Pero sabía por experiencia que la chica no le haría ningún caso. Sabine estaba a punto de seguirla, y Mike también quería encontrar a Em, pero por algún motivo algo en toda esa situación le daba muy mala espina. Cruzó una mirada con Alex, Elodie y MJ. ¿Qué pensarían ellos?

Para Alex había sido una buena carrera. Jadeaba como sus amigos, pero menos. Durante parte del trayecto incluso había llevado a los niños a cuestas. 

—Señor Holliday —dijo en cuanto le víó— Encontramos a los pequeños. No se preocupe por nosotros, conocemos estos bosques como el libro de tácticas del equipo — comentó acerca de la única cosa parecida a un libro que podría leer más de una vez. 

Quizá estaban aturullando al señor Holliday —Están muy asustados y... —y entonces Hannah se dió la vuelta y salió corriendo como una estúpida. Em podía cuidarse sola, pero si se encontraba Hannah a la criatura, no tendría resuello para escapar otra vez. Había que conservar las fuerzas para todo el partido. Sabine y Mike se miraron pero Alex se dió la vuelta a por ella.

Él podría sujetarla, al menos para no salir corriendo en dirección al monstruo, sino ir con cuidado. La criatura no les había visto la primera vez. Ni a los niños. Podían ir poco a poco. 

Hannah trató de correr de vuelta, tan rápido como pudo, pero sus piernas no cooperaron como era esperado. El aliento le faltaba y un pequeño tirón en los gemelos le dijo que no era la mejor de las ideas. Además Alex se encargó de sujetarla para que no fuera demasiado lejos, aunque no parecía físicamente posible para ella.

Don fue a coger a uno al más pequeño de los niños en brazos y miró al resto, negándoles la idea de volver al bosque corriendo. De hecho ninguno de ellos debería estar allí y es algo que el señor Holliday les hizo saber enseguida.

-¿Amigas? No, no, venís ahora mismo conmigo- hizo un gesto con la cabeza para que le siguieran. -No deberíais estar corriendo por aquí, hay animales salvajes, ¿saben vuestros padres que estáis aquí?

Había mentado a sus padres, era mejor cambiar rápido de tema mientras fuera posible o, se meterían en problemas. Seguramente cosas peores que una semana castigados para algunos.

-Seguidme- añadió guiando el camino. -No vais a ir solos por el bosque, el resto de mayores están por aquí.

La carrera fue rápida y casi inexplicable para sus dotes deportivas. Atravesaba una racha en la que el señor Preston no daría crédito. Preston era su profesor de educación física, que solía encontrar el gusto a ridiculizarla cada vez que su torpeza hacía de las suyas durante las clases. Le recalcaba que no daba la talla y ella siempre estaba al filo de responder "Y tu das demasiada...". Era el típico profesor de educación física entrado en carnes, que simplifica las clases a dar órdenes a los niños a golpe de silbato mientras él reposa su gordo culo en una silla. 

Se percató de la falta de Em, aunque no fue tan decidida a sailr corriendo como Hannah, aunque acabara haciendo un intento infructuoso. No pudo decir mucho mas por la intervención repentina del señor Holliday. 

- Una de nuestras amigas se ha quedado atrás, señor. Se ha perdido, déjenos volver a buscarla. Podría acompañarnos, por favor - para ella era necesario revelar la presencia de Em. Si que tenía superpoderes, pero no sabían qué tenia aquel bicho, aparte de un aspecto de pesadilla. Tenían que encontrarla. - Y hay un animal en el bosque, le puede pasar algo. Un animal... muy feo - quizá si lo veía por sus propios ojos...