Partida Rol por web

─Bien está lo que bien acaba ─pensó para sí el elfo.

Había dejado escapar a un salvaje y no se sentía mal por ello. Tal vez si los que habían logrado escapar volvían con refuerzos recordaría por qué debería haber disparado a matar.

De momento Glinthalas se concentró en recoger lo poco que hubiera que pudiera ser útil para su expedición, recuperar a los animales de carga y seguir el rastro de los saqueadores de Belleria.

─Vamos ─dijo con decisión en cuanto estuvo preparado para proseguir la marcha.

El grupo tenía un objetivo, uno solo: recuperar los bienes robados a Belleria. Todo lo que hicieran por el camino podía o no ser positivo. En este caso no había mucho de positivo, más allá del hecho de haber sobrevivido, claro.

Me llevo un buen sobresalto cuando el salvaje al que intento ayudar trata de apuñalarme y, en consecuencia, acepto con docilidad el rapapolvo que Briand me echa por mi candidez. Son individuos peligrosos y no deberíamos tratar de ayudarlos, pero aún así, me niego a dejarle morir si puedo hacer algo para salvarlo.

Recupero de las alforjas de Duna algunas vendas e improviso una tablilla para su pierna rota. No voy a poder quedarme aquí el tiempo suficiente como para darle los cuidados que necesita, pero tal vez baste para que sobreviva hasta que sus compatriotas lo encuentre y lo lleven de vuelta a su aldea. Teniendo en cuenta que dos de ellos han conseguido escapar, me imagino que eso ocurrirá más temprano que tarde y ninguno de nosotros debería estar aquí cuando eso pase.

Una vez he logrado estabilizar a mi ingrato paciente, me sumo a Lowen en la búsqueda de su aterrorizada mula. La pobrecilla ha escapado al ser alcanzada por un dardo y solo los espíritus saben dónde habrá ido a parar, presa del dolor y el págino.

La conciencia de Glinthalas le impide disparar a unos enemigos en fuga y su último disparo únicamente tiene un carácter diasuasorio. Tampoco Kylian y a Lowenherz tienen intención en rematar a los huidizos heridos y, de este modo, la pareja de salvajes consigue perderse entre la espesura saltando de rama en rama y de liana en liana.

El clérigo de Gilean registra y examina los cuerpos minuciosamente. Ninguno de los tres lleva más equipo que los taparrabos de hojas con los que cubren sus vergüenzas, sus armas de hueso y algunos adornos tribales hechos de calaveras de humanos y animales. Sus pinturas tribales parecen algún tipo de pintura de guerra o tal vez ritual, pero Kylian nunca ha visto ningunas semejantes, ni puede asegurar que rindan culto a ninguna deidad. Más bien parecen criaturas primitivas con poco contacto con las gentes que habitan en la región.

Ninguno de vosotros parece interesado en localizar su aldea, ni en un nuevo encuentro con ellos una vez que los fugitivos avisen al resto de su tribu de lo ocurrido; por eso os ponéis en marcha tan deprisa como podéis. Desandáis parte del camino recorrido para buscar a la Luna y, una vez que la encontráis, dais un amplio rodeo para evitar el lugar de la emboscada antes de que se ponga el sol.

El anochecer os sorprende más cerca de allí de lo que os gustaría, pero estáis cansados y avanzar en la oscuridad es complicado para todos. Debéis decidir si seguiréis adelante o acamparéis en cuanto encontréis un sitio donde hacerlo.

Me siento aliviada de que encontremos a la mula de Lowen antes de que caiga la noche. De no haber sido así, seguramente habríamos tenido que darla por perdida. Eso ha retrasado un poco nuestro avance y nos deja cerca del lugar donde fuimos emboscados por los salvajes, pero ahora mismo no parece que tengamos opciones mucho mejores que acampar aquí mismo y eso es lo que les propongo a mis compañeros.

Avanzar a ciegas por un bosque que nos es desconocido y que está lleno de potenciales peligros es un suicidio. Deberíamos montar nuestro campamento lo más discretamente posible y, por supuesto, sin encender ningún fuego. Sugiero también que montemos guardias por parejas en turnos de dos horas y que nos alejemos de aquí tan pronto como comience a amanecer. Incluso aunque no todos hayamos descansado lo suficiente, siempre será mejor movernos y encontrar otro lugar donde acampar a mitad de la jornada, que quedarnos aquí más tiempo del imprescindible.

Si están de acuerdo, intentaré buscar un hueco entre los árboles lo suficientemente espacioso como para clavar mi tipi y cubrirlo de ramas y hojas para intentar que pase desapercibido.

El análisis de esos cuerpos fue frustrante y revelador a partes iguales. Estaba ante un grupo de salvajes desconocidos, armas de hueso y piedra, artículos de joyería realizado con restos de animales. Compartían rasgos con las tribus de bárbaros que vivían al este de solace. Y sin embargo su salvajismo los diferenciaba por completo. Al igual que el pueblo de lluvia no creían en los dioses de Kryn, aunque suponer que tenían un culto a los ancestros sería apresurado.

Tomó varias muestras de flechas y amuletos de los cadáveres, junto a varios trazos rápidos de sus tatuajes y pinturas tribales. No tenían ni el tiempo ni las fuerzas para averiguar más de ese extraño pueblo. Eran humanos, eso parecía ser claro. Y debían tener la aldea cerca.. a no ser que se tratara de un grupo nómada de cazadores.

Retomaron la marcha, de nuevo las mulas se perdieron en la espesura. O debían dejar de confiar en esas bestias, o mejorar en su control. Pero cada paso que daban estaban tratando de rescatar esas mulas tercas, si no eran secuestradas o huían presas del pánico. Por suerte el cargaba con todo lo necesario.

- Son un grupo de cazadores, volverán. Pero caminar a ciegas por el bosque de noche, cerca de la mina de los caballeros es igual de peligroso. Yo acamparía donde encontremos refugio, y estaría muy atento en las guardias nocturnas.

Tras decir eso se acercó a Briand. Elevando su símbolo sagrado y realizando una sencilla reverencia.

- Mi señora, permitidme que sane vuestras heridas. Los dones de Gilean nos darán fuerzas para seguir nuestra búsqueda.

Concentró sus fuerzas y una luz rojiza se extendió desde el tomo labrado en madera que reposaba en su pecho hasta la noble.

- Señor del conocimiento, otorga tu bendición sobre nuestros cuerpos heridos para seguir caminando bajo tu guía.

A su vez. Observó el horizonte, pronto deberían enfrentar otra prueba, y por su experiencia esta deberían afrontarla al máximo de sus fuerzas. Levantó el símbolo sagrado y confió en la gracia de su señor.

- Gilean, ayuda a restañar mis heridas. Dame fuerzas para seguir caminando.

Dejo que un sencillo destello acariciara sus cortes. Para luchar de nuevo en la batalla por el conocimiento. Por averiguar qué estaba pasando con los caballeros y descubrir nuevas sorpresas en Kryn como aquel grupo de salvajes. Quedaba mucho por descubrir del mundo en el que vivían.

Glinthalas reprimió un gruñido de reprobación cuando se dio cuenta que Luna había huído. El pobre animal, todo había que decirlo, había sido herido durante la escaramuza. Los salvajes desde luego no habían priorizado bien sus objetivos. Si hubieran acertado al elfo nuevamente, se habrían ahorrado un par de muertos. Fuera como fuera, los problemas había que afrontarlos, así que el grupo salió tras el animal, lo calmó y volvió a su camino.

La jornada acabó mucho antes de lo deseado, pese al cansancio acumulado en sus cuerpos. Todos habrían deseado poder alejarse algo más de la zona, pero si tenían cuidado en su forma de acampar sería muy difícil que toparan con ellos. Si tenían cuidado. Nada de fuegos, los fuegos podían verse desde kilómetros de distancia.

─Gracias, Lluvia, menos mal que contamos contigo para encontrar estos sitios para guarecernos... ─reconoció algo avergonzado el joven elfo.

Durante buena parte de su infancia Glin había tenido que apañárselas solo, sin ayuda, y era algo de lo que se enorgullecía. No necesitaba a nadie... salvo que saliera de la ciudad, como se acababa de demostrar. Por fortuna el grupo contaba entre sus filas con alguien experimentado en el campo abierto, lo que les vendría de perlas.

─Dejadme la segunda guardia, duermo poco¹

Tras una nueva marcha, que comenzaba a darse bajo la tenue luz de la luna, más de uno había sugerido tomar un descanso. Ninguno de los presentes se encontraba tan extenuado como en la noche anterior, no obstante, cierto era que tampoco sería prudente forzar tanto sus límites físicos, mientras más hostil fuere el territorio. Nada garantizaba un apacible descanso.

- De acuerdo. Montaremos campamentos, y efectuaremos guardias breves, en el mismo orden que en la ocasión anterior. - Fue su sugerencia, nuevamente ofreciendo ser la primera para poder agotarse de más y sólo así ser capaz de conciliar el sueño en la intemperie... Eran impares, pero el elfo al no dormir, siempre podía cubrirlos por más tiempo. Si todo salía bien, podrían continuar a primera hora del amanecer.

Sus heridas no eran tan graves, aunque de todas maneras el sacerdote insistió en cerrarlas con su energía positiva. No se negó. - Se lo agradezco, Kylian. No obstante... Mientras posea esto en mis manos, debería ser capaz de auto sustentarme. Procure priorizar a quienes no puedan hacerlo. - Le agradeció formalmente mientras observaba el cinto sagrado de Shinare entre sus nobles ropas... Curioso, había estudiado mucho acerca del funcionamiento de estos objetos, incluso Pierre le había enseñado cómo dilucidar y trucar la activación de éstos, aún sin poseer un verdadero poder arcano o divino. Mas, nunca había podido experimentarlo con uno propio.

Dio un pequeño vistazo a sus allegados. La mayoría poseía lastimaduras muy superficiales, magulladuras que se irían simplemente con un mero descanso. Sólo Lowenherz se encontraba un poco peor, aunque con su increíble vigor muy bien lo disimulaba. Se le acercó sutilmente al guerrero, acercando la palma de su mano a su espalda pero sin tocarlo, cerrando sus ojos en concentración mientras con sus dedos libres manipulaba el borde de su cinto. Con algo de audacia y sin pronunciar palabra de activación alguna, la Noble logró desatar la energía positiva de la prenda de todas formas y transferírsela al aspirante a caballero para sanarlo.

Le costó un poco ocultar su media sonrisa de satisfacción al haberlo logrado, orgullosa de sí misma. Aunque... Deseaba que él hubiese estado aquí para presenciarlo. Seguramente estaría mucho más orgulloso que ella misma.

- Con esto deberías estar bien. Descansa, yo asumiré la primer ronda de guardia. - Le indicó al menor de edad, mientras buscaba alguna posición apropiada en el excelente sitio que Lluvia había hallado para acampar, mientras montaban el campamento quienes sabían hacerlo.

—No te separes de mí amiguita, yo te protegeré —le susurro a Luna en cuanto la volvemos a encontrar, tranquilizándola. 

No habíamos tardado demasiado en encontrarla, pero aún así el tenemos que retroceder bastante lo andado. Aunque este desvío nos retrasa lo aprovechamos y decidimos evitar la zona de la emboscada. No creemos que les haya dado tiempo para volver con refuerzos, pero cualquier precaución es poca. Y más cuando aquellos hombres salvajes no son nuestro objetivo, tan solo un obstáculo más en nuestro camino para descubrir las oscuras intenciones de los asaltantes de Belleria.

Las horas pasan mientras recorremos los caminos que cruzan este bosque frondoso, sin novedades ni sobresaltos, hasta que cae la noche. El paso había sido lento y no hemos conseguido separarnos tanto como nos gustaría de la zona del ataque, pero continuar a oscuras, o portando una luz, son claramente dos ideas poco inteligentes. Decidimos acampar y descansar antes de reemprender el viaje con las primeras luces de la mañana.

—Gracias por vuestro cuidados —le digo a Briand, agradecido por haberme curado las heridas recibidas hoy. La extraña magia de mis compañeros conseguía que las heridas se cerrasen con extrema rapidez y sin dejar marca alguna. Es una sensación extraña, pienso mientras trato de conciliar el sueño cuanto antes para descansar lo máximo que pueda antes de tener que realizar mi guardia.

Tomáis la resolución de acampar ante las dificultades que plantea avanzar en la oscuridad con vuestras mulas y no tardáis en improvisar vuestro campamento en una zona particularmente frondosa que localiza Lluvia Estelar.

Comienza entonces el intercambio de conjuros curativos. Kylian sana los rasguños de Briand y ella, a su vez, los de Lowen demostrando un nivel inaudito de alineamiento con el cinturón encantado. Para la mayoría de vosotros su acción pasa desapercibida, pero el clérigo de Gilean sí repara con asombro en que la noble de Kalaman ha logrado invocar el poder curativo del cinturón sin necesidad de pronunciar en voz alta el nombre de Shinare.

Entretanto, la mística que-shu monta su tienda de campaña como puede entre los apretados árboles y la cubre con tanto esmero con hojas y ramas para disimular su presencia que durante la noche un búho acaba anidando en ella e impidiéndola descansar con el ruidoso batir de sus alas.

La primera guardia transcurre tranquila y sin sobresaltos y lo mismo ocurre con la segunda, con la excepción de que Glinthalas cree descubrir la silueta de un dragón volando frente a la roja Lunitari. Su diminuta silueta recortada contra la luna llena escarlata indica que o bien se encuentra muy lejos o es un especímente relativamente pequeño para su raza; quizá la cría de dragón Azul que atacó Belleria y que ahora ha salido de caza.

Afortunamente, el citado cazados no repara en vosotros y nadie más parece hacerlo tampoco hasta pocas horas antes del amanecer, durante el turno de Kylian, en la que una familia de inofensivos mapaches se acercan a vuestro campamento atraídos seguramente por los restos de vuestra cena.