Partida Rol por web

- Lo estás haciendo bien, Wylas, el diplomático. - Le dijo la goblin al barbudo. 

Acto seguido empezó a rebuscar entre sus pergaminos, bien ordenados en su estuche. Cuando dio con lo que buscaba se lo entregó al humano. 

- Es un conjuro de comprensión idomática. - Le dijo. - Igual puedes usarlo. Si no es así, he pedido a mi dios por el don de comprender todas las lenguas. Puedo seguir con la "diplomacia"... - Entrecomilló la palabra con los dedos. - ...pero prefiero que seas tú quien se encargue...

Siempre tengo preparado un conjuro que me permite comprender los idiomas que me son ajenos, aunque la asunción de Wylas de que se encuentra siquiera entre mi limitado repertorio me parece aventurada. No comparto con nadie los conjuros de mis libros de hechizos y mucho menos con unas personas a las que apenas conozco desde hace tres o cuatro días.

Gran parte de mi capacidad de supervivencia estriba precisamente en que solo yo sé de qué soy capaz y esa incertidumbre obliga a los demás a ser precavidos. Así pues, ni confirmo, ni desmiento que lo tenga preparado y me limito a ejecutarlo tras depositar sobre mi lengua unos pocos granos de sal mezclados con el hollín de la hoguera. No tengo intención de inmiscuirme en la conversación si no es necesario, pero necesito saber de qué hablan si quiero evitar sorpresas desagradables fruto de una traducción inexacta.

En cualquier caso, resulta agradable estar sentado frente al fuego, si bien innecesario teniendo en cuenta que mi magia me protege de los vientos helados y la nieve incesante que cae sobre nosotros. Solo espero que la audiencia no se demore demasiado o terminemos arrepintiéndonos de haber confiado en los ursoi.

Cuando el enorme anciano ursoi se acercó tambaleándose, Freya alcanzó a echarse a un lado con un movimiento felino, silbando entre dientes al hacerlo. Después, buscó un nuevo lugar junto al fuego, calentándose con sus llamas mientras miraba con desconfianza todo cuanto la rodeaba. En aquel poblado, se sentía una extraña, a expensas de que cualquier pequeño gesto ofendiese a las criaturas y les obligase a abrirse un camino hacia el exterior valiéndose del acero. Por suerte, parecía que por ahora Wylas tenía la situación controlada. Aunque le costaba reconocerlo, el humano, cuya presencia entre ellos parecía más fruto de la casualidad y de su simpatía natural que de que pudiese aportar alguna habilidad valiosa, había acabado por resultar útil. 

La qualinesti esperó pacientemente, sin querer añadir mucho más. Prefería tener un ojo puesto en la salida, por si las cosas se torcían. No tenía claro si los ursoi conocerían el portal, o si era buena idea mencionarlo. Y el propio mago ya se encargaría de insistir en que le ofreciesen algún remedio.

- Es impresionante. - Dijo asombrada la goblin ante la visión de aquel vetusto a la par que enorme ursoi. - Ya es anciano, pero conserva la majestuosidad de antaño. Me hubiera gustado verlo veinte o treinta años atrás... - Cometó totalmente desprovista de miedo. - O quizás no... - Acabó reflexionando.

Fuera como fuera, aquel pueblo, pese a las dificultades obvias del terreno donde se habían instalado, parecía ser bastante más civilizado de lo que cabía esperar. Era pronto para decirlo, pero hasta parecían más hospitalarios y comprensivos que los solámnicos. Podía ser que aquel hombre-oso fuera más digno que el sucio emperador Markham. Podían incluso llegar a colaborar como iguales y no como meros súbtidos que debían lealtad a aquel hombre que tenía una posición muy elevada el la lista negra de la sacerdotisa.

- Dile que no queremos hacer ningún mal a su pueblo. Que estamos muy agradecidos de que nos hayan dejado acceder a su aldea y que nos concedan esta audiencia. Dile que podemos colaborar, que queremos su amistad. - Hizo una pausa. - Dile que sabemos que están enfrentados a los thanoi y que sabemos que son violentos. 

Miró a sus compañeros. Ellos podían opinar también y aportar lo que creyeran conveniente.

El uso de un nuevo pergamino hizo que Wylas suspirarse aliviado. La idea de no darle tiempo a negociar con el líder ursoi le agobiaba un poco. Sabía que sus compañeros eran capaces de cosas apenas imaginables, pero entre ellas no solía estar la de guardar las formas ni la de dialogar empatizando con los demás. Sus opiniones estaban sesgadas, carentes de empatía y sólo con una pátina de buenos modales. Al menos por lo que había podido observar de sus conversaciones con el emperador de Solamnia. Era de imaginar que con alguien como Roaghnir las consideraciones podían ser mucho menores. O no, porque de momento no había mostrado arrogancia, un rasgo que el Vendaval de Muerte parecía odiar a muerte.

Poco a poco, haciendo pausas para que Ojosangriento pudiera ir traduciendo, el solámnico comenzó un educado y suave discurso:

─Os saludamos, poderoso Roaghnir, nos alegramos de ser recibidos ante el fuego y que nos concedáis la oportunidad de pediros vuestra hospitalidad. Somos viajeros de las tierras cálidas del norte y hemos recorrido un largo camino buscando a tres humanos que vinieron aquí antes que nosotros y lo que ellos mismos buscaban, una vieja construcción, suponemos que de piedra, un portal a otro mundo, que suponemos que debe estar atrapado en el hielo. Sabemos que está cerca, quien nos envía usó magia muy poderosa para localizarlo. Cuando lo encontremos lo usaremos para llegar a otro mundo y, si todo va bien, volveremos, os daremos nuevamente las gracias y trataremos de devolveros con creces toda ayuda que nos hayáis prestado. Nos honraría y llenaría de alegría poder dormir en vuestro campamento, pero entenderemos que no queráis soportar nuestra presencia y entonces sólo pediríamos levantar nuestro refugio cerca, donde no os moleste u ofenda. Además, nuestro compañero elfo ─dijo haciendo un ademán hacia Ailas─ sufrió el ataque de un espíritu de hielo, ha perdido muchos recuerdos y nosotros nuestros recuerdos sobre él. O eso creemos. Tal vez antes teníamos más componentes en este grupo, no lo sabemos. Nos preguntábamos si alguien entre vosotros puede restaurar los recuerdos borrados por los espíritus de hielo.

¿Eso era todo? ¿Le quedaba algo en el tintero? Desde luego le había dado trabajo a Ojosangriento, ahora sólo quedaba descifrar las expresiones de las inhumanas caras de los ursoi para tratar de hacerse a una idea de lo que les parecía toda esa parrafada inmensa…

─Sea como sea, como ha expresado mi compañera antes, no deseamos ser una carga. Sabemos que los thanoi están cerca y nos han advertido sobre ellos. Si podemos ayudar o colaborar de alguna manera con vosotros, estaremos encantados de hacerlo.

El alabardero traduce para el líder del clan las palabras de Kyliana primero y de Wylas después; y Roaghnir responde a su vez con sus propios y graves gruñidos.

—Los ursoi saben lo que es ser forastero en tierras extrañas y tener que luchar para sobrevivir.  Hemos encontrado poca hospitalidad en estos lares y por eso estamos más dispuestos que otras razas a ofrecer lo que nos hubiera gustado que nos ofrecieran a nosotros. No sabemos nada de otros mundos, pero podéis montar vuestras tiendas dentro de nuestras murallas si lo deseáis.

»Recibimos hace muchas lunas la visita de tres extranjeros que venían del norte. Dijeron que estaban peregrinando a un antiguo lugar místico y pidieron explorar las galerías subterráneas que existen bajo la colina. No sabemos quiénes las excavaron, ni a dónde conducen, pero permitimos a los forasteros ir donde quisieran. Jamás regresaron y lo consideramos una advertencia de que el lugar no es seguro. Como veis —señala a los trabajadores que trabajan en la cueva situada en el norte del campamento—, trabajamos en garantizar la defensa del lugar en caso de que algo intente atacarnos desde ahí.

»Sabemos defendernos y resistir, pero nuestros enemigos son numerosos y diversos y no siempre podemos hacerles frente a todos ellos. No encontraréis a nadie más sabio que nuestra norna invernal y si la dolencia de vuestro amigo tiene cura, solo ella sabrá hallarla. Si nos ofrecéis vuestra ayuda y amistad sinceras, mi clan se alegrará de contar con ambas.

Trato de permanecer tan impasible como el resto de mis compañeros cuando escucho los gruñidos que profiere la pareja de impresionantes ursoi. No quiero revelarles que yo también soy capaz de comprender lo que dicen por si pudiera aprovechar este desconocimiento de nuestros anfitriones para descubrir si sus verdaderas intenciones son distintas a las que aseguran.

Sin embargo, me cuesta no hacerme ilusiones cuando escucho que entre su gente alguien podría tener un remedio para mi amnesia. No sé qué es una norna invernal, pero imagino que algún tipo de hechicera o chamán tribal. Todas las formas de magia que no formen se encuentren dentro de los cánones regulados por las órdenes de Alta Hechicería me provocan una gran desconfianza pero, llegados a este punto, casi estoy dispuesto a intentar cualquier remedio homeopático que estos salvajes puedan ofrecerme.

Seguramente no sirva de nada pero... Total ¿qué más puedo perder?

Enrielle miraba con similar curiosidad a los hombres y mujeres oso que andaban por ahí mientras alargaba las manos para calentarse con el fuego. ¿De dónde sacarían la madera? De cerca seguro que no, así que el hecho de que les permitieran estar cerca del valioso fuego era más hospitalidad de la que ella hubiera esperado. Se sentía cada vez más esperanzada de que aquel encuentro fuera provechoso y no un derramamiento de sangre. Volvió a acordarse de Klunurig y se preguntó si hubiera sido igual si aún estuviese vivo y con ellos.

Observó impresionada llegar al jefe de todos ellos, y se llevó un buen susto cuando casi la aplastó con las posaderas al dejarse caer. Una vez comenzados los parlamentos, Enrielle estuvo mirando a Wylas en su discurso. Al principio ella también había tenido reparos en que se les uniera, pero ahora se alegraba. Ella misma había aprendido a las malas la fuerza de la palabra, pero ni de lejos llegaba al nivel de labia del barón, si es que era barón realmente.

No vio necesario añadir nada más, de modo que se limitó a mirar las enormes zarpas de Roaghnir, a asentir a las palabras amables de Wylas y a sonreír amistosamente, bien arrebujada en sus ropas de abrigo.

─Os ofrecemos nuestra ayuda y amistad sinceras ─dijo el solámnico sin pensárselo, aunque tuvo un momento de duda al reparar en que estaba representando a todo el heterogéneo grupo del Vendaval. Vendaval, muy apropiado para andar por un sitio como ese─ Permitidme un momento ─se excusó con los ursoi para empezar a traducir a los demás lo que acababa de suceder.

»El líder del clan ursoi, el poderoso Roaghnir, dice que saben lo que es ser forastero en tierras extrañas y tener que luchar para sobrevivir. Que han encontrado poca hospitalidad por estos lares y que por eso están más dispuestos que otras razas a ofrecer lo que les hubiera gustado que les ofrecieran a ellos. Dice que no saben nada de otros mundos, pero que podemos montar nuestras tiendas dentro de las murallas. También ha dicho que hace muchas lunas recibieron la visita de tres extranjeros del norte, que dijeron estar peregrinando a un antiguo lugar místico y que pidieron explorar las galerías subterráneas que existen bajo la colina. No saben quiénes las excavaron ni a donde conducen, pero les permitieron a los forasteros ir por donde quisieran. Nunca regresaron, lo que los ursoi consideraron una advertencia de que el lugar no es seguro. Ahora trabajan en garantizar la defensa en caso de que algo intente atacarles desde ahí. Ha remarcado también que tienen muchos y diversos enemigos y no siempre puede hacerles frente a todos ellos. Y también ha dicho que no encontraremos a nadie más sabio que su "norna invernal" y que si la dolencia de nuestro amigo tiene cura, sólo ella sabrá hallarla... Nos ha dicho que le alegraría contar con nuestra ayuda y amistad sincera, así que se la he ofrecido. A mi me parecen buena gente, merecedora de ambas, la verdad...

»Maese túnica blanca, ¿queréis que solicite que os examine la norna invernal para ver si puede hacer algo por tus recuerdos? ─pidió a Ailas, sabedor que tanto magos como elfos eran desconfiados por naturaleza y tal vez no le hiciera ninguna gracia que alguien así podría no darle ninguna confianza─ Después podríamos descansar y mañana ir a los túneles de la colina a ver qué se encontraron los tres magos...

Hasta donde me alcanza la memoria, apenas unas pocas jornadas atrás, siempre son otros quienes se endeudan moralmente conmigo y no al contrario.

Mis compañeros no parecen haber tenido hasta ahora ningún problema en aceptar la caridad ajena y comprarla con promesas etéreas de gratitud, amistad o ayuda que nunca se concretan en nada, ni les suponen esfuerzo alguno. Yo, en cambio, me niego a pordiosear.

—Me sentiré honrado de conocer a la más sabia de entre los juiciosos ursoi, pero antes, decidle a vuestro señor que le estamos profundamente agradecidos por su amistad y que ansiamos demostrarle la nuestra —le pido al temible alabardero, para que se lo traduzca a su líder tribal—.  En virtud de esta recién forjada alianza, los enemigos de vuestra gente son ahora también los nuestros. Os ruego que nos habléis de ellos para que podamos hallar el modo de corresponder así a vuestra desinteresada hospitalidad.

Me temo que, si no les ofrecemos nada, su buena predisposición inicial hacia nosotros pueda desvanecerse rápidamente, arrastrada por los vientos helados; cuando los hombres-oso comiencen a preguntar por qué los extranjeros del norte invaden sus tierras y su líder no sepa qué contestarles.

Freya suspiró aliviada al escuchar las palabras de Wylas. Por primera vez en aquel páramo helado, parecía que encontraban a quienes estuviesen dispuestos a darles refugio y ayuda, en vez de intentar devorarles o exigirles todo tipo de tesoros en pago por su existencia. 

- Buen trabajo Wylas. - le dijo, palmeándole el hombro - Por mi parte, agradeceré ese descanso en cuanto podamos tenerlo. Aunque antes podemos acompañar al mago a ver si los ursoi pueden tratar su mal.

Freya estaba agotada, en gran medida por la marcha y el frío, pero también en parte por la tensión de esperar un ataque en cualquier momento. Subconscientemente, esta se había relajado un poco. Quizá estaba siendo demasiado incauta, pero no podía mantener la guardia alta eternamente.

Una vez más, el alabardero hace de intermediario entre vosotros y el líder de su clan. Y, una vez más, el avejentado hombre-oso responde con gruñidos a vuestras palabras.

—Tenéis el corazón de los ursoi —os reconoce el caudillo de la tribu, asintiendo con aprobación a vuestros ofrecimientos—, pero dudo mucho que podáis hacer nada por nosotros. La escasez de madera y comida son unos de nuestros principales enemigos. Nuestro clan es numeroso y tenemos que viajar lejos para conseguir cuanto necesitamos para subsistir. Pero la Muerte Alada, la Codicia Blanca, constantemente espera nuevos tributos a cambio de no destruir nuestro hogar y reclama para sí nuestras mejores presas. Además, sus thanoi acosan sin descanso a nuestros exploradores y los atacan cada vez que tienen oportunidad. Antes los combatíamos con fiereza, pero ahora tienen secuestrada a mi sobrina y afirman que la matarán si herimos a alguno de los suyos, así que ahora estamos obligados a huir vergonzosamente cada vez que los vemos. ¿Cómo vamos a satisfacer las exigencias de su ama, si obstaculizan constantemente todos nuestros esfuerzos? —se lamenta con amargura—. Han aprendido que no son lo bastante poderosos como para librarse de nosotros, de modo que pretenden que sea la dragona quien nos destruya. Y no tenemos la menor esperanza de sobrevivir si ella decide atacarnos al frente de sus ejércitos de thanoi y de sus lagartos metálicos alados. Ni siquiera con vuestra ayuda.

Como Kyliana se temía, aquellas gentes de apariencia feroz, eran en realidad bastante más desinteresadas y bienintencionadas que las utoridades de Palanthas. Cuanto más conocía el funcionamiento del mundo entero, más odiaba a Markhan, quien iba escalando posiciones a ritmos agigantados en su lista negra de gente odiosa a la que aesinar en un futuro.

- Muchas gracias por todo. - Dijo entonces la goblin. - Descansar en un lugar seguro y caliente por una noche, es algo impagable para nosotros. 

Algo impagable que si podía, trataría de agradecer. No conocía a los hombres-morsa, pero ya le caían mal. Si atacaban el pobalado ursoi durante su estancia en éste, tenía muy claro de que lado se pondría. No obstante, esperaba que aquello no sucediera, pues ante todo, deseaba salir de aquel infierno helado y poder regresar a la fortaleza. Era en ese rincón alejado del mundo, donde había creado su nuevo hogar, donde viajaban sus pensamientos más a menudo.

- ¿Estará bien? - Se preguntó a si misma. - Debe de tener tanta hambre...

Inmensamente aliviada y agradecida, Enrielle se inclinó hacia el jefe ursoi.

—Jamás en mis viajes he sido acogida por un pueblo tan amable en una tierra tan peligrosa, y no puedo más que daros las gracias y, como bien ha señalado mi amigo el mago cuyo nombre no conocemos, ofrecer mi arco y mi brazo para ayudaros contra vuestros enemigos. — dijo con solemnidad mirando al jefe esperando que el de la alabarda le tradujera.

Había sido duro, pero allí podrían establecerse para hacer las incursiones necesarias al portal que debía estar bajo el hielo. Una sombra cruzó su rostro. Un portal al Abismo. Bien podría ser que el infierno de hielo que habían recorrido no fuese más que un simple paseo en comparación con lo que les esperaba al otro lado...

Wylas asintió lentamente y puso gesto grave, aunque probablemente sería una gestualidad que caería en saco roto. Girándose a su heterogéneo grupo el pícaro tradujo una vez más.

─Nos acogen y nos dejarán ir tras los magos, entiendo. Aunque el poderoso Roaghnir aprecia nuestra buena disposición, cree que no podemos ayudarle. Tienen escasez de madera y comida. La "Muerte Alada", la "Codicia Blanca", constantemente espera nuevos tributos y sus thanoi les acosan. Tienen secuestrada a su sobrina y la matarán si hieren a alguno de los suyos, así que ahora huyen de los thanoi en vez de enfrentarse a ellos...

La dragona blanca ya le caía mal antes, pero ahora, si cabía, le caía peor. Los ursoi eran un pueblo formidable... al que estaban acosando. Si las cosas no cambiaban pronto su clan comenzaría a debilitarse, si es que no estaba sucediendo eso ya. Ese era el tipo de cosa que le empujaba a actuar. Muchas veces sin reflexionar lo suficiente. Pero ese era él, no estaría en esta situación si no se hubiera pasado la vida haciendo cosas que le ponían en situaciones comprometidas.

─Nosotros no somos ursoi, si les atacamos nosotros, no recibiríais castigo, ¿verdad? Puede que tengamos que vernos las caras con esos secuestradores. Pero primero tendríamos que seguir a los tres humanos, lo que estaban buscando era de gran importancia para los nuestros. Pero le prometo que trataré de ayudar con lo de los thanoi si tengo oportunidad ─añadió mirando al venerable líder de los ursoi.

Conviene ser comedidos en cuanto a lo que podemos hacer por los ursoi.

Prometerles que no les faltarán recursos el algo que está fuera del alcance de mi mano. No puedo hacer que los árboles broten mágicamente en sus dominios helados, ni proporcionarles caza y pesca en abundancia para que el alimento no les escasee jamás.

Y tampoco puedo asegurarles que acabaremos con Cryonisis y con cuantos la sirven, porque tal cosa se me antoja inimaginable incluso con la colaboración de todos los hombres-oso de este poblado. ¿Cuántas vidas se perderían aun en el supuesto de que fuéramos verdaderamente capaces de emboscar y matar a la wyrm Blanca? Por no hablar de que desconocemos cuántos draconianos trabajan para ella o el número de poblados thanoi bajo su mando.

—Ciertamente no necesitáis que unos forasteros resuelvan vuestros problemas, pues es evidente que nos aventajáis en muchos aspectos. Estoy convencido de que sois perfectamente capaces de conseguir por vosotros mismos no solo lo que necesitáis para vuestra supervivencia, sino para aplacar a la voraz dragona que reclama como propios estos dominios. Y, no obstante, el cruel secuestro de vuestra sobrina a manos de los thanoi os impide llevar a cabo aquello que tanto necesitáis hacer y para lo que sois tan capaces. Si os la trajéramos de vuelta sana y salva, ¿eso ayudaría a vuestra causa? Podríais seguir ostentando el señorío de estas tierras y defendiéndolas valientemente de los ataques de vuestros enemigos sin el temor a las represalias que ellos pudieran tomar contra una rehén inocente que os es tan querida.

—Si traéis de vuelta a mi sobrina, como decís, habréis demostrado sobradamente la sinceridad de vuestra amistad hacia mi clan —reconoce el líder de los ursoi, tras escuchar de labios del alabardero la traducción de vuestras palabras—. A diferencia de nosotros, las tribus thanoi son nómadas, pero Hallbeard os ayudará a rastrearlos hasta su campamento actual cuando estéis preparados para ello —añade, señalando hacia el traductor situado a su espalda—. Es nuestro mejor batidor pero aunque está deseando vengarse de los thanoi por el secuestro de su prometida, no tiene mi permiso para enfrentarse a ellos hasta que mi sobrina esté de vuelta.

A continuación, con expresión severa, os advierte:

—Podéis hacer lo que os plazca. Podéis acampar tras nuestras murallas, podéis ir en busca de esos peregrinos desaparecidos o presentaros ante nuestra norna invernal. Pero, si insistís en rescatar a mi sobrina en compañía de Hallbeard, sabed que si algo les ocurriese a cualquiera de los dos, os responsabilizaré de ello y caerá sobre vosotros la cólera de mi clan.

─Tenemos una obligación que cumplir para con los nuestros, pero vuestra amistad no se olvidará. Ahora nos presentaremos ante vuestra norna invernal y más tarde acamparemos tras vuestras murallas para poder encarar nuestra búsqueda de los peregrinos, poderoso Roaghnir, pero a nuestra vuelta hablaremos con Hallbeard para rastrear a los thanoi y liberar a vuestra sobrina. Muchas gracias por acogernos ─dijo el solámnico, haciendo una breve reverencia que bien podía pasar por asentimiento, el gesto más claro al que se atrevía sin arriesgarse a un incidente diplomático por falta de costumbre con el lenguaje corporal humano.

Lo más urgente era, no cabía discusión, salvar al mundo de la resurrección de una diosa malvada. Si sobrevivían a la "excursión" a otro plano, podían intentar ayudar a los ursoi. Pero hacerlo al revés, que algo se torciera y que les responsabilizaran de los posibles daños, no parecía una buena idea. Así que si iban a hacerlo, por mucho que deseasen que las cosas salieran bien, era más razonable empezar por sus asuntos que por los de los hombres-oso. Pero pensaba sinceramente que merecían esa ayuda...

No sé quienes son esos "suyos" de los que habla Wylas, pero desde luego yo no siento que tenga ninguna obligación para con ellos.

Claro que tampoco me siento en deuda con los ursoi por no habernos atacado. Por lo que a mí respecta, estamos en paz.

Lo único que me entristece es descubrir el modus operandi de mis supuestos aliados y darme cuenta de que me están utilizando con las mismas promesas vacías que les ofrecen a los lugareños.

Es posible que yo solo me baste y me sobre para rescatar a la ursoi secuestrada, pero mis últimos conjuros me han dejado demasiado extenuado como para considerarlo siquiera en estos momentos. Tal vez mañana, mientras el resto busca lo que sea que les ha traído realmente hasta aquí.