Partida Rol por web

La muerte del enano alegró profundamente a Timmy, el asesinato de su mediano amigo había sido vengado... Cuanta muerte absurda...

Pegó un silbido para que su can tornarse junto a él, eran un equipo y los equipos juegan juntos. Buen chico. Le dijo cariñosamente recibiendo como respuesta una sacudida de cola demostrando la felicidad que sentía aquel animal por el refuerzo positivo de su amo.

Tranquilo chico, aún están atrapados, ya tendrás ocasión de Catar la carne de elfo oscuro.

Era la ocasión del arquero, los enemigos estaban atrapados, a su merced, dio un paso para colocarse entre las carretas y encaró al humano que trataba sin éxito de liberarse. Dime donde está Nazz bastardo
! dijo mientras disparaba dos flechas.

Una vez más, Váldenar tenía razón. Anunciar que el duergar sería el próximo morir no era una baladronada, sino resultado de los cálculos que había hecho; para una mente preclara como la suya, el duergar había muerto en el momento en el que había salido de la telaraña sin el drow ni el humano greñudo. La muerte de Eldon había sido una desgracia estadística que había descartado por harto improbable.

Desafortunado. 

Váldenar leyó los siguientes posibles movimientos de aliados y enemigos. La probabilidad de que el pequeño Timmy los matara a flechazos tendía asintóticamente a cero. De modo que era el momento de disipar la telaraña y permitir a Tyra y a Jack trabarse en combate cuerpo a cuerpo. Alzó las manos y se preparó.

—Tyra, Jack, a vuestra señal —les dijo, como si debieran ser capaces de seguir su hilo de pensamientos y concluir que a lo que se refería era el único razonable curso de acción.

El elfo se asustó sobremanera cuando escuchó como sus adversarios se preparaban para acabar con él. Luchó de nuevo por liberase de la telaraña, pero le fue por completo imposible salir de la trampa.

- ¡Haz algo idiota! - Le recriminó al humano que seguía pegado a la telaraña.

Finalmente Váldenar disipó la telaraña liberando a los dos enemigos que tenían a su merced. Sus compañeros se habían preparado para situarse en una buena posición estratégica y listos para acabar con la amenaza. Al fin y al cabo, a eso habían ido hasta allí, a matar a Naz y a todos sus esbirros.

Ahora que la amenaza del gran enano estaba solventada, quedaban los otros 2, para ello el mediano intento aprovechar para crear una oportunidad de flanqueo con sus compañeros.

Con la celeridad de una centella, corrió en dirección a J6 preparado para realizar un ataque por la retaguardia del enemigo y crear junto a sus aliados un ataque en pinza que desbaratara sus defensas.

Timmy se adelantó un par de pasos para apuntar mejor a sus enemigos colocando a su perro por delante listo para cargar cuando desapareciera el conjuro.

Estáis en inferioridad numérica! Rendios, decidnos dónde está Naz y os dejaremos vivir! exigió con voz firme tratando de amedrentarlos.

La verdad es que el explorador no había entendido la estrategia del elfo, si tienes a un enemigo atrapado en un conjuro de enmarañar, no se le libera voluntariamente, se le dispara con arco, ballesta o jabalina o se le lanzan otros conjuros, incluso prender fuego a la telaraña para que ardiera era un plan más lógico, pero era su conjuro y era libre de obrar absurdamente con el fin de que su concubina se luciera.null

En cuanto el conjuro se marchitó, el perro cargó contra el gigantesco elfo, mientras él le lanzaba flechas al mismo.

Quiero a Naaaaaaaaz!!! gritó con furia.

Tyra estaba demasiado lejos todavía, no había tenido tiempo de moverse cuando Váldenar disipó el conjuro. Pero vivir junto a un mago tenía ciertas ventajas, aprendías nuevas estrategias. A una orden, la sacerdotisa dejó de estar detrás del árbol para aparecer justo delante y corrió hacia el elfo con el mandoble empuñado en una carga brutal. Timmy había impactado una de sus flechas, mientras el drow trataba de reponerse no vio a la enorme Tyra abalanzarse sobre él. 

Con un movimiento horizontal, el espadón de Tyra no fue rival para las armas del drow, por mucho que quisiera frenar el golpe, la carga imprimió demasiada fuerza al ataque. Atravesó defensa, armadura y la mitad del torso del drow. El arma quedó trabada en el cuerpo del enemigo y Tyra tuvo complicado recuperarla.

El elfo oscuro había muerto. Tan solo quedaba aquel escuálido y greñudo humano para enfrentarse a ellos. No obstante, era un hombre temeroso y se sabía vencido. El poder que habían demostrado tener sus enemigos era brutal. Su fuerza bruta combinada con su poder arcano, había desarmado por completo a los suyos y aunque habían logrado derrotar a uno de los asaltantes, no había sido suficiente como para decantar la batalla a su favor.

- ¡Me rindo, me rindo! - Dijo el clérigo. - ¡Se de quien hablas, hijo! ¡Lo sé! - Le dijo a Timmy. - Naz vive cerca de aquí. Tiene su base en una ruinas de una vieja fortaleza. - Señaló hacia el norte. - ¡En esa dirección! ¡Pero por favor, no me matéis! ¡Tengo tres hijos!

Váldenar tenía un conjuro que permitía escuchar los pensamientos de los demás. Gracias a sus estudios avanzados en adivinación, podía lanzarlo siempre que tuviera a su disposición un conjuro de la segunda esfera. El pequeño Timmy tenía suerte de que Váldenar no considerara sus pensamientos más interesantes o sofisticados que el de una mona marrana, pues lo habría frito de una bola de fuego si lo hubiera escuchado pensar en Tyra en unos términos tan ofensivos, machistas y bochornosos.

—Entrega tus armas y tu símbolo sagrado inmediatamente —dijo Váldenar con un tono de voz inflexible—. Indícanos dónde está él y tal vez tu vida será respetada. 

Tyra y él no habían ido allí a hacer justicia con aquellos bandidos, sino a entregar a esos bandidos a la justicia. No podía decir lo mismo de sus compañeros, que estaban allí por venganza, y no estaba en posición de hablar por ellos. 

—Tengo cuerda para atarlo, y habría que amordazarlo también para evitar el uso de sus hechizos... 

Dejó la frase en el aire. Quizá, preferían, simplemente ejecutarlo allí mismo. Con piedras o palos, probablemente.

El clérigo dejó caer su maza y su escudo. Acto seguido descolgó su ballesta que pendía de su espalda. Se notaba que estaba atemorizado. El despliegue que había visto, sin duda le había bastado para saber que nada tenía que hacer contra aquellos duros rivales. Ahora sólo podía rezar por conservar la vida, aunque ya no estaba en sus manos. Por suerte, los asaltantes no parecían súbditos de dioses malignos, por lo que si decidían acabar con su vida, lo harían de una forma rápida y lo menos indolora posible. 

- ¡Os lo suplico! - Se encogió de rodillas. - ¡Dejadme vivir! ¡Debo cuidar de mis hijos! - Imploró.

- No lo has entregado todo... - Intervino entones el elfo. 

- Oh, si... - Dijo entonces un dubitativo Bradock, quien se llevó la mano al cuello y apretó entre sus dedos un colgante que se encontraba todavía oculto bajo la ropa. - Mi símbolo...

Tras unos segundos, introdujo su mano a través del cuello de la camisa y sacó un colgante. Se trataba de un símbolo con forma de prisma hexagonal de color púrpura. Tenía unas intrincadas runas grabadas en todos sus lados. Bradock dudó, pero finalmente se la lanzó a Váldenar. 

- Ahí lo tienes... - Le dijo. - ¿Y ahora qué?

Váldenar atrapó el amuleto al vuelo: era una de esas docenas de cosas que los elfos hacían bien. Examinó el símbolo y frunció el ceño. Le sonaba a algún tipo de dios corrupto, pero no acababa de recordar en qué lugar de sus palacio mental había dejado ese dato. Tendió el amuleto a Tyra; al fin y al cabo, ella era la experta en ese campo.

Ahora que? dijo irónicamente el explorador mientras le arrancaba la armadura a fin de dejarlo desprotegido para que no fuera una amenaza.

Pues muy simple Señor clérigo maligno, ahora nos cuentas dónde está el bastardo de Naz, sus fuerzas y como entrar para pasarlo a cuchillo. El joven no paraba, tras quitarle la armadura revisó concienzudamente que no portara dagas, objetos mágicos o algo que le sirviera para huir y tras ello le ató las manos.

No te cortes, cuéntanos lo todo y te juro por Godofredo que salvarás la vida, es a Naz a quien quiero. Timmy obviaba a los demás, no le importaba soltar a este clérigo maligno cobarde a cambio del premio gordo, su inutilidad en combate le dejaba claro que no viviría mucho más.

Val, puedes mirar que no porte algo mágico encima para que no nos joda en un despiste?. El explorador prefería curarse en salud, recordaba como Godofredo lanzaba conjuros de detectar magia para revelar objetos mágicos y con ello saquear mejor. No se puede hacer nada por el mediano verdad? Le entristecía la muerte del compañero, estaba cansado de muerte, después de Naz se tomaría unas vacaciones muy largas en el Señorío de Papencourt.

Bradock no opuso resistencia alguna. Dejó que el pequeño gran Timmy le cacheara y le despojara de sus pertenencias. Incluso le dijo gustoso donde portaba una daga oculta, que no era otro lugar que en el interior de la bota. Jack se encargó de registrar a los muertos e hizo un montón con sus armas y armaduras en el centro del campamento, junto a la hoguera. 

- Os llevaré a donde está Naz. - Se ofreció. - Os prometo que no habrá trampas por mi parte. No me gusta Naz, de hecho, pensaba marcharme y dedicarme a otros asuntos por mi cuenta. ¡Lo juro! - Desveló el clérigo. - ¡Pero no me matéis, tengo familia de la que cuidar! - Imploró con los ojos llenos de lágrimas y agachándose de rodillas junto a Timmy mientras le agarraba de las piernas.

Mientras Timmy se encargaba de sacar información a Bradock bajo la atenta mirada de Váldenar, Tyra decidió echar un vistazo alrededor del campamento. Además de las tiendas de campaña y de los enseres de los fallecidos y del propio Bradock, pudo encontrar lo que parecía ser un cargamento de objetos de hojalata. Sin duda acababan de saquear algún tipo de convoy mercante. No es que lo robado ascendiera a una gran cantidad, pero trescientas piezas de oro valdría perfectamente.

Mientras tanto, Váldenar lanzó un conjuro de detectar magia sobre las armas y equipo de los muertos y de Bradock. Las cuatro corazas que habían saqueado tenían un aura mágica, además del alflajón del elfo osucro, la gran hacha del gnoll, el mangual pesado del enano oscuro, un escudo, una varita y un brazalete.

No obstante, lo que más le sobresaltó, fue encontrar en el interior de una de las tiendas de campaña, a una joven humana atada y amordazada, llena de golpes y magulladuras, con la ropa hecha jirones y aparentemente inconsciente o muerta. Se trataba de una mujer de cabello oscuro, rasgos finos y nariz gruesa. Cuando Tyra se acercó a ella, notó que aún vivía, pero le costó encontrar el pulso  y su respiración era muy lenta.

Si Váldenar no lo sabía, Tyra tampoco, lo que era o muy preocupante o muy dificil de averiguar o directamente imposible. El elfo podía no saberlo, pero en su cabeza almacenaba mucha más información que Tyra, que venía limitada por su joven edad y su talento para otro tipo de tareas allá dónde Váldenar no llegaba. Cada uno poseía habilidades diferentes y se complementaban el uno con el otro. Quién era el más listo o el más fuerte, eso no tenía importancia.

Mientras Timmy interrogaba al hombre, la sacerdotisa inspeccionó el campamento y encontró un cargamento que podrían devolver a su lugar de origen o repartirlo entre los necesitados. En una de las veces, su mirada se cruzó con la del elfo cuando el joven explorador se refirió a él como "Val". Tyra intentó ocultar una sonrisa, inspeccionando muy interesada un poste de una de las tiendas. La sacerdotisa se había limpiado la cara de sangre, pero la armadura estaba cubierta casi por completo y no se había fijado en que su cabello claro estaba ligeramente manchado de barro y sangre. No presentaba un aspecto muy agradable cuando, en una de las tiendas, encontró a una muchacha atada y maltratada.

-Aquí hay alguien -informó a los demás. Cortó las cuerdas, la recostó en el suelo y la acomodó lo mejor posible mientras buscaba sus heridas. Se detuvo angustiada al comprobar que habían abusado de ella-. No entréis, por favor. Yo me encargo.

Extrajo una varita que guardaba atada al cinturón y dejó que la magia curativa hiciese efecto sobre el maltratado cuerpo de la superviviente. Esperó a que abriera los ojos, esperaba no haber llegado demasiado tarde.

- ¡Oh, si...! - Exclamó el clérigo ante el descubrimiento de Tyra. - Es la joven que Zod y Dru se trajeron de un saqueo... - Tragó saliva, ese contratiempo podía poner en jaque su integridad física y romper el acuerdo que había pactado con el joven explorador. - Les dije que no se la llevaran, que cogieran las baratijas y la dejaran allí. Yo... - Miró al elfo, al mediano y al joven humano. - ¡Os juro que yo no la toqué!

La chica abrió los ojos. Unos ojos castaños con las pupilas enormemente dilatadas y con expresión de pánico. Su mirada se fijó en lo alto de la cabaña y cuando sintió el cuerpo de Tyra sobre ella le lanzó varios manotazos y patadas tratando de apartarla.

- ¡Aaaaaah! - La joven mujer se incorporó gritando desesperada. Se notaba que estaba aterrada y que sin duda, lo último que recordaba antes de perder la consciencia, no había sido algo bonito ni agradable. - ¡Fueraaaa! ¡Dejaaaadme!

La chica se revolvía, se dio la vuelta y trató de escapar de la tienda de campaña, no obstante, lo hizo por el lado opuesto a la entrada. Tyra trataba de calmarla, pero lo cierto era que estaba realmente histérica. Pasaron varios minutos hasta que pudo recuperar la calma y ya fuera de la cabaña, recuperó el aliento y parte de la cordura perdida.

- Gra-gracias... - Dijo entonces. - No pensaba que saldría de ésta... - Tragó saliva. 

Váldenar disimuló su horror cuando Timmy le llamó Val, pero no hizo comentario alguno al respecto pues sólo detectó camaradería en su tono de voz. La idea de utilizar el detectar magia no era mala, al fin y al cabo, y ya que había utilizado el conjuro, Váldenar se colocó un monóculo encantado y dedicó unos minutos a estudiar los objetos mágicos que llevaban encima aquellos villanos¹.

Cuando terminó de identificar lo que para él era en su mayoría quincalla mágica, se quitó el monóculo y se plantó delante del humano desharrapado y plañidero. Dejaría que Tyra se ocupara de la mujer apaleada, a ella se le daban mejor esas cosas; a él, en cambio, se le daba mejor ser desagradable.

—Tú, escoria. Dinos a qué dios sirves —le exigió—, cuál es el alcance de los poderes de Naz, con cuántos aliados cuenta y qué trampas y sortilegios debemos salvar para llegar hasta él.

- Glubar el Perturbado me eligió... - Respondió a la pregunta acerca de la deidad a la que seguía. - Naz es un clérigo poderoso. Tiene acceso a conjuros de la tercera esfera... - Reveló. - También debéis tener cuidado con Misha, es una elfa oscura con acceso a la magia arcana. Y está su lugarteniente, Sir Eddac... un buen guerrero. - Dijo tembloroso. - Además, suele rodearse de una buena escolta. Muchos son los hombres, gnolls y trasgos que tiene a su servicio, más de veinte diría yo, pero rara vez están todos en la base. - Tragó saliva. - Suele tener guardias apostados en las inmediaciones de la fortaleza y hay una trampa de foso a la entrada... - Esperaba que con aquello fuera suficiente.

-Bien- Dijo el mediano Jack -Si quereis dejadme todo el equipo y metedlo en mi bolsa de contecion, pero no metais nada organico en ella, o no lo recuperareis jamas; por cierto, no es buena idea dejar los cuerpos aqui, si no teneis nada más con ellos, creo que ya se como hacerlos desaparecer- Mientras pronunciaba el final de su frase con un tono burlon, un brillo perturbador salio de los orificios oculares de la mascara de Jack -Ahora creo que deberiamos dar entierro al pobre Eldon antes de seguir adelante, si puede ser, un poco lejos del campamento, no desearia que sus restos descansen en esta tierra profana, Timmy- Dijo mirando al joven explorador -Ayudame a llevarlo y enterrarlo un poco más allá; Tyra, cuando acabes de ayudar a la joven, agradeceria si puedes hacer una plegaria por él-

Asi el mediano procedió a recoger los restos de su compañero caido para darle sepultura.