Partida Rol por web

Un nuevo hachazo voló hacia DelCojon abriéndole la cabeza como un melón. Se dejaron ver sus interioridades y algo de masa encefálica se esparció por los alrededores. 

DelCojon había sido herido de muerte. Pero allí estaba su amo, que quizás algo pudiera hacer para evitar su muerte. Quizás...

-¡Calma, mi Delcojón, no ha llegado aún tu hora, más aún tienes muchos quehaceres a medio completar!-

Godofredo posó su mano sobre el hombro del moribundo, cerrando en parte sus heridas

-¡Aprémiate y ponte a cubierto, más nada me vales si acabas muerto!

El gran trasgo, viéndose rodeado, a punto estuvo de marcharse, pero... ¿A dónde? ¡Estaba atrapado en el interior de aquella choza! No le quedaba más remedio que seguir peleando y tratar así de salvar su miserable vida. 

Lanzó una lanzada contra Brend y la bisarma se clavó en su costado de forma dolorosa. Luego trató de acabar con DelCojon. ¿No acababa de matarlo el trasgo? Sang Niklas hubiera jurado que si, pero allí estaba. 

- ¡Marchaos y no osh haremosh daño! - Había que intentarlo...

Al escuchar lo que estaba pasando el mago optó por quitar el conjuro de grasa, era obvio que los que veían estaban dentro de la casa y ellos deberían entrar lo antes posible.

Fuera grasa! dijo mientras daba un paso en dirección a Dwama hasta palpar sus posaderas. Espero que esta seas tú enana!

Dwama recobró la vista a la vez que el hechizo de grasa dejó de existir y la enana lo vio claro, tenía que ayudar a Godofredo y su fiel vasallo que aunque era era un personaje asqueroso,  merecía vivir más que los trasgos que le atacaban, por eso Dwama, ignorando la figura de terracota que guardaba la entrada, pasó al interior de la casa para auxiliar a sus compañeros de viaje.

- Aguantad, pronto acabaré con todos los trasgos!!!

El Paladín viendo que la grasa por fin desaparece, se mueve hasta F7 para, junto el guerrero de terracota bloquear la salida y dejar que el Conde, Brend y Dwama se encarguen de los que quedan.

Brend se acercó al trasgo que le estaba causando problemas a DelCojón dispuesto a darle si merecido con sus bastones ganchudos. 

- ¡Atrás escoria! -  Le gritó.

Uno, dos y tres golpetazos rasgaron la piel del pequeño trasgo. El tercer impacto le seccionó una arteria en la pierna y comenzó a sangrar de forma abundante hasta caer al suelo inconsciente. Brend les había quitado otro problema de encima.

-Recibe tu castigo, pecador!-exlamó descargando su maza sobre la cabeza del Trasgo ataviado de rojo

Dwama encontró un  hueco entre las defensas del gran trasgo que amenazaba a Godofredo y no lo desaprovechó. Cogió el mango de su hacha con ambas manos y golpeó con todas sus fuerzas clavándola en el cuerpo de aquel desdichado como si de mantequilla se tratara.

- Me marcharé después de acabar contigo escoria!!!

El bribón dio un paso flanqueando al trasgo que quedaba con vida. Aprovechó su posición para clavar su estoque entre sus costillas y posteriormente hizo lo propio con el kukri.

- ¡Así aprenderás sabandija! - Le dijo.

El gran trasgo podía ser un piel verde, pero tampoco era estúpido y se supo derrotado. Lanzó la bisarma lejos y alzó la manos.

- ¡Me rindo! - Exclamó. - ¡Piedad! - Pidió para él viéndose malherido y cercano a la muerte.

Me habían dado para el pelo estos bribones. Tenía todo el cuerpo sangrante y la cabeza medio abierta, pero gracias a mi señor, que sanó alguna de mis heridas, pude continuar luchando. En pocos segundos terminó el combate, con la derrota de los trasgos. Quedaba uno de ellos con vida y pidiéndo clemencia. Yo estaba en las últimas, pero aún así seguí agarrando mis armas con fuerza.

-"¿Qué hacemos con este malandrín, mi señor? Puedo darle matarile si quiere, no merece nuestra piedad."

El Paladín se reunió junto a sus compañeros y al Gran Trasgo tras la batalla:

-Si bien es una criatura del Mal que debe ser erradicada de este mundo, antes de nada deberíamos saber que estaban haciendo en este lugar-

Toda la información que se pueda obtener nunca esta de más.

El mago de pronto recuperó la visión, su primer instinto era pirarse de allí, pero al escuchar sonidos de rendición de acercó a ver.

La escena era digna de ser cantada por los mejores bardos, había varios cadáveres en el suelo, un enemigo de rodillas y todos sus compañeros cubiertos de su propia sangre.

Sin decir nada, puesto que el destino de aquel trasgo no le era de incumbencia, se acercó al cadáver del humano arcano y empezó a buscar entre sus ropajes elementos que a él le fueran útiles.

Cuando acabéis con ese malnacido no olvidéis buscar entre sus cosas a ver si hay algo útil para la batalla que queda.

Grendalf  rebuscó entre las cosas del arcano. De entre sus pertenencias encontró algunas cosas que le llamaron la atención. Una perla que brillaba de una forma especial, una capa de gran manufactura, un extraño abanico con pinchos que tenía una cámara y en el interior de dicha cámara se encontraba una varita.  Además del libro de conjuros del arcano que debería estudiar con detenimiento.

- Colaboraré en lo que seah necesario... - Dijo el gran trasgo. - Podemosh hacer un trato justo. Un trato que beneficie a todosh. ¿Si?

Se le veía asustado. Sabía cual era el destino de los trasgos que se rendían. Si lo había hecho era porque el hombre de tez oscura parecía uno de esos hombres santos, que siguiendo los designios de sus dioses, cumplían siempre con unas estrictas normas éticas y matar a alguien desarmado no estaba en su código moral. Esa era la única esperanza que aquel piel verde tenía de sobrevivir.

- No importa preguntar mucho. - Dijo Brend. - Han venido aquí a saquear Nav Hidad. - Desveló. - Están con los trasgos que están atacando la aldea. No hay mucho más. La draña está al mando y se ha instalado en mi taller, que ahora es su centro de mando. - Miró al indeseable gran trasgo. - Si de mi depende la decisión... - Se pasó la mano por el cuello simulando hacer un tajo con un cuchillo. - ...¡Raas y a por los otros! - Zanjó el tema. - Pero haced lo que queráis con él. - Se encogió de hombros. - Cuando estéis listos os llevó al taller... - Comentó. - Sería interesante sanar esas heridas antes, no obstante. El peligro no ha pasado ni mucho menos... - Miró al conde Godofredo, quien no había destacado todavía como un gran combatiente, pero si como un muy buen sanador.

El hobbit cogió todos los objetos extraños que había encontrado y además buscó entre los orcos, cogiendo sus armas y armaduras a fin de amontonarlas, estuvo un buen rato a fin de no dejarse nada útil.

Delcojón mira a ver si no me he dejado nada, tú tienes pinta de saber rapiñar cadáveres muy bien! dijo al malherido seguidor del Conde.

Si queréis dejarlo con vida yo portó unos grilletes de gran manufactura, lo podemos atar a algún mueble u objeto inamovible y al salir del taller nos lo llevamos a la aldea que lo juzguen si queréis. dijo dando otra opción a sus compañeros. Unos grilletes siempre eran útiles en las aventuras, era algo normal hacer prisioneros y así no huían.