Partida Rol por web

[DM] Equipo-A & 13th Age - Madera de fresno dorado

Madera de fresno dorado - segunda parte

Cargando editor
02/09/2020, 07:47
Ralflinder

Sabiendo la potencia destructora capaces de desatar esos tres cuando se lo proponian, Ralflinder no dudó un segundo y se lanzó a la carrera de un amplio salto. Su capa surcó los aires y pareció esfumarse entre las hojas de los bajos matorrales.

Cuando los ciervos ya chapoteaban con estruendo, lanzando barro mientras corrian y saltaban en el riachuelo, una flecha silbó, apareciendo entre las sombras y dejando al mastin mas corpulento fuera de combate. El que seguía detrás intentó lanzar una dentellada al ciervo que iba más retrasado, pero un segundo proyectil proveniente de los sauces de la costa se enterró en su muslo, dejándolo incapacitado.

La figura gris y difusa del elfo se movía evitando los accidentes del bosque, saltando entre las ramas de los áboles costeros, deslizándose cómo si fuese un simple sendero de hierba.

Cada vez que aquellas bestias entrenadas para cazar ganaban algo de terreno, el arco certero se encargaba de robárselo.

Cuando solamente fue uno el perseguidor, la manada de ciervos se detuvo frente a un viejo y nudoso árbol. El mástin, siguiendo las órdenes de su amo, aprovechó el momento para atacar a los víctimas acorraladas; sin embargo del mismo árbol llegó la última flecha que le impidió cumplir con su cometido.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Elven Grace: Gano una acción Estándar extra en éste asalto (no se si realmente vale de algo, ya que dejo el combate).

Tiro Destreza con le mismo modificador que el asalto anterior (Guardián de Bosqueprofundo + Destreza + Nivel +2 por mi armadura = +13) = 30 (por fin los dados me quieren)

 

DM: Lo pongo en abierto. Ya que mi post al final quedó en abierto y desapareció el misterio, ya da igual que esté todo en abierto. Además tu post es muy bueno y no quiero que los demás se lo pierdan.

Un treinta ha sacado el gachó. Como diría Belén Esteba... a mí no me toques los ciervos, yo por mis ciervos MA-TO.

Cargando editor
03/09/2020, 07:39
Bosque Dragón

Los cadáveres de 5 goblins y un semiorco yacían arqueados y con los miembros retorcidos tras la fuerte descarga. Cuando Balaudrin y Augusta se acercaron, todavía había pequeñas descargas que los recorrían chisporroteando. El aire olía igual que un día de tormenta (diría ozono si los pjs supiesen lo que es). La vegetación en torno al grupo estaba abrasada.

Tuvieron que esperar un poco a que los efectos del hechizo desapareciese antes de examinar los cuerpos en busca de pistas.

No eran orcos, definitivamente no lo eran, aunque lo simulaban. La forma en que el semiorco estaba vestido con pieles y un casco ornamentado con grandes colmillos allá donde cubría la boca lo harían sin duda pasar por orco visto a cierta distancia. 

Tras el poderoso efecto de Mosco, había poca información que se pudiese extraer de los cuerpos, pero Balaudrin hizo alarde de su magia, todo control sin renunciar a la potencia, y a partir de una delgada tira de papel quemada y renegrida que guardaba el semiorco, pudo recuperar el mensaje original.

Era un mensaje de los que llevan las palomas y otras aves mensajeras. Decía:

Envío inminente. Gente nueva, 4 experimentados. Esta vez puedes matarlos, pero no te confíes, basta retrasarlos hasta que lleguen los demás. Actúa ya, con lo que tengas. Hugo y sus perros se reunirán contigo para apoyar.


 

Al rato llegó Ralfinder con paso grácil seguido por los ciervos que avanzaban indemnes con un trotecillo alegre y confiado.

Cargando editor
03/09/2020, 11:04
Augusta

Augusta contemplaba con gesto severo los cadáveres ennegrecidos. La temeridad de Mosco había dado sus habituales frutos. Algún día, alguien mataría al mediano por acercarse demasiado, mas hasta ese día, muchos más caerían fulminados por sus hechicerías. Cómo se sentiría una, se preguntaba no por primera vez, teniendo tal poder dentro de su cuerpo, pugnando por escapar de ella y destruir a quien se le opusiera. Cuán diferente sería a blandir un arma, o los puños. 

Incluso en su lamentable estado, era evidente el intento de subterfugio. No eran orcos, ni siquiera el cabecilla, nada más que un mestizo, pero se hacían pasar como tales ante quienes los observaran desde lejos. Los leñadores, que huirían antes de que los saltadores estuvieran lo bastante cercanos como discernir el engaño.

El documento recuperado por Balaudrin confirmaba lo que ya sospechaba. Alguien del pueblodijo, mientras el enano iba leyendo.

Bien hecho felicitó a Ralflinder, que regresaba conduciendo a todos los ciervos que habían sobrevivido a la primera carga de los mastines. El maestro de canes no es ninguno de ellos, dijo, mirando hacia el lugar desde el que habían llegado los mastines con los ojos entrecerrados. Aún podemos encontrarle antes de que lleguen esos refuerzos. Que nos cuente todo lo que sepa, y cuántos más vienen. 

Cargando editor
03/09/2020, 11:51
Balaudrin

Balaudrin guardó la nota con gesto satisfecho, examinando a los goblins para tratar de ver si alguno de ellos era el tal Hugo. Quien se ocupase de los canes tendría algo (correas, alimentos, u otros objetos llamativos) que indicase que era su dueño. De otro modo, podrían suponer que quien los había soltado quizá seguiría con vida, y puede que andase cerca.

- Hum, parece que alguien les ha advertido de nuestra llegada.

Tras un breve examen de los cadáveres (ya eran muchos a sus espaldas, y no iba a llorar Balaudrin por una banda de apestosos goblins), se centró de nuevo en la nota. Quizá esta les dijera algo, su escritura, su trazo, la forma de la letra... en los detalles podía estar la respuesta. ¿Era una nota enviada a toda prisa? ¿Había sido escrita hacía poco, o hacía mucho? Aquello podría desvelar si era obra de alguien en la aldea, o si había sido otra persona. ¿Quizá el tal Écedor? Él podía saber de su llegada, aunque habría tenido que dar el aviso con muy poco tiempo.

Balaudrin recogió entonces a su libélula mecánica, que había estado zumbado por los alrededores durante el breve pero intenso combate. Miró a Augusta, quien aún confiaba en poder coger al tal Hugo con vida.

- Si sabéis por donde han venido, puedo enviar a mi amiga a que se adelante. - carraspeó - Parece razonable que el dracónido tenga a sus enemigos en la ciudad. O quizá sea él mismo el que sabotea su propia empresa...

Si aquello iba de desprestigiar al ingrato que había rechazado convertirles en socios, Balaudrin tenía alguna motivación más para continuar. La curiosidad había sido satisfecha, al menos en parte.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Mi tirada va con la intención de examinar la nota, para ver si, por el trazo y la tinta, puedo tener una idea aproximada de si ha sido escrita recientemente, o con gran prisa (o por alguien que sabe escribir bien o mal, etc). Tampoco espero una respuesta super precisa, con una idea aproximada me vale. He sumado "estudioso de la simbología", que creo que aquí sí que aplica. Como siempre, marco CD 15 pero no sé si es más. Llegaría hasta 20.

Por lo demás, en cuanto se sepa más o menos de donde venían los atacantes, mi idea es mandar a la libélula en esa dirección, por si puede explorar y confirmar si hay alguien por allí.

Cargando editor
03/09/2020, 14:21
Director

A cualquier otro lo habría engañado, pero no a tí, Balaudrín, estudioso de simbología y capaz de identificar las sutiles huellas de caligrafía de aquel mensaje.

Aunque el autor haya intentado cambiar el tipo de letra, reconoces el puño que escribió el mensaje. Porque ya has visto cosas escritas por ese mismo puño. Fue en la fiesta de recepción firmando concesiones de tierras a los colonos.

El mensaje está escrito por Althea Wainwright, el mercader humano y alcalde en funciones de Ciudad del Río Púrpura que tan efusivamente dio la bienvenida a la caravana e invitaba a todo el que lo desease a establecerse allí.

 

Notas de juego

examinando a los goblins para tratar de ver si alguno de ellos era el tal Hugo. Quien se ocupase de los canes tendría algo (correas, alimentos, u otros objetos llamativos) que indicase que era su dueño.

En un mensaje anterior ya dije en un mensaje dirigido a Ralfinder:

En la ladera opuesta a los arqueros, a poca distancia, ves una gran roca desnuda sobre la que puedes tener una mejor perspectiva del entorno. Subes a ella con agilidad montaraz y con una mirada rápida analizas la situación.

Desde la posición de la que venían los mastines, ves una figura humanoide con lo que adivinas son correas. Sin duda es quien ha mantenido en silencio y controlados los mastines de caza y los ha soltado al oír el cuerno. La figura parece aguardar expectante y no parece armada, solo observa desde lejos.

La figura probablemente haya huido.

 

Cargando editor
03/09/2020, 23:11
Balaudrin

Balaudrin se tomó algo de tiempo en observar aquella caligrafía. La había visto otras veces, en las misivas enviadas por el tal Wainwright para invitar viajeros y aventureros a su ciudad, o en la propaganda de los carteles de la misma. El enano confiaba en sacar algo de aquello, pero el reconocer el puño que había escrito la nota resultaba muy útil.

- Parece que tenemos a nuestro saboteador. - dijo, con satisfacción - ¿Qué os parece ese Altea Wainwright? Simpático, como todos los que se entretienen en desarbolar a traición los negocios ajenos. Y también autor de esta pequeña nota, no me cabe duda.

Con aquella información, perseguir al dueño de los sabuesos parecía menos necesario, aunque quizá sus amigos aún quisieran hacerlo. Balaudrin, por otra parte, sentía más compulsión de sentarse a reflexionar sobre el asunto.

- ¿Qué haremos? Hmmmm.

Cargando editor
03/09/2020, 23:44
Mosco “Goodfire” Murdock

Mosco paró un momento para retomar el aliento después de aquella descarga. Se sacó las puntas de las flechas tapando las heridas con unos rápidos vendajes y un poco de ese potingue verde que fabricaba Ralflinder al que llamaba ungüento de batalla. Olía a rayos, pero maldita sea, hacía lo que tenía que hacer, que era evitar que se desangrara en una batalla.

Al no oír más ruidos tras ver pasar como una exhalación a Augusta debió darse cuenta de que la batalla había terminado, pero si lo hizo le dio igual. Salió de su resguardo tras el árbol y corrió a los cadáveres pateó con saña sin importarle que todavía chisporrotearan.

- ¡Malditos bastardos! ¡Esas mierdas de flechitas duelen! ¡Tomad! ¡Tomad! ¡Así aprenderéis! – sin dejarles de darle patadas en las partes nobles.

Escupiendo se dio la vuelta.

- Vaya birría de orcos. ¿Son mini orcos? – preguntó sin pararse a ver que en realidad eran goblins. Aún estaba en el fragor de la batalla.

Vio la nota que sostenía Balaudrín.

- ¡Ja! ¡Eso es una nota de paloma! ¡Seguro que se la mandó Écedor! A ese es al que debemos patear el culo el siguiente. – escupió otra vez.

 

Con los minutos pareció calmarse mientras Balaudrin inspeccionaba la nota como si contuviera los secretos del universo.

- ¡Oye! ¡Esto son goblins de mierda! – dijo al fin cayendo en lo que era obvio para los demás desde hacía rato - ¡Putos goblins de mierda! – volvió a emprenderla a patadas con las entrepiernas de los pobres desgraciados que para su fortuna ya estaban muertos.

 

Aburrido de darle patadas a las bolitas verdes chamuscadas cogió la nota de las manos de Balaudrin sin pedir permiso. Probablemente si el enano no hubiera terminado ya su inspección se habría molestado por interrumpirle. Mientras el viejo exponía sus averiguaciones sobre la letra, Mosco leía la carta.

- ¡Ja! ¡Está claro que Écedor está en el ajo! ¿Cómo iba a saber ese alcalde de los huevos que iba a haber otro envío? ¿Eh? ¿Eh? – les dijo moviendo la nota de forma acusadora – El alcalde no podía saber que había madera preparada para un segundo envío, ni mucho menos que aceptaríamos hacer el envío. Écedor tuvo que informarle  y ¿quién mejor que un explorador para confiar los mensajes a las palomas? ¿Eh? ¿Eh? – entrechocó su puño sobre la mano abierta – Yo voto por seguir el rastro del tontonabos de los perros. Si eso falla, ir a patearle el culo a Écedor, que seguro que ya se huele que hemos descubierto el pastel y se ha largado más lejos que el vencejo. Y después de eso o si todo eso falla, que reventemos la puerta del maldito alcalde y lo saquemos a la plaza del pueblo con una somanta palos para que explique ante todos lo que se trae entre manos.

¿Qué podía salir mal en un plan tan brillante como elaborado?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Recupero 9 pv y me quedan 7 dados de recuperación.

Cargando editor
04/09/2020, 06:43
Ralflinder

Ralflinder le devolvió una sonrisa a Augusta por su comentario, uniéndose a la conversación luego de encargarse de repartir la carga del fallecido entre los demás gamos, y darle tiempo al enano a revisar la nota.

- Evidentemente no se esperaban encontrarse una bomba quarterling en el camino - observó la nota que sostenía Balaudrin entre sus grandes dedos - Esa nota no está dirigida al semielfo, eso está claro; lo que no sabemos es si él le escribió antes al alcalde o bien el viejo tuvo una muy buena corazonada - estiró su mano y posó su dedo sobre una línea específica, deslizándolo lentamente -"...basta retrasarlos hasta que lleguen los demás.", no olvidemos esto. Podemos ir a su encuentro, esperarlos y emboscarlos o viajar por otro camino, pero debemos decidir que haremos con el cargamento - se irguió nuevamente y palmeó uno de los ciervos en la cabeza y le rascó la nariz.

- Una opción es que vosotros tres sigan hasta el Haul, dejen allí dentro el cargamento y suelten a estas bestias. Mientras tanto yo aprovecharé para seguir el rastro del cazador que nos lanzó los perros antes de que el rastro se pierda - observó el sol para calcular las horas de luz que aún quedaban hasta la caida de la noche - Yo solo puedo moverme más rápido que las bestias porteadoras, cuando ya tenga información útil llamaré a Dálfor, me reuniré con vosotros probablemente antes de que termineis de descargar la madera y podremos salir a cazar a los responsables -

Cargando editor
04/09/2020, 11:29
Balaudrin

Ralflinder proponía dividirse, un plan que podía resultar peligroso si los enemigos andaban cerca. En la nota especificaba claramente que debían "retrasarles hasta que llegasen los demás".

- Hmmmm... - el enano se mesó la barba cana - Creo que pronto tendremos compañía de nuevo. - era imposible saber cuando sucedería aquello - Rastrea si quieres al hombre-perro, amigo Ralflinder, pero no te demores demasiado.

Balaudrin se acercó a su libélula, susurrando unas palabras en lengua arcana, mientras las runas que esta tenía grabadas en el lomo brillaban brevemente. Luego, la criaturilla arcana comenzó a zumbar alrededor de Ralflinder.

- Ve con él y tráenos noticias si hay problemas. Si una puerta estorba su paso, ábrela.*

El enano no prestó mucha atención al acceso de ira de Mosco. El quarterling los sufría con frecuencia, pero no era culpa suya del todo: como cualquier hechicero, la magia fluía descontrolada por su interior. Eso le hacía susceptible a sufrir arrebatos como aquel, en especial tras haber sido herido, aunque no fuese de mucha gravedad. El enano se limitó a murmurar un hechiceros, suspirando con resignación mientras su mente analítica estudiaba el siguiente paso a tomar.

- Si el plan de nuestros enemigos era rezagarnos, eso quiere decir que hay otros en camino. El poder Mosco ha hecho un ruido que podría seguir un sordo, y el aroma a trasgo calcinado no será fácil de esconder.

Dio la vuelta con el pie al cadáver aún humeante del semiorco, empujándolo ligeramente hacia la pendiente. Hizo otra larga pausa antes de continuar desgranando su plan.

- Nuestros enemigos encontrarán este lugar más pronto que tarde. Quizá podamos ayudarles a hacerlo. Si creen que hemos huído a toda prisa, querrán darnos caza. Sobre todo si piensan que hemos descubierto a su patrón. - señaló la ruta en dirección al Haul - Podemos tenderles una emboscada más adelante. Esta vez sabemos por donde vendrán... será un hermoso espectáculo.

Balaudrin esbozó una sonrisa que, vista desde fuera, podría recordar a la de un abuelo que ve a un nieto. Pero sus amigos sabían que aquella era la sonrisa del ingeniero que diseña en su mente una macabra y letal red de trampas.

Notas de juego

* Quiero usar el rasgo Cantrip Channel de mi familiar para guardar un hechizo "Toc, toc", de modo que este lo lance si Ralflinder se topa con algún obstáculo de este tipo en su rastreo. Probablemente no sirva de nada, pero más vale ir prevenidos.

Por lo demás, mi sugerencia es avanzar en dirección al Haul, dejando un rastro que haga parecer que hemos huído a toda prisa (podemos símplemente correr). Un poco más adelante, en algún punto en el que no sea evidente, podemos preparar nuestra emboscada.

Mi PJ hace un poco oídos sordos al rant de Mosco, asumiendo que antes o después se le pasará. Si el quarterling insiste en ir hacia Écedor, pues ya veremos xD.

Cargando editor
04/09/2020, 21:28
Augusta

El alcalde tiene dos orejas para escuchar y una lengua para hablar, respondió Augusta a Mosco. La parte del grupo en el asunto podía haberla deducido, o sospechado. Eso no era óbice para considerar a Écedor como un posible cómplice, pero encontrándose el semielfo a tres jornadas de marcha, de farragosa marcha, que tendrían que desandar para volver a recorrer, dejarle en paz por el momento era el curso de acción más atractivo para la mujer.

El Haul no quedaba ya lejos. Si no se demoraban mucho más, llegarían largo tiempo antes de que acabara el día.

Emboscarles es lo más seguro. Si les bastaba con retrasarnos, no pueden tardar mucho más en encontrarse con nosotros; tenemos que ser raudos. Por esta vez, contaban con la ventaja de la oportunidad. Aunque seguían desconociendo cuántos eran los refuerzos, y si estaban mejor equipados y entrenados que los que acababan de despachar. Ese Hugo conocerá la zona mejor que tú, dijo a Ralflinder, pero si no se te escapa, bien nos estará, porque no tenemos ni idea qué se nos viene encima.

Me preocupa que el alcalde esté esperando noticias de esos, dijo, señalando los cadáveres, y al no recibirlas, sospeche y nos prepare un recibimiento complicado.

Cargando editor
04/09/2020, 22:11
Mosco “Goodfire” Murdock

Tras un rato de patadas en las entrepiernas Mosco se fue calmando.

- Bien, hagámoslo. Todo. – sacudiéndose las manos – Mientras nosotros preparamos la emboscada aquí, cargamos la madera en el Haul y dejamos un rastro visible desde el cielo… - ¿estaría pensando en quemar una parte del bosque? Conociéndole era posible… quizás hasta probable – que Ralfinder siga a ese perrero. Si averigua dónde se esconde podremos decidir si sentarnos a esperar pacientemente para ejecutar la emboscada o ir a patear ese culo verde de goblinoide

- Además, tengo que ver si ese cuervo perezoso de Niguh se ha despertado ya.

Cargando editor
05/09/2020, 08:39
Ralflinder

Ralflinder asintió ante el visto bueno de Augusta y Balaudrin - Tendré cuidado, creo que ya estoy empezando a entenderme con Bosque Dragón - terminó de colocarse el ungüento de batalla en el brazo herido y saludó con un movimiento de la mano al cuervo que llegaba por fin, rezagado como siempre.

- Volveré pronto al Haul - susurró mientras las sombras proyectadas por su amplia capucha tapaban su rostro.

El montaraz había podido observar exactamente desde dónde observaba el cazador y amo de aquellos perros, lo cual hacía que los primeros pasos fuesen muy fáciles de tomar. Sabía el tamaño del humanoide, por lo que no dependía únicamente de sus huellas en la hojarazca, también podía ver marcas sutiles en ramas más altas de las que podría mover una jauria en movimiento o muchas otras bestias. Y sus suposiciones eran correctas, aunque todavía estaba asimilando los colores, sonidos y aromas de aquellas tierras, recordaba aquello que decían algunos druidas errantes "Todos los bosques son EL bosque" y por momentos podía sentirlo. En algún lugar, escondido incluso al ojo más avisor, un sendero de alguna época lejana podría llevarlo de allí a Bosqueprofundo sin dejar la sombra de terciopelo que le acariciaba la piel bajo la copa de esos árboles. Lo halló en poco tiempo, ninguno de los dos hacía ruido al andar, pero el lugareño no sabía que su misión había fracasado tan rotundamente y que una sombra sutil estaba tras sus pasos.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Localizar al paisano: Sab + Rastreador + Nivel = 27 (éxito)
Seguirlo sin ser visto: Des + Centinela de Bosqueprofundo + Nivel = 26 (éxito)

Gasto una recuperación por el descanso breve: estoy a tope.

Cargando editor
06/09/2020, 15:47
Bosque Dragón

El tal Hugo, un humano de mediana edad, avanzó sin hacer ruido hasta que puso varias leguas de por medio entre él y el lugar del combate. Miró una última vez a su alrededor escrutando entre los árboles y cuando se convención de que nadie le seguía, prosiguió a la carrera.

Se había desecho de las correas y cualquier otra cosa que pudiera estorbarle y avanzaba veloz como montañés experimentado. Avanzó durante horas sin detenerse, cualquiera hubiese sucumbido ante su ritmo vivo a través de la maleza, pero no Ralfinder. Hizo un descanso junto a un arrollo para beber y comer unas raciones y luego siguió avanzando.

Al atardecer del segundo día llegó a un claro y allí esperó. No transcurrieron más de dos horas cuando apareció Althea Wainwright solo y con ropas de viaje. Traía con él un báculo con una gran joya en su extremo. Era una joya oscura y opaca, pero Ralfinder sabía muy bien que no era un báculo cualquiera. Lo identificó como una baliza orca. Lo que para él era un pedrusco anodino, para los orcos era un faro brillante que podían percibir desde al menos 10 leguas de distancia. Cualquier orco en las inmediaciones percibiría la llamada.

Althea y Hugo se quedaron durante otras dos horas en el claro hablando agitados. Entonces aparecieron por el oeste cuatro guerreros de semiorcos y no menos de treinta goblins con garrotes y arcos. Semiorcos y goblins como aquellos contra los que habían combatido. Sin embargo ellos no eran orcos, Ralfinder sabía con seguridad que los recién llegados no percibían la señal de la baliza orca y por lo tanto no era a ellos a quien iba dirigida.

Tan pronto como llegaron semiorcos y goblins, todos se pusieron en movimiento en dirección al lugar donde había tenido lugar el combate.

Cargando editor
08/09/2020, 06:52
Ralflinder

Ralflinder ya había visto todo lo que necesitaba ver, contaba con la seguridad de que esta primera ola de ataque trataría de ser la punta de lanza de algo muchísimo peor que le seguiría.

Sabía que a aquella distancia no podría dar con su amigo Dálfor a tiempo, por lo que tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas y lanzarse a la carrera para dar aviso a sus compañeros de lo que se avecinaba. A pesar de lo apresurada de la situación, tenía muy claro que les habían dado tiempo suficiente para que se preparasen.

Quizá en otro momento, mejor descansado y por caminos más conocidos, les hubiese sacado mucha más ventaja, sin embargo logró llegar a la carrera, jadeando, con los enemigos pisándole los talones.

Detrás de él, avanzaba la figura de un oso negro razgando la espesura, apoyado por la primera línea de arqueros trasgos.
Althea no había estado ocioso y había encantado al mismo oso que se había llevado uno de los ciervos varios días atrás, utilizándolo para dar ventaja al primer asalto de sus fuerzas.

El elfo llegó aspirando una gran bocanada de aire y deteniéndose a metros del haul; no se esperaba que lo que seguiria...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Sigue nuestro enano barbicano favorito.

Cargando editor
08/09/2020, 21:58
Balaudrin
Sólo para el director

Muchas millas atrás, Balaudrin trabajaba desde hacía rato en un afanoso y complejo mecanismo. El enano solía cargar consigo una pesada mochila llena de artilugios y piedras rúnicas, pero eso no le impedía llevar, además, una pequeña bolsa de la que podían salir muchas más cosas de las que cabían en la ya abarrotada mochila. Fue esta última la que abrió, sacando de su interior una larga y fina cadena metálica que comenzó a disponer en el entorno, rodeando con ella los árboles cercanos para crear un perímetro. La cadena era casi imperceptible, y quedó a ras de suelo tras ser dispuesta. Entonces el enano comenzó a preparar un dispositivo que enganchó a ambos extremos. Era una pieza metálica de forma cúbica, en cuyo interior había numerosos engranajes, y cuya superficie estaba cubierta de runas y glifos. El enano se pasó un rato fijando la pieza al suelo, y luego comenzó una lenta letanía arcana, al tiempo que espolvoreaba una suerte de arenisca plateada por encima de la cadena, moviéndose de un lado para otro como estando en trance. Aquel proceso le llevó un largo rato, y concluyó con una palabra de poder, y un violento rayo saliendo de sus dedos y golpeando contra el cubilete de metal, que pareció absorberlo por completo. El engaño se cerró con un más rudimentario cubrir de hojas todo el invento, para que quienes llegaran no tuviesen mucha ocasión de verlo, aún siendo improbable que lo hicieran.

Tras el ritual, Balaudrin estaba cansado, pero aún no satisfecho del todo. Echando mano de su saquito una vez más, extrajo de él un par de cepos metálicos con boca aserrada, que abrió y colocó en su retaguardia, previendo la posibilidad de retirarse.

- Ojo con esos. - les dijo a sus compañeros.

Después, temiendo que quizá Ralflinder no sabría de aquellas trampas, se concentró, tomando una runa que arrojó al viento con una palabra de poder, mientras enviaba un mensaje al elfo, haciéndole saber todas y cada una de las trampas que había dispuesto en el perímetro escogido por la emboscada.

- Y ahora a esperar.

Notas de juego

Dejo la narración de los preparativos. Mi PJ agota su Relámpago (en forma ritual) y su Utility Spell de nivel 2 para preparar todo el proceso y advertir al elfo.

Cedo el testigo a Mosco.

Cargando editor
08/09/2020, 22:11
Director
Sólo para el director

Notas de juego

Esta parte es narrativa, no gasta slots. Puedes narrar el uso de hechizos sin gastar slots.. Cada personaje resuelve de forma narrativa y heroica el desafío planteado por el anterior y plantea un nuevo peligro. 

Al final os habréis cargado narrativamente a los 4 semiorcos y 30 y pico goblins... y al oso que acaba de añadir Ralfinder. 

Relee los últimos mensajes. 

Cargando editor
11/09/2020, 00:16
Mosco “Goodfire” Murdock

Esos malditos goblins venían con arcos y flechas para acosarnos desde lejos, pero la única de nosotros que realmente necesitaba llegar cerca de ellos para cortarles la cabeza era Augusta, los demás teníamos nuestros trucos para achicharrarles el culo desde lejos, como mi rayo caótico que hoy había decidido achicharrarles el culo congelándoselo, probablemente solo para llevarme la contraria y evitar que pudiera usarlo para incendiar las trampas que había preparado.

En la Haul destilaba mi propio alcohol, lo que era mucho más práctico que estar comprándolo cuando podíamos pasarnos semanas en el camino a paso de tortuga de un pueblo hasta el siguiente. Lo que no conseguía era que siempre me quedara alcohol realmente bebible, pero el que salía demasiado cargado incluso para mi constitución lo guardaba en unos botes especiales para ocasiones muy especiales, como cuando había que limpiar el óxido de algo realmente oxidado o montar una fiesta sorpresa como hoy.

Había escondido varios botes en lo alto de las ramas en un perímetro alrededor de la Haul y otros tantos en el suelo disimulados entre montones de hojarasca, pero con rayos de hielo no iba a poder prenderles fuego. Maldita fuera mi suerte.

 

Cuando la maldecía noté algo en mi interior, en mi sangre, algo que cambiaba. Lo sabía reconocer, era el legado de mis ancestros elfos cambiando. Esta vez no manifestaba la crueldad de los elfos oscuros… sino la magia innata de los altos elfos. Sin pensarlo me teletransporté detrás de un árbol cerca de la primera docena de goblins que no dejaban de dispararnos sus pinchitos. Desde aquí si podía lanzar mis rayos abrasantes para explotar los botes encima suya haciéndoles llover un infierno de fuego encima o haciéndole que le explotara desde debajo.

En el último segundo vi moverse al maldito piel verde que casi me arranca la cabeza con una espada aserrada que acabó clavándose en el árbol. Esos cabrones eran realmente buenos camuflándose. No lo había visto y lo que era peor no había visto al oso negro que llegaba detrás de él.

Mantuve la sangre fría y acumulé las llamas a mí alrededor mientras esquivaba sus ataques. El humo de la hojarasca chamuscada me hacía un blanco mucho más difícil para los goblins que ahora no podían ver con el humo negro que nos rodeaba.

Estaba encima de mí los dos para rebanarme, así como el oso, cuando abrí la boca exhalando el fuego contenido de los dragones de antaño quemando su armadura que se fundió con su piel que burbujeaba quemándose bajo la llama y su grito de horror al ser calcinado vivo.

El oso se revolvía en el suelo por instinto para apagar las llamas pero distaba mucho de estar muerto. Ese malnacido seguía vivo, pero dándome el tiempo suficiente para esconderme detrás de otro árbol acumulando los rayos. Era un cabrón enorme y duro de matar y aún quedaban en pie más de media docena de goblins…

Liberé el rayo que saltó por al oso y tres goblins, pero que además acertó en uno de los botes de alcohol especial Mosco que inició una reacción en cadena con otros botes achicharrando a los demás goblins que quedaban.

 

Entonces entre el humo negro aparecieron saltando sobre mi cabeza una docena de goblins montados en huargos disparando desde sus espaldas como si se trataran de sus monturas…

Cargando editor
11/09/2020, 23:10
Augusta

Augusta se había entretenido, durante la espera, con labores de empaquetamiento. Sentada en la azotea, con una pierna doblada y la otra extendida, el pie descalzo apoyado en un cojín recio, tenía varios cuencos de cerámica frente a sí, apilados. Dos largas velas, cuyas mechas había empapado con aceite de lámpara, ardían y chisporroteaban más adelante. A su derecha, junto a su cadera, varios de sus saquillos de pólvora, una caja de madera llena de clavos de herradura y una herramienta semejante a un sacacorchos.

Unía dos cuencos, sujetándolos con fuerza en una de sus manazas, tomaba con la otra una de las velas y la inclinaba suavemente, de forma que la cera derretida caía sobre la hendidura entre los cuencos. Poco a poco, conforme la cera se iba secando, hacía girar los cuencos entre sus dedos y seguía vertiendo la cera hasta que las dos piezas estaban unidas con la firmeza que necesitaba. Después, usaba la herramienta para perforar uno de los cuencos, y cuando el agujero era lo bastante grande, introducía en el interior, uno a uno, un puñado de clavos.

Ayudándose con una hoja de papel plegada en forma de cono, iba vaciando la pólvora de uno de los saquillos dentro de la esfera formada por los dos cuencos. Un par de veces se detenía, apartaba el embudo improvisado y el saquillo, y mecía con cuidado la esfera, mezclando la pólvora con los clavos. Mientras manipulaba la pólvora, tenía la pipa entre los dientes, y aspiraba con fuerza el humo picante.

Al terminar, recogía del suelo la cera, todavía blanda, que resbalaba por el cuerpo de los cirios, la moldeaba hasta formar una pelota alrededor de un pedazo de cordel trenzado, y taponaba con ella el agujero. Mientras se endurecía, apretaba el tapón de cera con la yema del pulgar hasta asegurarse de que el sellado era firme y uniforme.

Estaba preparando la tercera cuando escuchó el bramido del oso. Levantó la vista de su regazo y vio, a lo lejos, a Ralflinder corriendo y, tras él, al animal y los pieles verdes que lo seguían. Se enfundó rápidamente las botas y los guanteletes, agarró el arnés con el arcabuz y cogió el hacha. Con las dos esferas botando en su faltriquera, bajó las escaleras del Haul corriendo y superó la barandilla de un salto.

Cuando los jinetes de huargos hicieron aparición, Augusta encendió la mecha con la brasa de su pipa y, casi en el mismo movimiento, lanzó la esfera con fuerza hacia la masa de lobos y trasgos. La granada estalló en medio del grupo, bajo los pies de uno de los desgraciados animales, que junto con su jinete, voló en pedazos. Varios más murieron carbonizados, y aun algunos más cayeron al suelo, muertos o malheridos, acribillados por los clavos que habían salido volando en todas direcciones.

Tres de los jinetes y sus huargos habían sobrevivido a la explosión. La figura de Augusta emergió de entre el humo. La luz del ocaso arrancaba destellos sanguíneos de su armadura, y las sombras bailaban una danza siniestra en su máscara. Al verla aparecer, uno de los lobos gimió, rodó sobre sí mismo y, dejando a su jinete atrás con una pierna rota, se perdió en la espesura. El segundo jinete tiró el arco y se abalanzó sobre ella con una lanza. La mujer le aplastó los órganos del torzo de un hachazo mientras los dientes del huargo se hacían añicos al morder uno de los guanteletes de acero. El último de los jinetes hundió las garras con fuerza en el pellejo de su lobo, haciendo que la bestia diera media vuelta de un brinco, y la hizo correr tras el huargo huido. La bestia que se había destrozado la dentadura gruñó una vez más antes de seguir a las otras dos.

Arriba, dijo, agarrando a Mosco de una axila y poniéndolo en pie.

Notas de juego

Turno de Ralflinder. Quedan 2 semiorcos y 8 goblins, que sepamos.

Cargando editor
12/09/2020, 03:55
Ralflinder

Cómo era usual, Ralflinder tenia que navegar entre hordas enemigas y explosiones, las segundas casi siempre causadas por sus aliados. Si no estaban escuchando la constante e incesante cháchara del quarterling, tenian que aguantar el zumbido de ráfagas de energía inestable y descargas arcanas que liberaban tanto frío cómo fuego o incluso cosas aún más extrañas. Todo ensordecedor, sobre todo sumado al amor a la pólvora que caracterizaba a augusta. Solo faltaba esperar que el buen Balaudrin mostrase sus últimos estudios y experimentos. Podía ser molesto, quizá, pero tambien era práctico en extremo. Las bombas lanzando tierra, cascotes y astillas, el humo cubriendo el aire, los espectáculos luminosos, todo ello daba la cobertura perfecta para que lo único no obvio en la batalla fuese el elfo.

La última línea llegaba con su atención centrada en evadir las trampas y cazar a los responsables del destructivo estruendo. No prestaron atención al arquero entre los matorrales. El arco chaqueó dos veces, clavándose en el pecho de uno de los semiorcos. La criatura gritó de dolor y furia, señalando con su espada serrada la dirección desde la figura gris los acechaba. No cayó, pues su armadura era gruesa, pero se detuvo un momento intentando recuperar su aliento mientras brotaba sangre.
Los trasgos se lanzaron a la carrera, aullando y blandiendo sus armas, con los ojos desbordando de odio. La figura que seguian se hundió en los matorrales, en esa zona la luz era mas tenue, las copas de los árboles se cerraban como un dosel y los matorrales eran espesos; todo eso provocaba que fuese extremadamente difícil percibir que iban directo hacia una pequeña ciénaga entre los troncos de varios árboles viejos.
El primer trasgo saltó sobre una nudosa raíz y cayó de bruces en el agua estancada, hundiéndose y convirtiendo su alarido en un burbujeo salvaje, el siguiente tropezó al intentar detenerse y se estalló de cara contra una roca que sobresalia al costado. Cómo una panda de cabras descarriadas, tres más que seguian detrás arrollaron a su compañero y detuvieron su carrera en el lodo. Las pesadas botas comenzaron a hundirse, pues era un suelo demasiado blando, las aguas se agitaban, el primero en caer jamás volvió a salir.

Mientras maldecian y gritaban en su lengua, los últimos trasgos en llegar se ordenaban y se abrian camino a machetazos - ¡Allí está, disparen! - ordenaba en común uno de los semiorcos a tiempo que preparaba su arco. Antes de que pudiesen siquiera tomar una de sus flechas, una rama encima de sus cabezas crujió de un flechazo y comenzó a quebrarse lentamente. Entre las hojas y el follaje, se alojaban unas substancias opacas que fácilmente podían confundirse con masivos nidos de aves o quizá de algún tipo de insecto, sin embargo eran algo que divertia mucho más a Ralflinder. Comenzaron a caer en trozos del tamaño de pequeñas hogazas de pan, cuando esos bultos grisáceos tocaban el piso o alguna de las criaturas, se desarmaba en cientos de arañitas. El primero en recibirlos gritó de horror y dolor, pues eran pequeñas, rápidas y ponzoñosas; cuando losde más alzaron la vista, las recibieron en la cara, los brazos. Las miles de patitas se movían sin descanso, las bocas mordían, mordían, la piel gris se ulceraba e inflamaba. Desbandada, el orden se desvanecía, los trasgos intentaban lanzarse al agua para remediar ese ardor y esperar que el barro estancado se llevase las horripilantes arañas que todo lo cubrian. Empujaron a sus compañeros que estaban casi por salir del barro, forcejeando y hundiendo unos a otros en las oscuras y profundas aguas.

Quién había dado la orden retrocedió unos pasos y disparó él mismo a la figura del elfo entre las ramas, pero cuando su proyectíl por fin alacanzó el blanco, el elfo ya no estaba allí.
- ¡Abran paso! - gruñó una figura mucho más grande que venia detrás, con un yelmo monstruoso que cubria sus rostro y una enorme hacha en sus manos. El semiorco era realmente corpulento y avanzó ignorando el desatre que estaban haciendo sus subordinados trasgos. No queria dejarle a ese mequetrefe mantener la ventaja de la distancia con ellos, ya había visto lo profundas que eran las aguas allí, por lo que esquivó el barro y avanzó porlas enormes raíces de la izquierda.
Luego de avanzar unos cuantos metros, junto a un enorme y anciano sauce, la figura oscura de Ralflinder lo esperaba y lo recibió lanzando un silbido. El guerrero levantó el hacha y avanzó con cautela con la intención de partir al medio al elfo.
Entre las raices de tal antiguo ejemplar, dormía una anaconda, era de una especie que Ralflinder ya conocía de sus tierras, y ese silbido imitaba un tipo de gran ave de pantano que era un manjar muy preciado por aquellos ofidios. La serpiente ya se había despertado, y así, hambrienta, se deslizó suavemente y se enroscó en la bota izquierda del semiorco. Alarmado, elevó su hacha con la intención de descargarla sobre el animal, acto que Ralf aprovechó para darle una rápida estocada con su cuchillo bajo el brazo derecho, pues allí su armadura era escasa, y retroceder nuevamente con movimientos felinos.
El guerrero gritó y revoleó el hacha en dirección al elfo, que ya estaba fuera de su alcance, dándole tiempo a la serpiente a trepar hasta su torso - Aghhh - escupió con enojo y frustración, mientras sacaba un puñal para enfrentar a su cazador que ya le envolvía el brazo. Sabía que todo estaba por decidirse en ese momento, mientras que su compañero ya comenzaba a dispararle al elfo nuevamente.

Ralflinder se movia cuidadosamente luego de apuñalar a su enemigo, sabia que otros lo estaban cazando al mismo tiempo, y estaba usando al pobre diablo que forcejeaba con la anaconda como cobertura. Avanzó hacia la izquierda, esquivando un flechazo y le devolvió uno igual en el muslo, luego se mantuvo inmóvil, con los ojos centrados en las manos de su oponente, y en el momento exacto saltó hacia el costado, engañandolo y haciendo que dispare sobre su compañero. El dardo le dio en el pecho, haciendo que lance un grito ahogado y dándole la oportunidad al ofidio de terminar de enredarle el brazo izquierdo e ir por el cuello. En ese preciso instante, el montaraz le lanzó una potente patada frontal, haciendo que caigan ambos contrincantes, cazador y presa, a las frías y profundas aguas; para seguir en mismo movimiento, grácil y veloz, con dos disparos más que le atravesaron el abdomen y el cuello al arquero, el cual vomitó sangre y cayó arrodillado en el lugar, dejando salir un suave soplido antes de desvancerse.

El único enemigo en pie, que pudo observar todo aquello, seguía desangrándose, por lo que huyó con todas sus fuerzas a campo traviesa, quizá viviria para ver otra batalla, si Bosque Dragón era piadoso con él.

Cargando editor
16/09/2020, 14:21
Orcos Berserkers

Cuando la humareda se comenzó a disipar, la silueta de Althea Wainwright se dibujó entre los jirones neblinosos. 

Avanzaba incrédulo. Ni siquiera estaba furioso pues la sorpresa era tal que no dejaba espacio para ninguna otra emoción. ¿Dónde estaban sus curtidos mercenarios semiorcos?¿Dónde estaban su arrojados goblins?¿Qué había sido de su arma sorpresa, los huargos?

Se encogía de hombros sin poder explicarlo.

Cuando estaba a 20 metros de la Haul os señaló con el dedo. ¡¡¿¿Vosotros??!! Lo habéis echado todo a perder. La explotación de madera de fresno dorado iba a ser mía y el estúpido de Chakta Ren incluso me daría las gracias por prestarle algo de dinero para volver a Puertoscuro a reiniciar su negocio. Nunca sospecharía de mí. Ahora tendré que irme de la ciudad que tanto esfuerzo me ha costado levantar.

Ahora la sorpresa dejaba paso a la furia y a la ira. - Vosotros. Hoy me toca huir, pero volveremos a vernos...

Pero entonces unas sombras recorrieron la esplanada. Eran sombras producidas por criaturas voladoras, unas sombras enormes. Y Althea volvió a sonreír. - Oh puede que aún estemos a tiempo. Parece que el caudillo de los Yermos del Sur ha oído mi llamada. 

Las sombras volvieron a tapar el sol y ahora os fijasteis mejor en lo que lo producía. Eran reptiles alados gigantescos con alas membranosas y picos dentados de un metro de longitud. Emitieron un sonido a mitad de camino entre el graznido de un cuervo y el rugido de un gran reptil.

Tenían una envergadura de al menos 10 metros y agarradas con sus patas agarraban una pesada figura humanoide cada uno. En turnos descendieron hasta unos metros sobre la esplanada y dejaron caer las figuras que portaban. 

Estos humanoide impactaron de un modo rudo contra el suelo haciéndolo temblar. Tras el impacto se irguieron. Eran humanoides de rasgos toscos y brutales, superaban los dos metros de estatura y tenían una piel gruesa y rugosa de un tono del color de las piedras con un tono verdoso. Eran orcos, eran auténticos orcos. Enormes, feroces, brutales.

Althea levantó su báculo y os señaló. Los orcos parecieron entender.

Os miraron con sus ojos pequeños y agarraron grandes troncos para usar a modo de garrotes. Troncos que vosotros no podríais ni levantar y que ellos movían vigorosamente empeñados en usarlos para quebraro todos los huesos.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Se os echan encima 5 bersekers orcos. (Tenéis las estadísticas en el manual)

Tirad iniciativa grupal. Uno solo de vosotros que tire iniciativa (sin ayudas ni nada).

Iniciativa Orcos: 21