Partida Rol por web

Borzos avanzó mientras sacaba una enorme hacha que sujetó con ambas manos. Con una pequeña carrera, el bárbaro se abalanzó sobre uno de los kobolds que estaba en un flanco. Borzos llevaba la gran hacha retrasada, asida con ambas manos a la altura de la cadera y, cuando liberó el golpe hacia delante, un horrible silbido llenó el aire y un sonido a huesos y carne desgarrados llenó el aire.

El enorme hacha de Borzos, silvó imponente asestando un fuerte golpe que repasó al humanoide reptiliano de abajo arriba. A la criatura no le dió tiempo a ser consciente de que su pecho había sido abierto en dos. Segundos después, caía insconsciente con un sonido seco producido por su cráneo al golpear el suelo.

Al ver caer a sus aliados, decide cargar la honda en dos ocasiones contra Borzos sin moverse del sitio durante sus acciones. El miedo y el pánico producido por la presencia de los enanos le impide acertar sus dos disparos, impactando en posiciones anteriores a las que se encontraba Borzos mientras corría en dirección a su compañero.

- ¡ Yigarruh ifkag mu ! Seg ritu meh - grita tras fallar.

Al escuchar al kobold hablar percibes perfectamente cuales son sus intenciones.

- ¡ Dispara al animal de cuernos ! Ganaremos tiempo - le dice a su compañero intentando entablar una estrategia bastante desesperada con la intención de generar caos.

Comienza a cargar la honda. El primer tiro falla, de repente véis como el objetivo cambia, parece que intentan algo y la toma con Rim. No pierde el tiempo e inicia un segundo tiro que golpea al animal en el hocico. El sonido a hueso partido se hace patente y la cabra gigante empieza a sangrar por la nariz. Al ver que ha conseguido lo que deseaba, esgrime lo que parece un intento de sonrisa, que parece más un jadeo propio de un perro cuando tiene sed.

Rim comienza a cabecear de un lado a otro por culpa del golpe. El animal está domesticado y está acostumbrado a tratar con enanos, pero no está acostumbrado en absoluto a que le golpeen. En ese instante se levanta sobre dos patas y comienza a hacer fuerza con la intención de soltarse o si hiciera falta llevarse el carro consigo.

¡Malditos engendros de las cavernas!... Tened cuidado, están intentando ganar tiempo, puede que estén esperando refuerzos, intentan retrasarnos, es una maldita emboscada- grito a mis compañeros -acabad con ellos-. Mientras guardo las hachas que tenía en las manos y cojo las riendas de Rim, al mismo tiempo que me cuelgo de su cuello justo delante de sus ojos para cubrirla con mi espalada por si vuelven a apedrearla, intentando sujetarla con todas mis fuerzas y evitar que arrastre el carro con su arranque de pánico.

Toril se aferra con fuerza a Rim, quien intenta forcejear con él. El duro y pesado explorador es capaz de inmovilizar al enorme animal quien apenas es capaz de levantar su dura cabeza unos palmos del suelo. Resopla con fuerza, y se sacude con fiereza pero es inutil. Rim queda inmovilizada.

En un último intento Rim intenta cocear de una manera bastante pobre. Como puede mueve la cabeza de un lado a otro para intentar zafarse del enano. El cansancio empieza a apoderarse del animal.

Mantengo los brazos alrededor del cuello de la cabra, parece que está cediendo y doblegandose ante la fuerza del enano, pero no está siendo nada fácil.

Bueno, había ocurrido, Kroggar acababa de cobrarse su primera vida y no le había temblado la mano. Estaba claro que era un auténtico hijo de Moradin y el mayor servidor de Clangeddin Bargenta. Pero no pudo saborear esa pequeña victoria, puesto que los trasgos atacaron a la cabra. El clérigo sintió como la furia se apoderaba de él. ¡Esos bastardos habían atacado a Nim! ¿Acaso se creían que se trataba de un vulgar y apestoso caballo? ¡Nadie dañaba a una noble montura enana!

—¡VAIS A LAMENTAR LO QUE HABÉIS HECHO!

Kroggar corrió hacia el kobold y con la potencia de sus robustas piernas enanas capaz de aguantar su abultada barriga se subió a la roca en la que se encontraba la apestosa criatura para atacarla con toda sus fuerzas y darle el hachazo de su vida (o de su muerte)

Uno sonido seco y un salpicón de sangre acompañó al grito de guerra de Kroggar. Lo que siguió fue un cuerpo inerte rodando hacia abajo de la roca mientras la cabeza salía volando en dirección contraria producto del tremendo hachazo propinado al enemigo. En este instante el combate estaba prácticamente ganado, pero no serían los kobolds los que se retirarían.

Borzos escupió al suelo, dió un paso y atacó con su gran hacha, golpeando al siguiente kobold en las costillas, destrozando su caja torácica y sus pulmones y proyectándolo dos metros por el aire.

En pocos instantes, apenas puede reaccionar para darse cuenta de que todos sus compañeros han caído en combate. Vuelve en sí agitando la cabeza para posteriormente emitir un extraño sonido sibilino. Casi por instinto al ver que sus salidas están cercadas por Brozos y Kroggar apuesta por un último ataque a la desesperada. Se lanza contra Kroggar a quien asesta una puñalada bien acertada en su hombro derecho, entre los huecos de su armadura.

Tras asestar el golpe, saca rápidamente la daga y enseñando sus dientes realiza un gesto animal, similar al que realizaría una serpiente en una posición de ataque. Sus pupilas se contraen y deja ver su fina lengua similar a la de un pájaro.

Parece que aún quedaría algo de carne de Kobold para su hacha, pero no quería alejarse de la cabra por si volvía a ponerse nerviosa, a fin y al cabo, solo tenían una misión y era llevar ese carromato a su destino con su cargamento a salvo. Así que desde dónde estaba se dio la vuelta y soltó su brazo lanzando su hacha de mano que giro y giro en el aire hasta impactar directa en el pecho de la alimaña, suficiente para acabar con la poca vida que le quedaba.  Suspiró aliviado, y de nuevo volvió a sujetar a Rim, con más suavidad esta vez, repitiéndole con voz tranquila en su lengua enana -ya está preciosa ya está, no tienes de preocuparte, ya pasó todo...- y después, mirando hacia sus compañeros - Kroggar, puedes acercarme esa hacha no quiero soltar a nuestra vieja cabra, esos bastardos le han dado un buen susto.

No estoy seguro de si solo querían entretenernos porque éramos demasiados para ellos, pero les he entendido que querían retenernos, por eso la han atacado. Puede que haya más de ellos por aquí. Antes de marcharnos cuando esté seguro de que Rim está calmada o podáis sujetarla alguno echaré un vistazo al terreno. Algo traman fuera de sus cavernas y a plena luz del día. No están solos.

El hacha de Toril provocó que el enemigo saliera volando por los aires con el arma incrustada en el pecho. No reaccionó tras el impacto...
La refriega había terminado, y sólo quedaba en pie el pequeño escuadrón enano quien quedó un par de segundos en silencio tras el abatimiento del último enemigo. Para algunos de vosotros había sido vuestro primer combate real, y empezabais a paladear la sensación y el sabor de boca que dejaba tras haber obtenido la victoria a costa de vidas ajenas.

El silencio fue roto por el sonido de un trueno, y el balido de Rim, quien ya se encontraba del todo calmada. Empezó a llover, y el sonido del agua cayendo convirtió en la nueva banda sonora de fondo. El viaje debía continuar, pero aquel encuentro podría anunciar la venida de algo más grande.

Antes de seguir adelante echo un vistazo detenidamente para intentar averiguar que estaban haciendo exactamente los Kobold y si hay huellas que indiquen más movimiento en los alrededores.

¿queréis repartir esas monedas, 8 por barba?, o dejamos que el buen clérigo y ahora asesino de Kobolds nos haga de tesorero, jajaja- Todo había acabado como debía y Toril estaba de buen humor.

Pero parece que la lluvia hace inutil cualquier intento de exploración, será mejor seguir adelante y llegar al puesto antes de que nos alcance la tormenta.

Pese a la cuchillada en el hombro, Kroggar estaba contento. No sólo habían derrotado al enemigo, habían arrasado con él. Con su brazo bueno, el enano arrancó el hacha que Toril había lanzado para entregársela a su compañero. Despues se llevó la mano a la herida, que empezaba a dolerle. Esperaría a la noche antes de curarla, para asegurarse de que no necesitaría los dones de Bargenta y sentir que los había malgastado.

Entonces llegó el turno y el rayo y el enano resopló visiblemente molesto.

—Lluvia—dijo como el que olía a mierda—. Esto es lo que nos pasa porr viajarr porr la superrficie. Haced lo que querráis con el orro. Pongámonos en marcha.

Borzos se encogió de hombros y repartió el oro entre tres, se metió su parte en la bolsa y le dió la suya a Kroggar.

-Déjate de numeritos. No quiero historias, partes iguales. Me pregunto qué demonios harían esas cosas por aqui afuera. Mejor sigamos nuestro camino. Quiero acabar con esto cuanto antes.

Finalmente se reagruparon. Juntos de nuevo, reforzasteis las riendas de Rim y os dirigisteis a vuestro objetivo. Un par de horas más de camino a buen ritmo bastante molestas debido a la lluvia hicieron que el paisaje cambiara paulatinamente a vuestro alrededor. Lo que en un principio era principalmente montaña poco a poco empezaba a convertirse en terreno llano y rocoso que estaba adornado por picos a ambos lados de la carretera.

El sol caía y empezaba a anochecer, y de pronto lo visteis. En el horizonte, en uno de los picos cercanos a vuestra posición se alzaba la avanzadilla. Se trataba de una extraña y poco común construcción enana, una torre incrustada en la misma roca, de poca altura y bastante robusta. Era fácilmente diferenciable de cualquier otro tipo de construcción humana o élfica que pudiera si quiera parecérsele. Estaba claro a vuestros expertos ojos, que se trata de una torre cuya finalidad no era perdurar en el tiempo, pese a la robustez que presentaba, si no ser fácilmente construible y servir como punto de vigilancia y posible punto de apoyo para futuras expansiones.

Para poder subir, debíais ascender a través de una recta embarrada que llegaba hasta la parte más alta del pico. No lo dudasteis ni un momento pues la lluvia era del todo desagradable. El ascenso se hizo rápidamente arduo y Rim a los pocos minutos no era capaz de avanzar con a normalidad de hacía unos instantes. El carro se hundía en el barrizal luchando por avanzar a través del cenagal mientras balaba debido al esfuerzo. Atrás quedaba ya Khâzad Felek mientras quedábais atascados en el barro.