Partida Rol por web

Aquel maldito monstruo les estaba haciendo pupa, Mongui ni se movía, y también le había sacudido una buena torta a Lodo. Así que disparo y falló.-La madre que me pario, pero que hostias estoy haciendo.-Menos mal que no había ninguna chica por los alrededores, aquello era una buena cagada. A ver si iba a ser cierto eso que le decían algunos envidiosos del clan, de que era un inútil. No, de ninguna manera, el era la hostia, la culpa era del maldito arco que era malo de cojones, de lo peor en arcos. 

Pero ciertamente, aquellos comentarios de que era un completo inútil le dieron vueltas por su cabecita, menos mal que tenía mala memoria y solo de corto plazo. Y pronto aquello estaría olvidado, y al menos en su cabecita, volvería a ser un gran héroe, injustamente tratado. 

Acabar rápido con este gigante de dos cabezas y atender al pequeño Kobold que parecía estar yéndose de a poco. Eso era en lo que pensaba Panza mientras seguía instigando a su enemigo golpe tras golpe. Pero la presión por terminar pronto pareció interponérsele, y terminó fallando sus ataques. 
 

Mongui, no te nos vayas. Pensaba mientras hacía lo posible para poner su físico entre el gigante y el Kobold. 

- La madre que... - aprovechó que que estan discutiendo entre ellos para acercarse a Mongui. Se puso en cuclillas y le puso sus manos un poco más arriba en el pecho - Mongui, tú que has sido de las que más fe en Bane ha tenido, él te salvará - susurró. Y de sus manos salió una pequeña luz 

— Esquiva esa! Muevete a la izquierda! — el Ettin se movió a la derecha y recibió tremendo golpe del orco.

— Joder, cuidado el goblin del arbusto, agachate! — el Ettin saltó, pero pilló desprevenido al resto y fallaron sus ataques.

— Mamá me dijo que yo controlaba esta mitad y tu la otra, siempre me quitas mi cosas, eres idiota! — seguían discutiendo las cabezas, sin poner suficiente coordinación para responder a vuestros ataques.

EL movimiento espasmódico de la kobold continuba, como si la curación no hubiese surtido efecto. Pero entonces se oyó un ligero ronquido y es que, después de la curación, ¡Mongui dormía profundamente! El ettin, sin embargo, era los suficientemente ruidoso como alertar hacer que se despertase, confusa.

—Kyaaaaaa ¿kya?

Mongui levantó la cabeza y miró a su alrededor sin enterarse de nada. La realidad es que no recordaba gran cosa, hasta que vio a maza. Entonces recordó que era una maza bonita. Pero por muy bonita que fuese esa maza, estaba haciendo daño a sus amigos, de modo que tenía que pararlo.  Sin recoger el bastón del suelo, Mongui puso una mano en la cadera y agitó el dedo de la otra en dirección al gigante bicéfalo, diciendo muchas cosas feas en su extraño idioma. Cosas que, a oídos de los presentes sonaba a que la kobold se estaba cagando en todos los difuntos del ettin mezclados con una riña maternal un tanto perversa. El problema era que una gran energía mágica estaba acumulándose en la mano amenazante de la kobold...

Lodo ha entrado en furia de destruir: ha visto a Mongui muy herido, las dos cabezas le han hecho perder la cordura y sólo quiere acabar con esto de una vez.

Y mientras ataca al gigante, sólo dice:

- Vas a morir, gigante de dos cabezas. Vas a morir.

De repente Mongui empieza a cambiar de color. Sus escamas empiezan a volverse de color rosa, subiendo de los pies a la cabeza. Cuando la cabeza era rosa, empezó el morado y así sucesivamente sin parar, cambiando de color en todo el espectro del arcoiris.

Ya más tranquilo por que el Kobold parecía haber vuelto a la vida, de hecho se lo veía radiante, literalmente irradiando luz de todos los colores. Panza pudo concentrarse en asestar sus golpes y bien que lo hizo. Dos certeros hachazos que se incrustaron profundos en la bestia. 

Que sensación tan placentera para el osgo, que bien se sentía talar a ese monstruo. Se relamía de pensar que habían cazado la cena de esta noche y que iban a probar una nueva delicatessen. 

Tras el susto inicial, parecía que Drang estaba actuando bastante bien, y que de alguna manera había curado a Mongui, que esta estuviese cambiando de colores podía ser un efecto secundario, que seguro que en algún momento se le pasaría. Y volvió a disparar, tenían que terminar con aquella criatura tan fea y malvada. Y volvió a fallar, ganas no le faltaron de romper el puto arco de los cojones.-La puta madre que te pario, pero que cojones pasa contigo cabrón.-Le grito al puto arco de mierda. 

Estaba claro, pero que muy claro, que el arco era malo, o que el era un inútil, pero no uno cualquiera, uno de los grandes, uno de esos inútiles profesionales que ganan hasta concursos de lo malos que son. Y eso si que no, el estaba seguro, o eso creía, de que no era un inútil. Tenía que ser el puto arco que se lo habían gafado, habían sido aquellos putos elfos de los huevos. 

Después de curar a Mongui, se dispuso a ir un poco más hacia atrás. Vio que el ettin seguía discutiendo entre sus dos cabezas. Iba a decirles algo cuando Mongui captó su atención - Madre mía... ¿eso lo ha hecho alguna vez? - preguntó. 

Sacudió su cabeza, se olvidó por completo de lo que quería decirles al ettin y juntó sus manos, saliendo de ellas unas llamas 

Tras recibir varias heridas graves el Ettin empezó a enrojecerse de ira, cosa que lo ayudó a concentrarse en el combate.

— Agggrgrgrr!!! Da igual, tu suelta mamporro por ahí y yo por allá!! Se llevarán NUESTRA corona!!

Luchó desesperadamente dándo golpes a diestro y siniestro, uno de ellos alcanzó a Panza que lo dejó completamente lelo en el suelo. En cuestión de segundos el resto conseguisteis acabar con su miserable vida, cayendo, por suerte, hacia atrás evitando que el osgo muriera aplastado.

—Uhhhhhhhhh

Mongui miraba sus manos, que en aquel momento estaban de un verde brillante antes de girarse y comprobar el color de su cola, que se estaba tornando poco a poco en azul cian. Parecía encantada con aquel efecto mágico, ajena a que hacía que llamase la atención como una elfa vestida de aguacate. La kobold vio entonces a Panza en el suelo y con la cabeza ladeada se acercó a comprobar que estaba bien. Con cuidado, comenzó a darle golpecitos con el bastón que lo iban moviendo poco a poco

*tap* *tap* el bastón daba en el costado *tap**tap* el bastón daba en la pierna *tap**tap*el bastón daba en la cara, cerca del ojo

—¿Panza?

Por fin había caído aquel engendro, una cosa fea y mala, pero antes le había sacudido un tremendo tortazo a Panza que le dejo tieso. Y el allí como un tonto inútil con un arco, que podría estar gafado. Salió corriendo y trato de registrar aquella cueva, el poco podía hacer por curar a Panza, pero podía ganar tiempo explorando que es lo que había en aquel lugar. De momento prefirió no decir nada, como a le se le olvidaban en un momento las cosas, pensaba que al resto le pasaría igual. 

Pero antes de entrar en aquella gruta, le echo un vistazo al gigante, ¿Qué tal estaría asadito?-Menudo monstruo, pa habernos matao. Habrá que guardar algún trozo para asarlo, a ver que sabor tiene y si no es muy correoso.-

Lodo, asustado por lo que le haya podido pasar a Panza, se acerca rápidamente a él para poder ayudarle.

- Panza, ¿cómo te encuentras?. Sana, sanita, culito de rana.Si no sanas hoy, sanarás mañana. 

Lodo, viendo que Panza no responde, aplica curas en las heridas e intenta estabilizarlo. 

Lodo empieza a enrollar a Panza con todo lo que encuentra, pieles, hojas, trozos de Ettin. Al final -un poco involuntariamente- consigue estabilizar al osgo que deja de sangrar pero sigue inconsciente. Mongui tambien ayuda a su manera.

Mientras tanto Babo explora un poco la zona e investiga alrededor. Dentro de la pequeña cueva donde habitaba el Ettin encontraste pilas de huesos de animales y pieles sin curtir, desparramadas por todo el lugar.

En las paredes de la cueva encuentras numerosas pinturas rupestres en las que -con mucha imaginación- se puede ver a un Ettin llevando una Gran Corona. Curioso es que todos estos dibujos están a su vez vandalizados en alguna de las dos cabezas: la corona tachada, la corona vuelta a dibujar y así en bucle. Parece que el Ettin llevaba discutiendo semanas con qué cabeza se iba a quedar la corona y al final.. nada.

Rebuscando en el cuerpo del no encontráis nada de valor. Lo único su cinturón que en realidad una una bonita cuerda, una pena que empezó a serpentear lentamente alejándose de la escena.

Panza había dejado de sangrar. Seguramente gracias a los golpecitos del palo ¡Mongui era una gran heroína!. La kobold iba a celebrarlo cuando algo se llamó su atención. Algo que salía del cuerpo del ettin. Al ver la cuerda moverse por el suelo, Mongui comenzó a perseguirla sin pensar dos veces que pudiese ser peligroso. La kobold corrió detrás de la cuerda, que parecía una serpiente. Y las serpientes estaban muy ricas. Después de correr unos metros, la iridiscente kobold recordó que sabía hacer magia y extendió la mano para tratar de capturarla con uno de sus hechizos.

La cuerda era demasiado pesada para ser levantada entera, pero uno de los extremos se alzó por los aires y toda la cuerda se quedó inmóvil, como si de una cuerda normal se tratara.

Después de ver que Lodo estabilizaba a Panza y Mongui parecía juguetear con una cuerda, Drang se acercó a Panza hacerle unas curaciones y que su recuperación fuera más rápida. Luego miró al grupo - Podríamos aprovechar este espacio para descansar y reponer fuerzas, creo que más de uno lo necesita... - dijo.

Por el rabillo del ojo, veía como Mongui iba detrás de la cuerda y este gesto le hizo cierta gracia, por lo que sonrió.

Un soplo de vida estremeció el cuerpo de Panza y se incorporó súbitamente. Miró a su alrededor y sobresaltado tomó sus hachas del suelo y se puso en guardia. 
 

- Qué? Cómo? Quién? - dijo buscando seguir una pelea que ya había acabado. 

Al apreciar la quietud del lugar, y que el único ruido cerca provenía de sus compañeros, bajó la guardia un poco. Caminó unos pasos tratando de ver si había alguna otra amenaza cerca y luego se echó al piso cuando la palabra descanso surgió de la boca del jefe. 
 

Antes de que se pudieran si quiera poner de acuerdo sobre si descansar o no, una fila de Zzzzzzz se escapó volando y ondeando en el aire provenientes de la boca del osgo, que se encontraba completamente dormido. 

Una vez logró parar la cuerda, Mongui se abalanzó sobre ella para comerla... y entonces se dio cuenta de que no era una serpiente, sino una cuerda. Una cuerda mágica. De nuevo, volvió a escupir algo que había metido en su boca y que podía ser de utilidad al grupo y se puso a examinarla. Quería saber que poder mágico tendría, si se lo podía poner también de cinturón y de si era comestible o daría una mala digestión.