Partida Rol por web

Asalto 1:

Duilio fue el primero en reaccionar y endosó un ataque encadenado contra su agresor, descargando su gladio hasta dos veces con fiereza contra aquel tipo:

Ataque1 23 vs 11. Daño: 6 puntos
Ataque2 16 vs 11. Daño 7 puntos.

El metal del gladio de Duilio cortó en un brazo al tipo, provocándole un tremendo grito, pero luego el filo atravesó el pecho de parte a parte, asomando el arma por la parte trasera de la espalda, y haciendo que el bandido escupiese sangre en el rostro del ex-legionario. Duilio había acabado con su enemigo con ese par de mandobles.

Por su parte, Assim no se estuvo quieto, sino que esperó unos segundos a que el rival se acercara, y en ese estado de quietud gritó mostrando su poderío a su agresor (que bien debió acongojarse por dentro, aunque no por ello cesó en su empeño de apuñalarle). Sin embargo, Assim actuó primero acuchilando con los pugios a su rival:

-2 por miedo para el rival de Assim.
Ataque: 23 vs 11. Daño 5 puntos.

Un par de corte en el viente dejaron marcha para aquel desdichado. Mientras tanto, Libio y su hostigador luchaban entre sí, igualándose en habilidad (ya que el romano no tenía mucha, la verdad) y el sujeto herido por Assim coontraatacó, aunque el cuerpo aún le temblaba del terrible grito de guerra del esclavo. Pese a todo ello, aquel tipo logró estirar su brazo y lograr clavar el puñal entre la armadura ligera de Assim, provocándole un corte de cierta importancia.

Ataque 13 vs 13. Daño 2 puntos.

El ex militar no podía creerse la mala suerte que estaban teniendo aquellos soldados. Pero no había mal que por bien no viniera, y decidido que con aquel extraño ataque, ganarían en tranquilidad.

Pero quería terminar rápido, no fueran a venir otros indeseables y hacerles perder tiempo.

Lanzo un tajo en horizontal al brazo de su asaltante, y luego espero a que avanzara para con un paso lateral ensartelarle el pecho. Se cubrió de sangre, y por instantes, solo recordaba el fragor de la batalla.

Camino avanzando a zancadas hasta ponerse a la altura de la bestia de carga, y lanzo de nuevo dos poderosos tajos contra el hombro del siguiente asaltante, sin embargo el segundo no llego a impactar, puesto que el arma del propio Libio apareció en el camino.

No pasaba nada, en unos minutos allí no quedaría nadie.

La distancia entre Assim y su contrincante era prácticamente nula. Ambos luchaban con armas  muy cortas, lo cual daba cierta ventaja al Nubio, dada su envergadura natural.

Acostumbrado a este tipo de lances en la arena, intentó inmovilizar el brazo armado de su enemigo, entre su propio brazo y su cuerpo, mientras le asestaba una puñalada de arriba a abajo, entrándole por la clavícula

Asalto 2:

Duilio avanzó ahora hasta el siguiente bandido, que no era sino el que confrontaba con Libio. Éstos dos luchaban poderosamente, aunque el ex-legionario llegó presto y logró acuchillar con el gladio a aquel fulano:

Daño (a B3): 17 vs 11. Daño 7.

El tipo sufrió un severo corte en su hombro por parte de Duilio, gritando un instante,pero continuando la lucha a pesar de aquella feísima herida. Duilio trató de aniquilarle definitivamente con otro golpe, pero no pudo asestarlo.

Unos metros más atrás, Assim luchaba con su rival. El esclavo trataba de inmovilizar el brazo de aquel tipo, pero al tratar de tomarlo no pudo hacerlo*, y tan sólo le quedó atacarlo con los dos pugios.

Daño (a B2): 17 vs 11. Daño 6.

uno de los pugios entró en la clavícula del hostigador, y el cuerpo de éste quedó rígido, momento en que Assim aprovechó para clavar, justo al lado del primero, el segundo pugio, justo en la misma herida. El tipo cayó delante de él, de rodillas, y tardó un par de segundos antes de que su rostro golpeara al suelo. El tipo había muerto.

Finalmente, el único bandido que quedaba en pie asestó un intento de puñalada contra Libio, que no logró acertar, errando así su posibilidad de hacerle daño (tal vez afligido por el dolor del gran corte de Duilio). Entonces el tipo observó a lo lejos los cuerpos de sus compañeros, a unos metros aquí y allá, y levantó sus manos, se echó de rodillas y dejó caer su daga.
 

¡Piedad, piedad! ¡Misericordia de los Dioses! -repetía, pidiendo el tipo clemencia arrodillado-. Estaba delante de Duilio y Libio, y Assim estaba detrás de la carreta. Veía la escena y a sus dos compañeros de viaje de espaldas, más allá del carro. Eneo Lémido, tendido en el carruaje, había visto en primer plano la tremenda lucha de Assim hasta que acabó con su rival. Libio estaba totalmente atento, como Duilio, en el rendido.

- Acaba con su vida Libio, o otro carrera la suerte que pretendía para ti.-

Dijo Duilio apuntado al bandido, al tiempo que dejaba espacio para que el soldado, se pusiera frente al atacante y de espaldas a él.

Llegados a este punto, el plan era sencillo. En cuanto alzara su espada para sesgar aquella vida, mataría al soldado. El otro estaba impedido, y nada podía hacer, y el bandido, correría la misma suerte, o a sus manos, o a las Assim.

Tenían que llegar hasta su objetivo, y aquella situación iba como anillo al dedo para dejar atrás a los guardias.

Assim agarró, el cuerpo del bandido muerto a sus pies, con una mano, y lo arrastró ha las cercanías de su único compañero vivo. Era la forma de acercarse al legionario armado sin levantar sospechas. Además se hizo con el arma del susodicho, pues puestos a matar a los "romanos" era mejor hacerlo con las armas de esos bandidos y no las suyas.

Para nada era lo mismo el ancho de un gladius que la de un cuchillo, y los bandidos como tal, tenían armas de poca calidad, aunque eficaces, para cometer sus fechorías... Si además tuvieran la maestría de su uso, igual ahora el propio Nubio hubiera corrido otra suerte muy distinta.

Libio miró un instante a Duilio, mientras aquel desdichado pedía piedad para sí mismo y ante los ojos de los dioses. El legionario apretó los labios entre sí, como debatiéndose entre aquel crímen y alguna otra posibilidad. Apretó entonces el gladio que portaba en la mano, y acto seguido lo levantó, influido por las palabras de su nuevo compañero de viaje, el ex-legionario.

Por su parte, y de una forma sumamente inteligente, Assim comenzó a arrastrar el cuerpo del tipo al que había segado la vida a base de dos punzadas con sus pugios, no sin antes saquearle la daga que portaba. Eneo Lémido quedó mirando a Assim, pero no pudo después seguirle con la mirada, pues el hueco del carro le impedía ver lo que pasaba en la parte delantera, donde estaba Duilio.

Duilio se coloco en posición a la espalda del soldado y cuando este descargo su mortal golpe contra el bandido, lo ensarto por la espalda, aprovechando que que podía agarrar y hacer fuerza con el hombro del hombre que ahora moría a sus pies.

No murió al instante…, aunque no fue lenta. Sus ojos lloraron preguntándose en qué se había equivocado, y mientras en su garganta se producía el gorgojo de la sangre entrando en las vías respiratorias todo se nublaba. Nadie lo recordaría y hablaría de él a sus familiares y amigos, pues moriría en un camino.

Con la mandíbula tensa, presa de la adrenalina y el disgusto que era para él dejo que la gravedad fuera desplazando el cuerpo por su hoja hasta que quedo de rodillas en el suelo, momento en el que lo empujo desde la cabeza haciéndolo caer al suelo de lado.

Busco con sus ojos los del Nubio, había que cortar otra garganta, una que estaba más indefensa aún.

El grandullón de color caoba, volvió sobre sus pasos hacía su lugar. Pasó por el carruaje en busca de vendas para atenderse la herida de su abdomen, y en un rápido movimiento, cortó la garganta del legionario que allí descansaba. Si se lo esperaba o no, era algo que le importaba muy poco al Nubio. Realmente, en su condición particular, no podía hacer otra cosa, aunque eso no fuera algo digno de recordarse.

La vida del Guardia de Ciudad, se había convertido en una huida hacia adelante desde que salió huyendo de su tierra natal. Y como gladiador había comprendido que era vivir o morir. Pura supervivencia.

No le debía nada a Roma ni a los romanos, y al único que podría deberle algo, siquiera un poco de gratitud, le había usado como se usa a un animal de labranza. Assim no perdonaría tal ofensa. Quizás llegaría su momento más adelante...

Paciencia, paciencia.

Lo siento, esto no debería ser así, pero soy esclavo y cumplo ordenes.

Dijo a modo de disculpa, mientras rajaba el cuello del romano convaleciente, mientras con su otra mano le tapaba la boca. Quería que fuera rápido y lo más indoloro posible...

No debiste usar el gladius. Sabran que el golpe fue a traición pero el arma no es de un bandido... les dará que pensar.

Luego no dijo nada más

Aquel bandido no daba crédito a lo que estaba viendo. El legionario que había matado a su compañero atravesaba ahora con el gladio a su compañero, es decir, aquel contra el que él mismo luchaba. De una manera poco honorosa el cuerpo de Libio cayó lateralmente, empujado por la mano de Duilio. Mientras el bandido rendido jadeaba acongojado, Assim regresó sobre sus pasos y no dudó en degollar sin miramientos a Eneo Lémido, el otro legionario en cuestión, estando aún éste sobre el carro. La mula se asustó un poco, pero enseguida quedó tranquila.

No, no... no me matéis. No diré nada... ¡lo juro! -decía jadeando aquel tipo, aún de rodillas-.

El negro se acercó al legionario y lo apartó ligeramente, sin perder de vista al bandido, y le dijo al oído:

Este tiene más miedo que un sentenciado a los leones... O le damos viaje, para evitar problemas, o lo usamos.

Entregamos en el primer pueblo el carro con los cuerpos de todos los muertos. Declaramos que estos tres atacaron a traición y para cuando llegamos a ellos todo había acabado. El único vivo este con una fea herida, que si no se la curan pronto, lo matará, y si lo salvan, pagará las culpas de todo. Supongo que creerán antes tu palabra que la suya. La mia no vale nada lejos de quien ya sabes.

Eran tres contra uno. El otro estaba "casi" indefenso. Bien podría colar, y así quedará más creíble una muerte por gladius por la espalda. Ellos tienen sus armas, y pudieron hacerse con la espada del romano del pie roto, atacar por la espalda y antes de morir dar una estocada mortal a su asesino traidor.

Duilio miro asqueado el sangrerio a sus pies, y levanto la cabeza para mirar a su compañero.

- Da igual lo que crean.-

No estaba seguro de a quién se referían. Si bien podrían seguir el rastro hasta ellos, nadie sabia quienes eran, y nadie empezaría a buscar rápidamente.

Dejar al bandido libre era una opción que ni siquiera había contemplado. Dio dos pasos y lanzo otra estocada hacia su cabeza con la intención de poner fin de una vez por todas a ese triste gimoteo. Si había tomado la decisión de atacar incautos hoy, lo volvería a hacer mañana.

Con el bandido muerto se giro hacia el carro y lo preparo para que se deslizara ladera abajo.

- Si quiere buscar pruebas de algo que les cueste. Sea como sea, tenemos que avanzar rápido. Nuestro objetivo esta cada vez mas cerca de llegar al campamento y ahí si que nos costara matarlo.-

Las razones de Assim eran prudentes, propias de alguien que piensa más allá de las armas, casi como un estratega. Trató el esclavo de pensar en las posibles posibilidades, al menos lo que se le ocurrió de primeras, y justo después Duilio levantó el gladio y acabó con la vida del desdichado al instante, el cual cayó en el suelo. Una vez montados todos en la carreta, Duilio metió la mano en los huecos de las prendas donde su Libio pudiera tener algo de valor.

Entonces encontró una nota firmada por Lucio Emilio Scabo. Podía leerse sin problema que aquello no era sino una justificación escrita de que el legionario tenía permiso para incorporarse al campamento más tarde debido al el incidente de su compañero.

Finalmente empujásteis ambos el carruaje, quitando el aparejo a la mula en primer lugar. Las cuatro ruedas hicieron rodar los cuerpos de todos aquellos, y quisieran los dioses dar explicación posterior a quienes se lo encontraran. Llevarse con vosotros aquel animal, además, podría ser un rastro del que tirar del hilo hasta hallaros, por lo que le dísteis un cachete en los cuartos traseros y echó a andar unos metros. En animal no tenía ese instinto bovino como los de un caballo, por lo que al principio volvió un poco sobre vuestros pasos hasta allí para luego, vosotros, desaparecer de su vista.

* * *

Tras retomar vuestro viaje, tratásteis de no llamar demasiado la atención en los caminos. No sabíais si alguien había encontrado ya los cuerpos despeñados en la carreta, o si alguien los estaban buscando (o si tan siquiera nadie sabía nada aún). Por ende, que el cuarto día por la noche delante de vuestra vista, mientras cruzábais un paraje plano y boscoso, se posó una novedad: una villa*. Para entrar en ésta había que atravesar un río que pasaba delante de la misma, en cuyo puente bien construido en piedra había dos legionarios apostados vigilantes.

Tras hacer desaparecer el carro con los cadáveres, colinilla abajo, emprendieron camino, pero el gladiador tenía que hacer algo, pues había sido herido. Quería limpiar esa herida y tras dar un trago de agua, pasó a limpiarla un poco.

Luego por el camino buscó algunas hojas de tomillo y romero, para hacer una infusión y con ella desinfectar el corte, que tampoco era muy profundo.

Heridas de ese calibre había tenido unas cuantas decenas, pues la vida en las arenas no estaba exenta de peligros, aunque por regla general las luchas no eran a muerte, pues el coste de formar buenos gladiadores, no era algo que se pudiera dilapidar en un par de combates...

El por aquel entonces esclavo, intentó hacerse con alguna cosa de valor, que no fuera una evidencia de un encuentro con los legionarios.

Debo de hacer un pequeño fuego y hervir algo de agua para desinfectar la herida.

En ningún caso su tono estaba solicitando un permiso, más bien indicaba con determinación que lo llevaría a cabo, aunque no lo hizo inmediatamente, para poder alejarse del lugar del encuentro.

Duilio asintió a las palabras de Assim y en lo que buscaba unas hierbas él hizo un pequeño fuego. Tenían que descansar en algún momento y hacerlo les daría un respiro a sus fatigados cuerpos.

En cuanto la herida estuvo lista y el cuerpo descansado emprendieron de nuevo el camino. Sus pasos los llevaron hasta una villa, y se escondieron entre el sotomonte y observaron con detenimiento antes de seguir.

No habían hallado el carruaje donde viajaba su objetivo, pero los guardias apostados al otro lado del puente podían ser indicativos de que se encontrara allí. Así que su misión era dilucidar sí su objetivo estaba en aquellas instalaciones.

No conocían la zona, y no sabían a quién pertenecía la villa, pero estaba cerca del campamento, no seria de extrañar que algún legionario conociera el lugar y viniera a negociar bienes. O por el contrario, podría tratarse de la villa de alguien importante para la política y ejercito de la zona.

Así que mientras procuraba mantenerse oculto, Duilio examino el lugar desde lo lejos para saber dónde podían tener el carro, indicios de más tropas dentro o cualquier cosa que les hiciera tener una idea de a quienes podía encontrarse allí.

Menos mal que Assim invirtió cierto tiempo en buscar algo de tomillo y romero, así como Duilio en encender un fuego para descansar un poco*, pues ahora sabían, nada más observar a aquel puente custodiado por dos legionarios, que el resto de la tropa, que debía haber en el interior de la villa cierta cantidad de ellos...

Por su parte, Duilio trató de observar dónde podía estar el carro del que que jornadas atrás el granjero les informó. Claro que, mientras miraba aquí y allá, tuvo que agacharse rápidamente al sospechar que alguno de los dos legionarios del puente les habría visto. ¿Habría sido sólo una percepción o había relajado Duilio estrepitosamente al tratar de observar el terreno?

Assim hirvió algo de agua con las plantas recién cortadas dentro de ella, generando una infusión. Luego mojó un  trapo con ella y la aplicó sobre el corte, limpiándolo. Por último lo cubrió con un trozo de tela limpio para evitar que se metiera tierra. Cuando estuviera más cicatrizado podría usar vaselina para proteger el corte, o a malas, poner algo de sal diluida en agua, remedio que se aplicaba a los marineros que eran azotados con el látigo por alguna falta...Eso dejaba cicatrices más feas, pero cauterizaba más rápido evitando infecciones, que eran mucho más dificiles de tratar, y imposible sin un matasanos cerca...

Luego, aprovechó el resto de la infusión y se la bebió. La sensación de tomar algo caliente era reconfortante. Le ofreció a su compañero también. 

Finalmente apagaron el fuego de campo y siguieron su camino hasta divisar un puente vigilado por 2 legionarios.

Podemos esperar para ver cada cuanto hacen el cambio de guardia.

No sería lógico que se la comieran toda los dos soldados que estaban en ese momento, en tal función. El cansancio de los hombres les retrasaría y seguro que el oficial, tenía prisa por llegar a su destino, por tanto marcarían los relevos necesarios.

Parecía un punto fácil de vigilar o defender...pero se cercioró de que no hubieran otros soldados haciendo guardia en otro lado.

Al ser negro, la oscuridad lo ocultaba mucho mejor que Duilio, de la vista de aquellos legionarios apostados, y el estaba acostumbrado a moverse en lugares oscuros...

Eh mira eso!!! susurró a su compañero. Estoy seguro de que...