Partida Rol por web

Tras la helada acometida que lo regresó al centro del circulo, tensó los músculos mientras apretaba los dientes, las piernas presionaban el suelo con fuerza paso a paso buscando salir de aquel circulo ritual. Aquel no sería su lugar de muerte, se negaba con todas sus fuerzas a que aquella pesadilla se hiciera realidad.

Mientras inspeccionaba los alrededores, Kal sintió una brisa helada que provenía del círculo maldito. Antes de poder reaccionar, sintió un desgarrador grito que venía de los más profundo del bosque. El mismo grito que había sentido en su sueño la anterior noche.

- Hay que salir de aquí... - la voz temblorosa del chico no era más que un susurro. Aún así, se sobrepuso y, cuando los 3 hombres se acercaban a salir del círculo, con pequeños trozos de hielo ya formándose en sus barbas, Kal se corrió a ayudarles a dejar al jefe de guerra apoyado en el árbol más cercano, ya fuera del peligro que suponía el extraño círculo.

- Tenemos que marcharnos - insistió Kal, quien volvió a coger sus cuchillos y miraba con desesperación de un lado a otro, esperando la inminente emboscada -. Algo se acerca...

La situación desde luego distaba mucho de ser normal, y el miedo del chico era comprensible.-Aun no podemos marcharnos, hemos venido a por los dos hermanos, y aún no hemos encontrado al jefe. Debemos tratar de ayudarle y superar nuestros miedos Kal. No sabemos a que nos tendremos que enfrentar y eso nos crea miedos, pero no podemos dejar a uno de los nuestros en manos de esos malditos hombres osos.-Y trato de frotarme manos y pies para arrancar el frío antinatural que se estaba adueñando de mis extremidades, un rato más y no se que habría pasado. Una vez recompuesto, y dejado el herido en la mejor posición posible, con un improvisado vendaje en su costado. Me centro en tratar de ubicar donde están los hombres oso, vigilo el entorno y trato de encontrar el mejor camino para llegar hasta el jefe, antes de que sea demasiado tarde.-En marcha, no hay tiempo que perder, a saber que le pueden hacer estos demonios al jefe si no actuamos rápido. Me adelanto un poco para ver donde y como esta el jefe y el número de estos malditos enemigos. Dejarme espacio y tratar de pasar inadvertidos, pues seguro que son más.-Se fundiría con el bosque, para pasar inadvertido y buscar información que podría ayudarles a enfrentarse a estos misteriosos y malvados enemigos.

A pesar de la experiencia traumática allí vivida no se quedarían mucho tiempo allí esperando, el futuro de la tribu estaba en juego.

Después de haber tratado de romper el círculo mágico apartando a uno de los ciervos* Gwra volvió a su forma humana tratando de ayudar a estabilizar al jefe de guerra de sus heridas. Estaba inconsciente pero todavía respiraba, aunque débilmente.

 -Volver tras la caza ayudar.- Hablaba al resto de sus compañeros en su tosco lenguaje.- Aquí mucho yuyu, seguro animales no acercarán Tansum. Talak tener razón. Tener que ir ya.-

Antes de partir, la cambiapieles se tomó un momento para acercarse al cachorro Kal, acercándose a él con algo entre las manos, una especie de cilindro de madera** adornado con dibujos geométricos de tres pies de largo. -En el bosque tú interesarte por hierbas.- La cambiaformas extrajo de su pelo enmarañado un pequeño dardo de hueso rematado en su lado romo con un pequeña bolita de musgos.- Cuervonegro dar mi cuando Gwra cachorro y Gwra dar ti ahora que tu cachorro de la manada.- Introdujo el dardo por un lado del cilindro y sopló con la boca por el otro extremo, haciendo que el fino dardo de hueso saliera disparado y se quedara clavado en un árbol cercano.-Diente de cachorro, no hacer mucho daño, pero tu conocer plantas y moverte sigiloso, Kal tener dientes de serpiente.–Dijo dándole un par de dardos más, que extrajo de su pelo.-

Antes de partir hacia el río, en busca de los rastros de los hombres-oso, Gwra se acercó a recoger una lanza de hueso que había encontrado tirada en los alrededores del claro de los ciervos. Si no fuera porque conocéis lo suficiente a Gwra para saber que jamás tuvo en la cara otra expresión que no fuera pura frialdad, diríais que una pequeña sonrisa se asomó en la comisura de sus labios.

Sacudiéndose la escarcha helada que quedaba en su poblada Barba, se dedicó a comprobar el estado del Jefe de Guerra Tansum-Aha, había perdido el conocimiento aunque todavía respiraba con dificultad.

-La mordedura del invierno... Eso dijo la vieja Cuervonegro. Si no encontramos al Jefe cerrará sus fauces heladas sobre todos nosotros.- Intentaba explicar está extraña situación en la que estaba basándose en su pesadilla y las palabras de la vieja. Volvió la mirada a Talikk y aprobó que se adelantase a explorar, avanzando hacia el río siguiendo el rastro que dejaba el cazador tras de sí.

Dejando a un inconsciente Tansum-Aha atrás, escondido entre el follaje, salís hasta el límite del bosque en dirección al río. El extraño aullido no se ha escuchado más después de que el círculo cesase en su tormenta tras sacar de ahí al Jefe de Guerra.

Tras un rato caminando, notáis de nuevo la ausencia de animales en el bosque, la ausencia de vida. A excepción de los ciervos del ritual y los buitres que os sobrevolaban, no recordáis haber visto más animales o alimañanas alrededor. Ni siquiera el cantar de un pájaro o el ulular de un búho en las copas de más espeso follaje.

* * * *

En el trayecto distinguís unas huellas de pies de hombres —u hombres oso—. Claramente, nadie se ha esforzado mucho por ser cauto o tratar de enmascarar su rastro. Contáis pisadas de alrededor de una docena de hombres dirigiéndose hacia la orilla del río.

Unas oquedades en el barro delatan evidentes señales de canoas. Podéis verlas abandonadas al otro lado, dejadas de cualquier manera: unas en perpendicular al agua, otras casi en paralelo, a punto de ser llevadas por la corriente. Ni siquiera están aseguradas del todo en tierra firme. En esa orilla no hay ningún campamento, no desde que el Clan Cola de León fue destruido...

El río puede medir más de cien metros de ancho en su parte más estrecha, por lo que es imposible cruzarlo andando. Tiene varios metros de profundidad y a no ser que se tenga buena fuerza física, no se puede nadar tranquilamente. «El espíritu de la nutria está enfadado porque no encuentra pez de su agrado», había dicho alguna vez Hali Cuervonegro al ver así el cauce. 

Estaba seguro de que todo lo que rodeaba a estos hombres oso, escapaba de lo normal. No ya solo el extraño y sangriento ritual. Una vez en el bosque, tras haber dejado como mejor pudieron a Tansum-Aha, no había ningún signo de actividad animal, tan solo aquellos buitres en el cielo, sobre sus cabezas y las copas de los árboles. Los enemigos no habían tenido ninguna precaución y sus huellas eran fácilmente reconocibles, tras un rato, quedo claro que eran sobre una docena. 

Pero cuando llegamos al río, nos encontramos con que este baja bastante crecido y embravecido, y vemos como los hombres oso han utilizado unas canoas que ahora están en la otra orilla.-Esta corriente es muy fuerte, y larga la distancia hasta la otra orilla. Nadar hasta la otra orilla es muy arriesgado y podríamos ser arrastrados por la corriente o incluso morir ahogados.-Pero luego pensó rápido en Gwra:-Gwra, tal vez pudieses pasar volando hasta el otro lado y luego transformarte y venir con una canoa, para que podamos ir todos a la otra orilla del río.- Talik era consciente de la gran responsabilidad y el riesgo al que se podría exponer la joven. Pero era su mejor oportunidad para tratar de llegar rápido a la otra orilla, y tratar de encontrar al jefe. Y si tenía algún problema, podría transformarse de nuevo y volver con ellos.

Con los pies desnudos metidos hasta los tobillos en el agua, la hembra salvaje oteaba hacia la otra orilla del río, pensativa. -Aguas rápidas como leopardo, pero Gwra llegar otro lado…- Respondió segura de si a las palabras del cazador.- Pero tronco vacío... Gwra no cabalga sola. Tener otra idea. Gwra conocer espíritu de caballo de río, llevar Zalakk hasta otro lado. Dos más fácil volver aquí con tronco vacío y luego todos a otra orilla de vuelta. –Observaba las canoas a 100 pasos de distancia en la otra orilla tratando de dilucidar su tamaño, aunque no era ni mucho menos una experta y con esa distancia era difícil de discernir.- Si tronco vacío pequeño, Gwra transformarse otra vez y volver dos en tronco, uno con Gwra. –Dirigió sus pequeños ojos redondos y azules hacia Zalakk esperando su conformidad.- No tener miedo. Montar sobre Gwra. – Dijo apelando a su miedo a ver si conseguía picarle en su orgullo alpha. Y tras decir estas palabras que probablemente fuesen, uno de los razonamientos más complejas que haya tenido nunca la niña salvaje, la cambiaformas empezó a alterar sus dimensiones y formas, tal y como ya habías visto otras veces, hasta transformarse en un gigantesco hipopótamo que empezaba a adentrarse aguas adentro.

Desde la orilla del caudaloso rio observaba las canoas a la distancia. Estaban cerca, lo presentía y no iba a dejar que un río se interponga en su camino. A punto estuvo de zambullirse en sus aguas cuando escuchó las palabras de Talik y Gwra. Su ceño se frunció enojado mientras se palmeaba el peludo pecho. 

-No le temo al agua, ¡no le temo a nada!- Decía indignado esperando que la cambiaformas adopte la forma del hipopótamo, subiéndose a su lomo y aferrándose con fuerza con pies y brazos al animal. -​​​​​​-Vamos-

Convertida en el gran animal habilidoso nadando de cuyo nombre ya no puedo acordarme, la cambiaformas consiguió cruzar a la otra orilla con el guerrero aferrado a su espalda, aprovechando las corrientes de agua y las zonas menos profundas del río que, con sus fuertes corrientes y todo, no consiguió desviar la enorme masa del animal en movimiento por el agua. Como curiosidad, Gwra notó como una corriente de agua caliente manaba del guerrero, indicándole que quizá Zalakk no lo pasaba tan bien en el agua como daba a entender. Eso o que, da igual en qué época vivieran, ningún hombre ha sido nunca capaz de meterse en el agua sin vaciar la vejiga.

Un guerrero debe ser valiente siempre, no le teme a nada. Estas palabras se repetía Zalakk una y otra vez en su cabeza, mientras apretaba cada vez con más fuerza al animal. Sus músculos se tensaban casi al punto de acalambrarse por el esfuerzo dando lugar a un ligero temblor involuntario. ¿Acaso el fiero Zalakk estaba temblando de miedo?

A su mente llegaban recuerdos fugaces de su infancia, de como su padre lo había preparado desde cachorro para que nunca tuviese miedo. Pues el hijo del gran Takkar debía ser mucho más valiente que cualquier otro cachorro de la tribu. Se vio a sí mismo en la cima de un acantilado aferrándose a la pierna de su padre, quien insistía en que debía saltar al vacío para ser el más valiente. El pequeño aún no superaba los 7 inviernos y se negaba a hacer tal cosa con los ojos empañados en lágrimas, Takkar sin ningún tipo de compasión por su cachorro lo lanzó al vacío, la caída le pareció eterna antes de sumergirse en las oscuras aguas que parecían tragarselo y jalarlo hasta las profundidades. El recordar como el agua entraba a sus pulmones antes de perder el conocimiento lo atormenta cada vez que debe meterse a nadar y este caso no era la excepción. 

 Al llegar a la otra orilla se bajó de un salto y se sentó en la tierra, su respiración era agitada mientras recobraba el valor para volver a cruzar el río. Al menos una canoa era más seguro que el resbaloso lomo del animal.