Partida Rol por web

- ¡Matemos a esta bestia!- aclaró por si habia alguna duda de cual era la postura del flagelante

- Sí tiene que hablar.

Cogería barro del suelo y le dibujaría una runa de una palabra común el el pecho, y tras susurrar unas palabras sin sentido en arcano le diría:

- En un minuto tu alma será mía, ya has visto que he sido capaz de hacer en un segundo antes. Habla o muere, no me pongas a prueba.

Tras esto esperaría la reacción del engendro.

Aquella bestia no hablaba su idioma. Él y sus compañeros habían sido realmente convincentes, por lo que si la cabra no hablaba, probablemente no lo haría en el futuro. Matarla era lo más lógico y ya habían votado.

- No queda otra... - Dijo entonces.

Agarró su daga, se acercó a donde estaba el cabrito y colocó una rodilla sobre su pecho. Estiró con la zurda del pelo que tenía sobre la cabeza liberando el cuello y la rajó con el filo de su daga. Acto seguido se puso en pie y encaró al elfo.

- ¿Has localizado algo? - Le preguntó a Eldillor.

Vasile bebió agua, dándose un respiro de aquel combate y aguardó a que la bestia muriese para recoger sus esposas. No dijo nada pues quería ver hasta dónde llegaba la magia del joven mago.

El hombre bestia no hablaba el idioma de los humanos o, si alguna vez lo había hablado, lo tenía olvidado en algún oscuro lugar de su maldita alma. No era raro que los hijos nacidos con mutaciones fueran abandonados en el bosque, sin darles una muerte digna, debido a la debilidad o benevolencia de los padres y recogidos por estas bestias. Mutados por el caos y convertidos en asesinos, saqueadores.

Eldillor avanza con cautela. El rastro se adentra cada vez más en la montaña aunque ya no es tan claro, sin duda una trampa urdida para caer en la emboscada y aunque la luna ayuda a ver el suelo, también crea sombras traicioneras.
Después de un buen rato de caminata en silencio un rayo de luna ilumina por un breve momento una figura que se oculta bajo la sombra de un árbol. Os acercáis tomando precauciones mientras la sombra, inmóvil, permanece de pie apoyada junto a su tronco. Justo en el momento en que vais a atacar, la nube deja pasar la luz de la luna que se refleja en la piel de aquella figura. Una figura humana que conocéis del campamento. El cuerpo de uno de vuestros compañeros mercenarios descansa contra el árbol atravesado por una estaca en el pecho. Su estómago ha sido abierto y sus tripas caen hasta tocar el suelo mientras su cara muestra una grotesca mueca de dolor y miedo, pues en su frente y por medio de algo afilado, han sido grabadas las ocho flechas del caos. Símbolo de muerte y hechicería.

La visión del humano rajado como un cerdo y dejado allí, empalado contra un árbol es algo atroz, pero los hehcieros veis el viento mágico, los signos del Aethyr. Para tus compañeros las ocho flechas del caos grabadas en la frente del infeliz son una serie de cortes que sangran, para tí es una marca brillante como un rubí incandescente que recorre su frente. Puedes ver la cara de su alma sufriendo atrozmente mientras una neblina comienza a levantarse y envuelve al hombre.

Su cara, desencajada por el dolor te mira, como si supiera que realmente ves su sufrimiento. Y...te habla;

-aa..yuda...me..- aa..yuda...me..-aa..yuda...me......

Una y otra vez la voz resuena en su infecta boca atravesando tu cabeza.

El elfo quedo impactado por la visión, sintió seca su garganta, así que de manera de reflejo, busco una pequeña botella y la tomo, resultando en tragar el agrio de esta escena y una repentino sensación de mejora general... pocos segundos después, se da cuenta que acababa de tomarse la pócima curativa que cargaba consigo.

-Sigamos avanzando- dijo a los demás... no quería seguir viendo tal atrocidad, esto le daba pocas esperanzas de vida a las demás personas que habían raptado, con suerte las mujeres se salvaban y serian usadas para algo productivo dentro de la horda.

Sin mas que decir, siguió avanzando y buscando el rastro de estas bestias.

Marius ya había visto cosas así durante gran parte de su vida. El oficio de gladiador era lo que tenía, las visiones de sangre e interioridades derramadas, así como miembros amputados, estaba a la orden del día. Además el miedo a la muerte, era algo con lo que también convivía a menudo.

- Que no os intimide su juego sucio. - Habló entonces Marius. - Sabemos quienes son. Les hemos combatido. Sabemos cuál es su estrategia. ¡Ánimo hermanos de armas! ¡No luchamos por nuestra gloria, sino por salvar a inocentes de un destino similar al de este pobre hombres! - Señaló al difunto. - ¡Sigamos!

Marius no esperó una respuesta por parte de sus compañeros. El camino estaba marcado por las huellas que habían dejado los hombres bestia a su paso y aunque cada vez estaban más difuminadas, seguían siendo visibles y el elfo parecía muy convencido del rombo que seguían.

Marius comprobó entonces que no había pedido nada. Incluida la maza con la que se había hecho tras matar a aquellos emboscadores. Siempre era interesante portar un segundo arma por si su mangual se rompía. Sin más avanzó hacia sí destino.

- Cuánto lo siento, hermano, en verdad te lo digo- dijo Vasile hacia el cadaver de aquel pobre imperial atormentado-; ven, deja que rece por ti hoy que ya llorarán por ti mañana.

El estirlandés sacó una de sus posesiones más preciadas, el símbolo de Morr que su hijo Meyer le había osequiado cuando fue ordenado novicio, para apretarlo entre sus manos y farfullar lo que medio recordaba de una oración de niño.

Vela, Señor del Sueño Eterno,

de nuestro descanso en vida

y que aqueste alma partida,

encuentre en ti abrazo tierno...

Abrazó entonces al finado, palmeándole la espalda y confiándole un sentido "Adiós" al oído.

Tosió para aclararse la garganta antes de colocar una moneda de plata en cada uno de los huecos de sus ojos* y comprobar si el resto de sus compañeros estaban bien.

¡Malditas criaturas! masculló Hans al observar a aquel hombre mutilado. Se fijó en el símbolo grabado en su frente ¡Las flechas del caos! gruñó de rabia ¡No os dejéis intimidar con sus estratagemas! dijo a los demás.  ¡Sígamos! ¡Solo nos queda vengar su muerte!  y continuó detrás de Marius sin inmutarse siquiera. 

Riqueza actual: 

el hombre bestia no hablaba el idioma del imperio, por lo que no había nada que hacer con el bicho que darle una muerte digna, algo que no se merecía, y para colmo, habíamos encontrado a uno de los mercenarios secuestrados, aunque a duras penas consigo aguantar las ganas de hechar la ultima comida, "ahora entiendo el nombre..." me digo a lo bajo.

El elfo admiró las palabras de Marius y el llanto de su querido amigo Vasile, pero estos momentos no podían gastarse en los que ya no están con nosotros.

-Compañeros, ayúdenme a buscar trampas y seguir el camino- dijo sin siquiera mirarles.

Bärchen aprovechó en momento de pausa para olisquearlo todo y aliviarse contra varios árboles, moviéndose en eses durante un buen rato no pareciera que estuviese rastreando nada sino sólo aprovechando para captar todos los tufos y apestosidades de aquel sitio.

- Snorf, snorf, snorf...

Aquella cosa nada tenía que decirles, así que de poco les servía mantenerla con vida. Desde que viajó al norte, el joven habría perdido mucha de la sensibilidad de su juventud y había desarrollado un estómago a prueba de visiones escatológicas, algo bastante común al norte de Altdorf.

Al acercarse más, el hechicero haría una mueca que el resto apreciaría, y tras ver las caras a su alrededor les hablaría:

- Me está hablando. Me está pidiendo ayuda, su alma sufre ligada a un cuerpo sin vida. No se si es verdad o como he leído en algún tomo se trata de algún tipo de artificio para asustarnos, pero sea lo que sea cuando volvamos tenemos que dar un entierro digno a este cuerpo, porque hacerlo ahora nos restrasaría y hacerlo arder nos delataría, si es que mi magia no lo ha hecho ya. A partir de ahora cero ruidos, eso va por la pistola y yo no usaré más magia, así parecerá que hemos muerto en la emboscada. Estas cosas son inteligentes, y usan magia, no las subestimemos. Además mi poder es muy limitado. Poco puedo hacer contra algo gordo de verdad. Te ayudaremos y daremos descanso pronto compañero, aguanta. - diría mirando al cadaver con un gesto increíblemente serio. Fuera lo que fuera parecía muy convencido de lo que decía.

-Apretemos el paso, no podemos darles tiempo de que piensen que la emboscada ha sido un fracaso. Elfo... creo que el alabardero necesitaba eso más que tú, tenemos que pensar en equipo, como te he escuchado decir en otras ocasiones. 

No lo habría dicho con malicia, pero no había más que ver la cara de Vasile para certificarlo, estaba bastante tocado. Dicho lo dicho y con su cayado avanzaría en silencio muy atento de posibles movimientos tanto mundanos como de la magia.

Su conexión mágica proviene de algún tipo de oscuro ritual pero no te es posible identificarlo.

Un compañero caído, destripado como un cerdo solo a modo de advertencia. Con razón les llaman hombres bestias y no solo por la apariencia.

Vasile se acerca ofreciendo unas plegarias de un ritual antiguo. Todos permanecéis en silencio mientras abraza el cuerpo dándole ánimos y os quedáis petrificados cuando alza sus brazos, sujeta a Vasile y le muerde en el cuello que el propio estirlandés ha puesto al alcance de su boca.  

- ¡Yeeeaaaargh! -vociferó Vasile echándose hacia atrás para caer sobre su espalda y arrastrarse empujando con las piernas, alejándose del zombie- Maldita sea, ¡Abominación infecta!

Con pánico extrajo la pistola y apuntó con ella al cadaver viviente, su pulso temblando, luego pareció cambiar de opinión y mirar a sus compañeros con ojos desorbitados mientras se encañonaba a sí mismo bajo la barbilla.

- Que alguien lo mire, ¡Comprobadlo! -les conminó mientras con la otra mano se apartaba la coraza y camisa del cuello como un animal con rabia mientras piel, pelo y vestimentas empezaban a empaparse de sangre que brotaba en borbotones pulsantes- Pre-pre-prefiero matarme aquí mismo que acabar mutante, joderrr... -los ojos se le clareaban, húmedos con lágrimas que se negaba a verter por su propia estupidez y descuido.

Consciente de que no llegaba a ver su propia herida dependía de sus compañeros para tirar o no del gatillo.

El estúpido zombi se movía hacia adelante, desincrustándose del árbol. La madera astillada de la estaca rasgaba la carne muerta con ruido que provocaba dentera.

Al escuchar a su querido compañero gritar, el elfo reaccionó rápido dándose la vuelta para comprobar la situación, vio al muerto viviente allí, atacando a Vasile, mas un tiro con su ballesta no seria algo prudente, por lo que ordeno a Vasile -Deja de llorar y mátalo de una vez, luego te vemos la herida!- ¿primero sobrevivir no?

¿ordenaba a un humano a hacer algo?... es inevitable ya que tanto Marius como Luis y el elfo, estaban alejados del lugar al seguir caminando y pasar sin mayores miramientos la escena, quedando solo Albert y Vasile en la misma.